solsticio de verano

solsticio de verano

domingo, 31 de enero de 2010

VIGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO

CAPÍTULO 29. COMO JAMÁS IMAGINÉ.



Al día siguiente solo podía pensar en lo mal que me sentiría al ir con Fer gracias a Gabriel, después de haberle mentido.
Me levanté y al mirarme en el espejo me asusté un poco, tenía unas ojeras terribles, no había dormido casi nada.
El día anterior había sido muy movidito, conocí a Fer, mentí a Gabriel, un tío casi me lleva con él..
Al fin y al cabo estaba bien, tanto yo como mis amigos y mi novio, y eso era lo importante.
Ali, ya se había recuperado y por fin estaba saliendo oficialmente con Andrés.

Me duché, me vestí y esperé a que las cuatro estuviésemos listas para salir.
Los chicos nos esperaban en el comedor, para el desayuno, yo estaba rara, no tenía mi sonrisa en la cara como de costumbre, además, tenía muchísimo sueño.
Gabriel me notó distinta, por ello en cuanto salimos del comedor se acercó a mí para preguntarme.
No le quise decir nada, únicamente le contesté que estaba cansada, porque no había dormido mucho, y en parte era verdad, pero no le dije el motivo, puesto que no lo sabía ni yo.

Ese día tocaba piscina y surf en la playa, pero Gabriel me había prometido llevarme a ver a Fer.
En parte quería ir, así le conocería más y tendría un amigo nuevo.
Pero por otra parte no quería ir, tenía miedo de sentir por él algo más de lo que yo quería sentir, yo estaba enamorada de Gabriel y no iba a dejar que eso cambiase, no por un chico que conocí hace un día y del que únicamente sabía su nombre.

Gabriel consiguió convencer a los monitores para que me dejaran, el me llevaría y me recogería dos horas después, para pasar un rato también juntos. Le quería, muchísimo, y él a mí, a cada segundo que pasaba me lo demostraba más.

Me llevó hasta la puerta del centro comercial, donde habíamos acordado vernos con Fer, y me despidió con un beso rápido pero con mucho sentimiento y un bonito adiós acompañado de su preciosa sonrisa.
Le vi irse en el taxi, no sabía dónde estaría esas dos horas, solo tenía en la mente dejarle las cosas claras a Fer, aunque primero tendría que aclararme yo.
Vi a Fer sentado en un banco debajo de las escaleras mecánicas, estaba muy guapo, con unos vaqueros y una camiseta negra, que le resaltaba sus ojazos.
Me acerqué a él con una sonrisa, tenía que aparentar parecer segura de mí misma o todo lo que llevaba planeando decirle durante la noche se me borraría de la mente y no me saldrían las palabras.
Se levantó del banco al verme llegar y sonrió, tenía una sonrisa que embrujaba a cualquier chica, era mágico.
Me acerqué a él tímidamente, no sabía cómo hablarle, ni tampoco que decirle, debió notármelo, porque fue él quien empezó a hablar.

- Hola, Aurora.
- Hola, Fer. ¿Qué tal?
- Muy bien ¿y tú?
- Bien- sonreí.
- Antes de nada, quiero decirte que lo siento, por mentir a tu novio. Vi la cara que pusiste cuando preguntó de qué nos conocimos y pensé que lo mejor sería decir una mentira piadosa.
- No pasa nada, tienes razón, no quería que se enterase, muchas gracias por ayudarme con Gabriel, no sé cómo habría reaccionado si se enterase.
- No tienes que darlas, me gusta ayudar.- sonrió.

Fuimos a dar un paseo por el centro comercial y entramos a un Starbucks, nunca había entrado en uno de esos así que era una nueva experiencia para mí, no sabía que pedirme, parecía que todo estaba riquísimo.
Al final me pedí un chocolate caliente, y él un capuchino.
Estaba muy gracioso con un bigote de espuma blanca, al verle me reí.

- ¿Qué pasa?
- Tienes un bigote blanco- no podía parar de reírme.
- Vale, ya me lo quito- dijo y se rió él también, quitándose toda la espuma.

Nos miramos, sin parar de reír, todo el mundo nos miraba, pensarían que estábamos locos o enamorados o a saber qué.
Pero yo no estaba enamorada de él, sino de Gabriel, no entendía qué estaba pasando. Le aclaré que solo quería que fuésemos amigos, él me entendió a la perfección.

- Aurora, me gustaría presentarte a mi hermana Sara, tu novio puede hacer preguntas y seguro que os lleváis genial.
- Me encantaría conocerla.- dije, entonces la llamó por el móvil y en pocos minutos estaba allí con nosotros.
- Hola, Aurora, soy Sara, tenía ganas de conocerte.
- Un placer.- sonreí y me levanté para darla dos besos , tenía la seguridad de que me llevaría muy bien con ella, tal y como dijo Fer.
- ¿cuántos años tienes Aurora?-me preguntó Sara.
- Quince ¿y vosotros?
- Yo tengo catorce y mi hermano dieciocho.- me dijo, yo sonreí, no me había equivocado con la edad de Fer, se le notaba, era muy maduro.

Estuvimos hablando un buen rato, me contaron que ellos estaban allí de vacaciones, pero que vivían en Madrid. Sus padres también estaban separados, pero al contrario que los míos se llevaban fatal, no se podían ni ver.
Los dos estaban muy afectados por la relación de sus padres, tuvieron que elegir con quién vivir y al otro le veían solo dos días cada dos semanas. Si eso me pasase a mí no podría soportarlo.
Sara parecía una chica muy dulce y cariñosa, en parte parecida a mí y eso me alegró bastante.
El tiempo se nos pasó volando, me prometieron volver a vernos, no sabía cuando ni donde, pero sabía que los volvería a ver y eso me hacía sentirme mejor.

Gabriel llegó a la puerta del centro comercial, esta vez sin el taxi, no quise preguntarle donde había estado, no quería parecer una novia pesada y celosa.

Cuando le vi aparecer con un ramo de flores, lilas y tulipanes, no pude evitar sonreír. Al llegar a mi lado, lo único que se me ocurrió fue besarle, besarle de una manera única, como nunca lo había hecho, él se merecía todo de mí.
Me quería y yo a él, todas las dudas que había tenido sobre Fer, habían desaparecido, era a Gabriel al que yo quería. Fer era únicamente mi amigo y eso seguiría siendo. No volvería a mentir a Gabriel, nunca más.

En ese momento de mí cuenta de una de las muchas cosas que puedes esperar de la vida, entre ellas, el amor.
Esa palabra que suena tan grande y a la vez tan bonita, era con Gabriel como jamás imaginé.

Nos besamos durante bastante tiempo, no quería separarme ni un centímetro de él, solo deseaba que estuviésemos así, juntos, solos, demostrándonos eso que yo tanto había soñado.

- Te quiero- susurré en su oído antes de volver a besarle.
- Te quiero- prácticamente gritó, la gente se giró a mirarnos, entonces me dio otro beso, pasional, dulce, como solo él sabía dármelo.

No volvería a dudar de lo que sentía por él, él era mi primer amor y yo no podía ser más feliz a su lado.

VIGÉSIMO OCTAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 28. DUDAS.



Gabriel y yo nos separamos de los demás, ahora tendríamos nuestro momento, solos, en la playa, como en nuestro primer beso.
Anduvimos hasta una zona completamente desierta, no había nadie y solo se oían las olas del mar.
Íbamos de la mano, contemplando el paisaje de nuestro alrededor, todo era maravilloso.

- ¿Aurora, te acuerdas de nuestro primer beso?
- Pues claro, fue el mejor momento de mi vida, es imposible olvidarlo.
- Eres genial, Aurora, te quiero.
- Yo también te quiero.- le dije y sonreí, pero no podía quitarme de la cabeza a Fer.

Nos abrazamos y sonreímos, ahora éramos novios, nos queríamos, él me adoraba y yo a él, o al menos eso creía.

Me quité la ropa, quedándome en bikini y él se quedó en bañador.
Ambos nos quedamos mirándonos, sorprendidos, no le había visto nunca así, sin camiseta y tenía los abdominales muy marcados, su torso era realmente perfecto, y me atraía.

Jugamos a cogernos, tonteamos, bromeamos y terminamos metidos en el agua, saltando las olas. Lo pasábamos genial.

Antes de salir del agua Gabriel me abrazó por detrás y me empezó a dar besos por el cuello, me hacía cosquillas.
Me di la vuelta y nos besamos, fue un beso salado, nunca mejor dicho, pero que no me pareció tan especial como las otras veces.

- Aurora, voy a por algo de beber a un bar de aquí cerca, ¿qué quieres que te traiga?
- Una fanta de naranja, por favor.
- Vale, vuelvo en diez minutos.
- Vale.

Gabriel se fue a un bar cercano y yo me quedé sola, sentada en la arena.

Miré el paisaje, el mar, el horizonte, era todo muy bonito.
Estaba pensativa cuando oí una voz a mis espaldas.

- ¿Aurora, eres tú?
- Si, hola Fer.- no sabía por qué al verle de nuevo se me aceleró el corazón.
- ¿Qué haces aquí sola?
- Espero a alguien, se ha ido a por bebidas a un bar cercano.
- No es adecuado que estés sola por esta playa, podría volver a verte el tío ese y a saber.
- Bueno, lo mejor es que en vez de ese tío, me has encontrado tú.
- Si, y eso me agrada.

Fer, aparentaba 18 años, más o menos y era bastante alto. No podía evitar sentir algo por él, aunque no sabía lo que era.
Estuvimos hablando, le noté muy protector conmigo, cercano y cariñoso, me encantaba ese tipo de chicos.
Pensé en Gabriel y en todo lo que estaba tardando, me giré y vi que estaba acercándose a nosotros, me levanté y sonreí, tenía a dos chicos alucinantes a mis lados, todo en mi cabeza era un laberinto y no encontraba la salida.

- Gabriel- dije cuando se acercó a nosotros- este es Fer, un amigo.
- Encantado, soy el novio de Aurora.
- Me imaginaba, un placer.
- Y ¿de qué os conocéis?- preguntó Gabriel. No sabía que decirle, no quería que supiese nada de lo del tío de antes. Fer se dio cuenta de mi nerviosismo y me ayudó a ocultarle la verdad a Gabriel.
- Pues, somos amigos de hace dos veranos, nos conocimos en un viaje, estábamos en el mismo hotel y Aurora se hizo muy amiga de mi hermana, Sara.
- Si, Sara es genial.- dije.
- Luego nos presentamos y antes la vi en la playa, hacía mucho que no nos veíamos, siento si he interrumpido algo.
- Le echaba de menos, y ahora que le tengo aquí, pues quería pasar tiempo con él.
- Lo entiendo, bueno, mañana podría hacer una excepción Ana y puedo conseguir que os veáis, así pasáis un tiempo juntos, si os parece bien.
- Claro, muchas gracias Gabriel, eres un buen tío.- dijo Fer y me sonrió.

Me latía el corazón a mil por hora, Gabriel se lo había creído todo y se había ofrecido a ayudarnos para vernos al día siguiente. Todo era totalmente irreal.
Fer se fue, no sin antes darme dos besos a mí y la mano a Gabriel, entonces yo me quedé sola con Gabriel, de nuevo.

No paré de agradecerle lo que iba a hacer por mí.
En parte me sentía mal, estaba mintiendo a mi novio, y no me gustaba mentir, pero por otro lado pasaría un día entero con Fer, ese desconocido que tanto me había impresionado.

El viaje de vuelta al hotel se me pasó rápido, Gabriel y yo no parábamos de darnos besos, caricias, sin separarnos ni un momento. Aunque mi cabeza también pensaba en Fer, todo eran dudas.

viernes, 29 de enero de 2010

VIGÉSIMO SÉPTIMO CAPÍTULO

CAPÍTULO 27. SIMPLEMENTE PERFECTO.



Al día siguiente, también lo teníamos libre. Ali ya estaba recuperada, pero decidió quedarse en el hotel, por si se mareaba de nuevo. Andrés se quedó con ella, parecía que por fin había conseguido juntarles.
Se los veía felices juntos, compartían muchas cosas, tenían prácticamente los mismos gustos y tenían un carácter parecido. Eran tal para cual.

Nos despertamos bastante pronto, todos teníamos ganas de salir del hotel para visitar la ciudad de Almería. Además la compañía era la mejor que podíamos tener, cada uno a su pareja.

Salimos del hotel y nos montamos en el autobús que nos llevaría al centro de Almería, donde Lore, Bea y yo haríamos alguna que otra compra.
El autobús nos dejo en la puerta del centro comercial, nosotras estábamos ya impacientes de entrar, pero primero teníamos que pensar dónde quedaríamos con los chicos.

Terminamos diciendo de quedar en la playa, al lado de un puesto de hamacas. Ninguna de nosotras sabía donde estarían los chicos, pero tampoco nos importaba demasiado, nosotras íbamos a comprar.

Nos despedimos de Manu, Pedro y Gabriel y entramos en el centro comercial, era enorme.
A donde mirases veías una tienda, de ropa, de zapatos, de joyería, de bikinis, de ropa interior, de libros, de comida, tiendas de todo tipo.
En la primera que entramos fue en la de bikinis, nos queríamos comprar unos nuevos para bañarnos por la tarde con los chicos y dejarles alucinados.
Lore fue hacia uno negro, era precioso, pero bastante caro, así que lo descartó y se terminó comprando uno amarillo con rayas negras.
Bea, no se lo pensó dos veces y se compró uno rosa con lunares blancos, era una monada.
Y yo, me probé como 10 bikinis y ninguno me gustaba, hasta que encontré el adecuado, uno roja con una hebilla en la parte de abajo y una flor preciosa en negro en la de arriba.

Después de los bikinis, nos compramos ropa para ponérnosla encima y ya de paso, comprarle algún modelito a Ali y darla la sorpresa.

Lore y Bea se compraron un conjunto muy parecido, una mini vaquera y una camiseta de tirantes, solo que cada una de un color distinto. Lo único que las diferenció fue que Bea se compró una visera blanca y Lore una gorra negra, por lo demás iban prácticamente iguales, tenían gustos parecidos.
En cuanto a mí, me compré unos pantalones cortos blancos y una camisa de manga corta roja que se ataba con un nudo a un lado, dejando el ombligo descubierto.
Estábamos guapísimas.

Al terminar de comprar la ropa, nos dirigimos a la tienda de comida, esa noche iba a ser noche de chicas, así que teníamos que llevar provisiones.
Unas patatas, conos, gusanitos, doritos, chocolate, bollos. Por una noche no nos pasaría nada.

Era la hora de irnos a la playa, para encontrarnos con los chicos, íbamos felices, las compras había sido geniales y estábamos felices de pasar toda una tarde con nuestros novios, solas, sin que nadie nos molestase.

Llegamos a la playa, al puesto de las hamacas y no había nadie. Decidimos sentarnos en una de las hamacas a esperar, seguramente se les abría hecho tarde.

Pasaron quince minutos y nada, no llegaban. Por detrás nuestra, aparecieron cuatro chicos, parecían mayores que nosotras y ninguno llevaba camiseta. Eran los típicos tíos buenos que van a la playa únicamente a exhibirse. Iban en nuestra dirección, pero yo pensaba que pasarían de largo, me equivocaba.

Se pararon justo enfrente nuestra y nos miraron con una cara que no me dio muy buenas vibraciones.

- Hola chicas, ¿cómo os llamáis?-preguntó uno de ellos, el que parecía el líder.
- No te importa- dije sin miedo.
- Si no me importase no os lo hubiese preguntado, preciosa.
- Me da igual, no eres nadie para preguntarlo.
- Si lo soy, soy el chico de tus sueños, monada.
- Qué mas quisieras tú.
- No, eso es justo lo que es.

Y dicho esto me cogió del brazo y me atrajo hacia si. Lore y Bea no sabían que hacer y yo les miré diciéndolas que no se preocupasen, que no me iba a pasar nada.
El chico estaba bueno, eso tenía que reconocerlo, pero solo me quería para una cosa y yo solo sentía atracción física por él, además, yo quería a Gabriel y estaba segura de que este tío no me tocaría, yo no me dejaría.

- Suéltame.- le dije
- Ni de coña, preciosa, ahora tu y yo nos vamos de aquí.
- Yo no me voy a ningún sitio, ¡suéltame!- grité.
- No te pienso soltar, y te vienes donde yo te diga.- rió.
- Te ha dicho que la sueltes.- una voz sonó a nuestras espaldas, no la reconocía, ¿quién sería?
- ¿y tú quién eres?- dijo el chico que me tenía cogida.
- Soy el que te está diciendo que la sueltes, así que hazlo.
- Vale, vale, no sabía que tenía novio.- contestó y me soltó.

Yo seguía sin saber quién era, tuve que esperar a que me soltase para verla la cara.
Me di la vuelta y me quedé atónita, era guapísimo, tenía los ojos azules y el pelo negro, corto pero no demasiado y no llevaba camiseta, con lo cual le veía sus perfectos y cuidados abdominales.

- Muchas gracias.
- No hay que darlas, no podía dejar que ese tío le hiciese daño a una chica como tú.
- ¿Puedo saber el nombre de mi héroe?
- Fernando, pero todos me llaman Fer.
- Encantada, me llamo Aurora, pero me llaman Auro.- le di dos besos y sonreí.
- Bueno, he de irme, mi hermana me espera.- y se fue con una chica no muy alta, guapa, como él, que llevaba un vestido largo y blanco y no dejaba de sonreir.

Al irse Fer, aparecieron los chicos, disculpándose por el retraso, al parecer les había pillado un atasco.
Ninguna de nosotras dijo nada de lo ocurrido y cada una se fue con su novio a una parte de la playa.
Si no hubiese sido por esos tíos no hubiese conocido a Fer y eso no me lo habría perdonado nunca, estaba siendo un día simplemente perfecto.

jueves, 28 de enero de 2010

VIGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 26. UN SUSTO.



Al oír el grito lo único que se me ocurrió fue salir corriendo en dirección a la playa, asustada.
Gabriel me había seguido y ahora estaba cogiendo la moto de agua.

- Quédate aquí, les traeré a todos.- me dijo, arrancó la moto y se fue hacia donde se oían los gritos de Ali.

Me senté en la orilla del mar, sobre la arena mojada. Tenía mucho miedo por si había pasado algo, no me lo perdonaría por nada del mundo. Ali era muy importante para mí, era como mi prima.

El tiempo pasó muy lento, los treinta minutos se me hicieron eternos.

En ese momento me sonó el móvil, era un mensaje de Dani.

“ Auro mi sensible preferida ¿dónde te metes? Llevo tres días esperando un mensaje tuyo. Espero que todo vaya bien y que no hayas perdido tu sonrisa en ningún momento. Te echo de menos loquilla! Un beso y contesta!
Sino pensaré que te ha pasado algo. TeQ!”

No me había acordado de enviarle un mensaje, que tonta era. Él ya estaba preocupado, normal, yo también me preocuparía por él en su lugar.
Tenía ganas de hablar con él, de saber que tal lo estaba pasando, de oír su voz. Así al menos me aliviaría, aunque solo fuese un poco de toda la angustia que tenía en esos momentos.
Decidí, después de pensarlo unos segundos llamarle, lo necesitaba.
Marqué su móvil, me lo sabía de memoria, no hacía falta ni que mirase la agenda.

- ¿Si?- se oyó al otro lado.
- ¡Dani!-no pude evitar sonreír al oír su voz
- ¿Auro?- parecía sorprendido.
- La misma. Ves, no me ha pasado nada, estoy mas o menos bien.- dije, la preocupación volvía.
- ¿Qué te pasa? ¿A quién tengo que ir a pegar?
- A nadie, es por una amiga. Han pasado tantas cosas buenas estos días. Y justo llega uno de los mejores días y pasa algo malo.
- ¿Me lo quieres contar o mejor no?
- Si, necesito desahogarme.
- Cuenta.

Le conté todo lo que pasó en el campamento, lo de Gabriel, lo de mis amigas, mis nuevos amigos y por último lo de nuestro día libre que estaba terminando de la peor manera.
Me entendió a la perfección, como hacía siempre, me habló en un tono tranquilizador que me hizo sentirme algo mejor, le necesitaba a mi lado.

Dani iba a contarme lo que había hecho él, pero justo cuando empezó a hablar vi como aparecían Gabriel con Ali en brazos, ella parecía dormida, tan pálida y guapa como siempre. Colgué a Dani después de un rápido adiós y fui corriendo a la orilla del mar, donde llegarían en escasos segundos los demás.

Gabriel dejó a Ali en la arena, yo cogí su cabeza y la coloqué entre mis piernas, sentándome con ella.
Detrás de Gabriel aparecieron los demás, Bea y Lore estaban llorando, arropadas por sus respectivos novios, yo no sabía lo que pasaba.

Andrés se abrió paso entre todos y empezó a darle golpes en el pecho a Ali, con fuerza, como un socorrista a alguien que se estuviese ahogando.
No, no podía ser, Ali no se podía estar ahogando.
Solo de pensarlo me puse a llorar, Gabriel me abrazó por detrás, susurrándome al oído palabras tranquilizadoras que no me servían de nada.

Después de varios golpes en el pecho de Ali, Andrés la abrió la boca y la tapó la nariz. La estaba haciendo el boca a boca, si yo no estuviese tan mal en ese momento habría pensado que ese era un beso entre dos personas que estaban hechas para estar juntos.

Ali por fin reaccionó, escupió un poco de agua y se incorporó, aún aturdida.
Todo había quedado en un susto, pero incluso sabiendo que Ali ya estaba bien, no podía dejar de llorar, no sabía el por qué.

Después de que Ali ya se hubiese recuperado del todo, Andrés se ofreció a llevarla en brazos hasta el autobús, no quería que anduviera mucho, porque podía volver a desmayarse.

En el camino de vuelta, Gabriel me explicó lo ocurrido.
Todo había sucedido porque Ali le había dicho a Andrés que parase, él paró, pero justo en ese momento una ola bastante grande venía, y se llevó por delante a Ali.

Me acurruqué en los brazos de Gabriel y cerré los ojos, necesitaba relajarme, había vivido demasiadas cosas y había sentido demasiadas sensaciones fuertes en menos de 24 horas y eso no era del todo bueno.

Al llegar al hotel, Ali no quiso que le contáramos nada a los monitores, así que Andrés y ella se subieron a la habitación, Ali necesitaba descansar, había sido un buen susto el que todos nos habíamos llevado, sobretodo ella.

Nosotros, las tres parejas, fuimos a cenar, nadie habló mucho, todos seguíamos preocupados por Ali, aunque sabíamos que estaba en buenas manos.

lunes, 25 de enero de 2010

VIGÉSIMO QUINTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 25. LIBRES.



A la mañana siguiente, después de una velada tan perfecta, tocaba divertirse.

Decidimos rápido el qué nos pondríamos y a donde iríamos.
Íbamos a ir a la playa, a dar un paseo, luego de compras por el centro de Almería, comeríamos en una terracita y por último daríamos una vuelta en moto de agua por el mar.

Para ese plan tan alucinante teníamos que ponernos muy guapas, pero sin pasarnos, ropa normal, pero sexy.

Lore, se puso unos bermudas blancos y un top rojo, a juego con su visera y sus gafas de sol.
Bea, se puso una falda corta, con vuelo, una camiseta palabra de honor fucsia, y se hizo una coleta al lado.
Ali, se puso su vestido un peto vaquero de pantalón corto, con una camiseta verde clara y una diadema en el pelo del mismo color que la camiseta.
Y yo, me puse mis pantalones cortos morados, la parte de arriba del bikini con una camisa blanca y me hice dos coletas.
Estábamos todas muy guapas, muy como éramos.

Los chicos nos esperaban en el comedor para desayunar. Todos ellos sonrieron al vernos, aunque no pude evitar centrarme en la sonrisa de Gabriel que iba dirigida a mí.

Nos sentamos en nuestros sitios, al lado de nuestros respectivos novios, ya todas teníamos, excepto Ali, y eso no podía ser así.

Me levanté después de decirle al oído a Gabriel el plan que tenía en mente para que se lo dijese Manu y a Pedro.
Le pedí a Lore que me acompañase al baño, ella se encargaría de contárselo a Bea.

- Lore, he pensado que como solo queda Ali por tener novio, tenemos que buscarla uno.- le dije nada más entrar en el baño.
- Cierto y creo que ya se quién es el chico perfecto.
- Creo que estamos pensando en el mismo..- sonreí.
- ¡Andrés! – dijimos a la vez.
- Si, tenemos que conseguir que se empiecen a gustar, hay que planear algo con los chicos.- hablé, pensativa.
- Me parece bien, pero ¿cómo lo hacemos?
- Ni idea, tendremos que pensar algo bueno, que les guste a ambos..
- Podemos ir al cine.
- No es lo que vamos a hacer hoy, pero en las motos de agua cada una con su novio, así les toca juntos.
- Si, buena idea. Podemos escribirle una carta a Ali como si fuese de Andrés y viceversa.
- ¡Es verdad! Tienen que terminar juntos como sea.- dije y me retoqué el brillo de labios.

Salimos del baño, ya con un plan entre manos y nos sentamos de nuevo en nuestros sitios para terminar de desayunar.

Salimos del hotel, con nuestras mochilas y de la mano de nuestros novios.
Me fijé en Ali, parecía algo triste, teníamos que hacer que Andrés y ella se gustasen cuanto antes mejor.

Nos subimos en un minibús que nos dejó en la playa del otro lado, era enorme y no había prácticamente nadie, me encantaba.

Cogí la mano que Gabriel me ofrecía y le besé la mejilla, estábamos en una playa, igual que cuando nos dimos nuestro primer beso y eso lo hacía aun más especial todo.

Vi como Manu y Lore se tumbaron en una toalla y bueno, ya os imagináis lo demás. Bea y Pedro, se sentaron y empezaron a hablar, abrazados, y dándose algún que otro beso de vez en cuando. Ali y Andrés no sabían que hacer, así que me armé de valor y junto con Gabriel nos acercamos a ellos.

- ¿ No pensáis hacer nada?-pregunté.
- ¿ Y qué quieres que hagamos?
- Pues no sé, Andrés, pero quizás podríais dar un paseo, hace un día espléndido.
- Apoyo a Aurora, os vendría bien ir a pasear y hablar y bueno, esas cosas.- dijo Gabriel.
- Claro, como vosotros sois novios no os importa estar juntos, pero es que no se si no os habéis dado cuenta de que nosotros solo somos amigos.
- Pues pasear como amigos. –sonreí.
- Vale, si nos vas a dejar solos de cualquier manera, mejor paseamos, bueno, a no ser que Ali prefiera hacer otra cosa..- Andrés habló.
- El plan esta bien, vamos a dar una vuelta por la playa.
- Así me gusta.- reí.

Ali y Andrés ya se habían ido y a mi se me había ocurrido una idea para hacer con Gabriel.

- ¿ Sabes algo Gabriel?
- Que eres preciosa.
- Y tu bobo. Pero no es eso. Te tengo una sorpresa.
- ¿Si? Pues me encantan las sorpresas y más aún si son tuyas...- me abrazó por detrás y yo sonreí.
- Ven conmigo.- le dije.

Le llevé hasta la orilla del mar y cogí una concha.

- ¡Búsqueda de conchas!
- Me gusta, pero con una condición.- rió.
- ¿Cuál?
- A cada concha que encuentre me tienes que dar un beso, donde quieras.
- Me parece bien. Lo mismo digo.- sonreí, me iba a gustar ese juego.

Encontramos muchísimas conchas y nos dimos infinidad de besos, cada uno distinto, pero todos igual de perfectos.
Me lo pasé muy bien en la playa, todo he de decirlo, no sólo por estar con Gabriel, sino porque cuando terminamos el juego mis amigas y yo hicimos un castillo con ayuda de los chicos y nos pusimos todos perdidos de tanta arena.
Tenía ganas de pasarlo tan bien con una buena compañía y qué mejor que con mis amigas y con mi novio.

Fuimos al hotel a darnos una ducha y después salimos a comer a un restaurante italiano con vistas al mar.
Recuerdo su nombre, “ amore mio” era el sitio perfecto para nosotros.

Nos sentamos por parejas, y pedimos, casi todos pasta menos Gabriel y yo que pedimos un carppacio y una pizza pequeña, ambas cosas para compartirlas.
La comida estaba realmente buena, los camareros eran italiano, así que supuse que el cocinero también lo sería.
Después de esa rica comida dimos una vuelta por el paseo marítimo.

Gabriel y yo íbamos de la mano, como las otras dos parejitas.
Ali estaba cada vez mejor, quizás lo habíamos conseguido y por fin se querían Andrés y ella.

A las tres horas aproximadamente nos encaminamos hacia el puesto de la playa de las motos de agua.

Cada pareja alquiló una, yo jamás había montado en una moto de agua, pero me hacía mucha ilusión, me encantaban las motos normales así que supuse que estas también me gustarían.

Subimos cada uno en su moto y nos adentramos en el mar, la moto de agua era simplemente alucinante y Gabriel la manejaba a la perfección.
Me agarré a él fuerte, no quería caerme y estropear ese momento tan mágico.

Se paró al lado de la playa, estaba apunto de anochecer. Nos bajamos de la moto y la llevamos de nuevo al puesto. Por lo que vi éramos los primeros en llegar.

Nos separamos un poco del puesto y vimos juntos, cogidos de la mano como anochecía.
Gabriel me cogió de la cintura y me pegó a él. Me miró a los ojos y yo le mantuve la mirada, nunca me cansaría de admirar esos preciosos ojos.
Ambos sonreímos y nuestros labios comenzaron a juntarse, hasta que llegó el beso. Fue muy romántico, igual que el primero.
Al separarnos miré el cielo. Era como la noche en la que Dani y yo habíamos prometido ser amigos siempre, como el solsticio de verano y no se muy bien cómo ni por qué, deseé que Dani estuviese a mi lado.

Me quité rápido esa idea de la cabeza y volví a besar a Gabriel.
Seguíamos besándonos cuando oí un grito, parecía de Ali.
¿Qué habría pasado? ¿Estaba bien? La preocupación me inundó de repente.

sábado, 23 de enero de 2010

VIGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 24. DULCE, COMO UN BOMBÓN DE CHOCOLATE BLANCO.





Ya terminó el concurso, y yo salí radiante al haber ganado. No solo gané el premio que todos querían conseguí, sino también al chico más guapo del campamento, y al que me hacía sentir especial, tal como yo siempre había deseado.

Subimos a las habitaciones, Manu y Lore se quedaron en la de los chicos, Bea y Pedro en la nuestra, Andrés y Alicia salieron a la terraza de la habitación de los chicos para no molestar y nosotros dos, Gabriel y yo a la terraza de mi habitación.

Todos estábamos muy felices, porque al día siguiente no tendríamos que hacer nada más que divertirnos, ir donde quisiésemos y disfrutar.

Gabriel y yo salimos a la terraza de mi habitación cogidos de la mano, ahora éramos novios y todos el mundo lo sabía así que ya no importaba nada.

Gabriel me miró a los ojos y sonrió, volvía a sentirme protegida, especial, nunca ningún chico me había mirado así.

- Hoy has estado alucinante Aurora.
- Gracias, pero no es para tanto, me gusta cantar, nada más.
- Y cantas genial, no me lo puedes negar.
- No te lo niego pero tampoco lo afirmo, yo no sé como canto.
- Siempre tan humilde, esa es una de tus virtudes.
- No tengo muchas más.- dije riendo.
- Toda tú eres una virtud.- me sonrió, tierno.
- Y tu un exagerado.
- Me ciño a la verdad, no exagero.
- ¿ Por qué me tratas así?
- ¿ Cómo te trato?
- Como si fuese especial..
- Es que eres especial.
- No entiendo el por qué soy especial.
- Eres especial por todo, por tu personalidad, por tu forma de ser con la gente y de tratarla, por tus gustos y por esa sonrisa que cada vez que la veo en tus labios me vuelvo loco.
- Vas a terminar poniéndome roja.
- Sería toda una aventura- rió
- Eres tan distinto a los demás chicos, Gabriel..
- Y tu eres la más dulce, simpática y encantadora de todas las chicas que he conocido.- al decirme eso me hizo sentir tal como el me describía, especial, entonces le besé.

Fue un beso lento, pero que me demostraba todo lo que él me quería y yo pretendía demostrar lo mismo.

- ¿No ves lo dulce que eres?
- No me considero del todo dulce..-le miré extrañada.
- Tus labios son dulces, toda tu eres dulce. Tan dulce como un bombón de chocolate blanco.
- Mi sabor preferido de bombones, ¿ Cómo lo has sabido?
- Tus amigas, me han ayudado un poquito.
- Ya hablaré yo con ellas.- sonreí.

En ese momento sacó de su bolsillo un bombón y me miró a los ojos, sonriendo.

- ¿Qué es?
- Me parece que ya te haces una idea.
- Puede ser..-sonreí, sin apartar mis ojos de los suyos.
- ¿Lo compartimos?- me preguntó.
- Bueno, pero porque es contigo con quién lo voy a compartir. Si llegas a ser otro te digo que no.- ambos nos reimos.

Se puso el bombón de chocolate blanco en la boca y yo me acerqué a él, prácticamente me pegué a su cuerpo, me puse de puntillas, sonreí, cerré los ojos y mordí el bombón de chocolate. Al coger mi parte de bombón y comérmela Gabriel me besó, esta vez intensamente y no se muy bien cómo, me pasó la otra parte del bombón a mi boca. Eso si que era compartirlo.

Cada segundo que pasaba me hacía darme cuenta de que Gabriel era el chico que tantas veces había soñado tener a mi lado. El príncipe azul de una princesa. Pero en ese instante me di cuenta de algo más, esto que estaba viviendo no era un cuento de niños, era simplemente amor.

viernes, 22 de enero de 2010

VIGÉSIMO TERCER CAPÍTULO

CAPÍTULO 23. JUNTOS.



Todo el mundo nos había visto besarnos, incluido Andrés, así que ya no nos importó nada la gente.
Mis amigas estaba muy contentas por mí, lo habían hecho por mí, siempre les estaría agradecida.

Gabriel y yo nos separamos un poco, el me cogió la mano y subimos al escenario, no sabía muy bien por qué.
Me dio un micrófono y él cogió otro, luego le hizo un gesto a Lore.

Sonó la canción más popular del verano y también la más bonita.
Carlos Baute y Marta Sánchez cantaban Colgando en tus manos.

Y yo la iba a cantar con el chico al que más quería, aún no me lo podía creer.

No dudé ni dos segundos cuando le oí cantar, canté yo también.

Quizá no fue coincidencia encontrarme contigo
Tal vez esto lo hizo el destino
Quiero dormirme de nuevo en tu pecho
Y después me despierten tus besos
Tu sexto sentido sueña conmigo
Sé que pronto estaremos unidos
Esa sonrisa traviesa que vive conmigo
Sé que pronto estaré en tu camino

Sabes que estoy colgando en tus manos
Así que no me dejes caer
Sabes que estoy colgando en tus manos

Te envío poemas de mi puño y letra
Te envío canciones de 4.40
Te envío las fotos cenando en Marbella
Y cuando estuvimos por Venezuela
Y así me recuerdes y tengas presente
Que mi corazón está colgando en tus manos
Cuidado, cuidado
Que mi corazón está colgando en tus manos

No perderé la esperanza de hablar contigo
No me importa que dice el destino
Quiero tener tu fragancia conmigo
Y beberme de ti lo prohibido

Sabes que estoy colgando en tus manos
Así que no me dejes caer
Sabes que estoy colgando en tus manos

Te envío poemas de mí puño y letra
Te envío canciones de 4.40
Te envío las fotos cenando en Marbella
Y cuando estuvimos por Venezuela
Y así, así me recuerdes y tengas presente
Que mi corazón está colgando en tus manos
Cuidado, cuidado(mucho cuidado)

Cuidado, Aurora yo te digo
Me tienes en tus manos
No importa que diga el destino
Quédate conmigo
Lo quiero todo de ti
Tus labios tu cariño lo prohibido

Te envío poemas de mi puño y letra
Te envío canciones de 4.40
Te envío las fotos cenando en Marbella
Y cuando estuvimos por Venezuela
Y así me recuerdes y tengas presente
Que mi corazón está colgando en tus manos
Cuidado, cuidado
Que mi corazón está colgando en tus manos.



Cuando terminamos de cantar, nos miramos sonriendo. Yo no pude evitar abrazarme a él, y el abrazo llegó al beso y la gente aplaudía como loca.

Bajamos y nos sentamos en unas sillas, yo acurrucada en él, sintiendo su calor, sintiéndome protegida como en el puente sur, era todo genial ahora que había podido decirle como era todo en realidad.

El jurado estaba deliberando quién era el ganador del concurso y por tanto quién iba a tener el sábado para hacer lo que quisiese. Todo el mundo estaba impaciente.

Bea iba a decir quién había ganado. Subió al escenario con una sonrisa enorme en la cara.

- Y la ganadora es...¡Aurora!-gritó.

Gabriel me sonrió, me cogió prácticamente en brazos y me plantó un beso en la mejilla.
Subí, enrojecida y feliz al escenario, otra vez y decidí con quiénes iba a disfrutar de mi premio, eran mis amigos, por supuesto y mi queridísimo Gabriel.

- ¡Un aplauso para mi novia, Aurora!- dijo Gabriel.

Todo el mundo aplaudió.
Había dicho su novia, era su novia. Estaba feliz, contenta, radiante, tenía un novio guapísimo, al cual quería con toda mi alma y unas amigas insuperables que me conocían perfectamente.
No podía pedir más.

VIGÉSIMO SEGUNDO CAPÍTULO

CAPÍTULO 22. PROBLEMA SUPERADO.



A la mañana siguiente, me desperté más tarde de lo normal. Fui al baño y me lavé la cara.
Seguía sintiéndome una auténtica tonta, y no paraba de pensar en Gabriel.
Ese día después de un desayuno en el cual no hablé nada, tocaba piscina.
Todo el mundo se bañaba, la verdad es que hacía mucho calor, pero no me apetecía hacer nada.
Gabriel estaba en el bar con otra monitora de su edad, estaban hablando, pero aún sabiéndolo los celos me comían por dentro.

Me tumbé en una hamaca y me puse la sombrilla justo encima mío, no me iba a bañar, pero quería ver a mis amigas con sus novios.
Sonreí, Lore y Manu ya estaban saliendo y Bea y Pedro también. Aunque una pequeña parte de mí se alegraba de verlas a ellas, la otra estaba triste de no poder estar igual de bien con Gabriel.

Recordé mi primer beso, lo romántico que fue, con el chico al que quería y me entraron ganas de llorar de nuevo.
Miré a Gabriel, seguía hablando con la monitora, pero estaban más juntos. Quizás estaban coqueteando, no podía verlo, me levanté de la hamaca y me fui al recibidor del hotel.
Me senté en uno de los sofás, con mi móvil en la mano, mirando al infinito. Andrés me había visto irme, y vino a hablar conmigo. Yo no quería saber nada de él, me había amargado las vacaciones.

- Aurora, por favor, necesito que me perdones. Me porté como un estúpido contigo, no debí hacer lo que hice. Por favor perdóname.- un sentimiento de culpa me invadió, me había portado fatal con Andrés.
- Si Andrés, estas perdonado. Yo también te pido perdón por tratarte como te traté. Pero tienes que darte cuenta que lo que tu sientes por mi no es mutuo.
- Lo entiendo, espero que todo sea como antes.- y se fue.

Me quedé sola de nuevo, entonces un sms apareció en mi móvil, era de Jaime.
“ Aurora, tengo ganas de verte y de que llegue el día de tu vuelta. Como estas? Un beso. Jaime.”

Yo no sabía que era lo que quería hacer. No sabía si quería irme y olvidarme de Gabriel y de todo para ir con Jaime o, por el contrario lo que quería era quedarme aquí para demostrarle a Gabriel que no fue mi culpa y decirle de nuevo que le quiero.

No le contesté, no tenía ánimos.


Pasaron dos días y yo me había centrado en los preparativos del concurso de karaoke, al menos algo me tenía que salir bien.

Ese día por la mañana, fui la primera en levantarme y arreglarme. Bajé a desayunar y estuve hablando con Ana sobre todo lo que tenía preparado hacer.

Me pasé el día poniendo bonito es escenario, colocando altavoces, la pantalla, las sillas, todo adornado.

Cuando llegó la noche, las cuatro nos pusimos muy guapas, el maquillaje no faltó, ni los tacones.
Ali y Lore presentaban y Bea daría los premios, en cuanto a mí, me encargaba de poner las canciones.
Eran las diez de la noche cuando el concursó comenzó.

Primero cantó un chico de unos trece años, una canción de nino bravo, la de libre, y la cantó bastante bien.
Luego cantó una niña, algo más pequeña, la canción de maría Isabel.
Y así fueron cantando niños, y monitores también, todos lo hacían muy bien.
Subieron Ali y Lore para dar por finalizado el concurso, cuando oí que decían mi nombre.

- Ahora va a cantar Aurora, una canción de amor, para el único chico al que quiere.

Cuando Lore dijo eso me quedé muda, Bea me subió al escenario casi arrastras y al encontrarme arriba solo pude sonreír y mirar a Gabriel, que estaba sentado muy cerca del escenario.
Cogí el micrófono y me armé de valor, era mi oportunidad de hacer lo que mejor sé hacer, cantar. Y además así podría demostrarle a Gabriel todo lo que le quería.
La música empezó a sonar, la canción era de Laura Pausini. Quiero decirte que te amo, se titulaba la canción.
Comencé a cantar:
Desde el ruido del mundo, desde el giro de un carrusel, de la piel a lo más hondo, desde el fondo de mi ser. De este inútil orgullo, y del silencio que hay en mí, desde estas ganas mías de vivir. Quiero decirte que te amo, quiero decirte que eres mío, que no te cambio por ninguno, y por tenerte desvarío. Quiero decirte que te amo, porque eres tan igual a mí, cuando por nada discutimos, y luego te cierras en ti. Del peor de mis fallos, de un error por el que pagué, de un teléfono del centro, de mis ganas de vencer. De la dicha que siento, y de esta fiebre mía por tí, desde que me enseñaste a sonreír. Quiero decirte que te amo, quiero decirte estoy aquí, aunque me aleje de tu lado, tras la ventana de un taxi. Debo decirte que te amo, porque es mi única verdad, tu no me sueltes de la mano, aunque podamos terminar. Desde el blanco de la página, desde mi fragilidad, desde mi carta te cuento de mi sinceridad. Quiero decirte que te amo, quiero decirte que eres mío, que no te cambio por ningún o, que por tenerte desvarío. Quiero decirte que te amo, quiero decirte estoy aquí, aunque me aleje de tu lado, tras la ventana de un taxi. Quiero decirte que te amo, y quiero decirte que, que no te cambio por ninguno, porque eres como yo porque. Quiero decirte que te amo, te amo



Al terminar la canción todo el mundo se levantó, aplaudiendo, yo sonreí, me sentía bien. No había dejado de mirar a Gabriel en toda la canción y ahora él sonreía y me miraba. Bajé del escenario y me encaminé hacia él.

- Lo que viste no fue culpa mia, yo te quiero a ti. Fue él quién me beso y..
- No digas nada, te amo..-me susurró al oído y me besó.

VIGÉSIMO PRIMER CAPÍTULO

CAPÍTULO 21. UN PROBLEMA MÁS.

- ¿Me vas a dejar pasar o me tengo que quedar aquí toda la noche?- mi tono no era precisamente tranquilizador.
- Pasa, has debido oír algo ¿no?
- Si.

Al pasar Andrés y Pedro se callaron de repente y me miraron, Pedro entendió el por qué estaba allí y asintió.

- Manu, ¿vienes conmigo a la habitación de las chicas?
- Pues claro.- respondió él y ambos se fueron.

¿Dónde estaría Gabriel? Me resultaba extraño que no estuviese allí.

- Andrés.- dije acercándome a él cuando los chicos se habían ido.- lo he oído todo.
- ¿Nos espiabais?
- No, tu golpe nos ha asustado y queríamos saber que pasaba, nada más.
- Siento haberos asustado.
- No te preocupes por eso, no estoy aquí para que te disculpes.
- Me imagino, pero te lo puedo explicar.
- Pues explícate, porque te juro que no entiendo nada.
- Me gustas mucho, desde que te vi en el autobús, antes incluso de que nos hablases. No he podido evitar ponerme celoso al saber que te ibas con un monitor que no conocías de nada antes de quedarte conmigo y Ali. Pero lo siento, de veras, siento que te hayas tenido que enterar así.
- Me parece alucinante, ¿por qué no me lo habías dicho antes? Es que aún no me lo creo.
- Espero que así te lo creas.- se acercó a mí y me besó en los labios, con fuerza, no como Gabriel.

Me había quedado petrificada, no sabia que hacer. En ese momento se abrió la puerta, era Gabriel. Al vernos la cerró de un portazo. Yo al verle a él me separé de Andrés, y le di una torta

- No te puedes imaginar lo que me acabas de hacer.- dije llorando y salí a buscar a Gabriel para explicarle todo.

Me recorrí todo el hotel, pero nada, no estaba. No podía salir a la calle porque iba en pijama y no me iban a dejar salir los monitores que estaban en la puerta.
Me volví a mi habitación, estaba derrotada, triste, me sentí fatal.
Entré en mi habitación y fue Manu el primero que me vio. Vino prácticamente corriendo y me abrazó, como un verdadero amigo que se preocupaba por mí.
En ese momento pensé en Dani, y en lo que daría porque él estuviese ahí, en ese momento conmigo, apoyándome.

Mis amigas y Pedro y Manu me llevaron a mi cama, yo me puse a llorar.

Les conté todo lo que había pasado cuando Pedro y Manu se fueron de la habitación. Lloraba, estaba desconsolada, había perdido a Gabriel después de todo lo que esa noche pasamos juntos, le había perdido por una tontería.


Me dolía mucho lo que Gabriel pensase de mí. Sabría que no podría volver a mirarle a la cara después de aquello. Pero al fin y al cabo no había sido cosa mía, fue un beso inesperado que me pilló por sorpresa.


No dormí bien esa noche, no dejaba de dar vueltas en la cama, pensando en Gabriel. Miré de nuevo su sms en mi móvil y lloré de nuevo.
“ Te quiero, no puedo dejar de pensar en ti, te echo de menos, Aurora.”

Yo le quería con locura, cada vez me daba más cuenta de ello, pero ahora él ya no me querría, le habría defraudado, me debía odiar, o al menos eso pensaba.

VEINTEAVO APÍTULO

CAPÍTULO 20. CONVERSACIÓN DE CHICAS.


Entré en la habitación, ya estaban todas allí, esperándome. Estaban muy contentas, aunque Ali parecía no estarlo demasiado.

- ¿Cómo ha ido todo, Auro? ¿A que el monitor es guapísimo?- dijo Lore cuando cerré la puerta.
- ¿No me vais a dejar ni que me ponga el pijama si quiera?- reí.
- Si, pero es que estamos impacientes, entiéndenos.- contestó Ali.
- Ya, me imagino, pero yo también lo estoy por saber que os ha pasado esta noche.- las miré.
- Bueno, ya te contaremos, pero primero tú, se nota que ha salido todo genial. Más que nada por la sonrisa que tenías en la cara al entrar.- sonrió Bea.
- Bueno vale, ¿juntamos mi cama y la de Ali? Así estamos más juntas y podemos hablar mejor, ¿no creéis? – pregunté al terminar de ponerme el pijama.
- Venga, rápido.- Lore juntó la cama de Ali con mi ayuda, mientras Ali y Bea iban al baño a por el Set oficial de la noche para chicas.

El Set oficial de la noche para chicas, era una pequeña mochila en la que estaban nuestras provisiones, pintauñas, cámara de video, cámara de fotos y comida, sobretodo chocolate y patatas fritas.

- Bueno, ya es hora, cuéntanos todo.- me dijo Lore cuando todas nos habíamos sentado en las camas y habíamos abierto el Set.
- Pues chicas, no podía estar más feliz.
- Lo sabía, os habéis gustado. Es que tengo muy buen ojo para juntar parejas.- sonrió Ali.
- Si.-reí- lo mejor de todo es que ya le conocía..
- ¿Cómo? ¿He oído bien?- preguntó Bea.
- Si, era Gabriel.- dije con una sonrisa enorme en la cara.
- ¡¿Qué?!- Ali estaba alucinada.
- ¡Que fuerte!- gritó Bea, emocionada.
- ¡ Y qué suerte! ¡Madre mía!- todas estaban muy sorprendidas.
- Vale, no valgo para celestina, lo tengo asumido.-bromeó Ali y todas nos reímos.
- ¿ Y qué ha pasado cuando os habéis visto?- preguntó Bea.
- Pues todo ha sido muy romántico- dije yo y empecé a contarles la historia.- Fui a la playa y me puse detrás de él, lo suficiente como para no verle la cara pero poder leer un sms en su móvil. Al ver el sms tan bonito, pensé que tenía novia así que me dí la vuelta y empecé a andar para salir de la playa. Justo cuando estaba a punto de irme me sonó el móvil, era un mensaje de Gabriel, el mismo que el monitor había escrito, me di la vuelta y era él. No sabéis como me puse...
- Nos imaginamos, que coincidencia..- suspiró Ali.
- ¿Y que más?- dijo Lore impaciente.
- Al ver que era yo, se me acercó y yo le dije que le quería al oído, él también me lo dijo..y..¡nos besamos!- sonreí aun más.- mi primer beso, a la luz de la luna. Fue precioso, me ha encantado y una experiencia única. Y ¿sabéis lo mejor? ¡Duerme con los chicos!- casi grité esto último

Al gritarlo sonó un ruido en la pared, ¿que habría pasado en la habitación de al lado?
Las cuatro cogimos un vaso y nos pegamos a la pared con él, para escuchar lo que pasaba. Al otro lado de la pared se oyó a los chicos, parecía que solo hablaban Pedro, Manu y Andrés, que parecía disgustado.

- Andrés, tío tranquilízate. Con ese golpe has debido asustar a las chicas, verás como en menos de 15 minutos salen a la terraza a llamarnos.- dijo Manu, preocupado.
- ¿Cómo me puedes decir que me tranquilice, sabiendo que la chica que me gusta ha salido con un monitor de poca monta y a saber lo que ha hecho con él?- Andrés estaba medio gritando.
- Andy, nos vas a dejar mal con el nuevo, además como ha dicho Manu las chicas deben estar ya asustadas así que ¡deja de gritar!- Pedro fue el que habló, se distinguían perfectamente las voces.

Me había quedado alucinada, había dejado el vaso en la cama y me había tumbado, respirando hondo. Mis amigas se dieron cuenta de lo que pasaba, pero no dijeron ni una sola palabra, me entendían y yo lo sabía, no hacía falta más.
Me preguntaba cada dos segundos el por qué le gustaba yo precisamente a Andrés. Yo estaba completamente enamorada de Gabriel, y nunca hubiese pensado que Andrés se pondría así y menos aún que se hiciese ilusiones conmigo.
Pero no me iba a quedar así todo el rato, tumbada en mi cama sin hacer nada. Mis tres amigas seguían en la pared, escuchando. Yo las miré, ellas sabían lo que iba a hacer y Ali asintió, parecía que eso se estaba poniendo bastante mal.
Me puse una camisa por encima de la camiseta el pijama y salí de mi habitación.
Llamé a la habitación de los chicos, fue Manu quien abrió y cuando me vio se sorprendió bastante.

miércoles, 20 de enero de 2010

DIECINUEVEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 19. NOCHE ESPECIAL.



Ya había empezado a andar cuando un mensaje me sonó en el móvil.
Mierda, me había pillado, iba a hacer el ridículo.
Antes de darme la vuelta con mi cara roja de vergüenza miré el mensaje, era de Gabriel, yo sonreí solo de saber que era suyo.
“te quiero, no puedo dejar de pensar en ti, te echo de menos Aurora”

Que raro me pareció, era prácticamente igual al del monitor, pero con mi nombre al final. Extrañada y aún roja me di la vuelta.
Él se había levantado y cuando le vi la cara no pude evitar quedarme totalmente petrificada, era Gabriel, en persona, en carne y hueso.
El pareció reaccionar de la misma forma que yo, ninguno de los dos sabía que hacer.
Sonreí y él me devolvió la sonrisa. Cuanto había echado de menos esa sonrisa, y solo habían pasado dos días.
Di un paso hacia delante y él hizo lo mismo, al final me abracé a él, entusiasmada por dentro aunque aún alucinada por fuera.

- Te quiero.- fue lo único que salió de mi boca, en un susurro.

Él me abrazó con más fuerza, me sentí protegida, feliz de estar con él. Iba a compartir el campamento entero con él y además sería la envidia de todas las chicas.
Nos separamos un poco y nos miramos a los ojos, vi de nuevo esos ojos verdes que hipnotizaban a cualquiera. Era realmente guapo, cada vez me daba más cuenta de ello.
Nos acercamos mucho, estábamos pegados.

- No me puedo creer que estés aquí.- me dijo.
- Yo tampoco, estoy aún alucinada.
- Vamos a estar los quince días juntos, esto es una pasada.
- Esto es un sueño, que espero no se termine nunca.
- Yo también lo espero.- me sonrió.- Te quiero.- me susurró al oído.
- Te quiero.- le susurré de nuevo.

Ambos sonreímos y como siempre había imaginado nos besamos. Fue un beso muy especial, mi primer beso, igual de romántico que una película de amor. Los dos enamorados, besándose a la luz de la luna.
Le quería y de eso estaba segura, por eso mi primer beso debía ser con él.
Fue un beso al principio suave, lento, pero que con el paso de los segundo fue aumentando de intensidad, para luego volver a ser suave, como al principio.
Fue un momento precioso, el mejor de mi vida, con la persona adecuada y en el lugar adecuado.
Nos separamos, y me cogió de la mano.
Estuvimos paseando por la playa hasta que dieron las 12 de la noche, la hora de volver, como la cenicienta, solo que yo me iba con mi príncipe.
La luna estaba preciosa, nos volvimos a besar antes de salir de la playa para ir al hotel.
Era todo tan bonito, como un cuento de hadas, no quería que terminase nunca.
Salimos de la playa, me puse los tacones y andamos juntos hasta la puerta del hotel.

- ¿En qué habitación estas Aurora?- me preguntó.
- En la 534 ¿y tú?¿duermes aquí?
- ¡Si! Dios la suerte esta de nuestra parte. Duermo en la habitación 533 con unos chicos que conoceré ahora.
- ¡No me lo creo! Duermes en la habitación anterior a la mía, donde duermen mis amigos. ¡Es genial!- le abracé y le besé de nuevo, esta vez un beso más corto.
- ¡ Si! Nos veremos cada día, te esperaré a la puerta de tu habitación a las 9 de la mañana. Hay que intentar que no nos vean los monitores o algún niño del campamento, no se como se lo tomarían mis jefes..
- No te preocupes, aunque me cueste lo voy a intentar.
- Bueno es hora de subir, vamos.

Entramos al hotel y subimos a la planta 5, la nuestra. Nos besamos antes de entrar, nos abrazamos, nos dirigimos unas cuantas miradas y cada uno entró en su habitación. Todo había sido perfecto.

DIECIOCHOAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 18. CITA A CIEGAS.

Al terminar de cenar, cada uno se fue por su parte. Yo no sabía ni cómo me sentía. Miré a Ali y ella con un gesto de cabeza me animó a ir.
Respiré hondo, no podía estar nerviosa, era un encuentro con uno de los monitores, nada más, no iba a pasar nada, me repetía una y otra vez.
Andaba lento, con paso firme, teniendo cuidado de no doblarme el pie y romper los tacones, miré mi móvil, nada, ni una llamada de Gabriel, ni un mensaje. A las cinco minutos volví a mirar el móvil, ya estaba un poco más cerca de la playa. La segunda vez que miré el móvil vi un mensaje, era de Dani.
“ Auro! ¿cómo estas pequeña? Se te echa de menos por aquí! Vuelve pronto, tengo cosas que contarte. Y quiero verte, seguro sigues igual de guapa. Y sonríe, como tú dices. Un beso enorme teQ. Dani”
Sonreí, no pude evitarlo, Dani siempre sabía cómo hacerme sentir bien, en cualquier situación. Era como si estuviese allí y me viese, tan confundida, sola, extraña. En esos momentos no parecía yo realmente.
Le contesté con un mensaje igual de bonito.
“Dani! Pues genial! Esto es enorme! No dormimos en cabañas sino en un hotel! Alucina! Pues volveré cuando termine, impaciente. Yo también quiero verte, para que me cuentes TODO. Tu si que eres guapo! Yo estoy sonriendo como siempre y tu? Más te vale que sonrías. Te vigilo! Un kiss muy muy fuerte! Te quiere, Auro.

Ya estaba más tranquila, el mensaje de mi mejor amigo me había confortado, dentro de lo posible. La playa estaba ya a menos de 10 metros.
Vi a un chico, sentado en la arena, estaba solo así que imaginé que era él el monitor tan cotizado del campamento.
Cuando toqué la arena me descalcé y cogí los tacones, por atrás se le veía que estaba robusto, pero no se le distinguía del todo, ya era de noche y no había mucha iluminación en la playa.
Me acerqué por detrás, respiré hondo de nuevo, aún no me podía creer lo que estaba haciendo, era una cita a ciegas. Nunca hubiese esperado que tendría una cita a ciegas en las que no conoces al chico con el que te has citado, pero este era un buen momento de la primera cita de esas, o eso pensaba.
Me coloqué detrás de él, vi que tenía en la mano un móvil, supuse que el suyo, en el que había escrito un mensaje.
“ Te quiero, no puedo dejar de pensar en ti, te echo de menos”
Pero parecía que no se atrevía a enviarlo. Había hecho mal en ir, el tenía novia, y yo quería a otro, todo había sido una equivocación.
Ya hablaría yo con mis amigas y les diría que hicieron fatal en decirme eso del monitor. Si le hablaba quedaría en un completo ridículo, además, ¿qué le iba a decir?
Hola, me llamo Aurora, soy la chica con la que te han dicho que quedases tres chicas que están completamente locas. Y por cierto no te preocupes, ya se que tienes novia, y yo bueno no tengo novio pero estoy enamorada o al menos eso creo, vamos que estoy haciendo el mayor ridículo de mi vida.

Sería horrible, así que decidí irme por donde había venido, no quería engañarme a mi misma, yo quería a otro, aunque no supiese muy bien a quien.

DIECISIETEAVO CAPÍTULO

17. PENSAMIENTOS.



Lore, Bea y Ali se metieron en el agobiante círculo de chicas que rodeaban al monitor nuevo, parecían decididas a traerle, pero quizás les fuese imposible.
El monitor parecía que era famoso, con todas las chicas alrededor, que no gritaban porque no querían que las castigasen y lo curioso es que todas eran más pequeñas que yo.
Cansada de esperar, y al ver que mis amigas no salían del montón, me fui a sentar a la orilla del mar, justo en el límite de donde llegaba el agua y a pocos metros de los chicos, que jugaban a la pelota.

- Aurora, ¿vienes a jugar?- me gritó Pedro.
- Venga vale, ¡voy!- contesté.

Jugamos un poco a la pelota, al fútbol playa, y nos lo pasamos realmente bien.
Llegaron las chicas, estaban sonrientes y felices, pero no habían podido sacar al pobre monitor agobiado por sus “fans”.

- Auro, era guapísimo, parecía un mister.- me dijo Lore, emocionada.
- No será para tanto.- contesté yo, extrañada.
- Pues si lo es, créeme, es guapísimo y muy majo además.- habló Ali.
- Si, pero además es muy simpático. Cuando le hemos dicho que queríamos que os conocierais nos ha contestado muy educadamente.- sonrió Bea.
- Nos ha dicho que te espera aquí en la playa a las 10 de la noche y que él se encarga de que Ana te deje.- Lore estaba muy contenta.
- Vas a ir digas lo que digas y Bea se va a encargar de que estés perfecta.-dijo Ali ilusionada.
- Chicas, ¿en serio ha dicho eso?-pregunté.
- Si, y ya queda poco tiempo, solo 3 horas para arreglarte, y cenar, así que nos vamos, Ana nos deja.- sonrió de nuevo Bea.
- Chicos, nos vemos a la hora de la cena, ¡tenemos trabajo que hacer!- les gritó Lore.

Y las cuatro nos fuimos al hotel.
Cada vez estaba más metida en mis pensamientos. Pensaba que todo lo que iba a hacer estaba mal, era como una traición, pero no sabía muy bien a quién estaba traicionando.
A Gabriel solo le había conocido hace dos días, pero ya sentía algo muy fuerte por él. Jaime había sido alguien muy importante durante el curso, me había tratado muy bien, me había ayudado y se notaba que yo le gustaba.
Justo después de pensar en Jaime me vino otra persona a la cabeza, Dani, y no sabía muy bien el por qué.
Al llegar a la habitación me di una ducha con agua fría, me lavé bien el pelo y el cuerpo y salí ya más relajada.
Cuando me sequé, mis tres amigas entraron para prepararme, estaban entusiasmadas y contentas, aunque no se si podría decir lo mismo de mí.
No paraba de pensar que esto que iba a hacer me hacía mal, pero no tenía por qué pasar nada con él, únicamente era un monitor, nada más, y dudo que tuviese un flechazo. Pero ¿y si lo tenía? No podía hacerme a la idea de querer ya a dos personas, cómo para querer a tres, eso era demasiado. Solo tenía quince años y ya tenía confusiones amorosas, ¿era normal?
Supongo que toda mi vida es típica de una adolescente con la edad del pavo que no piensa más que en ella, sus amigos y en chicos. Pero yo quería que mi vida fuese algo más, quería tener a un chico a mi lado que me abriese más puertas, que me ayudase a abrir los ojos a la vida real, y así no pensar que todo es como el cuento que mi padre me contaba cuando era pequeña, antes de dormir.

Bea se puso manos a la obra, me eligió unos shorts negros, que me quedaban bastante bien, eran mis preferidos, y una camisa azul de manga corta con unos cuantos botones desabrochados. Buscaron unos zapatos que me pegasen, al final terminaron decidiéndose con unos tacones negros altos con brillantes.
El pelo siempre había sido cosa mía, así que me dejaron peinarme a mí. Me dejé el pelo suelto y me puse una diadema con brillantes a juego con los tacones. El maquillaje era básico, aunque Bea se empeñó en ponerme sombra de ojos plata. Estaba muy guapa, o eso decían mis amigas, yo me veía un poco más arreglada que de costumbre, pero con las mismas caderas anchas y con los brazos gordos. Como toda adolescente, yo también tenía complejos.
Ya estaba lista, no tardamos mucho en salir, solo faltaba que ellas se preparasen para ir a cenar.
Salimos de la habitación y llamamos a la puerta de los chicos.
Abrió Andrés, que se quedó con la boca abierta al verme y sonrió.

- Aurora, estas guapísima.
- Gracias Andrés.
- ¿cómo es que te has puesto tan...así?- él no sabía que decir.
- Tiene una cita.- contestó Bea antes de que pudiera decir nada.
- Oh, una cita, ya me contareis con quién y eso.
- Si quieres, te lo contaremos.- respondió Ali.

En ese momento Pedro y Manu salieron, la impresión fue la misma que la de Andrés, pero no sabía muy bien por qué pensaba que ellos lo sabían.

Cenamos, la cena fue normal, hablamos un poco de todo, y el tema de la cita no salió y menos mal. Por lo que había entendido, cuando no estaba sumida en mis pensamientos, Lore y Manu iban a ir a algún lado solos y Bea y Pedro igual. Lo que no sabía era por qué Ali no me había dicho que se quedaba sola con Andrés, así me hubiese quedado con ella.
No tenía que preocuparme por Ali, pensé, ella es muy lista y si no me lo ha dicho es por algo.
Yo tenía que concentrarme en no perder la cabeza en la “cita” con el monitor, nada más.
Esa noche habría mucha conversación en la habitación 534.

DIECISÉISAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 16. SEGUNDO DÍA.




Me desperté con el ruido de la puerta de la terraza, Lore la estaba abriendo, no la quise decir nada, me imaginaba por qué salía.
Me costó un poco levantarme, aún no podía creerme que estábamos durmiendo en la habitación de un hotel, cuando todos los demás del campamento dormían en camas medio rotas y en una cabaña.
Cuando por fin me levanté me metí al baño. Al salir del baño todas estaban ya levantadas. Era muy pronto, las 8 de la mañana, jamás hubiese pensado que un día de vacaciones me levantaría a esa hora.
Lore seguía fuera, así que decidí salir, sigilosamente por si acaso interrumpía algo. Al salir me encontré a Lore apoyada en la barandilla de la terraza, mirando el mar. La verdad es que me sorprendió un poco no haberla encontrado con Manu o alguno de los chicos, pero me alegró ver que no solo era una ligona, también tenía sentimientos. Me apoyé a su lado en la barandilla y miré el mar y el horizonte, estaba a punto de salir el sol.
Llamamos a Bea y a Ali para que todas juntas pudiésemos ver el amanecer.
Era precioso, me emocioné y no lo pude evitar, era una chica muy sensible y cosas como esas me emocionaban.

Entramos en la habitación justo en el momento en que Ana, nuestra monitora, entraba para despertarnos.

- ¡Chicas! ¡Ya estáis despiertas!
- Si Ana, es que era nuestro segundo día y nuestra primera noche.- se lió un poco Bea.
- Si, por eso y porque hemos salido a ver amanecer, desde aquí se ve genial, en el mar.-dije yo.
- Es precioso el amanecer, deberías verlo algún día Ana.- habló Ali.
- Bueno chicas pues os espero a las 10 en la playa, desayunadas, vestidas y con los chicos de la habitación de al lado. No me falléis.- sonrió Ana.
- No te preocupes, allí estaremos.-dijo Lore algo ausente.

No sabía que podía pasarla, pero tenía la ligera sospecha de que pronto lo sabría, no debía ser muy grave, ella misma nos lo diría.

Nos vestimos, arreglamos y hablamos un poco de cómo pensábamos que sería el día y cómo sería también el monitor.
Cuando salimos de la habitación los chicos se nos quedaron mirando, embobados.
Pedro miró a Bea, se le caía la baba. Bea llevaba unos pantalones piratas blancos ajustados y una camiseta rosa de tirantes, una visera a juego con la camiseta y las chanclas. Estaba perfecta, como siempre.
Manu, en cambió en vez de mirar a Bea miró a Lore, lo único que pudo hacer fue silbar. Lore llevaba una falda muy corta de vuelo verde, una camiseta con una manga caída roja, la gorra roja también y las chanclas.
Iba provocativa pero guapa a la vez.
Andrés miró a Ali, y repentinamente a mí, me sentía algo incómoda.
Ali llevaba una falda por debajo de las rodillas de vuelo, una camiseta de manga corta y su gorro. Le sentaba todo genial.
En cuanto a mí, iba normal, como yo siempre he ido a la playa. Me puse mis shorts vaqueros, una camiseta sin mangas azul, mis gafas de sol, el pañuelo azul en la cabeza y las chanclas.
Después de que los chicos quitasen esa cara de bobos que se les había quedado, nos bajamos a la puerta donde se suponía que nos iba a buscar Ana.
Tal como pensábamos ella ya nos estaba esperando.
Al llegar a la playa vimos a un montón de gente rodeando a alguien, pero decidimos no prestar mucha atención.

- ¡Chicos y chicas venir aquí!-gritó uno de los monitores, y todos fueron y se sentaron en la arena.- hoy tenemos preparada una actividad muy divertida que seguro que os gusta.
- Sí, así que los míos que se venga conmigo, esta actividad no va con ellos- dijo Ana.

Nos habíamos librado de hacer esa actividad, ¡que bien!

- Chicos, chicas, vosotros me vais a ayudar con un concurso que vamos a hacer el viernes, es un karaoke. El que gane podrá ir el sábado de compras con 7 personas además de él.- sonrió Ana.
- ¿Un karaoke? No me lo creo, ¡me encanta!- contesté yo.- yo estoy dispuesta a ayudar en todo.- sonreí.
- Si, todas nosotras.- dijo Ali mirando a Bea y Lore que asentían.
- Y nosotros, no nos vais a dejar atrás chicas.- rió Manu.
- ¡Menudo eres!-contestó Lore dándole una colleja.

Después de unas cuantas risas por parte de todos, empezamos a pensar y hablar cómo podríamos hacerlo.
Estábamos sentados en la arena, apartados de los demás, intentando encontrar la manera de hacerlo el concurso lo mejor posible. De nuevo vimos a un grupo bastante grande de gente alrededor de alguien.
¿Quién sería? Me acerqué a una chica y le pregunté.

- Oye, perdona, ¿Por qué está toda esta gente aquí?
- Por el nuevo monitor.
- ¿Sí? Y que pasa ¿es famoso o algo?
- No, es joven, guapo y está buenísimo. Las chicas nos estamos presentando.
- Ah, vale, gracias.

Volví con mis amigos y se lo conté. A las chicas las faltó tiempo para levantarse y mirarme con los ojos como platos.

- ¿Qué está bueno? Y ¿me puedes explicar por qué narices aún estas aquí y no en todo el medio presentándote?- esa fue la respuesta de Lore.
- Chicas, yo ahora solo puedo pensar en Gabriel.
- No seas tonta Auro, por favor. Una oportunidad así no la tiene cualquiera. Además tu eres preciosa, seguro que se enamora de ti nada más verte.- asintió Bea.
- Eres una exagerada, no soy preciosa, soy normal.
- No es momento de ser humilde Auro, es momento de presentarse. Así que ahora mismo vas, te haces paso entre las chicas acosadoras y te presentas.- me dijo Ali.
- Entonces yo también sería acosadora, y eso es justo lo que no quiero.
- Tengo una idea chicas, vamos a sacar a ese pobre chico de ahí en medio, le haremos un favor a él y a Auro.-propuso Lore.
- Sí, genial.- contestaron Ali y Bea, prácticamente a la vez.
- Pobre chico..- susurré yo.

En verdad me sentía mal por él. Aunque no le conociese. Me imaginaba lo mal que lo debería estar pasando después de tener tanta chica alrededor suyo.
Pero ¿Quién sería? Y ¿Cómo? No podía preguntarme nada más, solo podía pensar en Gabriel. En ese momento me vino a la cabeza la llamada de Jaime. Estaba confusa, y ahora solo quería pasarlo bien. Después del campamento todo se vería.

domingo, 17 de enero de 2010

QUINCEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 15. LLEGADA.



Ya habíamos llegado, el autobús había parado, y nos estaban diciendo que nos bajáramos. Al bajar, los monitores estaban haciendo grupos, así que nos pegamos a los chicos para que nos pusieran juntos.
Fue una sorpresa para nosotros cuando nos dijeron que no íbamos a ir a las cabañas cómo los niños, sino a un hotel de cuatro estrellas. No había más sitio en las cabañas del campamento, y nos tocó dormir en el hotel de al lado. Era enorme, lujoso, moderno, precioso, me encantó la idea cuando nos lo dijeron. Estaba a menos de 100 metros de la playa, tenía dos piscinas y un jacuzzi, buffet libre en el restaurante y un escenario enorme entre las piscinas.
Todos estábamos alucinados, era una suerte que nos hubiese tocado allí.

Nos subieron a las habitaciones, eran en la planta 5. Los chicos tenían su habitación al lado de la nuestra, y eso era genial, así hablaríamos con ellos siempre por la terraza que era inmensa.
Nuestras maletas se quedaron a los pies de nuestras camas, lo que más nos interesaba era la terraza en ese momento.
Salimos a la terraza y justo enfrente vimos la playa y el mar, eran preciosas las vistas. Y también daban a las piscinas.
No podíamos estar más contentas, era un sueño echo realidad.
Estábamos colocando la ropa en los armarios cuando llamaron a la puerta, Bea fue a abrir.

- Hola, chicas. Soy vuestra monitora, Ana, me pasaré por aquí solo para avisaros dónde hay que ir en cada momento y para despertaros por la mañana, lo demás es cosa vuestra. Quería también advertiros que el que durmáis en el hotel no significa que no vayáis a hacer las actividades propuestas. El campamento está a menos de 30 metros así que todas las actividades las haréis allí.
- Vale, no hay problema.- dijo Ali.
- Genial, tomad, es la hoja de actividades, así sabréis que haremos y por tanto que es lo que debéis poneros. Espero que lo paséis bien, tenéis mucha suerte de estar aquí, en el hotel.
- Si, ya nos estamos dando cuenta, nos parece asombroso todo.- dije yo.
- Bueno, tenéis tiempo libre después de comer hasta las seis, luego nos vemos en la playa, iré a recogeros a la puerta del hotel. Por cierto, los chicos de al lado serán vuestros compañeros de actividades.
- ¿Si? ¡Genial!- sonrió Bea.
- Si, esperar un momento.- la monitora había dejado de hablar, la estaba sonando el móvil, luego volvió a hablarnos cuando terminó de hablar.- me han comunicado que mañana tendréis también un monitor, para que pueda avisar a los chicos, ya os lo presentaré. Y no os preocupéis que se como os llamáis.-sonrió.
- Vale, gracias, a las seis estaremos en la puerta del hotel esperándote.- comentó Lore.
- Adiós chicas, pasarlo bien.

Y tras decir eso se fue. Parecía maja nuestra monitora, Ana. Ali fue la que había cogido la carpeta donde venían las actividades.

- Vamos a hacer volei playa esta tarde, y ahora ¡a comer!- rió.

Todas bajamos a comer, los chicos ya estaban en su mesa, así que les dejamos comer en paz, ya nos pasaríamos a ver su habitación después. Nos moríamos de hambre.

Después de una rica comida en el buffet, subimos de nuevo a nuestra habitación y terminamos de sacar las cosas de las maletas. Lore fue la primera en acabar y salió a la terraza, yo la seguí.

- Esto es precioso ¿verdad?- dijo.
- Sí, lo es, hemos tenido mucha suerte.
- Cierto, muchísima.- ambas reímos.
- ¡Aurora, Lore!- Manu se había asomado al oírnos hablar.- ¿qué hacen estas preciosidades aquí fuera?
- Viendo el paisaje.- contesté.
- ¿Y tú Manu? ¿Nos estabas espiando?- sonrió divertida Lore.
- ¿Yo? ¡ Qué más quisierais!

Las dos nos reímos, Manu era un ligón, pero bastante divertido, me recordaba a Mario.

- ¿Nos enseñas tu habitación?-preguntó Lore.
- Pues claro, pero mejor ir por la puerta, no se si estos querrán que les pilléis en calzones.-rió.
- Tranquilo, no somos liebres ni gatos, no saltamos terrazas.- contestó Lore irónica, como siempre.

Entramos de nuevo en nuestra habitación y se lo dijimos a Bea y a Ali, entonces las cuatro salimos de la habitación 534, la nuestra para llamar a la puerta de la 533, la de los chicos.

Nos abrió Andrés, estaba vestido no como había dicho Manu, y nos ofreció pasar a todas.
Su habitación era como la nuestra, con cuatro camas, un baño, un escritorio y la terraza. Tenían dos armario parecidos a los nuestros, pero un poco más pequeños, y también había otra diferencia, la ropa de Manu estaba toda tirada en su cama, por tanto la habitación ya estaba algo desordenada, no como la nuestra.

Hablamos con ellos un rato, de todo un poco, como en el camino, entonces salió un tema que a nosotras nos interesaba mucho.

- En esta cama va a dormir el monitor, no sabemos cómo es, pero nos han dicho que esta tarde le conoceremos nosotros.- dijo Pedro.
- Que morro, nosotras no sabemos cuándo le conoceremos.- comentó Bea
- Si, estamos impacientes, seguramente esté bueno, o al menos eso esperamos.- habló Lore.
- Más bueno que yo seguro que no.- sonrió Manu.

Esa tarde fue muy aburrida, jugamos al voley, con la misma ropa que habíamos venido, subimos a la habitación, nos duchamos, bajamos a cenar y luego vimos un espectáculo de loros en el escenario. Estábamos cansadas del viaje así que subimos rápido a nuestra habitación.
Antes de meternos en la cama hablamos. De los chicos, del hotel, yo les conté lo de Gabriel y lo de Dani, y hablamos hasta que nos dormimos. El primer día de campamento había terminado.

CATORCEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 14. EL VIAJE.



Subimos al autobús, ya había niños pequeños sentados en los asientos de delante y gente por atrás, pero vimos cuatro sitios que estaban juntos y nos sentamos allí.

- Llegó la hora de fichar chicas.-dijo Bea con una sonrisa divertida.
- Sí, Bea tu los chicos, yo las chicas.-rió Lore.
- ¿ Y nosotras qué?- pregunté yo pareciendo enfadada.
- Tu eres la que hablas a la gente una vez la hemos fichado, ¿no te acuerdas?- contestó Bea, algo preocupada.
- ¡Que si!-me reí- ¡ya lo sabía!
- Yo prefiero no participar.-dijo Ali.
- Bueno, entonces empecemos.- Bea había empezado a fichar.

Miraron varias chicas y chicos, pero todas nos impresionamos al ver subir a tres chicos. Parecían uno o dos años mayores que nosotras, y estaban bajo el punto de vista de las cuatro, muy buenos.
Todas nos quedamos mirándoles y ellos nos miraron también.
Uno de ellos, el que parecía más mayor tenía el pelo negro liso y corto y los ojos marrones, vestía bastante bien, y tenía un cuerpazo que se le notaba debajo de su camiseta.
El que iba detrás del mayor era rubio, con los ojos marrones también y vestía realmente a la moda, como Bea. Parecía que estaba bueno, pero no lo podía decir con exactitud.
Y el último tenía una pinta de ligón que no podía con ella. Su pelo de punta castaño oscuro y sus ojos azules llamaban la atención de cualquier chica, además su cuerpo estaba bastante bien.

Los chicos se sentaron detrás de mí, era una casualidad enorme que los sitios estuviesen libres. Se sentaron el rubio y el que parecía un ligón juntos y el mayor al lado.
Nosotras nos miramos, no hacía falta que Lore dijese que ellos eran con los que nos teníamos que hablar, todas estábamos de acuerdo y con solo mirarnos lo afirmábamos.

-Te toca.-susurró Lore.

Asentí, no me quedaba otra, pero les hablaría más tarde, el autobús iba a arrancar y aún tenía que tomarme la pastilla.
Abrí mi mochila cogí una pastilla y me la tomé con el agua. Me puse mis cascos de mp4, como hicimos todas y me quedé dormida escuchando música.
Cuando me desperté ya habíamos recorrido 250 kilómetros, y llevábamos 2horas y media de trayecto, aún nos quedaban otras dos mas.
Al despertarme, desperté también a las demás. Estuvimos viendo la revisa un rato. Contemplamos embobadas al macizo de Taylor Lautner, los ojos de Maxi Iglesias, y luego hicimos unos test y nos leímos el horóscopo, todas menos Lore, que no creía en esas cosas y le parecían una tontería.

Cuando terminamos de leer y comentar, todas cambiaron de tema, me había llegado la hora de hablar con esos chicos tan guapos.
No me costó mucho asentir y ponerme de rodillas en el asiento para quedar justo enfrente de ellos.

- ¡Hola! Soy Aurora, ¿cómo os llamáis?-pregunté, entonces ambos levantaron la vista, sonriendo.
- Hola, yo soy Pedro.- dijo el rubio.
- Yo Manuel, pero prefiero que me llamen Manu.-comentó el ligón.
- ¡Pues encantada! ¿cuántos años tenéis?
- Los dos tenemos 16, ¿y tú guapa?- sonrió divertido Manu.
- Yo tengo 15.-sonreí también.- una pregunta más, ¿conocéis a ese chico?.- pregunté señalando al que parecía más mayor.
- Si, claro, es mi primo, se llama Andrés y tiene 17.- contestó Pedro.- Andy, saluda a Aurora.
- Encantado preciosa.- asintió Andrés.
- Bueno chicos os voy a presentar a mis amigas.- dije y todas ellas se levantaron.- esta es Lorena.- empecé con las presentaciones.
- Mejor llamarme Lore.- sonrió ella.
- Esta es Bea.- la señalé, ella se limitó a sonreír.- y ella es Alicia, todas tienen mi edad.
- Pues genial, chicas yo soy Pedro.- se presentó.
- Yo Manuel, pero llamarme Manu o no os contestaré.- rió él.
- Encantado, soy Andrés, pero podéis llamarme Andy, si queréis.
- Es un nombre muy bonito, Andrés.- dijo Ali.
- Gracias, el tuyo también es precioso.-le contestó.
- Bueno, ¿qué hacíais chicas?- preguntó Pedro.
- Pues leíamos la revista, en especial el horóscopo.- sonrió Bea con la vista fija en Pedro.
- ¿Me podríais leer el mío?- dijo Andrés.
- Claro, ¿Qué signo eres?- contesté yo.
- Acuario.
- Pues, a ver. Este verano conocerás a una persona diferente a los demás que te hará ver las cosas desde otra perspectiva, aprovecha tu momento, y serás muy feliz junto a ella.- leí.
- Interesante.- dijo Andrés y me sonrió.
- Yo soy Tauro, ¿me lo lees?- comentó Pedro.
- Sí, claro. Te enamorarás de una persona muy parecida a ti, compartiréis momentos preciosos que podréis repetir durante mucho tiempo, pues estaréis unidos.- leí.
- ¿Quién será esa persona?-preguntó Pedro.- Bueno, supongo que ya lo sabré.- se respondió a sí mismo.
- Manu, ¿tú no quieres saberlo?- Lore fue la que habló.
- Esas cosas no me van.-dijo mirándola.
- Que cosas, a mí tampoco.-dijo Lore, aún mirándole.

Seguimos viendo la revista con los chicos, hablamos un poco de todo. El viaje al hablar con ellos se nos pasó rápido, eran los tres muy majos. Ya había notado la conexión entre Pedro y Bea, eran tan parecidos. Y lo mismo digo de Manu y Lore, había mucha química. En cuanto a Andrés, me miraba mucho, pero yo no podía pensar en él, en mi cabeza ya había dos chicos y lo mismo puedo decir de mi corazón.

TRECEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 13. NERVIOS.

Me despertó mi madre, eran las ocho de la mañana, y por fin había llegado el 1 de julio. Estaba nerviosa, emocionada.
Me levanté rápido, aún quedaba por hacer mi mochila pequeña y vestirme y prepararme para ver a mis amigas e ir al punto de encuentro.
Desayuné, me di una ducha, me vestí decente y me puse brillo, ya solo me quedaba preparar la mochila.
Me encaminé hacia mi habitación y cogí mi mochila de nike azul turquesa, mi color preferido.
Primero metí la revista Superpop que me había comprado mi padre el día anterior, la leería en el viaje con mis amigas. Después de la revista metí las pastillas para el mareo y una botellita de agua mineral, me mareaba mucho en los autobuses y más si el viaje era de cuatro horas y media. Tras meter las pastillas y el agua metí el móvil, el abanico, las gafas de sol, el brillo de labios, la cámara de fotos y dos barritas de cereales por si me entraba hambre en el camino. El mp4 fue lo último que metí, porque sería lo que más utilizaría.

Ya estaba lista, me había recogido el pelo en una trenza al lado y una diadema rosita.
Mi madre me esperaba sentada en el sofá.

- ¿Ya estás Aurora?
- Sí mami, ¿papá cuando dijo que venía?
- Estará al llegar, no te preocupes.
- Vale.

Mi padre y mi madre me iban a acompañar al punto de encuentro, aunque estuviesen separados se llevaban bien así que no les importaba estar un rato juntos, despidiéndome.

Bajamos a la calle y mi padre nos estaba esperando enfrente de casa.
Me subí delante y mi madre atrás, el viajes fue cómodo, con la música de los cuarenta principales sonando en la radio. Estaba muy nerviosa, mis padres me lo habían notado.

- Aurora, tranquilízate, no es para tanto.-rió mi padre.
- Para mí si lo es. Voy a volver a ver a mis amigas y encima voy a la playa con ellas. ¡Como para no estar nerviosa!- sonreí, mis padres rieron.
- Bueno, supongo que tu padre ya sabe lo de Gabriel ¿no?-dijo mi madre.
- Me lo imagino, pero ya me lo contará cuando vuelva ¿verdad Aurora?
- Si papi, tu tranquilo, ya sabes que de esos temas os cuento casi todo.-reí.
- Si, bueno, ya hemos llegado.-dijo mi madre terminando la conversación.

Me dolía el estómago por los nervios, pero estaba feliz, iba a ver a tres amigas que hacía mucho que no veía.
Bajamos del coche, yo con mi mochila al hombro me puse las gafas de sol. Mi padre abrió el maletero y se quedó un poco alucinado.

- ¡Madre mía, Aurora! ¿pero que llevas aquí?
- Pues eso digo yo, pero créeme, le ha cabido todo de milagro.- contestó mi madre.
- Bueno, ¿qué más da lo grande que sea? venga, vamos, que quizás ya esté alguna de estas.

Mis padres asintieron y me siguieron, el sitio dónde vendría a buscarnos el autocar era grande y había bastante gente, me iba a costar encontrarlas. Entonces pensé que seguramente estarían en un árbol grande, porque en la cabalgata de reyes siempre nos subíamos en uno. Me reí al recordarlo.
Efectivamente Lore esperaba bajo el árbol más grande del lugar.

Cuando la vi en mi cara se dibujó una sonrisa. fui prácticamente corriendo hacia ella, y al darse cuenta corrió también hacia mi. Nos abrazamos mientras reíamos.

Lore, era una chica muy abierta y extrovertida, hablaba con todo el mundo si lo conocía. Ligaba mucho, porque era muy guapa y tenía un físico envidiable. No tenía problema en pedirle salir a un chico y la ironía era lo que más la caracterizaba. Le encantaba gastar bromas.

Hablamos un poco, no nos dio tiempo a demasiado, puesto que Bea apareció pronto. La abrazamos, estábamos todas muy nerviosas, solo faltaba Ali.

Bea, era una chica muy presumida. Siempre iba a la moda y no descuidaba su imagen para nada. Podía saber cómo era la gente solo por cómo vestían y eso siempre nos había ayudado mucho a escoger nuestros amigos del campamento. Solo le gustaban los chicos que tenían un buen estilo. Nos ayudaba sobre qué ponernos para alguna fiesta. Era muy simpática y agradable.

Mientras Bea no contaba su fin de semana, Ali llegó. Ya estábamos las cuatro y eso era genial.

Ali, la más estudiosa sin ninguna duda de las tres y por tanto la más inteligente. No le iba mucho eso de salir con chicos, pero era muy divertida cuando se lo proponía. Me enseñaba muchas cosas, siempre la estaré agradecida. Tenía un estilo muy propio y no la importaba lo que pensasen de ella.

Nos fuimos a despedir de nuestros respectivos padres, el autobús estaba a punto de llegar y no queríamos despedirnos cuando llegase o nos quedaríamos sin sitio.
El autobús se paró justo en frente de nuestras maletas. A nuestros padres les tocó subirlas al maletero mientras nosotras nos dirigíamos a la puerta para subir.
Dirigimos la mirada a nuestros padres, sonreímos y nos cogimos de la mano, el viaje de ida iba a comenzar.

DOCEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 12. PREPARANDO LA MALETA.


El viaje de vuelta a casa fue más largo de lo que esperaba. Nos había pillado el atasco y estuvimos más de media hora totalmente parados.
En esa media hora, estuve hablando con mi padre, me preguntó cómo llevaba mi hermana lo de la separación, pero no tenía ni idea.
Cuando salimos del atasco me volví a poner mis auriculares del mp4 y escuché música hasta que llegué a la puerta de casa de mi madre.
Me bajé del coche después de darle dos besos a mi padre y me encaminé a la puerta. La abrí y subí las escaleras que llevaban a mi portal, mis vecinas estaban allí con sus novios, me entró un poco de envidia, pero pasé de largo. Entré en mi portal y subí por el ascensor hasta mi casa, metí la llave y entré. El calor de mi casa era como el de ninguna otra, me encantaba, olía a mi madre y eso me reconfortaba.
Con mi madre no me llevaba del todo mal, teníamos nuestras diferencias, discutíamos casi siempre, pero el amor de una madre es insustituible y ella a mí me quería mucho, el amor era mutuo, yo la adoraba.
Cerré la puerta con cuidado al ver a mi madre dormida en su sillón, me fui a mi habitación, me cambié de ropa y me puse el pijama.
No era muy tarde, las 10 de la noche y aún tenía que preparar las maletas.
Supuse que mi madre se habría despertado por que mi gato no hacía más que estar a mi lado, lo que produjo que tirase una de las cosas que tenía en el escritorio. Fui a comprobar si seguía dormida, mi intuición no me había fallado, se acababa de despertar.

- Hola mami.
- Hola Aurora, ¿qué tal por el pueblo? ¿cómo están tus abuelos?
- Bien, todo bien, tengo algo que contarte. Los abuelos están bien.
- ¿Qué me tienes que contar?
- Algo que pasó en el pueblo, pero primero voy a cenar, me muero de hambre.
- Como quieras. Tienes la ensalada en el frigo y el pollo en el micro.
- Vale, ya vengo.

Fui a la cocina y cogí la ensalada de lechuga y tomate del frigo y el pollo del micro, un vaso de agua y una servilleta.
En el comedor estaba la mesa pequeña puesta, me senté en el sofá y puse la comida en la mesa. La televisión estaba encendida, mi madre estaba viendo una serie, así que a mí también me tocó verla.
Al terminar de cenar sonreí, había llegado la hora de contarle a mi madre todo sobre Gabriel y la fiesta de mi cumpleaños con las sorpresas.

Antes de que ninguna de las dos pudiésemos hablar sonó el teléfono, ¿quién podía ser a estas horas?

- ¿Si?- fui yo la que cogió el teléfono.
- Hola Aurora.
- ¡Jaime! ¿Qué tal?
- Muy bien ¿y tú?
- Yo genial, gracias.- jamás hubiese pensado que sería él.
- Me alegro mucho.
- Si, yo también. Bueno ¿necesitas algo?
- No, solo te iba a hacer una pregunta.
- Pues dime.
- ¿Podemos vernos algún día de estos?
- Claro, el día 16 vuelvo del campamento, si quieres quedamos ese día por la tarde?
- Me parece genial, a las 6 en el metro de siempre.
- Vale, venga adiós.
- ¡Pásalo bien!
- ¡Gracias!

Sonreí, no me esperaba esa llamada, y menos que fuese él quién hubiese llamado. Ya tenía el día de vuelta del campamento ocupado, pero ¿qué querría Jaime? ¿nos veríamos solos? Estaba pensando en el sofá cuando mi madre me sacó de mis pensamientos.

- ¿Me vas a contar ya que te pasó en el pueblo?
- Si mami, pero es que no sé por dónde empezar.
- Pues por el principio sería lo más adecuado.-dijo con una sonrisa.
- Vale, pues creo que me he enamorado.
- ¿cómo?- parecía alterada.
- Si, del sobrino de doña Carmen, la vecina de la abuela. Mami es que es guapísimo y majo y buena persona y listo, al menos lo parece, y simpático y educado y tiene 17 años...
- Entonces, ¿crees que has elegido bien? Aún no me explico que te hayas enamorado en dos días.- parecía confundida.
- Yo tampoco lo pensaba, hasta que sentí como cosquillas en el estómago. Es lo que dice la gente que se siente cuando estás enamorado ¿no?- la miré.- Ya sabes que yo nunca he sabido que era enamorarse, lo de Dani fue un capricho.
- Si, lo sé hija. Bueno ¿y cuándo le volverás a ver?
- Después del campamento. Por cierto mami, hablando del campamento, tengo que hacer la maleta, ¿me ayudas?-sonreí.
- Claro que sí.

Hacía mucho que no pasaba un rato con mi madre y que no compartía algo con ella, así que ya era hora.
Ambas nos fuimos a mi habitación y sacamos la maleta del armario, la grande, porque si cogía la pequeña no me entraría prácticamente nada.
La pusimos encima de mi cama y fuimos metiendo la ropa, abajo lo que menos se arrugaba y arriba lo que más se arrugaba. Metimos el chubasquero por si llovía, los bikinis y el trikini para la piscina.
Este año me iba de campamento con mis amigas, Lore, Bea y Alicia, pero no me iba a la montaña como todos los años, esta vez íbamos a la playa, a Almería para ser más precisa. Lo único malo que tenía para mí era que eran 4 horas y media de trayecto.

Mi madre y yo terminamos de hacer la maleta muy tarde, a las 2 de la mañana, yo estaba cansadísima y encima al día siguiente tenía que levantarme a las 8 si quería llegar al punto de encuentro con mis amigas.

Me acosté con mi madre, mi cama estaba demasiado llena de cosas como para quitarlas todas, así que mi madre se ofreció a compartir su cama.Me costó un poco encontrar el sueño, estaba nerviosa porque mañana iba a ver a mis amigas e iba al campamento. Además aún le daba vueltas a la llamada de Jaime.

viernes, 15 de enero de 2010

ONCEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 11. ADIÓS NO, HASTA PRONTO.


Volvimos caminando a casa de nuestras familias, para comer. Nos paramos en la calle, justo en medio de las casas. Quedamos en vernos al volver. Tenía la certeza de que le echaría mucho de menos y de que no dejaría de pensar en él en todo el campamento. Quizás, incluso no podría fijarme en otros chicos, y eso era rarísimo en mí. Puede que escribiese canciones de amor que tratasen de él, o poesías que me recordasen el buen momento que pasamos juntos. Seguramente me emocionaría al pensarlo.

Nos miramos a los ojos, no queríamos despedirnos tan pronto y ese sentimiento era mutuo, pero debíamos hacerlo. Al día siguiente los dos iríamos a nuestros respectivos campamentos y en pocas horas volveríamos a Madrid para prepararnos, así que eso era una despedida.

- Aurora, he pasado dos horas fantásticas contigo en el puente sur.
- Yo también lo he pasado muy bien, es una pena que tengamos que decirnos adiós.
- Lo sé, aunque en diecisiete días nos volvemos a ver. Espero que se pase el tiempo rápido.
- Eso espero.

Estábamos de nuevo muy cerca, como en el puente sur. Podía notar su respiración, oler su olor y sentir el calor que su cuerpo desprendía. Me sentía otra vez protegida y segura a su lado.
Se acercó aún más a mi. Su inesperado acercamiento hizo que mi corazón latiese agitado.

- Te echaré de menos.-me susurró al oído.
- Y yo a ti.- sonreí y le besé la mejilla, dirigiendo mi mirada a esos precioso ojos verdes que me habían cautivado.

Esa fue nuestra romántica despedida. Cada uno se dirigió a su puerta y ambos entramos sonriendo.
Nuestra despedida había sido tierna, parecida a la de Dani, pero no igual.
Se me hacía extraño haber tenido dos despedidas con dos personas importantes para mí en menos de dos semanas.

Al entrar por la puerta de casa de mis abuelos me esperaba preguntas, pero no de mi abuela, puesto que ella no era nada cotilla con asuntos referentes a mí, sino por parte de mi hermana. Mi prima sería discreta, como había sido siempre y me ayudaría a evadir las preguntas.

- ¿Dónde has estado?-tal como había pensado mi hermana me preguntó.
- No te importa- contesté.
- Sí, sino no te habría preguntado.
- Déjame en paz, enana, no te pienso contestar.
- Pues insistiré hasta que me lo digas.
- Bea, deja a tu hermana, ¡que pareces su madre! Nadie diría que eres la pequeña, y seguramente si los abuelos te ven comportándote así, no te tratarán como ahora, niñita mimada.- mi prima intervino y dejó callada a la enana de mi hermanita.

Las preguntitas se habían acabado, era libre de mi hermana, ¡por fin!
Terminamos de comer y Nieves y yo subimos a nuestra “casa”.

- ¿A mí me vas a contar algo o tampoco?
- Si, a ti si primita.
- Pues ya estas tardando-rió, estaba entusiasmada por saber que había pasado.
- Pues, quedamos en el puente sur, estuvimos hablando y eso, no pasó nada más.
- ¡Oh! El puente sur, ¡que romántico!
- Lo que tu digas..-sonreí, la verdad es que si lo era.
- ¿ Y no pasó nada más? ¿en serio?
- No, nada más. No te mentiría en algo así y lo sabes perfectamente.
- Es verdad..es solo que me parece raro.
- Pues a mí no, casi no nos conocemos. Normal que no pasase nada.

Ahí terminó la conversación, me tumbé en mi cama y miré al techo.
Alo mejor tenía que haber pasado algo, pero yo no le di oportunidad. Seré tonta, pensé. Mi primer beso, tenía que ser con él. Tal como dijo Dani, tenía que ser algo especial, no un simple lío de discoteca, ¿y que mejor que con Gabriel? No sabía que se sentía al besar un chico, ni cómo se tenía que hacer, pero tenía la ligera impresión de que pronto lo averiguaría.

Mi padre llegó en el coche a las seis de la tarde. El viaje se había adelantado por un enorme atasco en la carretera.
Bajé rápido con mi pequeña maleta en la mano, y cuando pasé por la altura de el patio de doña Carmen no pude evitar mirar.
Gabriel estaba ahí, subido en su moto, con el casco en la mano. Se giró y me miró, dedicándome otra de sus sonrisas. Yo no tardé ni dos segundos en decirle por medio de gestos que esperara y solté la maleta al lado de la puerta de mis abuelos.
Al salir me esperaba Gabriel, en su moto, aún con el casco en la mano, estaba muy sexy.
Me acerqué a él y le abracé, no podía desaprovechar ese mágico momento. Para mi sorpresa él correspondió a mi abrazo. Esta vez fue él quien me besó en la mejilla y fui yo la que me separé y le devolví el beso.

- Adiós, Gabriel.-dije.
- No digas adiós, solo di hasta pronto.

Yo sonreí y eso le bastó. Se puso el casco, me apretó un poco la mano y se fue, con su sonrisa aún pintada en sus labios.

- Hasta pronto.-susurré para mis adentros cuando él cruzaba la esquina.

martes, 12 de enero de 2010

DÉCIMO CAPÍTULO

CAPÍTULO 10. LA MEJOR COMPAÑÍA.


Se dio la vuelta cuando me oyó, estaba sonriendo, como desde que le conocía, no había parado de sonreír.
Me acerqué a él, subiendo las escaleras. Me quedé justo en frente suya, mirándole, como una autentica boba.
No me había fijado en sus preciosos ojos verdes hasta ese momento, me cautivaban, prácticamente me hipnotizaban.
Y su sonrisa no se quedaba atrás, era tan perfecta como él, normal que me estuviese empezando a enamorar, pensé. Pensé de nuevo en lo que acababa de pasar por mi mente, ¿me estaba enamorando de Gabriel?.

- Hola Aurora, ¿cómo estas hoy? ¿se te pasó el dolor de cabeza?
- Hola Gabriel. Pues bastante bien la verdad, y no ya no me duele la cabeza, la aspirina me curó el dolor en nada.-reí.
- Me alegra que ya estés bien, ¿sabes? Me encanta este lugar, y más si tú estas en él.-dijo dirigiéndome de nuevo otra de sus sonrisas.
- ¿Eso es un piropo?- reí de nuevo- A mí también me encanta este lugar, es mi sitio preferido del pueblo.
- ¿Si? No lo sabía, lo prometo. Mis contactos no llegan a tanto.-rió esta vez él.
- Pues ya lo sabes.-sonreí- ¿por qué te gusta a ti?- me animé a preguntarle.
- La verdad no sé decirlo con palabras, pero me transmite paz, y eso es algo que me encanta.-contestó mirando de nuevo el agua y sonriendo a su vez.- ¿y a ti?
- Pues si te digo la verdad, me gusta porque es un sitio tranquilo, rodeado únicamente por la naturaleza, apartado de lo demás, es como mágico y especial.-sonreí, estaba segura de mí misma en ese momento, solo tenía que decir lo que sentía, nada más.
- Es muy bonito lo que dices, Aurora.
- Digo solamente lo que siento.-le miré a esos ojos verdes y sonreí.

Se acercó a mí, más de lo que yo me esperaba, sentía el calor que desprendía su cuerpo, olía su perfume, con él tan cerca me sentía protegida.
Me miró a los ojos y sonrió, entonces hizo algo que yo no me esperaba, me besó en la mejilla. Yo me sonrojé un poco, pero lo suficiente como para que él se diese cuenta y sonriese aún más.

- Me encanta como eres, como piensas, como actúas. Mi tía se quedó corta al describirte.
- ¿quieres que me ponga más roja aún de lo que estoy?- reí.
- Bueno, estas guapa de todas maneras.
- Al final lo vas a conseguir..
- Anda, vamos, es hora de comer y nos estarán esperando en nuestras casas.
- Si, tienes razón, pero antes una cosa. Hoy vuelvo a Madrid, mañana salgo de campamento y no volveré hasta el 17 de julio, ¿estarás?
- ¿te vas de campamento? Yo también, soy monitor, me voy de prueba. Y volveré el 16 aquí, supongo, por tanto estaré cuando regreses.-sonrió de nuevo.¿cómo podía ser tan guapo?, pensé.
- Te doy mi número por si acaso.-saqué mi móvil- y dame tú el tuyo, no me gustaría perder el contacto contigo.
- Si, claro.

Ambos nos dimos el número de móvil y nos sonreímos de nuevo, ninguno de los dos se cansaba de sonreír.
Me cogió de la mano, y aunque estaba algo sorprendida, no le solté. Paseamos por el camino, entre los árboles. Vimos una flor preciosa, una lila, el la cortó y me la puso en el pelo. Era todo mágico, como el puente sur, y sentía un cosquilleo en mi estómago. Ya tenía la respuesta a la pregunta que tanto me hacía a mí misma. Estaba enamorándome.