solsticio de verano

solsticio de verano

lunes, 11 de enero de 2010

SÉPTIMO CAPÍTULO

CAPÍTULO 7.MI FIESTA DE CUMPLEAÑOS.


Después de leer la compatibilidad de mi signo y del suyo pensé que no debía hacerme ilusiones, mañana me iría de nuevo a casa para que el día e1 de julio estuviese en el campamento con mis amigas. Quizás no le volviese a ver, quizás el no sentía nada por mí, no sacaba conclusiones, solo sabía que tenía que aprovechar la fiesta, mi fiesta, al máximo.

Eran las 7 de la tarde, Nieves y yo habíamos dormido la siesta, como cualquier español, y ya era hora de levantarse e ir a mi casa a prepararnos.
Bajamos de nuestra “casa”, nos despedimos de mi abuela hasta dentro de un rato y salimos de casa de mis abuelos. Llegamos a mi casa, era un chalet, grande y amplio, tenía dos plantas más el desván de abajo, que daba al patio trasero. Allí era donde se haría el baile.
Entramos en mi casa y nos estaban esperando ya, impacientes mis dos tías, Sonia, la tía de mi padre y Elisa, la hermana de mi padre.
- Chicas, los vestidos están en la habitación de Aurora, cuando os hayáis vestido me llamáis y os peino y os maquillo.-dijo mi tía Sonia.
- Vale, tía.-contesté yo.
- Mientras, yo iré preparando la mesa de abajo y el desván.
- ¿Te puedo ayudar tía Eli?
- No, Nieves, tú tienes que vestirte, luego después si eso.
- Bueno, vale.

Las dos subimos, contentas a mi habitación, era grande, con una cama enorme en la que yo me pasaba los fines de semana pensando, tenía dos mesillas, una a cada lado de la cama, donde había fotos de mi madre, mi padre y mi hermana pequeña, Bea.
Los vestidos estaban estirados en la cama, había dos, uno naranja, para Nieves y el mío rojo que tantísimo me gustaba. Me puse el vestido, la verdad es que me quedaba realmente bien, tenía el escote redondeado, a lo barco y no tenía mangas. De corto era por encima de la rodilla, con algo de vuelo para disimular los kilillos que yo pensaba, me sobraban.

- Estás estupenda Aurora, el rojo te queda genial.
- Muchas gracias Nieves, pero me parece que tú me vas a superar con el tuyo naranja.-contesté a mi prima sonriendo, me sentía toda una princesa de cuento de hadas.
- No, tu me vas a superar, al fin y al cabo esta es tu fiesta ¿no?

Sonreí de oreja a oreja, no sabía lo que me esperaba, pero era bueno, eso seguro, ya me habían pasado demasiadas cosas malas.
Mi prima se puso su vestido naranja, estaba muy guapa, con su tono de piel el naranja era el color que, sin duda mejor le quedaba.
Llamamos a mi tía Sonia, ya habíamos terminado de vestirnos y ahora tocaba peinarnos y maquillarnos, pronto sería la hora y toda mi familia junto con Gabriel, estarían allí. Estaba muy nerviosa.
Mi tía empezó a peinarme, me recogió parte del pelo en un pequeño moño con pinzas y la parte que quedaba me caía lisa hasta por debajo de los hombros. Tenía el pelo largo, lo más largo que lo había llevado en mi vida, y más claro también. El color de mi pelo era un color indefinido pero bonito, unos decían rubio oscuro, otros castaño claro, pero a mí me encantaba.
Mi tía hizo un gran trabajo con mi pelo, ahora tocaba maquillarme. Sentí el cosquilleo de el lápiz de ojos y los polvos del colorete, no quería mirarme aún al espejo, solo cuando mi tía hubiese terminado.
Llegó la hora, pensé cuando oí que me decían que ya estaba lista, me levanté y me miré al espejo, no es por presumir, pero estaba ideal.
Después me levanté y fui a peinar a mi prima y a maquillarla, ella no salía de su asombro cuando me vio, y yo no pude hacer más que reírme.
La eché espuma en sus rizos colocándoselos y poniéndoselos perfectos y luego le puse colorete, sombra de ojos y la raya, como toda adolescente llevaba siempre.
Llamaron al timbre, a mí no me dejaron ver quién era, estaba muy nerviosa por bajar y poder estar con todos. Volvieron a llamar al timbre y esta vez conseguí ver quien era, Gabriel, iba muy apropiado, que digo, estaba tan bueno como esa mañana.
Sonreí, era la hora de bajar. Creo que estoy preparada, pensé en ese momento. Mi prima bajó primero, todos la aplaudieron. Cada vez me ponía más nerviosa. “te toca” me dije a mí misma, y empecé a bajar.
Mi patio trasero estaba lleno de gente, no solo la familia y Gabriel, si no también unos amigos de mi prima, Guille, Gonzalo y Ana, y alguien a quien nunca habría pensado encontrar, Dani, mi Dani.

No hay comentarios:

Publicar un comentario