solsticio de verano

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lunes, 11 de enero de 2010

CUARTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 4. EMPIEZAN LAS VACACIONES.


Empezaban mis vacaciones, después de un largo curso de colegio. Ya me había despedido de todos de los que tenía que despedirme y estaba preparando la maleta para irme a mi pueblo.
Mi pueblo estaba en Toledo, no era muy grande, pero sí muy bonito. Pasaba los veranos allí, rodeada de mis abuelos y mi prima, a la que sacaba dos años. Normalmente al llegar estaba un fin de semana, luego me iba al campamento de verano quince días y volvía para las fiestas. Ese verano no iba a ser menos, solo que después de las fiestas del pueblo iría a Galicia, a casa de mi tía y luego a Guadalajara para ver a mis otros abuelos. No pasaba prácticamente nada de tiempo en casa, y veía muy poco a mis padres, pero era algo que necesitaba y más después de que se separasen.

Había pasado ya una semana de la despedida de mis amigos, del famoso botellón y de mi promesa con Dani, era viernes y en menos de dos horas me montaría en el coche de mi padre rumbo a mi pueblo, Las Navillas, donde me estarían esperando toda la familia de mi padre. Tenía muchas ganas de llegar.
Nos subimos al coche de mi padre, mi hermana, mi padre y yo. Como en cada viaje yo cogí mi mp4, me lo puse y soñé despierta, evadiéndome de todo lo que tenía alrededor, mirando el paisaje y perdiéndome en él.

Llegamos a Las Navillas y paramos en casa de mis abuelos. Me quité los cascos del mp4, abrí la puerta y entré prácticamente corriendo por la puerta de aquella antigua casa que tantos recuerdos me traía.

- ¡Auro!
- ¡Nieves!
- ¿Cómo estas, prima?
- Pues genial, ¿y tú?- dije sonriendo.
- Muy bien, aunque llevo una semana algo aburrida, como no estabas..
- Vamos que me has echado de menos ¿no?
- ¡Sí! Y mucho además.
- Yo también a ti. Tenía muchísimas ganas de verte, primita.-la abracé muy fuerte.
- ¿Subimos a nuestra casa?- casi me suplicó.
- Pues claro que si.

Nuestra “casa” era la parte de arriba de nuestros abuelos, había dos camas, una para cada una y allí pasábamos las noches y las horas de extremo calor, como después de comer.
Era enorme, teniendo en cuenta que era la casa de mis abuelos sin ningún tabique. Pasé tantas cosas ahí arriba, tanto sola como acompañada, momentos irrepetibles.
Al subir me di cuenta de que todo estaba exactamente igual que como lo había dejado el verano pasado, solo que limpio.
Sonreía al ver mis sábanas de flores azules y mi cojín morado, cuando era pequeña le había llamado Blandi, porque era muy blandito.
Mi prima Nieves dormía al lado, su cama era del mismo tamaño que la mía, pero las sábanas de círculos naranjas, tal como era ella.
Nieves era una chica muy coqueta, le sentaba de maravilla el color naranja, de hecho era su preferido, era algo morenita de piel y tenía los ojos marrón chocolate. Siempre llamaba la atención. Estaba enamorada de el nieto de la vecina de mi abuela, Luis, que tenía su edad.

Pasamos ahí toda la tarde del viernes, bueno, lo poco que quedaba de ella, cenamos con mis abuelos y subimos a dormir. Pusimos la televisión para oír un poco de música en los 40 latino y hablamos hasta que nos dormimos.

Me desperté al oír un ruido, miré el reloj, las 10 de la mañana, demasiado pronto. Me asomé a la terraza y entonces le vi, me quedé asombrada, un chico alto, guapo, fuerte subido en una moto y entrando a casa de la vecina de mis abuelos, la señora Carmen.
¿Quién sería ese chico? ¿Por qué se parecía tanto al chico que veía en mis sueños?
Tenía mucho sueño, así que me metí de nuevo en la cama y me quedé dormida.

1 comentario:

  1. me encanta tu novela la estoii empezando aleer yme siento muy identificada con aurora, eres genial en serio.

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