solsticio de verano

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sábado, 23 de enero de 2010

VIGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 24. DULCE, COMO UN BOMBÓN DE CHOCOLATE BLANCO.





Ya terminó el concurso, y yo salí radiante al haber ganado. No solo gané el premio que todos querían conseguí, sino también al chico más guapo del campamento, y al que me hacía sentir especial, tal como yo siempre había deseado.

Subimos a las habitaciones, Manu y Lore se quedaron en la de los chicos, Bea y Pedro en la nuestra, Andrés y Alicia salieron a la terraza de la habitación de los chicos para no molestar y nosotros dos, Gabriel y yo a la terraza de mi habitación.

Todos estábamos muy felices, porque al día siguiente no tendríamos que hacer nada más que divertirnos, ir donde quisiésemos y disfrutar.

Gabriel y yo salimos a la terraza de mi habitación cogidos de la mano, ahora éramos novios y todos el mundo lo sabía así que ya no importaba nada.

Gabriel me miró a los ojos y sonrió, volvía a sentirme protegida, especial, nunca ningún chico me había mirado así.

- Hoy has estado alucinante Aurora.
- Gracias, pero no es para tanto, me gusta cantar, nada más.
- Y cantas genial, no me lo puedes negar.
- No te lo niego pero tampoco lo afirmo, yo no sé como canto.
- Siempre tan humilde, esa es una de tus virtudes.
- No tengo muchas más.- dije riendo.
- Toda tú eres una virtud.- me sonrió, tierno.
- Y tu un exagerado.
- Me ciño a la verdad, no exagero.
- ¿ Por qué me tratas así?
- ¿ Cómo te trato?
- Como si fuese especial..
- Es que eres especial.
- No entiendo el por qué soy especial.
- Eres especial por todo, por tu personalidad, por tu forma de ser con la gente y de tratarla, por tus gustos y por esa sonrisa que cada vez que la veo en tus labios me vuelvo loco.
- Vas a terminar poniéndome roja.
- Sería toda una aventura- rió
- Eres tan distinto a los demás chicos, Gabriel..
- Y tu eres la más dulce, simpática y encantadora de todas las chicas que he conocido.- al decirme eso me hizo sentir tal como el me describía, especial, entonces le besé.

Fue un beso lento, pero que me demostraba todo lo que él me quería y yo pretendía demostrar lo mismo.

- ¿No ves lo dulce que eres?
- No me considero del todo dulce..-le miré extrañada.
- Tus labios son dulces, toda tu eres dulce. Tan dulce como un bombón de chocolate blanco.
- Mi sabor preferido de bombones, ¿ Cómo lo has sabido?
- Tus amigas, me han ayudado un poquito.
- Ya hablaré yo con ellas.- sonreí.

En ese momento sacó de su bolsillo un bombón y me miró a los ojos, sonriendo.

- ¿Qué es?
- Me parece que ya te haces una idea.
- Puede ser..-sonreí, sin apartar mis ojos de los suyos.
- ¿Lo compartimos?- me preguntó.
- Bueno, pero porque es contigo con quién lo voy a compartir. Si llegas a ser otro te digo que no.- ambos nos reimos.

Se puso el bombón de chocolate blanco en la boca y yo me acerqué a él, prácticamente me pegué a su cuerpo, me puse de puntillas, sonreí, cerré los ojos y mordí el bombón de chocolate. Al coger mi parte de bombón y comérmela Gabriel me besó, esta vez intensamente y no se muy bien cómo, me pasó la otra parte del bombón a mi boca. Eso si que era compartirlo.

Cada segundo que pasaba me hacía darme cuenta de que Gabriel era el chico que tantas veces había soñado tener a mi lado. El príncipe azul de una princesa. Pero en ese instante me di cuenta de algo más, esto que estaba viviendo no era un cuento de niños, era simplemente amor.

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