solsticio de verano

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miércoles, 20 de enero de 2010

DIECISIETEAVO CAPÍTULO

17. PENSAMIENTOS.



Lore, Bea y Ali se metieron en el agobiante círculo de chicas que rodeaban al monitor nuevo, parecían decididas a traerle, pero quizás les fuese imposible.
El monitor parecía que era famoso, con todas las chicas alrededor, que no gritaban porque no querían que las castigasen y lo curioso es que todas eran más pequeñas que yo.
Cansada de esperar, y al ver que mis amigas no salían del montón, me fui a sentar a la orilla del mar, justo en el límite de donde llegaba el agua y a pocos metros de los chicos, que jugaban a la pelota.

- Aurora, ¿vienes a jugar?- me gritó Pedro.
- Venga vale, ¡voy!- contesté.

Jugamos un poco a la pelota, al fútbol playa, y nos lo pasamos realmente bien.
Llegaron las chicas, estaban sonrientes y felices, pero no habían podido sacar al pobre monitor agobiado por sus “fans”.

- Auro, era guapísimo, parecía un mister.- me dijo Lore, emocionada.
- No será para tanto.- contesté yo, extrañada.
- Pues si lo es, créeme, es guapísimo y muy majo además.- habló Ali.
- Si, pero además es muy simpático. Cuando le hemos dicho que queríamos que os conocierais nos ha contestado muy educadamente.- sonrió Bea.
- Nos ha dicho que te espera aquí en la playa a las 10 de la noche y que él se encarga de que Ana te deje.- Lore estaba muy contenta.
- Vas a ir digas lo que digas y Bea se va a encargar de que estés perfecta.-dijo Ali ilusionada.
- Chicas, ¿en serio ha dicho eso?-pregunté.
- Si, y ya queda poco tiempo, solo 3 horas para arreglarte, y cenar, así que nos vamos, Ana nos deja.- sonrió de nuevo Bea.
- Chicos, nos vemos a la hora de la cena, ¡tenemos trabajo que hacer!- les gritó Lore.

Y las cuatro nos fuimos al hotel.
Cada vez estaba más metida en mis pensamientos. Pensaba que todo lo que iba a hacer estaba mal, era como una traición, pero no sabía muy bien a quién estaba traicionando.
A Gabriel solo le había conocido hace dos días, pero ya sentía algo muy fuerte por él. Jaime había sido alguien muy importante durante el curso, me había tratado muy bien, me había ayudado y se notaba que yo le gustaba.
Justo después de pensar en Jaime me vino otra persona a la cabeza, Dani, y no sabía muy bien el por qué.
Al llegar a la habitación me di una ducha con agua fría, me lavé bien el pelo y el cuerpo y salí ya más relajada.
Cuando me sequé, mis tres amigas entraron para prepararme, estaban entusiasmadas y contentas, aunque no se si podría decir lo mismo de mí.
No paraba de pensar que esto que iba a hacer me hacía mal, pero no tenía por qué pasar nada con él, únicamente era un monitor, nada más, y dudo que tuviese un flechazo. Pero ¿y si lo tenía? No podía hacerme a la idea de querer ya a dos personas, cómo para querer a tres, eso era demasiado. Solo tenía quince años y ya tenía confusiones amorosas, ¿era normal?
Supongo que toda mi vida es típica de una adolescente con la edad del pavo que no piensa más que en ella, sus amigos y en chicos. Pero yo quería que mi vida fuese algo más, quería tener a un chico a mi lado que me abriese más puertas, que me ayudase a abrir los ojos a la vida real, y así no pensar que todo es como el cuento que mi padre me contaba cuando era pequeña, antes de dormir.

Bea se puso manos a la obra, me eligió unos shorts negros, que me quedaban bastante bien, eran mis preferidos, y una camisa azul de manga corta con unos cuantos botones desabrochados. Buscaron unos zapatos que me pegasen, al final terminaron decidiéndose con unos tacones negros altos con brillantes.
El pelo siempre había sido cosa mía, así que me dejaron peinarme a mí. Me dejé el pelo suelto y me puse una diadema con brillantes a juego con los tacones. El maquillaje era básico, aunque Bea se empeñó en ponerme sombra de ojos plata. Estaba muy guapa, o eso decían mis amigas, yo me veía un poco más arreglada que de costumbre, pero con las mismas caderas anchas y con los brazos gordos. Como toda adolescente, yo también tenía complejos.
Ya estaba lista, no tardamos mucho en salir, solo faltaba que ellas se preparasen para ir a cenar.
Salimos de la habitación y llamamos a la puerta de los chicos.
Abrió Andrés, que se quedó con la boca abierta al verme y sonrió.

- Aurora, estas guapísima.
- Gracias Andrés.
- ¿cómo es que te has puesto tan...así?- él no sabía que decir.
- Tiene una cita.- contestó Bea antes de que pudiera decir nada.
- Oh, una cita, ya me contareis con quién y eso.
- Si quieres, te lo contaremos.- respondió Ali.

En ese momento Pedro y Manu salieron, la impresión fue la misma que la de Andrés, pero no sabía muy bien por qué pensaba que ellos lo sabían.

Cenamos, la cena fue normal, hablamos un poco de todo, y el tema de la cita no salió y menos mal. Por lo que había entendido, cuando no estaba sumida en mis pensamientos, Lore y Manu iban a ir a algún lado solos y Bea y Pedro igual. Lo que no sabía era por qué Ali no me había dicho que se quedaba sola con Andrés, así me hubiese quedado con ella.
No tenía que preocuparme por Ali, pensé, ella es muy lista y si no me lo ha dicho es por algo.
Yo tenía que concentrarme en no perder la cabeza en la “cita” con el monitor, nada más.
Esa noche habría mucha conversación en la habitación 534.

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