PRÓLOGO

Era un día lluvioso, de esos que me hacían entristecer, un día de los que no me apetecía moverme de casa, y aún así tenía que ir al colegio, era mi penúltimo día, y mis padres me obligaban a ir, aunque supiesen perfectamente que no iba a hacer nada. Ese día no fue el mejor, es más me puedo aventurar a decir que fue uno de los peores. Me harté de mi mejor amigo, mis padres le dijeron a mi hermana que se separaban, al día siguiente terminaba el colegio y no vería en 3 meses a mis amigas ni a Jaime, al curso siguiente no hablaría casi con Mario y no me reiría con él y encima llovía, para colmo.
Al llegar del colegio lo único que se me ocurrió hacer fue encerrarme en mi habitación, no podía hacerme a la idea de que ese día era tan malo, ¿estaba en una pesadilla?
Mi casa estaba vacía así que pude poner mi música a todo volumen en mi habitación, y cante y bailé sin parar durante 3 horas. Ya cansada me duché y me tumbé en mi cama, me puse lo auriculares y estuve así hasta que mi madre y mi hermana entraron por la puerta.
Mi madre entró a mi habitación y me sacó de la relajación a la que estaba sometida.
- Aurora ¿qué haces aquí así? Creía que estarías en el cine con tu padre.
- Pues ya ves que no, al final papá ha dicho que venía así que nada.
- Vale, oye cielo ¿te pasa algo?
- Sí, si que me pasa.
- ¿quieres hablar del tema?
- Es sobre Dani.
- Bueno, creo que deberías desahogarte.
- Mira mamá, ya estoy harta de él. Ni me mira, ni me habla, ni siquiera un simple hola de saludo, nada, ¿no se supone que somos amigos? ¡Pues vaya un amigo tengo¡ así que, si él no hace por seguir nuestra amistad, no tengo por qué hacerlo yo.
- Aurora por favor, tranquilízate, todo pasa, seguramente no esté en su mejor momento, o quizás es que no se da cuenta de lo que pasa.
- No me vengas con eso mamá, porque sabes perfectamente que Dani es bastante listo, y que se da cuenta de todo. A mí no me engaña, se ha pasado.
- Aurora hija, no te pongas así, puede que le de vergüenza hablarte delante de sus amigos.
- Venga ya, pero si sus amigos son también los míos, esa excusa no me vale para nada.
- Pues no sé que mas puedo decirte, dale tiempo, seguramente le tienes agobiado.
- Pero, ¡si ni siquiera nos miramos! ¿cómo le voy a agobiar? Mamá no me entiendes. Él se suponía que era mi mejor amigo, pero ya he tomado una decisión, si no me habla, yo tampoco le hablaré, como ahora, y si se digna a hablarme va a tener que darme una buena explicación para tan absurdo comportamiento.

- Haz lo que creas correcto, pero te doy un consejo, no cometas errores de los que luego te puedas arrepentir.
- Lo intentaré, gracias mamá.

Cuando mi madre se fue, me quedé en la habitación pensativa, recordando momentos con Dani, como una autentica tonta. Había pasado tantas cosas con él, me había hecho sentir cosas inexplicables cuando solo tenía 6 años, había estado enamorada de él la mayor parte de mi corta vida, pero todo ese amor terminó, yo solo le veía como un amigo, al igual que él me vio siempre a mí, pero ya ni siquiera sabía si esa amistad seguía en pie. Desde hace días, prácticamente desde mi cumpleaños no hablábamos.
En mi cumpleaños llegué al colegio, estaba radiante por una parte, pero por la otra algo agobiada, los exámenes de evaluación eran la semana siguiente. Cuando entré en clase todo el mundo me felicitó, incluso los profesores, pasé una buena mañana. Al salir al recreo todas las Blue Girls, mis mejores amigas, me felicitaron, y después mis amigos, entre ellos Dani.

- Aurora, ¡felicidades!
- Muchas gracias, Dani.
- No hay de qué.

Esas fueron sus palabras para después irse a jugar al baloncesto.
Al recordar ese día y las últimas palabras que había cruzado con Dani me entraron ganas de llorar, pero no lo hice, yo era fuerte, y no volvería a llorar por él.
Me volví a relajar con mis cascos puestos, y me quedé profundamente dormida. Cuando me desperté lo primero que oí fue el sonido de la puerta, me levanté y comprobé que mis padres se habían llevado a mi hermana, supuse el por qué y no pude evitar llorar.
Mis padres ya no se querían como antes, al menos eso me habían dicho, se separaban. Yo lo sabía desde hacía dos meses, pero mi hermana no tenía ni la mínima idea, por eso se la llevaron a pasear, para contárselo.
Cuando dejé de llorar me quedé mirando mi corcho, con las fotos de todos mis seres queridos, mis padres, mi hermana, mis abuelos, mis primos, mis amigos. Vi también la foto de mi mejor amiga a mi lado haciendo el tonto como de costumbre. Lucía se fue un mes antes, a vivir a 400 kilómetros de aquí, de Madrid, y yo estaba destrozada, pero todo pasó, sabía que allí ella sería feliz, así que yo también lo era.
En ese momento sonó el teléfono y aunque no tenía ninguna gana de hablar con nadie, lo cogí.

- ¿si, quién es?
- Hola Aurora.
- ¿quién eres? Me estas llamando con un número privado.
- ¿ya ni siquiera reconoces mi voz? Soy Dani.
- Hola Dani, ya sabes que el teléfono distorsiona la voz. ¿para qué me llamas?
- Lo sé. Pues iba a hacerte una pregunta, ¿mañana a qué hora salimos?
- A la 1.30 como todos los días en junio, pero dudo que hagamos algo.
- Vale Aurora, pero solo he preguntado la hora nada más.
- Eres un borde, no llames más.

Y le colgué. ¿Cómo tenía la poca vergüenza de llamarme después de no hablar conmigo en casi un mes, y encima ponerse borde?
Todo lo que en ese momento estaba pensando sobre Dani se borró, mis padres y mi hermana acababan de entrar por la puerta, y mi hermana estaba llorando.
Pasamos la tarde, lluviosa, triste, lo que más deseaba en ese momento era irme a la cama.
Al día siguiente, todo había pasado, el ambiente en casa era más cómodo que tenso. Me fui a desayunar, me vestí con el uniforme del colegio y nos salimos de casa, mi último día de colegio acababa de empezar, 3º de la ESO ya terminaba.