solsticio de verano

solsticio de verano

lunes, 11 de enero de 2010

TERCER CAPÍTULO

CAPÍTULO 3. MI PERDÓN.

El ambiente era distante, ninguno de los dos se atrevía a decir nada, y una cosa tenía segura, no sería yo la que empezase a hablar.
Él dio el paso.

- Auro, ¿qué te pasa con migo?
- Que me tienes harta, Dani, ni siquiera me miras en el instituto, ya no se si quieres que seamos amigos.
- Pues claro que lo quiero, y siento haber sido así últimamente contigo, no te lo mereces, eres la mejor persona que conozco y te he hecho daño. Pero no era mi intención, lo juro, es solo que me enteré de lo de tus padres y no sabía cómo tratarte. Perdóname, por favor.
- ¿Era por lo de mis padres? Jamás lo hubiese pensado. No pasa nada Dani, te entiendo y te perdono.

No pude hacer más que abrazarme a él y llorar. Le entendía perfectamente, sabía que no era fácil para nadie y mucho menos para mí y su reacción era normal. Sentí un gran alivio dentro de mí, no podía permitirme el lujo de perder a mi mejor amigo, no ahora, le necesitaba a mi lado para poder afrontar la separación de mis padres. Tenía que ser fuerte y sabía que él me iba a ayudar.
Hablamos sobre cómo me sentía con respecto a mis padres, cómo estaba mi hermana, cómo había reaccionado ante la noticia. Entre conversaciones volvimos a recuperar poco a poco la amistad que yo creía perdida.
Estábamos a gusto juntos, abrazados, como dos amigos que no se pueden separar, ahí me di cuenta de que sin Dani en mi vida todo podía ir de mal en peor y eso era lo que menos quería que pasara.
Se me ocurrió hacer una especie de pacto, ya sé que era de niños pequeños, pero me hacía mucha ilusión tener una promesa con mi mejor amigo, algo que me diera total seguridad para mantenerle siempre, algo que recordar cuando no estuviésemos juntos.
Fue él quien empezó.

“Yo, Dani, prometo que desde ahora y para siempre mi amistad con Aurora se mantendrá en lo más alto del cielo, por encima de las nubes y más allá de las estrellas del firmamento, que el solsticio de verano me unirá a ella pase lo que pase, y que jamás lo olvidaré.”

Se me puso la piel de gallina al oír sus palabras, pero yo también hablé, era lo que deseaba.

“Yo, Aurora, prometo que desde ahora y para siempre mi amistad con Dani se mantendrá en lo más alto del cielo, por encima de las nubes y más allá de las estrellas del firmamento, que el solsticio de verano me unirá a él pase lo que pase, y que jamás lo olvidaré.”

Los dos a la vez dimos un beso a nuestros dedos y se lo pusimos al otro en el corazón y en los labios. Fue una promesa entre amigos, y yo estaba feliz por dentro y por fuera, y así lo transmitía.

Al acabar nuestra promesa me di cuenta de muchas cosas, entre ellas que el solsticio de verano era un cambio, no solo de una estación a otra, si no también un cambio en mi vida, un cambio para bien que me haría abrir los ojos a la realidad del mundo.

Llegaron los demás, era hora de irse, de despedirse de todos, un momento triste, pero que merecía la pena vivir.

Las Blue Girls nos abrazamos y a alguna que otra se nos escapó alguna lagrimilla, pero era normal, nos queríamos mucho y así lo demostrábamos.
Con los chicos no fuimos tan emotivas, dos besos y un “pásalo bien este verano, liga mucho y sé feliz” valía. Con todos excepto con Jaime y Dani, fue distinta.

- Jaime, pásalo genial este verano.
- Lo mismo digo Aurora.
- Y no ligues mucho ¡eh! Que no te veo yo a ti con novia.
- Bueno eso no lo digo yo, eso surge solo.
- Cierto, ¡que tengas mucha suerte!
- Igualmente.

Y le abracé sonriendo, aunque por dentro sentía un pequeño vacío sin él, y aunque supiese que el curso siguiente no sería lo mismo, estaríamos en clases separadas y eso quisiera o no nos separaba también a nosotros.

Fui a despedirme de Dani.

- Bueno que ya se ha acabado el día y toca despedirnos.
- No, yo no me despido de ti así, ni de coña.
- ¿y cómo piensas despedirte?
- Te tengo una sorpresa, ¿vienes?
- Vale.

Como ya había despedido a todo el mundo acompañé a Dani, ¿qué sorpresa sería esa que no me quería decir?

- Voy a acompañarte a tu casa.
- ¿estás loco? Si no te viene nada bien, está algo lejos de la tuya, ¿cómo piensas volver?
- Llamaré a mi padre para que me recoja. Pero algo tengo claro, no pienso dejarte ir sola a estas horas de la noche, es mi forma de pedirte perdón por cómo me he comportado contigo.
- Eres tonto, pero si ya estás perdonado.
- No soy tonto, soy listo y lo sabes. Lo quiero hacer y no me lo vas a impedir.
- Tonto.

No puede evitar sonreír, incluso reírme, era mi mejor amigo y ahora era cuando más me lo demostraba, le quería mucho, quizás más de lo que imaginaba.
Llegó el autobús y ambos nos subimos a él, me sentía cómoda y protegida a su lado.
La verdad, no me gustaba ir de noche hasta mi casa, el autobús no me dejaba en la puerta, sino bastante apartada y tenía que andar un buen tramo yo sola, con la gente mirándome, me daba miedo.

Estábamos tanto él como yo mudos, no decíamos nada, así que le hablé, de lo primero que me vino a la mente.

- Oye, Dani, ¿a ti quién te gusta?
- ¿Y esa pregunta?
- Curiosidad, supongo.
- Entonces no te lo digo.
- ¿Y eso por qué? Venga Dani que sabes que puedes fiarte de mí.
- Sí, lo sé, de ti si, pero no de tu curiosidad.- contestó Dani con una sonrisa.
- Que gracioso..como no me lo cuentes me enfado.
- Sabes que no te tengo miedo curiosidad de Auro y no intentes que me sienta mal por no calmarte.
- Deja de decir tonterías, tonto.-intenté parecer enfadada con él.
- Venga Auro, no seas así, solo quería sacarte una sonrisa.
- Vale, lo has conseguido.- reí- ¿ahora me lo vas a decir?
- ¡Bien! Pues es una amiga tuya..-parecía serio.
- ¿A sí? ¡Qué fuerte! ¿Quién es?
- Eres una cotilla..y esa es una de tus múltiples cualidades.
- Anda bobo, suéltalo ya.-reí.
- Me gusta Miri, es tan loca y simpática y graciosa..

Me reía, se notaba que lo decía en serio, pero yo no sabía muy bien el por qué, me sentía cada vez peor al escuchar eso que acababa de decirme. Recordaba todos los momentos que había pasado con él, todas las risas que habíamos compartido, todos mis llantos clamados en su hombro. No podía imaginarlo haciendo todas esas cosas con otra de las Blue Girls, era algo que me superaba, pero me mantuve bien delante de él, lo que menos quería era que me viese llorar por esa absurdez. En todo el trayecto que quedaba no dejé de reír y mirarle, aunque por dentro me sintiese entristecer. Sabía que no tenía de qué preocuparme, habíamos hecho una promesa que no podía romper nada ni nadie. Aún así yo no estaba bien.

- Bueno, ya estamos en mi casa.
- Ya lo veo, muchas cosas seré pero no ciego.-dijo riendo.
- En serio, eres tan gracioso.-dije riéndome con ironía.
- Lo sé.-sonrío de oreja a oreja- bueno, ya que yo te he contado quién me gusta, me lo tendrás que decir tu también.

Me quedé muda. Habíamos bajado del autobús y estábamos en el portal de mi casa cuando lo dijo. Me gustaba mucho Jaime, pero después de cómo se puso al vernos juntos, no quería contárselo, por miedo a que se enfadase.

- Venga Auro, dímelo.
- Es que creo que te vas a enfadar.
- Seguro que has elegido bien, no me enfadaré.-dijo con una sonrisa en la cara.
- Me gusta Jaime.-dije con voz apagada.

La sonrisa de su cara había desaparecido, me miraba algo extrañado, cómo si no quisiese creerme, yo estaba incómoda.

- Jaime ¿en serio?
- Si, en serio.- agaché la cabeza.
- Pues vaya gusto tienes. ¿Por eso estabais tan acarameladitos antes?
- No estábamos acarameladitos tonto, solo hablábamos.
- Sí, ya, como una parejita feliz.
- Y dale, que no tenemos nada.
- Lo que tú digas, ya hablaré con Jaime.
- A ver que le dices.
- Tranquila, nada malo.
- Vale, una cosa, ¿por qué viniste diciendo eso?
- Pues no lo sé muy bien, hice lo que sentía que debía hacer. Además, tu primer beso no podía ser así.
- ¿cómo sabes que era mi primer beso?- estaba algo confusa.
- Uno tiene sus contactos.
- Ahora no te hagas el gracioso, dime cómo.
- Soy tu mejor amigo, y en alguna ocasión me has dicho que tu primer beso te gustaría que fuese especial. Simplemente lo supuse.
- Vale, reconozco que eres muy listo.-dije riendo y algo sonrojada.
- Ya era hora de que lo reconocieras.-sonrió.
- Te lo vuelvo a repetir, y no me cansaré de repetírtelo, eres el mejor amigo del mundo.

Y dicho esto le abracé, con fuerza, y le di un beso sonoro en la mejilla. Él sonrió de nuevo y me lo devolvió igual o incluso más sonoro. Ambos reímos.

- ¿Sabes? Echaré de menos a mi graciosillo preferido.
- Yo echaré mucho más de menos a mi sensible preferida.
- Tonto.
- Loca.
- No estoy loca.
- Ni yo soy tonto, pero es lo que hay.

Así nos despedimos, y nuestro último adiós fue una gran sonrisa.

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