solsticio de verano

solsticio de verano

domingo, 17 de enero de 2010

DOCEAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 12. PREPARANDO LA MALETA.


El viaje de vuelta a casa fue más largo de lo que esperaba. Nos había pillado el atasco y estuvimos más de media hora totalmente parados.
En esa media hora, estuve hablando con mi padre, me preguntó cómo llevaba mi hermana lo de la separación, pero no tenía ni idea.
Cuando salimos del atasco me volví a poner mis auriculares del mp4 y escuché música hasta que llegué a la puerta de casa de mi madre.
Me bajé del coche después de darle dos besos a mi padre y me encaminé a la puerta. La abrí y subí las escaleras que llevaban a mi portal, mis vecinas estaban allí con sus novios, me entró un poco de envidia, pero pasé de largo. Entré en mi portal y subí por el ascensor hasta mi casa, metí la llave y entré. El calor de mi casa era como el de ninguna otra, me encantaba, olía a mi madre y eso me reconfortaba.
Con mi madre no me llevaba del todo mal, teníamos nuestras diferencias, discutíamos casi siempre, pero el amor de una madre es insustituible y ella a mí me quería mucho, el amor era mutuo, yo la adoraba.
Cerré la puerta con cuidado al ver a mi madre dormida en su sillón, me fui a mi habitación, me cambié de ropa y me puse el pijama.
No era muy tarde, las 10 de la noche y aún tenía que preparar las maletas.
Supuse que mi madre se habría despertado por que mi gato no hacía más que estar a mi lado, lo que produjo que tirase una de las cosas que tenía en el escritorio. Fui a comprobar si seguía dormida, mi intuición no me había fallado, se acababa de despertar.

- Hola mami.
- Hola Aurora, ¿qué tal por el pueblo? ¿cómo están tus abuelos?
- Bien, todo bien, tengo algo que contarte. Los abuelos están bien.
- ¿Qué me tienes que contar?
- Algo que pasó en el pueblo, pero primero voy a cenar, me muero de hambre.
- Como quieras. Tienes la ensalada en el frigo y el pollo en el micro.
- Vale, ya vengo.

Fui a la cocina y cogí la ensalada de lechuga y tomate del frigo y el pollo del micro, un vaso de agua y una servilleta.
En el comedor estaba la mesa pequeña puesta, me senté en el sofá y puse la comida en la mesa. La televisión estaba encendida, mi madre estaba viendo una serie, así que a mí también me tocó verla.
Al terminar de cenar sonreí, había llegado la hora de contarle a mi madre todo sobre Gabriel y la fiesta de mi cumpleaños con las sorpresas.

Antes de que ninguna de las dos pudiésemos hablar sonó el teléfono, ¿quién podía ser a estas horas?

- ¿Si?- fui yo la que cogió el teléfono.
- Hola Aurora.
- ¡Jaime! ¿Qué tal?
- Muy bien ¿y tú?
- Yo genial, gracias.- jamás hubiese pensado que sería él.
- Me alegro mucho.
- Si, yo también. Bueno ¿necesitas algo?
- No, solo te iba a hacer una pregunta.
- Pues dime.
- ¿Podemos vernos algún día de estos?
- Claro, el día 16 vuelvo del campamento, si quieres quedamos ese día por la tarde?
- Me parece genial, a las 6 en el metro de siempre.
- Vale, venga adiós.
- ¡Pásalo bien!
- ¡Gracias!

Sonreí, no me esperaba esa llamada, y menos que fuese él quién hubiese llamado. Ya tenía el día de vuelta del campamento ocupado, pero ¿qué querría Jaime? ¿nos veríamos solos? Estaba pensando en el sofá cuando mi madre me sacó de mis pensamientos.

- ¿Me vas a contar ya que te pasó en el pueblo?
- Si mami, pero es que no sé por dónde empezar.
- Pues por el principio sería lo más adecuado.-dijo con una sonrisa.
- Vale, pues creo que me he enamorado.
- ¿cómo?- parecía alterada.
- Si, del sobrino de doña Carmen, la vecina de la abuela. Mami es que es guapísimo y majo y buena persona y listo, al menos lo parece, y simpático y educado y tiene 17 años...
- Entonces, ¿crees que has elegido bien? Aún no me explico que te hayas enamorado en dos días.- parecía confundida.
- Yo tampoco lo pensaba, hasta que sentí como cosquillas en el estómago. Es lo que dice la gente que se siente cuando estás enamorado ¿no?- la miré.- Ya sabes que yo nunca he sabido que era enamorarse, lo de Dani fue un capricho.
- Si, lo sé hija. Bueno ¿y cuándo le volverás a ver?
- Después del campamento. Por cierto mami, hablando del campamento, tengo que hacer la maleta, ¿me ayudas?-sonreí.
- Claro que sí.

Hacía mucho que no pasaba un rato con mi madre y que no compartía algo con ella, así que ya era hora.
Ambas nos fuimos a mi habitación y sacamos la maleta del armario, la grande, porque si cogía la pequeña no me entraría prácticamente nada.
La pusimos encima de mi cama y fuimos metiendo la ropa, abajo lo que menos se arrugaba y arriba lo que más se arrugaba. Metimos el chubasquero por si llovía, los bikinis y el trikini para la piscina.
Este año me iba de campamento con mis amigas, Lore, Bea y Alicia, pero no me iba a la montaña como todos los años, esta vez íbamos a la playa, a Almería para ser más precisa. Lo único malo que tenía para mí era que eran 4 horas y media de trayecto.

Mi madre y yo terminamos de hacer la maleta muy tarde, a las 2 de la mañana, yo estaba cansadísima y encima al día siguiente tenía que levantarme a las 8 si quería llegar al punto de encuentro con mis amigas.

Me acosté con mi madre, mi cama estaba demasiado llena de cosas como para quitarlas todas, así que mi madre se ofreció a compartir su cama.Me costó un poco encontrar el sueño, estaba nerviosa porque mañana iba a ver a mis amigas e iba al campamento. Además aún le daba vueltas a la llamada de Jaime.

No hay comentarios:

Publicar un comentario