solsticio de verano

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jueves, 25 de noviembre de 2010

CAPÍTULO 82

CAPÍTULO 82. MÁGICO Y PRECIOSO.








Ninguno de los dos lo pudo evitar, ambos sabíamos que por más que nos negásemos terminaría pasando. Nos besamos. Fue un beso igual de mágico o incluso más que el primero. Lleno de fuerza, de sentimientos muy profundos que los dos sentíamos el uno por el otro. Sus labios eran más dulces y cálidos de lo que los recordaba. Su mano acariciaba mi cintura y la mía su brazo, suave como el terciopelo y fuerte, muy fuerte. Estuvimos besándonos bastante tiempo, nuestras respiraciones iban entrecortadas, a causa de no querer parar de sentir eso que estábamos sintiendo, al no querer separar nuestros labios. No quería dejar de saborearle, de notar su lengua recorriendo cada rincón de mi boca, de sentir el calor que desprendía su cuerpo, de notar cada una de sus caricias, de tocarle y sentirme la chica mas feliz del universo. No quería que eso acabara. Pero acabó.
Dani se separó de mí y me cogió la mano mirándome a los ojos. Parecía algo triste.
Pero, ¿por qué está triste si esto que acaba de suceder es lo mejor que me ha pasado en la vida?- pensé.
Pero luego me di cuenta de que esto que tan bien me había hecho sentir, no se debía haber producido. Me di cuenta de que tenía un novio al que quería muchísimo, y de que al chico al que acababa de dar el beso más alucinante de mi vida era mi mejor amigo.
Nos mantuvimos muy cerca el uno del otro, mirándonos a los ojos y agarrados de la mano. Mi corazón no quería que este momento terminase, pero mi cabeza no hacía más que recordarme a Toni.
Me solté de su mano y me di la vuelta dándole la espalda. Me sentía en parte bien y en parte mal por lo que había pasado.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla, una lágrima que intentaba liberarme de todo lo que estaba sintiendo por Dani, cosas que ya sentía, pero que no habían salido a la luz.

Tras mucho pensar, me di la vuelta de nuevo. Dani estaba ya dormido, parecía un ángel bajado del cielo. No me pude resistir, me incorporé un poco y le di un dulce beso en la mejilla. Por mucho que hubiese pasado entre nosotros, no dejaba de ser mi mejor amigo.

Apoyé mi cabeza en su pecho, como ya había hecho otras veces. Le miré la cara, sus ojos cerrados y su sonrisa que aún mantenía incluso dormido, me producían un intenso sentimiento de amor.
Así, en esa postura, me quedé dormida, pensando solo en él.


A la mañana siguiente, cuando me desperté, Dani no estaba en la cama, su lado estaba totalmente vacío.
Me levanté y sin cambiarme de ropa salí de mi cuarto. El pasillo olía a churros, sonreí al darme cuenta de que mi abuela estaba en la cocina haciendo mi desayuno preferido.
Fui al baño y me lavé la cara, al menos tenía que estar presentable. Me puse el bikini y me apresuré a ir a la cocina, donde efectivamente y tal como yo había supuesto, estaba mi abuela friendo churros congelados.

- ¡Hola abuela! ¡Qué buena pinta tienen esos churros!
- Aurora, por fin te has levantado, todos te esperábamos para desayunar.
- ¿A mí? Pero si nunca me esperáis.
- Esta era una ocasión especial.
- ¿Y Dani?
- Está ayudando a tu abuelo a cortar el césped, no lo recordaba tan majo y tan colaborador. Es un buen partido, Aurora.
- Ya lo sé, abuela, pero es mi amigo y ya sabes que no quiero perderle. Además ya he sufrido mucho.
- Hija, déjame que te de un consejo. Lucha por lo que verdaderamente quieres, porque una verdadera luchadora siempre gana, nunca pierde.
- Gracias abuela, pero no se si eso va a funcionar conmigo.
- Contéstame a una pregunta. ¿Le quieres?
- Mucho, como amigo.
- ¿cómo algo más? A mi no me puedes mentir hijita, lo sabes.
- Sí abuela, lo sé y también se que no me puedo quitar de la cabeza sus ojos, su sonrisa, su manera de tratarme, su forma de ser. Pero no puedo convencerme a mí misma de que estoy completamente enamorada de él, porque eso solo me dañaría. Se va a Londres cinco años, y eso es demasiado para mi corazón.
- Te entiendo.- me abrazó muy fuerte.- ¿sabes? Siempre he dicho que nos parecíamos, pero no me daba cuenta de hasta qué punto. Eres igual de romántica que yo.
- Es un orgullo parecerme a ti.
- Y a mi me emociona que me digas esas cosas.
- Pero no llores que nos conocemos.- en vez de llorar, ambas reímos. Me puse a ayudarla con los churros sin darme cuenta de que aún estaba con el camisón corto de flores de mi madre.






PARTE NARRADA POR DANI.





No me había dado cuenta de que había dicho esas palabras en alto, hasta que Aurora se dio la vuelta con un brillo en los ojos demasiado potente.
La miré, no podía dejar de hacerlo. Y al final terminamos fundiéndonos en un precioso beso.
Cuando nos separamos, añoraba sus labios, el tacto suave de su piel de porcelana, sus ojos mirando los míos, su mano recorriendo mi brazo.
Ella se dio la vuelta y yo no pude evitarlo, sabía que había hecho mal en besarla, ella tenía novio.
Cerré los ojos para relajarme e intentar dormirme para soñar de nuevo con sus labios. Al poco tiempo de haberlos cerrado, noté como Aurora se incorporaba y me daba un beso en la mejilla. Un beso que no sabía qué significaba. No quise abrir los ojos, era demasiado bonito tenerla tumbada en mi pecho, notar su pelo rozando mi cara. Quizás ya había empezado mi sueño y tenía miedo de abrir los ojos por si desaparecía esa sensación.

Cuando al fin me desperté, ya por la mañana, Aurora estaba tumbada pegada a mí, durmiendo plácidamente, con una sonrisa en los labios.
Me levanté con mucho cuidado de no despertarla, me vestí y salí para echar una mano al abuelo de Aurora.
Le di los buenos días a su abuela, a su abuelo y a su tío, que ya estaban levantados y empezando a hacer las tareas de la casa.
Tras haberles saludado, me dirigí al jardín de atrás, donde estaba Marcos.

- ¿puedo ayudar en algo?- le pregunté.
- Pues claro. Si quieres te enseño a cortar el césped y así me echas una mano.- me dijo Marcos con una sonrisa muy amistosa.
- Estaré encantado de aprender y así poder hacer algo.

Y así, Marcos me fue enseñando a cortar el césped con una máquina bastante moderna. Pasé bastante tiempo cortando césped, con ayuda de Marcos y cada vez lo hacía mejor, según me decía él.
Ya cansado, después de pasar todo el jardín de atrás, con el sudor en la frente a causa del terrible calor que hacía, subí a la cocina a por una botella de agua para Marcos y para mí.
Antes de entrar, me paré un momento. Aurora estaba dentro de la cocina hablando con su abuela. Era sin duda ella, no confundiría su voz armoniosa con ninguna. No pude evitar oírla.
Había dicho que me quería, que estaba enamorada de mí, pero que no quería sufrir más por mi marcha.
La entendía perfectamente, era justo lo mismo que me pasaba a mí, solo que yo no podía evitar sentirme atraído por ella, quererla como a ninguna chica había querido. Ella en cambio tenía a Toni, que estaba ahí para ella, que la quería y que no se iría a ningún lado cinco años.

Sabía que la tendría como amiga, pero yo la quería mucho más que eso. Estaba celoso de Toni, mucho, porque él la tendría el tiempo que yo no estuviese, disfrutaría de sus besos, de sus abrazos, de su vitalidad, de su valentía, de su cariño, de su simpatía, de su infinito amor.

sábado, 19 de junio de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 81

CAPÍTULO 81. BUENAS NOCHES.






El paseo por la urbanización con Dani, fue mágico, como todo lo que me pasaba con él desde aquel primer y único beso que nos dimos.
Solo de recordarlo, un escalofrío recorría mi cuerpo de arriba abajo y no podía evitar sonreír.
Al volver al chalet, nos fuimos directamente a la cama, pero no sabíamos dónde iba a dormir Dani, así que me tocaba hablar con mi abuela.

- ¡Hola abu!
- Aurora, ¿qué tal lo habéis pasado?
- Pues bien, nada más hemos dado un paseo.
- Ya. Aurora, ¿estás segura de que ya no te gusta Dani? Aún me acuerdo de cuando eras una cría y suspirabas por él.
- No abuela, ahora tengo novio y estoy muy feliz con él, Dani es sólo mi mejor amigo.
- Sufriste mucho, me alegro de que se te haya pasado.
- Bueno, quería preguntarte si Dani podía dormir en mi cuarto conmigo.
- Como tu quieras, a mi no me importa.
- Vale, gracias abu.
- Eso sí, estoy segura de que cuando venga tu prima va a querer dormir contigo así que aprovecha esta noche al máximo.
- ¿cómo que la aproveche? ¿a qué te refieres abuela?
- Yo me entiendo. Mañana nos vamos tu abuelo tu tío y yo a comprar por la mañana, vendremos sobre la una, justo para hacer la comida.
- Vale, no te preocupes, encontrarás la casa como la tienes todas las mañanas.
- Eso era lo que quería oír.
- Me parece que lo sabía.- sonreí y le di un beso en la mejilla. Sabía que lo que le acababa de decir a mi abuela le había llegado. Yo seguía siendo una adolescente que no ayuda prácticamente en casa y claro, si digo que voy a hacer toda una casa en una mañana, pues a mi abuela que sabe que me cuesta, la hacía ilusión.


Me dirigí a mi habitación, donde me esperaba Dani.


- ¿Y? ¿ qué te ha dicho?
- Que puedes dormir conmigo.- sonreí y me tiré a mi cama. Se le iluminó la cara- pero sólo esta noche.- cambió de estar feliz a estar algo decepcionado.
- ¿y eso?
- Mañana vienen mis primos y mi prima seguro que quiere dormir conmigo.- su cara esta vez fue de alivio.
- Vale, menos mal, creí que era porque tu abuela se había pensado mal.
- ¿pensarse mal? ¿y por qué iba a hacerlo?
- Nada, cosas mías.
- No voy a insistir, tengo sueño.- le miré y le sonreí, él me devolvió la sonrisa.
- Vale, pues a dormir.- se acostó a mi lado. Esta vez me reír prácticamente a carcajadas.- ¿qué pasa?
- ¿piensas dormir con vaqueros?- se miró y rió también.
- No me había dado cuenta.- y tras decir esto se quitó la camiseta y los vaqueros, quedándose en ropa interior. Al ver su cuerpo sin ropa, empecé a tener calor, no podía evitar sentirme terriblemente atraída por el físico de Dani además de por todo él.
- ¿no te pones pijama?- pregunté intentando relajarme.
- En verano siempre duermo así, espero que no te moleste.
- No, no te preocupes. Voy al baño y a darles las buenas noches a mis abuelos y a mi tío, ahora vengo.- cogí mi camisón de flores rojas y blancas que había heredado de mi madre, y salí de la habitación, con el corazón algo agitado.

Me metí en el baño, me puse el camisón, me lavé los dientes, me peiné, me quité el poco maquillaje que llevaba, me eché las cremas para la cara y abrí la puerta del baño, dirigiéndome a la terraza.
En la terraza estaban mis abuelos hablando y mi tío escuchando la radio con los cascos puestos.
Me acerqué a mis abuelos y les di un beso y un abrazo a cada uno, luego me acerqué a mi tío y le quité un casco.

- ¿cómo va el partido?
- Pues bien, hija, bien.
- ¿quién gana?
- El Liverpool.
- ¡Toma ya! Arriba Torres.- yo era una gran fan de Fernando Torres, era tan guapo, tan buen futbolista y tan increíble que me tenía cautivada completamente.
- Anda, la tonta de Torres.- ambos reímos.
- Bueno tío, buenas noches.- le di un beso y un abrazo a él también.
- Que duermas bien con tu acompañante.
- Es solo un amigo.
- Tu forma de mirarle no dice lo mismo.- y tras decirme esto se volvió a poner el casco.
- Aurora, espera, que al final hemos decidido no ir a comprar, ya iremos por la tarde, así que puedes dormir tranquila.
- Vale, gracias abuela.

Entré de nuevo dentro con una sonrisa en la boca, que fue desapareciendo mientras pensaba en lo que me había dicho mi tío. ¿de veras estaría enamorada de Dani? No, eso no podía ser. Me repetí unas mil veces lo mismo. Solo es mi mejor amigo.
Llegué a mi cuarto y entré con cuidado por si acaso Dani ya se había dormido. Me equivocaba, estaba tumbado en la cama mirando fijamente el techo. En cuanto entré, salió de sus pensamientos y me dirigió la más cálida de sus miradas.

- Estás muy guapa con ese camisón.
- Gracias, era de mi madre.
- Estoy empezando a darme cuenta de que esta familia tiene muy buen gusto.
- Eso es porque todavía no has conocido a mi tía.
- ¿no tiene buen gusto ella?
- Sí, aunque sea la mujer del hermano de mi madre, es el estilo personificado.
- Me encantará conocerla entonces.
- Recuerda, está felizmente casada.- bromeé.
- No haré ninguna tontería, lo prometo.- me siguió la broma.
- Anda, duerme y calla.- me tumbé y apagué la luz, sonriendo en la oscuridad.
- Que duermas bien.- me susurró al oído provocando de nuevo uno de esos mágicos escalofríos que me recorrían todo el cuerpo.
- Que sueñes con los angelitos.- me giré dándole la espalda y me hice la dormida. A los pocos minutos oí cómo decía Dani algo.
- El único ángel con el que quiero soñar lo tengo justo al lado.- en ese momento me giré para mirarle a la cara. Quedamos muy juntos, nuestros labios prácticamente se rozaban, mi mano estaba en su fuerte brazo y su mano en mi cintura. Nos miramos, durante un tiempo que se me hizo eterno.

SOLSTICIO DE VERANO 80

CAPÍTULO 80. UNA BATALLA EN MI INTERIOR.





Era ya la hora de la cena, la mesa estaba puesta, seis platos contando a mi madre que se iba a Madrid después de cenar.
Me senté en mi sitio, enfrente de la televisión y de espaldas a la puerta. Dani se sentó en el sitio de mi hermana, justo a mi lado.
Mi abuela había echo de cenar tortilla de patata, una de mis comidas preferidas y que a ella la salían espectaculares.
Comenzamos a comer, con la televisión puesta en la uno, para ver el telediario. Solo podías ver lo que quisieses de las diez de la noche en adelante, la tarde estaba ocupada por mi tío, que siempre veía partidos de fútbol, de baloncesto o de tenis, y la mañana ocupada por mi abuelo, que veía las noticias de los días anteriores. Lo que era ya prácticamente una tradición, era sentarnos todos a la mesa a cenar y poner el telediario mientras comentábamos las noticias o cómo nos había ido el día.
Al ver que todo lo que hacíamos años atrás, se había mantenido, no pude evitar sentir una sensación de alivio y de tranquilidad. Me sentía en casa, me sentía muy bien y en muy buena compañía.

A la vez que iba recordando los momentos pasados en esa mesa tan grande en la que cabíamos los diez de la familia, fui mirando uno a uno tanto a mis abuelos como a mi tío.
Empecé con mi abuelo. Era un abuelo, claro está, pero no como todos, mi abuelo Marcos era diferente. Siempre sabía cómo sacarte una sonrisa, se pasaba el día bromeando, pero eso sí, si había que ponerse serio, se ponía.
Quería muchísimo a mi abuela y siempre estaba para ayudarla en todo. No se rendía por nada del mundo, si se proponía hacer una cosa, al final terminaba consiguiéndola. Cuando era más pequeña me contaba cómo había sido su pasado, cuando era boxeador, o cuando empezó a estudiar a los cuarenta años para sentirse a gusto consigo mismo. Le admiraba mucho. Siempre he querido ser tan generosa y tan buena persona como él. Me daba muy buenos consejos, de pequeña, pero sobretodo cuando fui entrando en la adolescencia, referentes a mi madre, a mi padre, a mis amigos y a los estudios. Gracias a mí, entró en el mundo de la informática y yo me divertía mucho enseñándole a manejarse con el ordenador. Es el mejor abuelo que podía tener.

Seguidamente miré a mi tío, situado a un lado de mi abuelo.
Mi tío abuelo tampoco era como los demás. Cuando hablas de un tío abuelo, todo el mundo se lo imagina cómo el típico que te coge de los mofletes, que no deja de sonreír cada vez que te ve y que te trata como una niña toda tu vida. Mi tío era un soltero, pero de oro. Es cierto que me consentía muchísimo, pero a mí y a todos sus sobrinos nietos. Siempre que íbamos a verle nos bajaba a comprarnos algo en los chinos, los cuales ya le conocían de sobra. Era un gran aficionado a los deportes, no se perdía ni un solo partido. Era el que se encargaba de la piscina en verano y su rincón preferido del chalet era el chiscón, donde se pasaba horas haciendo artilugios o arreglando cosas. Siempre me recordaba la vez de cuando era pequeña y jugaba al escondite con él y con mi tata, su madre. El me preguntaba que dónde estaba y yo cómo era muy pequeñita y no sabía esconderme, salía corriendo y decía, ¡Estoy aquí tío Lolo, estoy aquí! Siempre nos había hecho mucha gracia recordarlo. Le tenía mucho cariño y siempre le he estado agradecida por todo lo que ha hecho por mí.


A continuación, miré a mi abuela. Estaba muy atenta a las noticias. Sonreí, mi abuela siempre había sido curiosa, pero no de las típicas cotillas, sino de las que se quieren enterar de las cosas importantes que tienen que ver con ella y con su familia. También era muy sensible, en eso había salido a ella. Se preocupaba mucho por la gente a la que quería y lo mínimo le hacía llorar, o bien de alegría o bien de pena. Siempre que la hacía un poema o la cantaba una canción bonita, se emocionaba y me hacía a mí también emocionar solo de verla. Lo que sentía por mi abuelo era un amor infinito, estaban hechos el uno para el otro y eso a mí siempre me había servido cómo referencia de pareja perfecta, con alguna discusión, pero sin importancia y con un amor que sobrepasa barreras. Ella cuando era joven, también cantaba y por eso siempre le ha encantado que le cantase alguna canción. Mi abuela no era como las demás, era como mi segunda madre., al fin y al cabo era mi madrina. Siempre que iba a verla, nuestros abrazos me reconfortaban y al verla sonreír, por muy triste que yo estuviese yo también sonreía. Yo no he recordado nunca, porque era muy pequeña, pero cuando tenía un año más o menos, mi abuela todas las tardes venía a mi casa a llevarme a dar un paseo en mi carrito, con mi tata del brazo. Entre las dos me cuidaban y ahora siento que debo ser yo quién la cuide a ella. Es una abuela especial, como ella no hay ninguna. La quería muchísimo y si ella no estuviese no sé que sería de mí.



La cena fue bastante tranquila, no hubo demasiada conversación, puesto que ya a bastante interrogatorio nos habían sometido tanto a Dani como a mí.
Después de recoger la mesa, mis abuelos y mi tío se salieron a la terraza a tomar el aire, como hacían desde que yo tenía memoria. Mi madre se tenía que ir ya y la despedimos. Después Dani y yo, decidimos quedarnos dentro para ver una película.
Dani se sentó en el sofá grande y yo a su lado. Pusimos la televisión y con el paso de la película, fui poniendo la cabeza en el pecho de Dani y él me fue rodeando los hombros con su brazos. Parecía la escena de la película que estábamos viendo sobre unos enamorados, solo que nosotros sólo podíamos ser amigos.
Cuando la película terminó, nos pusimos de acuerdo en salir a dar un paseo por la urbanización. Mis abuelos y mi tío estuvieron de acuerdo, pero por petición mía, no vinieron con nosotros.
La noche estaba bastante oscura, la luna no iluminaba tanto como otras veces, como la vez que Toni y yo nos besamos por primera vez.
No quería pensar en Toni más, él era mi novio y sabía que iba a estar ahí siempre, pero Dani era mi mejor amigo y era yo la que tenía que estar ahí siempre con él. Tanto física como mentalmente.
Andamos entre los chalets que había en la urbanización. Uno eran enorme, otros normales y otros un poco pequeños.
Recordé la vez que cogí la bici por primera vez en la urbanización. Tendría unos 6 años, mi madre estaba embarazada de mi hermana y yo quería aprender a montar en bici para cuando la enana creciese, poderla enseñar.
Cogí la bici de mi tío Manuel, el hermano de mi madre. Me estaba un poco grande, pero no me importaba porque todo mi afán era aprender a montar una bici grande y así sentirme más mayor.
Me monté y fui pedaleando hasta llegar al conjunto de chalets en el que estaba ahora con Dani. En una de las casas, había un perro enorme que nada más pasar yo empezó a ladrar como un poseso y al ser pequeña, me asusté y me caí de la bici. Luego me asomé a esa casa, intentando evitar al perro. El chalet era de los normales, ni grande ni pequeño y en la terraza que daba al jardín delantero, vi a un chico un poco más mayor que yo jugando con la pelota con su perro más pequeño.
Al recordarlo me hizo gracias y sonreí, ahora me daba cuenta de que ese chico con su perro era igual que yo con mi gatito.

Sé que pensaréis que esto no tiene nada que ver con el paseo con Dani, pero para mí fue muy importante recordarlo, fue una nueva etapa en mi vida, como la que estaba viviendo en esos momentos. Tuve que superar el miedo a las bicis grandes sin ruedines, y a los perros que ladran muy fuerte. Y ahora estaba intentando superar un miedo todavía mayor, el miedo a quedarme para siempre sin mi mejor amigo, por eso tenía que pasar tiempo con él, para que no me olvidase para siempre.

Miré a Dani a la cara, a pesar de la oscuridad. Las farolas no estaban muy encendidas, pero la mínima luz que había me bastaba para poder contemplar sus preciosos ojos azules, esos que a mí tanto me gustaban.
Él también me miró, tan dulce y tierno como se miran una pareja. Sonreí, me esperaba que pasase cualquier cosa entre nosotros esa noche y la semana entera. Sabía que por mucho que me intentase resistir, mi corazón sería el que terminaría ganando la batalla contra mi mente. Pero tenía que intentar seguir ocultando todo ese amor que guardaba hacia él, no amor de amigos, un amor de verdad que yo ni siquiera sabía que existía.

SOLSTICIO DE VERANO 79

CAPÍTULO 79. GUADALAJARA.






El viaje se me hizo bastante corto, entre la radio, la conversación sin sentido con Dani y las risas de mi madre al oírnos.
Al llegar a la urbanización de mis abuelos y pararnos enfrente de su chalet, una sensación de alegría me recorrió todo el cuerpo. Miré el chalet una y otra vez, me muy bueno recuerdos. Allí había pasado la mayor parte de los veranos de mi infancia.

Me bajé del coche, cogí la maleta y a Dani de la mano y fui directa a la puerta con una sonrisa de lado a lado de mi cara.
Llamé al timbre de la verja de fuera, fue mi tío abuelo el que nos abrió.

- No me lo puedo creer, Aurora, no sabíamos que ibais a venir hoy.
- Para que veas Tío Lolo.- abrió la verja y me tiré a sus brazos.
- ¡Qué guapa estás!- me dio un beso en la frente.
- En un mes no he podido ponerme guapa, tío.
- Tienes razón, tu has sido guapa siempre.- cada vez que me veía, mi tío abuelo me decía lo guapa que estaba y yo le decía lo mismo.
- Y dale. Bueno dejemos el tema.- miré a Dani que se estaba riendo.
- ¿y este chico quién es?
- Es Dani tío, mi mejor amigo, que va a pasar una semana aquí con nosotros.
- Encantado.- le dijo Dani tendiéndole la mano.
- Muy educado, si señor.- dijo mi tío apretándole la mano.- igualmente.
- ¿y los abuelos?
- Tu abuela está en la cocina, preparando la cena y tu abuelo regando el césped por la parte de atrás.
- Vale, vamos a verlos.- volví a coger a Dan de la mano y me adentré en el chalet.

Seguía tal y como lo recordaba del verano pasado. El comedor era bastante grande, con tres sofás y una mesa con ocho sillas. La televisión estaba colocada encima de la chimenea. En el mueble de al lado de la mesa había miles de libros y fotos mías, de mi hermana y de mis primos.
Seguimos andando, tras pasar el comedor, estaba la habitación de mis abuelos, grande y espaciosa, con dos camas juntas con una mesilla a cada lado y un gran ventanal. El armario lo habían cambiado de sitio y ahora estaba al lado de la ventana.
Un poco más adelante, la habitación de mi tío, cerrada como de costumbre, a su habitación solo entraba él.
Seguida a la habitación de mi tío estaba uno de los baños, era pequeño pero aun así siempre me había gustado, porque en el lugar de la ducha había un frigorífico donde guardábamos los refrescos y las cervezas de mi tío.
Justo al lado del baño había dos puertas, una era la antigua habitación de mis padres, donde ahora solo dormía mi madre. Era grande también, con dos camas y una mesilla en medio. El armario era enorme, solía esconderme allí cuando jugaba al escondite con mi abuela y mi abuelo, pero siempre me encontraban.
La otra puerta era la habitación de mis tíos, tenía mucha luz gracias a la gran ventana que tenía. Había una cama de matrimonio y al lado una cuna. Era la cuna de mi prima pequeña, Susana, que era también mi aijada.
Enfrente de la habitación de mi madre y de mis tíos, había dos puertas más, la habitación de mi primo y mi hermana, que tenía una litera y un armario no excesivamente grande lleno de juguetes y mi habitación.
Entré en mi habitación con Dani y dejé mis cosas en la silla que había a los pies de mi cama. Mi cama era ni grande ni pequeña, era mediana, debajo de mi cama había otra, donde el año pasado dormía mi prima pequeña y yo la cuidaba. En esa cama dormiría Dani si mis abuelos me dejaban.
Cerré la puerta de mi cuarto una vez había abierto las ventanas para ventilar un poco y para que se fuese el olor a cerrado. A continuación de las habitaciones estaba el baño grande. Ese baño era una pasada, tenía dos duchas, dos lavabos, una ventana con vistas a la piscina, dos armarios y tres espejos. Al juntarnos tantos en ese chalet en verano, ese baño no podía ser solo para uno, sino al menos para dos.
Volvimos al comedor y fuimos hacia la cocina, a la cual se entraba desde el comedor.
Tal como había dicho mi tío, mi abuela estaba haciendo la cena. Al verla sonreí, tenía muchísimo cariño a mi abuela Clara, además de mi abuela era mi madrina y la mujer que siempre que no estaba mi madre cuando yo era una cría, me había cuidado.
Dani se quedó detrás de mí.

- ¡Hola abuela!- dije y ella se dio la vuelta. Al verme su cara fue de sorpresa y de felicidad. Fui a abrazarla y estuvimos así un os segundos.
- ¡Aurora! Cuanto has crecido madre mía, que guapa que estás. Se te han aclarado los ojos y el pelo. ¡Que alegría volver a verte!
- ¡Lo mismo digo abuela! Tenía ya ganas de venir.
- Y yo de que vinieras, mi cielo.
- Mira abu, este es Dani, del que tanto te he hablado.
- Hola Clara, encantado de volverte a ver.
- Lo mismo digo, Daniel. Estás ya muy mayor. La última vez que te vi fue cuando hizo la comunión Aurora, que viniste a verla. Y de eso ya ha pasado mucho tiempo.
- Es cierto. Te quería dar las gracias por dejar que viniese.
- No hace falta que me las des, si lo he hecho a sido porque me caes bien.- los tres reímos.
- Bueno abu, voy a ver al abuelo.
- Verás que sorpresa le vas a dar. Ninguno te esperábamos tan pronto.
- Ya lo sé, pero yo no podía estar más sin veros.- la di un beso en la mejilla y Dani y yo nos fuimos de la cocina.

Salimos al jardín delantero, recorrimos un pequeño tramo y bajamos las escaleras para ir al jardín de atrás, donde estaba la piscina, el cenador, el chiscón, y el gran verde que rodeaba la piscina.
En un lateral del verde, divisé a mi abuelo. Fui hacia él prácticamente corriendo, seguida de Dani y me paré justo detrás suyo.

- ¡Abuelo!
- ¡Aurora!- se giró rápido y me dio un abrazo.
- ¿cómo estas abu?
- Pues bien, ¿y tu? ¿qué tal llevas el verano?
- Genial, me han pasado muchas cosas.
- Me alegro, ¿y tu debes ser Daniel no?
- Sí, el mismo. Encantado de volver a verte.
- Lo mismo digo. Has crecido mucho, no pareces ni tú.
- Eso dicen.- reímos.
- Abuelo, ya es tarde, ¿por qué no subes con nosotros arriba y así hablamos mejor?
- Me parece buen idea, termino de regar aquí, que ya me queda poco y subo con vosotros.
- Vale.

Dani y yo nos fuimos al cenador y nos sentamos en el banco de piedra que había allí, frente a la piscina.

- Este chalet es bastante grande ¿eh?
- Sí, un poco. Pero lo tiene que ser, aquí nos juntamos mucho.
- Ya veo. Se te debe hacer raro venir y estar solo tu, tus abuelos y tu tío.
- Se me hace, créeme, pero creo que mañana vienen mis tíos y mis primos a comer, y luego los pequeños se quedan una semana, así que estaremos más acompañados.
- Aurora.- me cogió de la mano.- me encanta estar aquí contigo.
- A mi también, y tengo la impresión de que esta semana va a ser inolvidable.

Cuando mi abuelo terminó de regar, nos subimos los tres arriba y entramos en la casa. Nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar del verano, de todo lo que había hecho, de cómo me lo había pasado en el campamento, en el pueblo. También, mi abuelo le preguntó a Dani sobre él, sobre su familia, pero intentó evitar el tema de su viaje.
Mi abuela y mi tío se unieron a la conversación. Pasamos una hora llena de risas, de preguntas y de felicidad. Cuando menos lo esperamos, ya era la hora de cenar y tocaba poner la mesa. Todos nos levantamos del sofá y ayudamos a poner el mantel, la comida, los cubiertos.
Nuestra llegada había sido muy buena, estaba orgullosa del trato de mis abuelos y mi tío hacia Dani y muy agradecida por no sacar el tema que tanto nos dolía a ambos. Habíamos empezado con buen pie, solo esperaba que esta situación tan cómoda para todos, se mantuviera.

jueves, 20 de mayo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 78

CAPÍTULO 78. NADA DE RECUERDOS.





Tras la despedida de Toni, me dirigí a mi casa. Habían pasado tres horas desde que me fui y mi madre tenía que estar preocupada.
Llegué a casa y me encontré a mi madre dormida en el sofá, con el ventilador puesto.
Ya habrá comido- pensé para mí.- al fin y al cabo son las 4 ya.
Me dirigí a la cocina, en la encimera estaba la ensalada de pasta que mi madre había hecho para comer, menos mal que me había dejado un poco, me moría de hambre.
Después de comer me puse a hacer de nuevo la maleta que hace dos días había deshecho.
Terminé cansada de tanto moverme de un lado a otro de la casa cogiendo todas las cosas que me tenía que llevar a Guadalajara.
Me tumbé en mi cama, no sin antes ponerme el ventilador, y me quedé dormida.

Me despertó un ruido un tanto extraño, parecían arañazos en una puerta. Al final caí, era mi gato que se había quedado encerrado en la habitación de mi madre.
Al levantarme de la siesta y abrirle la puerta a mi gatito, me senté en mi escritorio y encendí el ordenador. Hacía mucho que no me metía en Internet y que no hablaba con mis amigas.
Abrí el msn y el tuenti para ponerme al día de todo lo que pasaba entre mis compañeros y amigos.
Una de las Miriam, la que tenía novio, se había ido de viaje con él a Valencia.
Rosa, estaba en un campamento, por tanto no se podía hablar con ella.
Cata estaba feliz con Fer, eso me alegró muchísimo.
Talía había ido a Venezuela, su ciudad natal para hacerle una visita a su familia.
La otra Miriam estaba en Berlín con sus padres.
Clara acababa de llegar del crucero que había hecho por el mediterráneo y al parecer estaba muy feliz, algo habría pasado.
De Estrella no se sabía muy bien su paradero, ella normalmente en verano no utilizaba nada Internet.
Lore estaba muy bien con Manu y al parecer estaban en el pueblo de él.
Bea seguía con Pedro, estaban en Madrid.
Ali quería muchísimo a Andrés y él a ella por lo que se veía.
Miré también el tuenti de Gabriel, en particular su estado.
“Jamás te quise hacer daño, siempre te he querido. Solo amigos. Pueblo sois la ostia!”

Estaba segura de que el comienzo de su estado iba dirigido a mí. Me dio algo de pena leerlo, sobretodo cuando empecé a recordar de nuevo todo lo que había pasado con él. Mi primer beso. Todos esos días en el campamento. Cuando nos conocimos.
Dejé de pensarlo y me distraje mirando otros tuentis de mis compañeros de clase.

Me di cuenta después de un rato que no había preparado la bolsa de la piscina. Saqué todo lo que había dentro y lo esparcí en la cama.
Entre los bikinis, la crema de sol, la toalla azul de delfines, las gafas de bucear, el espejo y el peine, había un hoja doblada a la mitad.
La cogí y la abrí, me comía la curiosidad por saber qué era.

Empecé a leerla y me emocioné. Era sobre Gabriel y yo. Era una especie de carta que yo le había escrito en forma de poesía, pero que nunca le di.


“Pensé que este sería el peor verano de mi vida, demasiadas cosas habían cambiado, mi mundo poco a poco se estaba derrumbando.
Entonces apareciste tú, con tu sonrisa perfecta, tus ojos verde esmeralda y tus labios con sabor a fresa.
Contigo todo es mágico, único y especial. A tu lado me siento protegida y más feliz de lo normal.
Cuando pensé que te había perdido todo se solucionó, gracias a mis tres buenas amigas, conseguí recuperar tu amor.
Soy muy sensible, una tonta en realidad, pero al estar a tu lado doy un cambio radical.
Sonríes a cada momento y me contagias a mí, estar alegre es tu meta. Mi meta es que este sueño no tenga fin.
Nuestro primer te quiero en la playa y lo que eso conllevó. No dejo de recordarlo, lo llevo en mi corazón.
Espero miles de momentos, para poder compartir. Mirar en la noche las estrellas y saber que estoy junto a ti.
Te quiero Gabriel.”




Recordé cuando la escribí, lo que sentía en ese momento, justo después de que cantásemos juntos. Ese día había significado mucho para mí.
Se me saltó alguna que otra lágrima, pero me las quité en seguida. No quería pensar ahora en Gabriel. Solo éramos amigos, por mucho que hubiese pasado. No quería volver a confundirme, tenía novio y le quería muchísimo.
Me centré en volver a meter todas las cosas de la piscina en la bolsa y cogí de nuevo la carta, volviéndola a doblar.
Abrí mi cajita de recuerdos y la metí allí, después cerré la caja con llave y escondí la llave. Esa carta no la volvería a leer, al menos hasta que mi cabeza no estuviese de todo amueblada y mi corazón dejase de confundirse tanto.

Llegó la hora de irnos a Guadalajara, mi madre y yo ya estábamos preparadas, así que bajamos al garaje y nos metimos en el coche.
Fuimos a buscar a Dani. Al llegar a su casa, nos esperaba en la puerta gracias al toque que le había dado justo antes de llegar.
Mi madre se bajó del coche para ayudarle a subir la maleta, pero él rechazó su ayuda con una gran sonrisa, era muy fuerte, podía él solo.
Cuando se metió en el coche y olí su colonia algo en mi interior se despertó de repente. Tenía muchas ganas de pasar esa semana con Dani, de disfrutar junto a él.
Mi madre se metió en el coche y arrancó. Empezamos el viaje, no muy largo, hacia Guadalajara, en 40 minutos estaríamos allí, en casa de mis abuelos. Que ganas tenía de verles.

SOLSTICIO DE VERANO 77

CAPÍTULO 77. TRES MARAVILLOSAS HORAS.





No me lo podía creer, delante de mi, con una sonrisa en la cara, estaba el chico de mis sueños.
Mi novio, mi amor, Toni.
No tardé en preguntarle el porqué de su repentina visita.


- ¡Toni! ¿pero qué haces aquí?
- Yo también me alegro de verte pequeña.- rió.
- Estoy soñando ¿verdad? –le miré aún incrédula.
- ¿Tu crees que si esto fuese un sueño sentirías lo que vas a sentir?- y tras decir esto me besó, de la misma manera que hacía siempre. Y volví a sentir esas mariquitas en mi cuerpo. No era un sueño, era real. Toni estaba allí conmigo.
- Te quiero.- no me salió decirle otra cosa.
- Y yo a ti.- sonrió de nuevo, de la misma forma que sonreía siempre.
- ¿Ahora me vas a decir por qué has venido así de sorpresa?
- Puede, pero antes ¿no crees que necesito una pequeña recompensa por haber venido a verte yo solo en autobús?- me miró con ojitos de gato.
- ¿No es suficiente estar conmigo?- contraataqué.
- Me has pillado, con eso me vale.
- Ven aquí tonto.- le puse los brazos alrededor del cuello y le planté un morreo de esos alucinantes, de película.
- Eso no me lo esperaba.- me dio otro con la misma intensidad que el mío.
- Ni yo que vinieses.
- Bueno, he venido porque necesitaba verte y estar contigo, me voy dentro de 3 horas.
- Ya te vale, estas loco.
- Sí, loco por ti.
- ¿de qué película has sacado esa frase?
- De la película la historia de amor de las dos A.
- ¿y cuál es esa?
- La nuestra boba, A de Aurora y de Antonio.
- ¡es verdad! No había caído.
- ¡Ais! Te he echado de menos.
- Pero si solo has estado sin mí dos días.
- Eso es demasiado, al menos para mí.
- Y para mí, tenía unas ganas enormes de verte.
- Pues ya me estas viendo, ¿damos un paseo y me enseñas tu barrio pijo?
- ¡vale! Y te aclaro algo. Puede que mi barrio sea pijo y mi colegio también, pero yo no soy pija.
- Hombre, algo se te tiene que pegar.
- ¡Toni! ¡Que no soy pija!
- Vale, vale, lo que tu digas.- y ambos nos reímos mientras comenzábamos a andar.


Paseamos por el parque, luego nos cansamos y dimos una vuelta por el barrio en general. El tiempo se pasaba tan rápido cuando estaba con Toni.
Le quería muchísimo y cada vez que le miraba a los ojos y me sonreía, ese amor que sentía por él iba creciendo más y más. No lo podía evitar, me estaba enamorando perdidamente de él, solo esperaba que no me hiciese daño, porque cuando Dani se fuese le iba a necesitar a mi lado.
Pero no quería pensar en malos rollos ahora. Solo quería pasar las horas que había venido a estar Toni conmigo, con él, sin pensar en nada que no fuese todo lo que le quería.

Entramos en un mcDonal y nos pedimos un mcFlurry para compartir.
Era de kit-kat, nos gustaba mucho a los dos.
Abrió el helado y me dio un poco en la mejilla, me enfadé con él, pero luego me abrazó por detrás y me quitó el helado con un dulce beso, nunca mejor dicho.
Un poco más tarde, cuando mi “enfado” se había pasado, me manchó los labios de caramelo y, aunque me encantaba que me hiciese de rabiar, el caramelo era muy pegajoso y no me gustaba tenerlo de esa manera en los labios. Terminó por quitarme el poco caramelo que me había puesto, con un beso.
La gente nos miraba extrañada. ¿nunca había sido jóvenes y habían estado enamorados?- Pensaba para mí.
No, lo que pasaba, es que es hace años, estas cosas estaban muy mal vistas por la sociedad, los padres, no dejaban a sus hijos salir hasta demasiado tarde, la igualdad no estaba prácticamente nada desarrollada, en el tema del amor o ibas muy despacio o eras una guarra.
Pero, ¿por qué estoy hablando de historia? Quizás porque es la mejor forma de explicar lo que sentía por Toni.
Quería ir despacio para aprovechar al máximo cada segundo que pasaba junto a él. Le quería, tanto como querían antiguamente las personas. Como el amor que se tenían los matrimonios, a pesar de tener diferentes ideas o opiniones.
Toni era mi chico, mi novio o cómo queráis llamarlo. Era al que yo quería a mi lado.

El tiempo pasó y Toni se tenía que ir al pueblo de nuevo.
Le acompañé a la parada del autobús, que no estaba excesivamente lejos de mi casa.
Cuando el autobús estaba a punto de llegar me abracé a Toni. Sabía que no le vería en al menos una semana y necesitaba sus abrazos, su cariño, su infinita protección.
Me besó en el pelo, haciéndome sentir mucho más segura de lo que ya estaba. En algún sitio había leído, que si un chico te besaba en el pelo es porque te ama de verdad. Y yo así lo creía.
Le cogí de la mano y se la apreté no demasiado fuerte. Nos miramos a los ojos y nos besamos de una manera a la que no había besado nunca a nadie. Ese beso era único, como todos los que me daba con él.
Ese beso estaba lleno de felicidad, de nostalgia al saber que no nos íbamos a ver en una semana, de cariño, de fuerza por todo lo que nos queríamos, pero sobretodo de amor.

El autobús llegó y Toni se montó en él, no sin antes despedirse con un tierno beso en los labios y un abrazo.
Le vi irse y yo me quedé allí, sola, desprotegida, viendo como el chico al que quería se iba de mi lado.
Entonces me hice una pregunta. Si con Toni me pongo así de melancólica, ¿cómo me pondré cuando Dani se vaya?
No quería ni pensarlo. Ahora mi cabecita loca solo podía estar ocupada por las maravillosas tres horas que había pasado con mi novio.

domingo, 2 de mayo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 76

CAPÍTULO 76. LLAMADAS DE ALEGRÍA.





A la mañana siguiente, me desperté a eso de las 11. El sol entraba por cada hueco de mi persiana, hacía un calor inhumano.
Me levanté lentamente, aún un poco zombi y me fui al baño.
Al salir del baño, levanté mi persiana y abrí la puerta, para después cerrar mi puerta de la habitación.
Me dirigí al salón, dónde mi madre me esperaba escuchando la radio mientras planchaba. Se la oía desde el baño cantar.
La saludé con un beso y un sonriente buenos días y me fui a la cocina para prepararme el desayuno.
Justo cuando me estaba echando la leche en la taza de hello kity de mi hermana pequeña, el teléfono empezó a sonar.

- ¡Yo lo cojo!- grité bien fuerte para que mi madre no contestase al teléfono.
- ¿sí?- pregunté nada más descolgar el auricular.
- ¡Aurora! Hija mía, ya era hora de que hablásemos, ¿no crees?
- ¡Hola abuela! Sí, siento no haberte llamado en todo este tiempo, he estado algo liada.
- Me imagino, Aurora, pero siempre hay que sacar tiempo para llamar a tu abuela y madrina.
- Lo sé, abu, tienes razón, lo siento.
- No pasa nada. Bueno ¿qué tal estás?
- Pues mas o menos bien ¿y vosotros? ¿cómo andáis por Guadalajara?
- Bien, tirando, como siempre. Por cierto tu abuelo y tu tío Lolo te mandan un beso.
- Otro para ellos. ¿sabes qué abu?
- Dime, cielo.
- Dani se va a Londres cinco años.
- ¿en serio? Pobre, va a echar mucho de menos Madrid. Y seguro que tú le vas a echar mucho de menos a él.
- Sí, es cierto, le voy a echar muchísimo de menos.
- Tienes que pasar ahora mucho tiempo con él, para que se lleve unos bonitos recuerdos de sus últimos días en Madrid.
- Ya lo estoy haciendo, llevo en Madrid un día y lo he pasado con él.
- Así me gusta.
- Oye abu, he pensado que podría ir a veros.
- Sabes que a mi me encantaría tenerte aquí.
- Ya, pero el caso es, ¿se puede venir Dani conmigo? Es para estar más tiempo juntos y eso, además así le volvéis a ver que hace mucho que no le veis.
- Por mí, bien, que se venga. Eso sí díselo a tu madre para que os traiga lo antes posible.
- Vale. ¿van a estar los primos?
- Sí, vienen mañana domingo por la tarde, para pasar con nosotros una semana.
- Genial, pues ya te avisaré. ¿te paso con mamá?
- Sí, por favor, cielo. Un beso muy grande.
- Un más grande aún para ti. Adiós abu.


Y le pasé el teléfono a mi madre, que se tiro un rato largo hablando con mi abu Clara.
Cuando terminó de hablar se acercó a mí, que estaba viendo la tele.

- Aurora, haz de nuevo tu maleta, que te vas a casa de tu abuela en Guadalajara esta noche. Díselo a Dani ahora mismo y que se lo pregunte a sus padres.
- Vale mami.- sonreí y cogí el teléfono que mi madre me ofrecía. Marqué el número fijo de Dani, que ya me sabía de memoria y llamé.
- ¿diga?- dijo Dani al otro lado del teléfono. Que suerte había tenido en que lo cogiese justo él.
- Hola graciosillo.- dije de muy buen humor.
- ¡anda! Hola loca.- me reí.
- Te llamo para que les digas a tus padres si te dejan venirte esta misma tarde noche conmigo a pasar una semanita en Guadalajara.
- Entonces tu madre ha dicho que sí.
- Exacto, ahora solo faltan tus padres.
- Espera que se lo pregunto.
- Vale.- noté como dejó el teléfono apoyado en algún sitio.
- Me dejan.- dijo con la voz muy rara.- es raro pero me dejan.- esta vez le notaba diferente, como más feliz de lo normal.
- ¡Bien!- no pude contener mi grito de alegría.- entonces esta tarde a las 8 pasamos a buscarte, ¿vale?
- Genial, estaré preparado, dame un toque cuando estéis en la puerta.
- Sí, como siempre.
- Bueno adiós, Auro, te veo esta tarde. Un beso.
- Otro para ti. Adiós.

Y colgamos prácticamente a la vez. Ambos estábamos más que contentos. Íbamos a pasar una semana entera nosotros dos, juntos, como amigos y en casa de mis abuelos, pero juntos, eso era lo que más me importaba.

Después de la corta pero genial conversación con Dani y de la alegría de irme a Guadalajara con él, me vestí para salir a dar un paseo por el barrio.
Me puse unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes rosa palo, con manoletinas.

Bajé al portal y me encontré a mi vecino, seguía igual de guapo que siempre, pero iba acompañado por la que supuse, era su novia.

Recordé a Toni en ese momento, no me había llamado por la noche, así que esperaría su llamada, yo no le llamaría.

Vi a mi vecino con su novia besándose, parecían tan enamorados como lo estábamos yo y Toni.
Hice memoria de nuestro primer beso y no me costó volver a revivirlo en mi mente. La luna, la hamaca, el olor a agua de la piscina y a césped, sus labios dulce, sus brazos fuertes agarrándome, su olor tan particular, su forma de decirme te quiero. Estaba ansiosa por volver a verle, por volver a sentir en lo más hondo de mi corazón cada uno de sus besos. Pero sabía que me tenía que quedar aquí, es más, irme a Guadalajara con Dani, mi mejor amigo, para despedirle de la mejor manera que podía, con unos magníficos momentos, risas y sobretodo mucha amistad y cariño.

Salí de mi portal y todo el aire caliente se pegó a mi cuerpo, era algo molesto y pegajoso, pero esperaba que con un paseo por entre fuentes ese aire poco a poco se despegase de mí.

Fui directa al parque de al lado de mi casa, donde había una fuente bien grande. Me paré justo en frente y cerré los ojos, sintiéndome menos calurosa.
Me senté en un banco, aún con los ojos cerrados y respiré hondo, habían pasado demasiadas cosas últimamente, buenas, como conocer a Toni, besarle, quererle, y malas, como la noticia de Dani, los llantos, los sentimientos que no podían salir a la luz.
Estaba sumida en mis pensamientos cuando noté que una mano se posaba en mi hombro. Abrí los ojos de repente y me giré para ver quién era.

-¡Tú!- dije prácticamente en un grito y levantándome de golpe.

SOLSTICIO DE VERANO 75

CAPÍTULO 75. MADRE E HIJA.





Mi madre se sentó enfrente mío al notarme algo nerviosa. Quizás se creía que era algo sobre mí, como que me había quedado embarazada o algo así, pero esperaba que no lo pensase, me conocía demasiado bien.
La miré a los ojos, con una mirada no de vergüenza, sino más bien de pena, de sufrimiento.

- ¿Qué pasa Aurora? Me tienes preocupada.
- No es sobre mí si es lo que te interesa.
- Aurora, si no quieres contármelo, no lo hagas, pero si es importante te pido por favor que me lo cuentes, para poder ayudarte en todo lo que pueda.
- Es sobre Dani.
- Pero ¿qué le pasa ahora? No me gusta verte mal por su culpa, hija.
- Se va a vivir a Londres cinco años.- la cara de mi madre fue una mezcla de sorpresa y angustia, porque ella quería mucho a Dani.
- Que sorpresa. ¿y sus padres le han dejado marcharse tanto tiempo?
- Sí, irán a verle casi todos los fines de semana.
- Entiendo, en ese caso y como supongo que se va a estudiar, me alegro por él.
- Y yo mami, pero no voy a aguantar estar tanto tiempo sin él.
- Aguantarás, créeme, te costará, pero terminarás acostumbrándote. Además ten en cuenta que su viaje no es de placer, sino para estudiar y pasar tantos años allí va a ayudarle mucho en su trabajo.
- Ya lo sé, pero me duele que se vaya, yo le quiero aquí conmigo.
- Él también debe de estar pasándolo bastante mal, deja aquí todo.
- Le voy a echar de menos.- me puse a llorar como una niña pequeña. Mi madre me abrazó fuerte, dejándome que me desahogase, lo necesitaba.
- Lo sé, mi niña, lo sé.- me susurraba al oído. En ese momento me di cuenta de todos los errores que había cometido con mi madre. De las malas contestaciones, de las desobediencias, de algunas faltas de respeto. Quería mucho a mi madre, muchísimo y ella me apoyaba en todo y siempre, sobretodo cuando más la necesitaba. Este era uno de esos casos.
- Gracias mamá.- dejé de llorar un poco y la miré a los ojos.
- ¿por qué hija?
- Por ayudarme.
- Sabes que yo siempre te voy a ayudar.
- Siento todo lo que te he hecho.
- Estás en una edad muy mala por la que yo también pasé, te entiendo mejor de lo que te piensas.
- Te quiero mucho, mami.- le dije llorando de nuevo.
- Y yo a ti, Aurora, muchísimo.- ella también se puso a llorar. Éramos las dos muy sensibles y a cualquier palabra bonita que nos dijéramos, las lágrimas brotaban solas de nuestros ojos, que, por cierto, eran prácticamente iguales, los míos un poco más claros quizás.

Nos separamos y nos sonamos la nariz varias veces. Nos dimos un beso y fui a la cocina a por el mejor jarabe que había cuando estábamos de bajón, el helado.
El mío como no, era de vainilla con nueces de macadamia, el de mi madre de chocolate belga.
Pusimos la televisión y empezamos a ver una película, una comedia romántica. Mientras llorábamos de alegría, de emoción y a veces de tristeza, por la película o por lo de Dani, nos tomábamos el helado, cada una el suyo. Pero no solo había momentos de llanto, sino también de risa. Entonces las carcajadas retumbaban por todo el salón.

La noche cayó y con ella el sueño y el cansancio, por ello nada más terminar la película, mi madre y yo nos fuimos a la cama. La noche madre e hija ya había terminado, ahora sólo me quedaba soñar.

martes, 27 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 74

CAPÍTULO 74. ¡SORPRESA!




Dani y yo abandonamos el retiro en cuanto dieron las 9 y media, el tiempo se nos había pasado volando. Eso que dicen que cuanto mejor lo pases, menos te das cuenta de que el tiempo transcurre, pues es cierto, aunque ese día hubiese preferido que no fuese así.
Cogimos el metro y nos dirigimos a mi casa. Dani me acompañó hasta el portal, por si acaso estaba mi madre arriba. Le miré a los ojos y sonreí, lo había pasado genial con él, ese día había sido uno de los mejores de mi vida. Él lo sabía, por eso no me hizo falta decírselo, con solo una mirada ya nos entendíamos.
Él también me sonrió, parecía que se sentía igual de bien que yo y que todo lo que habíamos vivido también le habían marcado a él.
Le di dos besos y un fuerte abrazo y me metí en el portal. Antes de que el ascensor llegase me giré para verle marchar, aún seguía en la puerta, mirándome, transmitiéndome justo lo que necesitaba en ese momento. Ambos volvimos a sonreír. Le tiré un beso y lo cogió, era tan fácil ser una misma cuando Dani estaba cerca. El ascensor llegó y me subí.

Tras un día lleno de risas, de buenos momentos y de felicidad, tocaba volver a casa para decirle a mi madre por qué había vuelto tan pronto del pueblo y pedirle que nos llevase a mí y a Dani a Guadalajara.
Tocaba noche madre e hija y teníamos muchas cosas de las que hablar.

Entré en casa y las luces estaban encendidas, mi madre ya había llegado.
Fui hacia el salón y la vi sentada en el sofá, con la mesa transportable, cenando, como hacía todas las noches.
Al verla así, sonreí, delante de mí estaba mi madre, pero ella no era una madre cualquiera. Es una madre que trabaja las horas que hagan falta con tal de que a sus hijas no les falte de nada. Una madre que si tiene que sacrificar una salida con sus amigas por estar con sus hijas, lo hace. Una madre en la que puedes confiar y a la cual yo le contaba todos y cada uno de mis secretos. Una madre que te regaña cuando debe hacerlo y te premia cuando has hecho algo bien. Una madre que sonríe cuando tú sonríes, que llora cuando tú lloras y que se emociona cada vez que le dices alguna cosa bonita por el día de su cumpleaños. Una madre que sabe lo que quiere en la vida y que lucha por ello. Una madre que quiere a sus hijas por encima de todo, por encima de las desobediencias, de las malas contestaciones, de las discusiones, de las faltas de respeto, de las exigencias, de todo. Una madre, mi madre, sin la cual yo no era ni soy nadie.
Al verme sonrió ella también, pero no pudo evitar poner cara de preocupación, como todas las madres, ella estaba preocupada por su hija, por mí.


- ¡Hola mami!- dije manteniendo mi sonrisa.
- ¡Aurora! Pero ¿qué haces aquí?
- ¡sorpresa!- grité sin dejar de sonreír.
- Aurora que nos conocemos. ¿qué ha pasado? ¿por qué has vuelto tan pronto?
- Prefiero cambiarme antes de contarte nada y tengo un hambre horrible, ¿pedimos una pizza?
- Hija, pero si yo ya he cenado.
- Es verdad, bueno entonces me tomaré unas rajas de melón.
- Te voy a hacer un sándwich, pero me tienes que contar qué es lo que ha pasado ¿vale?
- Vale mami, voy a cambiarme.- me acerqué a ella y la di dos besos y un abrazo para luego irme a mi habitación.

Llegué a mi habitación y dejé el bolso encima de la cama, sentándome yo al lado. Miré a mi corcho, en concreto a la foto de mis padres, mi hermana y yo en Disneyland París.
Tenía 10 años, fue el verano en el que hice la comunión. Mi hermana era prácticamente un bebé, sólo tenía cuatro años. Sonreí al recordar cómo nos hicimos la foto, mi hermana no quería ponerse y yo la chantajeé diciéndole que si se ponía la compraría la muñeca de Fiona. Salíamos todos riéndonos, porque mi hermana no paraba de repetir “ ¡Voy a tener a Fiona!”
El año 2004 fue un buen año, no lo recordaba todo, pero si la mayor parte.

Con el paso del tiempo fui cambiando, creciendo, empezando a pensar las cosas por mí misma, empezando a suspirar por los chicos, empezando a contradecir a mis padres. Ahí empezaron los problemas, cuando la adolescencia entró en mi vida.
Ya nada era como cuando era pequeña, en mi casa sólo se oían discusiones mías y de mi madre. Nunca nos poníamos de acuerdo en nada, yo siempre estaba castigada y ella muy enfadada conmigo. Entonces mi padre entraba en escena y me decía “ Hija, cómo has cambiado. Te has vuelto muy rebelde” Y a mí, cómo aún tenía algo de mentalidad de niña, me dolían sus palabras, porque oír eso de mi madre era ya una rutina, pero de mi padre era como si me estuviesen clavando espadas por la espalda.
Aprendí mucho en esa corta etapa de mi vida de preadolescente.


Miré una vez más la foto y pestañeé dos veces, no estaba en disney, ni tampoco en una de las discusiones con mi madre, estaba sentada en mi cama, recordando, pero con un problema mucho mayor que una discusión, perdía a mi mejor amigo.

Me cambié de ropa y me puse el pijama de kity que aún tenía bajo la almohada.
Fui al baño y me hice una coleta alta, hacía mucho calor.
Cuando ya me vi dispuesta a contarle todo a mi madre, salí del baño tras respirar unas cuantas veces hondo.
Mi madre me esperaba ya en el comedor, con mi sándwich en la mesa y dos rajas de melón.
Me senté y miré la tele, las noticias, había habido un accidente en barajas, en la T-4. ¿Cuándo dejaría la gente de hacer mal?
Mi madre quitó la tele en cuanto terminé de cenar y me miró seria.
Ya sabía lo que me esperaba, la cosa era cómo contárselo sin ponerme a llorar. No sabía cómo decírselo, aún me costaba asimilarlo.

viernes, 23 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 73

CAPÍTULO 73. GUERRA DE COSQUILLAS.




Estuvimos jugando, haciéndonos cosquillas y riéndonos un buen rato, hasta que sonó mi móvil.

- ¿si?
- Prima, ya estoy en la puerta del retiro ¿dónde andáis?
- Estamos en el lago, al lado de una heladería, debajo de un árbol.
- Vale, voy para allá, espero encontraros y no perderme.
- Tampoco es tan grande el retiro como para perderte, creo yo.
- Sí, si lo es.- rió Dani a mis espaldas.
- Bueno, ahora os veo.
- Adiós.- reí también y le di un golpe flojo a Dani en el brazo.
- Tú te crees que decir eso. Ya te vale. ¿No sabías que Guille conoce poco el retiro?
- Pues no, pero vamos que seguro que no me ha hecho mucho caso.
- No se yo.
- ¿sabes Auro?
- No, ¿qué?
- Tenía muchas ganas de pasar un día así contigo, como cuando éramos unos críos, que no nos separábamos ni a sol ni a sombra.
- Es verdad, a mi también me encanta estar así contigo. Y ahora que lo pienso, podíamos hacer algo diferente. Una locura.
- ¿una locura? ¿cómo qué? ten en cuenta que tu primo está a punto de llegar.
- Tienes razón. Bueno, vale, ahora no, pero antes de que te vayas tenemos que hacer algo.
- Sí, como cuando teníamos 13 años.
- Ahí si que nos volvíamos locos.- reí.- hemos madurado, aunque solo sea un poco.
- Sin haberlo planeado te ha salido un pareado.
- ¡Toma ya! Es que yo hago rimas porque soy una chica fina.
- Ya ¿no? Poetisa, me vas a terminar dejando mal como sigamos con las rimas, más que nada porque a mi no es que se me de muy bien rimar.
- ¿y a mi sí?
- Tu eres toda una poetisa.
- Exagerado.
- ¿ya estamos con lo de exagerado? Ahora me enfado y me hago pera.- se tapó la nariz e infló los mofletes.
- Pareces un niño pequeño.- no contestó, se estaba empezando a poner rojo.
- ¡Pero que te va a dar algo! ¡respira!- me tiré encima suya y le quité la mano con la que se había tapado la nariz. Nos quedamos así, mirándonos a los ojos unos segundos, hasta que él habló.
- No sabía que te preocupabas tanto por mí.
- ¿de verdad? Pero ¿tu te crees que yo hubiese venido si no me preocupase por ti?
- Eres la mejor.
- Hago lo que puedo. –sonreí y le di un beso en la mejilla. Él se rió y me devolvió el beso. Todo era perfecto.

Guille llegó un poco después, por lo visto se había entretenido porque un grupo de chicas le había parado para pedirle el móvil y el tuenti. Me lo creía, Guille era muy guapo y todas las chicas que lo viesen lo pensarían.
Le presenté a Dani y pareció que le cayó bien, porque no paró de hablar con él en todo el tiempo que estuvo allí. Les dejé hablando de tías, modelos en concreto, ese tema no iba para mí. Me aparté un poco y abrí el móvil para llamar a Toni, tenía ganas de hablar con él.

- ¿diga?- dijo Toni al otro lado de la línea. Al escuchar su voz, no pude evitar sonreír.
- ¡Hola grandullón!
- ¡Pequeña!
- ¿cómo estás grandullón?
- Pues echándote de menos peque ¿y tú? ¿qué tal te va por Madrid con Dani?
- Pues bien, estamos disfrutando al máximo de lo que nos queda. Yo también te echo de menos, mucho. Y eso que solamente llevo unas horas lejos de ti.
- Mi niña, si es que como tú no hay ninguna. Estoy deseando que vuelvas para verte.
- Y yo quiero verte a ti. ¿por qué no vienes y pasas un día en mi casa?
- Ya sabes que no puedo dejar a mi hermana sola, además mis abuelos seguramente no me dejen irme solo a Madrid.
- Bueno, no pasa nada. Así cuando vuelva al pueblo y te vea otra vez te doy miles de besos más.
- Eso suena muy bien.
- Y tú a mí eh!
- Pues claro que sí. No me podría resistir.
- ¿sabes algo?
- Dime.
- Te quiero.
- Yo te quiero más.
- No, yo mucho más.
- De eso nada, yo muchísimo más.
- Pues yo hasta el infinito y no hay más que hablar.
- Esta vez me has ganado, la próxima ganaré yo, te lo prometo.
- Bueno me tengo que ir, me reclaman por aquí.
- Te quiero.
- Adiós grandullón.
- Adiós pequeña.- ninguno de los dos colgaba. No me podía creer que yo no quisiese colgar.
- Cuelga anda.
- Cuelga tú.- mil veces me había imaginado diciéndole eso a mi novio, pero nunca sabía si de verdad lo haría.
- Vale, ya cuelgo yo. Te quiero.- sonreí le di un beso al móvil y colgué.

Suspiré, Toni, el chico que cualquier chica querría, era mi novio. Aún no me lo podía creer.
Volví al sitio donde había dejado a los dos pesados de Dani y Guille y ahí seguían. Cuando me aproximé a ellos los dos desviaron la mirada hacia mí.

- ¿qué pasa? ¿tengo monos en la cara?
- No, lo que tienes es una sonrisa demasiado grande que ocupa toda tu cara.- me dijo Dani.
- Me parece que ya sé por qué. ¿has hablado con Toni?- Guille fue quién preguntó.
- Em..sí.- sonreí aún más.
- Estaba claro. Sonríe así porque está enamorada.- dijo mi primo sin cortarse un pelo.
- Supongo.- Dani sonó algo triste, no me gustaba verle así, así que enseguida le saqué una sonrisa. O al menos lo intenté.
- Dani, te debo algo.
- ¿el qué?
- Esto.- sonreí y le empecé a hacer cosquillas. No se reía como antes, su risa era más bien falsa y ni siquiera me pedía que parase. ¿qué le pasaría?
- Bueno prima, que yo me voy ya al pueblo ¿vale?
- ¿y eso? Mi abuelo te dijo que te quedaras a dormir una noche.
- Pero ¿tu de verdad crees que yo voy a poder dormir rodeado de ojos puestos en mi toda una noche?- me reí recordando la llegada y como me había dicho lo mismo cuando le había dicho que la habitación de mi hermana sería la suya esa noche.
- Vale, te entiendo. Entonces diles a los abuelos que estoy bien y que no se el tiempo que me quedaré aquí.
- Vale ¿y a tu querido Toni le digo algo?
- Sí, dile que le quiero muchísimo y que como esta noche no me llame me enfado.
- Em vale, como quieras. Bueno me voy ya. Un placer conocerte macho.- se dirigió a Dani y le dio un apretón de manos.- adiós primita, nos vemos en el pueblo.- se acercó a mí esta vez y me dio un beso en la mejilla para después abrazarme y dedicarme una sonrisa.
- ¡Adiós primito mayor!
- Que te vaya bien Guille.- Dani también le despidió.
- Lo mismo digo chaval, no te rayes por tu viaje.
- Va, gracias.- parecía que habían hecho buenas migas, como decían en el pueblo. Eso de que se llevasen bien me gustaba, mi primo y Dani amigos. La idea no me disgustaba.

Guille se fue y le despedimos con la mano hasta que desapareció entre la gente. Me giré para mirar a Dani.

- Veo que te llevas bien con mi primo ¿no?
- Sí, es muy majo, un tío legal. Y además te quiere mucho.
- Ya, todo eso lo sé. ¿de qué habéis hablado?
- Eso no se cuenta.
- ¿por qué?
- Porque son cosas de hombres.
- Sí, seguro, sobretodo de hombres.- me reí.
- Oye, que ya soy un hombrecito. Lo dice mi abuela.- me reí más fuerte y le contagié la risa.
- La mía me dice que estoy echa toda una mujer.
- Todas las abuelas son iguales.
- Tienes razón. Aunque hablando de abuelas, llevo sin saber nada de mi abuela Clara desde hace demasiado tiempo. La pobre tiene que estar preocupada por mí.
- Pues llámala.
- Tengo una idea mejor. ¿por qué no le pides a tus padres permiso para venirte conmigo a Guadalajara?
- Y ¿para qué quiero ir yo a Guadalajara?
- Porque allí tienen mis abuelos un chalet, con piscina y en verano cuando era más pequeña me tiraba los meses allí. Además si vas pasaríamos cinco días juntos.
- Pero ¿solos?
- Ya te gustaría. No, están mis abuelos y creo que iban a ir mis primos pequeños también.
- Tu aijada ¿no?
- ¡Sí! Y su hermano, que es todo un futbolista.
- Bueno, se lo preguntaré a mis padres.
- Y yo se lo tengo que decir a mi madre para que nos lleve.
- Vale, pero eso luego, que aún me debes algo.- le miré algo confusa, pero nada más ver su sonrisa de pícaro ya sabía lo que me tocaba. Eché a correr, pero me alcanzó antes de lo que pensaba y los dos rodamos por el césped.
- ¡No! ¡Déjame!- grité. Un policía pasaba por allí y se acercó algo preocupado a nosotros.
- Chica ¿estás bien? ¿te está haciendo daño?
- No, no se preocupe señor policía, es mi novio, solo estamos jugando.
- Adolescentes.- dijo entre dientes.- incomprensibles.- y se fue. Dani paró de hacerme cosquillas y me miró a los ojos.
- Has dicho que era tu novio.
- Es que si digo que eres un amigo alomejor no nos dejaba en paz.- intenté quitarle importancia al asunto. Segundos más tarde me paré a pensar. Había dicho que Dani era mi novio, pero, ¿lo había dicho para que el policía nos dejase en paz o porque era lo que verdaderamente me gustaría que fuésemos? No quería pensar en eso, así que empecé de nuevo la guerra de cosquillas. Todo había sido un mal entendido.

viernes, 16 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 72

CAPÍTULO 72. AL FIN Y AL CABO.





Después de cantar, una vez tumbados en el árbol, nos relajamos tanto que nos dormimos. Yo estaba apoyada en él y él tenía su mano en mi cintura.
Cuando despertamos ya eran las siete, se nos había pasado el tiempo volando. Saqué el móvil por si tenía alguna llamada o algún mensaje. No había nada. Dani aprovechó que había sacado el móvil para quitármelo.
-Quiero recordar este día y que tú también lo recuerdes.- y tras decirme eso juntó mi cara a la suya y sonrió a la cámara del móvil, le imité. Nos hicimos una foto preciosa, con el árbol de fondo.
-¡Ha salido genial!
-Siempre que sales tu en una foto la foto queda genial.
-¿sabes? Me estas diciendo demasiados cumplidos en muy poco tiempo.
-Te los mereces.
-Tonto.
-Sabes que no soy tonto, porque si lo fuese no estaría pensando lo que estoy pensando.
-Y ¿qué piensas?
-Pienso que deberíamos grabar nuestros nombres en este árbol.
-Estas loco.
-Un poco, pero no me puedes negar que es una buena idea.- sonrió con la más amplia de sus sonrisas.
-Me encanta tu gran idea.- le di un beso en la mejilla.
-¿Tienes algo afilado en el bolso?
-Umm..sí, mi navaja.- se quedó alucinado cuando dije eso y la saqué del bolso.
-¿cómo es que una chica tan fina lleva una navaja en el bolso?
-Pues porque esta chica tan fina es distinta a las demás. Esta navaja me la regaló mi abuelo y pone mi nombre junto a mi signo del zodiaco.- la cogió para mirarla y sonrió otra vez.
-Ya sabía que eras distinta a las demás, pero esto ya ha sido alucinante. Créeme nunca habría pensado que una chica como tú llevase una navaja en el bolso.
-Pues ya ves que sí.- reí.- anda escribe nuestras iniciales.
-Nada de iniciales, yo tu nombre y tú el mío.- y así hicimos, él escribió mi nombre en letras mayúsculas y yo el suyo de la misma manera. Nuestras letras eran distintas, pero ambas bonitas.

Cuando acabamos de escribir nuestros nombres, Dani me cogió la navaja otra vez y dibujó como pudo una flor. Me intrigó que dibujase una simple flor, no entendía el porqué la había grabado en ese árbol, justo debajo de nuestros nombres. La curiosidad me comía.

-Dani, ¿por qué una flor?
-Por muchos motivos.
-Dímelos.- le miré a los ojos. Él me cogió la mano y me mantuvo la mirada.
-Una flor porque es lo más bonito del mundo, como lo que siento por ti. Una flor porque significa paz, alegría y felicidad que es lo que siento al estar contigo. Una flor porque anuncia la primavera, que es la estación más bonita del año y que expresa todo lo que eres. Una flor, porque cuando volvamos a vernos será lo primero que verás. Una flor, porque a partir de ahora es nuestro símbolo.
-Eres una flor.- sonreí, me había emocionado.
-¿yo? ¿por qué?
-porque tu eres lo más bonito del mundo. Porque tu eres paz, alegría y felicidad. Porque es cierto que la primavera es la estación más bonita del año y siempre que noto que va a llegar pienso en ti.
-Aurora..
-No digas nada ¿vale?
-Pero si quiero decir. Quiero decirte que nada será lo mismo sin ti.
-Yo no soy nada sin ti, Dani.- y me puse a llorar. Él también, me abrazó muy fuerte. Ninguno de los dos quería que ese momento terminase, de eso estaba segura. No quería que Dani se fuese cinco años tan lejos. Le necesitaba a mi lado, no en Londres. Y además, aunque me costase admitirlo y por mucho que tuviese novio, le quería. Le quería mucho.
-No me quiero ir.- me dijo entre sollozos.
-Pero tienes que hacerlo, una oportunidad así no se tiene todos los días.- me quité las lágrimas y se las quité también a él.
-Me da lo mismo que sea una buena oportunidad, yo quiero estar aquí, con la gente a la que quiero, contigo.
-A mi también me gustaría que te quedases, pero dentro de cinco años podremos vivir toda la vida juntos, somos mejores amigos y hicimos una promesa. Nada nos va a separar, ni la distancia ni el tiempo. Nada.- le miré a los ojos y le di un beso en la mejilla intentando sonreírle para tranquilizarle.
-Pero ¿y si te olvidas de mi?
-Tu eres definitivamente tonto. Es imposible que me olvide de mi mejor amigo, porque todo me recuerda a ti, a todos los momentos que pasamos. En todo caso el que se puede olvidar de mi eres tú, pero si me olvidas es porque eres feliz allí y a mí con eso me vale.
-Nunca digas que me voy a olvidar de ti, Aurora, porque no.
-Nunca digas nunca.- le dije y le miré derramando la última lágrima. Él iba a hablar, pero justo cuando iba a abrir la boca me llamaron al móvil.
-¿si? – pregunté.
-Aurora, soy Guille, ¿dónde estas?
-Hola primo, pues en el retiro ¿y tu?
-Dando vueltas, por ahí, tu barrio no me lo conozco y estoy más bien perdido. Oye, ¿qué te parece si voy al retiro, os busco y así me presentas a tu querido Dani?
-Como quieras. Pero ¿sabes venir?
-Sí, en el metro sí que me manejo. Cuando llegue a la entrada te llamo para que me digas dónde estáis.
-Vale, primo. Nos vemos. Un beso.
-Un beso. Adiós.- y colgó.
-¿qué te ha dicho tu nuevo primo mayor?- sonreí.
-Que quiere conocerte.
-¿a mí?
-Sí, por eso va a venir para acá.
-Entonces tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda solos ¿no?- sacó su móvil y volvió a juntar su cara con la mía.- ¡Sonríe!
-¿otra?- sonreí, tal como me dijo y hicimos la foto.
-Sí, la anterior era con tu móvil y yo también quiero recordar este día.
-Pues hemos vuelto a salir bien.- dije mirando la foto.
-Sí y ahora es hora de las cosquillas.
-¿qué?- no le había escuchado muy bien, porque lo había dicho en voz muy baja.

Empezó a hacerme cosquillas, yo me caí al suelo y él encima de mí. Seguía haciéndome cosquillas y yo me moría de risa. Paró un momento y aproveché para hacerle cosquillas yo a él. Lo malo era que Dani no tenía demasiadas, por eso me ganó y terminé llena de césped, riéndome como una loca y él conmigo.
Al fin y al cabo, después de decirnos lo que pensábamos sobre el repentino viaje de Dani, después de llorar como dos niños pequeños, después de hacernos fotos para recordar el momento, después de dormir abrazados en la sombra de un árbol al que después habíamos puesto nuestros nombres junto con una flor, lo que quedaba era la risa. Una risa juntos era como todo un mar, siempre interminable, sin horizonte y en el que se veía con total claridad el atardecer. Al fin y al cabo, tras un largo día, éramos felices.

jueves, 15 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 71

CAPÍTULO 71. CASTILLOS EN EL AIRE.





Paseamos muy despacio, cogidos de la mano. No éramos novios, pero éramos los mejores amigos que conocía Madrid y nos daba lo mismo lo que pensase la gente al vernos así.
Los dos contemplamos a las personas que pasaban por nuestro lado, todos parecían con prisa, al contrario de nosotros, no teníamos absolutamente nada de prisa.
Llegamos al retiro y paseamos por un camino lleno de árboles y flores, en verano, al igual que en primavera todas las plantas estaban preciosas.
Hacía bastante calor, por eso anduvimos hasta el lago que había justo en medio del retiro.
Encontramos una sombra bajo un árbol, en el césped del lago. Se estaba muy tranquilo, sólo había parejas y familias disfrutando de un precioso día de verano.
Nos tumbamos, uno al lado del otro, ya no nos dábamos la mano, ahora Dani me abrazaba.

- No quiero que estos momentos terminen.- me dijo muy bajito.
- Yo tampoco, estoy tan a gusto contigo.- cerré los ojos y suspiré.
- Me gusta que estés a gusto.- sonrió, no le vi pero lo noté.
- No es tanto tiempo.- intenté quitarle importancia.
- Sabes que si, Aurora.- sólo me llamaba por mi nombre completo cuando estaba mal. Me incorporé un poco y le abracé muy fuerte.
- No lo pienses, ahora sólo vive el presente, recuerda el pasado y no pienses en el futuro.- sonreí, para hacerle sentir mejor. Esa frase era de Lucía y mía, siempre nos la decíamos la una a la otra cuando estábamos mal y servía.
- Siempre me ha parecido muy buena esa frase.- sonrió también.
- Recuérdala siempre.
- Lo haré, mi sensible preferida.- eso me hizo recordar tantas cosas, tantos momentos con él, que noté mis ojos cubiertos de lágrimas.
- Mi graciosillo preferido.- puse mi cara en su pecho para que no me viese llorar, no quería que él estuviese peor al verme a mí.
- Aurora estás llorando, no hace falta que me lo intentes ocultar.
- No lloro.- dije en un susurro sin separar mi cara de su pecho.
- Mi camiseta lo nota, la estás mojando.
- Lo siento.- me separé y me di la vuelta dándole la espalda. Me cogió de la cintura y me atrajo a él de nuevo, dándome la vuelta y mirándome a los ojos.
- No quiero que llores por mi culpa.
- Soy muy sensible, ya lo sabes.- no quería decirle que era cierto, que lloraba por su repentina marcha a Londres. No quería decirle todo el daño que me estaba causando ese viaje en el corazón. No quería decirle que no quería que se fuese, porque sabía que el viaje le beneficiaría y yo no era nadie para impedirle tener esa oportunidad.
- Por favor, no llores, no puedo ver tus preciosos ojos verdes cubiertos de lágrimas.
- Son marrones verdosos.- sonreí un poco.
- Siempre sabes como sonreír.- me quitó la última lágrima que caía por mi mejilla.
- Tengo que sonreír si estoy contigo, tú me haces sonreír.
- Te quiero.- sus palabras eran tan sinceras que mi corazón se aceleró de repente. Le abracé, quedé tumbada encima suya, abrazada a él, sintiendo el calor que desprendía su cuerpo.
- Te quiero.- le dije, tenía que hacerlo, pero no quería que pensase nada más, no podía darle esperanzas, por mucho que mi corazón quisiese.- mi mejor amigo.- él no dijo nada, se quedó completamente mudo, abrazándome cada vez con más fuerza. Nos incorporamos un poco, los dos estábamos muy afectados por lo que acabábamos de decirnos. Teníamos que hacer algo para relajar el ambiente, para sonreír de nuevo.
- Déjame tu móvil, por favor.- parecía que me había leído la mente. Él también quería que nos tranquilizáramos y que volviésemos a ser como siempre, alegres.
- Toma.- se lo di.
- Esta canción me suena, ¿de quién es?- me la señaló.
- Es de Juego de Dos, se llama Castillos en el aire. Me encanta. Ponla plis.
- Va.- la puso y empecé a cantar, él me siguió.


Vivir deprisa para morir con calma
Soñar un mundo de ilusiones que se alcanzan
Hablar bajito para gritar más fuerte
Que existe un mundo de colores diferentes.



Nos levantamos y empezamos a correr alrededor del árbol mientras cantábamos. La parte que cantaba el chico, la cantó él solo, me sorprendió, se la sabía perfectamente. Dani cantaba bastante bien, pero no le gustaba reconocerlo, como a mi.



Venir con fuerza para calmar los llanos,
Saltar la luna simplemente con un salto,
Me canta el alma en cada despedida,
Y así tener una excusa pa´ volver.

Me quedaré calladito para oír verdades
Que no diré
Si no canto esta canción
Cómo escucharán mi voz.



Nos cogimos de la mano y cantamos de nuevo juntos.


Hay que reír la vida está cansada de vivir por ti
Hay que romper barreras
Déjate de historias y comienza a ser feliz.

No hay que soñar,
Hay que cumplir los sueños y poder pintar
Castillos en el aire.
Ahórrate preguntas ya mañana Dios dirá
Y Dios dirá.
Seguimos cantando, esta vez me tocaba a mí.



Romper barreras para sentirte suelto,
Dormir tranquila como la bella del cuento,
Pasar mil horas frente a mi ventana
Y que me de a mi en la piel
el fresquito de la mañana.

Me quedaré calladita para oír verdades
Que no diré
Si no canto esta canción
Cómo escucharán mi voz.



Los dos juntos de nuevo.


Hay que reír
la vida está cansada de vivir por ti
hay que romper barreras.
Déjate de historias
y comienza a ser feliz.


No hay que soñar
Hay que cumplir los sueños
y poder pintar
castillos en el aire.
Ahórrate preguntas
ya mañana Dios dirá.
Y Dios dirá.



Nos tumbamos en el césped otra vez, a la sombra de aquel árbol. Nos lo habíamos pasado muy bien cantando esa canción juntos.

- Esta será nuestra canción.- me dijo Dani
- Me parece bien, es una canción preciosa y alegre.
- Pues exactamente como tú.- los dos sonreímos, esta vez no era por sonreír, era porque éramos felices, estábamos alegres de pasar un día juntos, como amigos.







PARTE NARRADA POR OTRA PERSONA.





Los dos sabían que los sentimientos que sentían por el otro, no eran de amistad, pero ambos tenían miedo. Tenían un miedo terrible a perder todo lo que ya tenían, a alguien en quién poder confiar, a quién poder abrazar y con el que te sientes feliz.
En sus corazones, había un nombre, de esa persona a la que amaban. Todos la tenemos, pero muchas veces no sabemos distinguirla, porque no nos damos cuenta o bien porque todavía no ha aparecido en nuestra vida.
Ese nombre que llevaban grabado a fuego, tenía una cara, una personalidad miles de momentos y millones de sonrisas. Eso era lo que no sabemos definir, ellos no lo sabían, pero lo que sentían el uno por el otro era simple y sincero, era amor.

domingo, 11 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 70

CAPÍTULO 70. IGUAL



Dani y yo cogimos el metro que nos llevaba al retiro. Estábamos contentos y no parábamos de reír. Por fin habíamos olvidado en parte el viaje de Dani, mejor dicho lo habíamos aparcado a un lado para disfrutar del tiempo que teníamos juntos.
Entramos en el vagón, estaba repleto de gente. No solté su mano ni un segundo, mientras nos adentrábamos en el barullo.
Me fui fijando en la gente que estaba ahí dentro. Había todo tipo de personas, adultos con prisa para ir a trabajar, ancianos tranquilos leyendo el periódico, jóvenes con los cascos puestos, parejas dándose besos, una madre con su niño pequeño en brazos. Sonreí, no había cosa que me gustase más que la variedad del metro, donde podías encontrar personas, desde pequeñas, hasta ancianas.
Dani y yo estábamos de pie, agarrados a una barandilla, ya que no había ningún asiento libre.
No estábamos juntos del todo, los dos queríamos guardar algo de distancia, pero nuestras manos seguían unidas. Una viejecita, se levantó de su asiento y sin darse cuenta la pobre, me empujó, por lo que terminé totalmente pegada a Dani. Miré a todos lados, para no mirarle a él, estaba roja como un tomate y no quería que se me notara demasiado. Al final fue él quién guió mi mirada hacia la suya.
La viejecita, que se había quedado a mi espalda, habló.

- Lo siento chica, tendré más cuidado. – nos miró y sonrió, después le dio un codazo a una señora que iba a su lado y le dijo algo en el oído. La otra señora no se cortó un pelo.
- Chico, ¿por qué no la besas de una vez? Tenéis que aprovechar cada segundo y se nota que estáis enamorados. Ella está deseando besarte.- pero, ¿esa mujer era bruja o qué? me había entrado un escalofrío al oír sus palabras. Dani me miró a los ojos y sonrió.
- ¿De verdad estás deseando besarme?- me dijo en un susurro.
- Yo no he dicho eso.- intenté disimular.
- Pero la señora sí, ni los abuelos ni los niños mienten.- sonrió de nuevo.
- No serás tú el que tiene ganas de besarme ¿no?- sonreí también, sin dejar de mirarle.
- No te puedo contestar.- me dijo y se quedó tan a gusto.
- Claro, sigues pillado por Miri ¿verdad? Y no te preocupes, no tenías que responder.
- ¿en serio te habías creído las palabras de la viejecita?- me cambió de tema.
- No te puedo contestar.- le imité y me separé de él, esta vez dando mucha más distancia, pero aún cogida a su mano.
- Eres tan..- me miró, con sus preciosos ojos azules.
- Tan..¿única, genial, irremplazable, estupenda, lista, genial, dulce?- sonreí de oreja a oreja.
- Eso y mucho más.- y tras decir esto me plantó un beso en la mejilla, un beso de los suyos.


Llegamos a nuestra parada, nos bajamos y corrimos de la mano hasta la entrada del retiro.

- Antes quiero invitarte a comer.- me dijo Dani.
- Como quieras, con tal de estar contigo..
- Vamos.- me cogió de la cintura y me dio un beso en el pelo.

Empezamos a caminar hacia un italiano que había cercano. Mientras paseábamos, la gente que pasaba a nuestro lado se quedaba mirándonos.
- Tienen envidia.- me susurró Dani al oído.
- ¿envidia? ¿de que?
- De mí. Porque estoy paseando con la chica más guapa de todo Madrid.- me sonrió.
- O de mí. Porque estoy cogida de la mano con el chico más maravilloso del mundo.- le miré a los ojos. Nos quedamos parados, mirándonos fijamente a los ojos, cada uno con una sonrisa en la cara.
- ¿soy más maravilloso que tu novio?- sin darse cuenta había estropeado el momento.
- Tú eres único y él también, dejémoslo así.- le miré de nuevo y le di un beso en la mejilla, comenzando a andar otra vez. En esos momentos no quería hablar de Toni. Solo estábamos Dani y yo.

Cruzamos la esquina visualizando, al fin el restaurante italiano en el que íbamos a comer. No estaba muy lleno, era día de entre semana y la gente lo que hacía era trabajar, no salir a comer a restaurantes italianos.
Entramos y nos sentaron en una mesa, al lado de la ventana.

- ¿qué desean beber? – nos preguntó el camarero con un peculiar acento italiano.
- Yo una fanta de naranja.- respondí.
- Que sean dos, por favor.
- Siempre pedimos la misma bebida.- reí.- Cualquiera que nos viese a saber que pensaría.
- Que estamos muy compenetrados y que somos muy parecidos.- sonrió Dani.
- Pues sí, ¿qué más iban a pensar?- sonreí, aunque en mi interior no pensase eso.
- ¿qué vas a pedir de comer? Hoy me apetecen mucho unos espaguetis.
- Pues me acabas de dar una idea. ¿qué te parece si compartimos espaguetis y pedimos una pizza pequeña también para compartir?
- Me parece bien, pero que sea mediana.- me miró y ambos reímos.

El camarero vino con nuestras bebidas y nos tomó nota de lo que queríamos comer. Me di cuenta de que sonreía al coger la última nota. ¿por qué se habría reído?
La comida nos la trajeron enseguida, y la verdad es que estaba bastante buena. Con los espaguetis tuvimos una pequeña discusión, los dos pinchamos los mismos y ninguno quería soltarlos. Parecíamos la Dama y el Vagabundo en versión humana y española. Nos reímos bastante al darnos cuenta que todo el restaurante miraba nuestra escena.
Al terminar con los dos platos, tanto con los espaguetis como con la pizza, el camarero nos los retiró y nos dio las cartas de los postres.
A mi lo que más me apetecía en ese momento era un rico helado italiano de vainilla.
Tanto Dani como yo nos pedimos uno, y nos lo comimos con muchísimo gusto.
Pagamos la cuenta y nos fuimos, esta vez sí, al retiro.

viernes, 9 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 69

CAPÍTULO 69. NO TENÍAMOS PRISA EN SER FELICES.





Abrió la puerta su hermana pequeña, María. Tenía 13 años y era bastante guapa, como su hermano. Se parecía mucho a él. Estaba bastante arreglada, seguramente iba a salir.

- ¡Hola!
- Hola, María. ¿qué tal estas?- nos dimos dos besos.
- Muy bien, Auro ¿y tu?
- Bien. ¿vas a salir?
- Sí, he quedado con unos amigos. Vienes a ver a mi hermano ¿a que sí?
- Sí.- reí.- ¿está en casa?
- En su habitación. Ya te sabes el camino.
- Vale, gracias María y pásalo bien.- me despedí de ella y empecé a subir las escaleras, para ir a la habitación de Dani.


Recorrí el pasillo que separaba unas habitaciones de otras y me quedé parada en frente de la puerta de Dani. Suspiré, desde que hablé con él no había podido dejar de pensar en lo que me había dicho. Estaba destrozada, pero ahora tocaba aparentar aunque solo fuese un poco. Tenía que apoyar a Dani. Él no me podía ver mal o le haría más daño aún.
Llamé a la puerta y oí la voz de Dani, parecía que estaba cantando. Giré el pomo con cuidado y entré en la habitación.
Dani estaba tumbado en su cama, con los cascos del ipod puestos, mirando al techo. No se había dado cuenta de que yo había entrado.
Me acerqué a él y le quité un casco. Pero ni siquiera miró hacia donde yo estaba.

- María, pírate de mi cuarto.- pensaba que yo era su hermana, reí para mis adentros.

Me agaché por detrás suyo y le di un sonoro beso en la mejilla. Se quitó el casco que le quedaba de golpe y se levantó para ver quién le había dado el beso. Me miró y sonrió, con una de sus magníficas sonrisas. Le devolví la sonrisa y me abracé a él, no pude evitarlo. Necesitaba uno de sus abrazos, fuertes y delicados a la vez.


PARTE NARRADA POR DANI.




La noche después de haberle contado la verdad a Aurora fue horrible. Tuve una pesadilla.
Estábamos ella y yo en un barco, a punto de llegar al puerto. Quedaban pocos metros para que el barco echase el ancla y Aurora y yo estábamos riéndonos, juntos.
En ese momento el barco se paró de golpe y Aurora salió disparada a una de las paredes del camarote en el que estábamos. Quedó inconsciente. Yo no sabía que hacer. La cogí entre mis brazos y la llevé fuera, la empecé a mover, para que se despertase, pero no lo hacía, no despertaba.
Había un médico en el barco, se acercó corriendo a nosotros y le tomó el pulso.

- Está muerta.- eso dijo. Todo mi cuerpo se paró al oír esas palabras. De mis ojos no hacían más que brotar lágrimas. Gritaba con todas mis fuerzas al cielo. La abrazada con fuerza, no quería dejarla ir. No, Aurora no me podía dejar.

Me desperté de golpe ya por la mañana, mi hermana estaba en mi habitación algo asustada.

- Dani ¿estas bien? Te he oído gritar.
- Una pesadilla, nada más.- la sonreí para que no se preocupase.

Estaba bañado en sudor, aún tenía los ojos llorosos y la sensación de haber perdido a Aurora no se me quitaba. Solo podía pensar en ella. Me levanté de la cama y me di una ducha bien fría. Tenía que espabilarme.
Me vestí rápido y me tumbé en mi cama, que ya me había hecho mi madre.
Me puse los cascos del ipod y lo encendí. Necesitaba relajarme.
Era la 1.30 del mediodía, cuando alguien me quitó el casco. Supuse que era María.

- María, pírate de mi cuarto- le dije. En ese momento no quería que me molestase con sus tonterías.

Tras decirle eso, me dio un beso sonoro en la mejilla.
Me paré a pensar que mi hermana nunca habría hecho eso, así que no era mi hermana la que estaba en mi cuarto. Me levanté con rapidez, quitándome el casco que quedaba y me giré para ver quién era la persona que había entrado en mi habitación.
Me quedé algo alucinado cuando vi a Aurora. Al principio pensé que era fruto de mi imaginación, por eso sonreí. Ella me devolví la sonrisa. Esa sonrisa que tanto me hacía sentir. Estaba seguro que todo era cosa de mi estúpida mente, siempre pensando en Aurora, pero me di cuenta de que no. Era real, lo supe cuando se abrazó a mí. Una sensación extraña me inundó por dentro. Cariño, amistad, felicidad, amor. Era todo un cúmulo de cosas.
La di un beso en el pelo y la miré a los ojos, a esos ojos verdes acaramelados que tanto me gustaban. La había echado mucho de menos.




PARTE NARRADA POR AURORA.




Después de un cálido abrazo, me miró a los ojos. Podía perderme en sus ojos azules como el mar.
Le cogí la mano fuerte, sin dejar de sonreír y con la otra le acaricié la cara.

- Dani, te he echado de menos.- sin poderlo evitar una lágrima corrió por mi mejilla. Dani me la quitó con muchísima dulzura.
- Yo también a ti. No pensé que vendrías tan pronto.
- No podía quedarme en mi pueblo después de hablar contigo y que me lo contaras.
- Aurora yo.. siento mucho tener que irme. No sabía que eso iba a pasar, mis padres nunca querían dejarme ir. Mis tíos insistieron y yo no pude hacer nada.
- No te preocupes Dani y no te disculpes conmigo. Tu siempre has querido ir a Londres a estudiar, al fin y al cabo va a ser un sueño cumplido, ¿no crees?
- Lo sería si tú vinieses conmigo.- eso me llegó al alma, me abracé de nuevo a él.
- Pero yo no puedo ir y tú tienes que pasar cinco años maravillosos conociendo esa ciudad.
- Aurora cinco años es mucho.
- Ya lo sé, pero si quieres pasarán rápidos. Y yo siempre estaré aquí, esperando a que vuelvas para darte un gran abrazo.
- Y yo en Londres intentaré llamarte siempre que pueda.
- Yo también lo intentaré, por mucho que cueste.
- Gracias por venir aquí a verme.
- No me las des. Si lo he hecho ha sido porque no podía quedarme en mi pueblo sin hacer nada. Necesitaba verte.
- ¿necesitabas verme?
- Sí y abrazarte y decirte que siempre voy a estar aquí para lo que quieras, por muchos kilómetros que nos separen.
- Eres un cielo.
- Entonces tu eres mi sol.- reí, el también lo hizo.
- Te invito a comer, vamos al retiro.
- Estas loco.
- Un poco, pero tu también lo estás.
- Me has pillado.- reí de nuevo.
- Venga vámonos.- me cogió de la mano y salimos corriendo por la puerta de su cuarto. Bajamos las escaleras y salimos por la puerta de su casa, sonrientes, de la mano, con ganas de diversión. No dejando pasar el poco tiempo que nos quedaba para estar juntos, aprovechando al máximo los días que nos quedaban.

Teníamos ganas de llegar al retiro, para comer a gusto, rodeados por las plantas. No teníamos prisa en ser felices.

domingo, 4 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 68

CAPÍTULO 68. LO MÁXIMO POSIBLE.



Cogí el teléfono, intrigada por quién sería la persona que me llamaba con número privado.
- ¿si?
- Aurora, soy Fer.- me quedé un poco sorprendida, no me esperaba que él me llamase.
- ¡Hola, Fer! ¿qué tal estás?
- Bien, gracias ¿y tu?
- Muy bien.- mentí, no quería preocuparle, ya tenía yo bastante.- ¿cómo es que me llamas con número privado?
- Se me ha roto el móvil y tenía ganas de hablar contigo.- contestó.
- ¿te llegó mi sms?- estaba un poco perdida.
- No, seguramente lo enviaste cuando ya estaba el móvil roto. ¿Ponía algo importante?- mierda, ahora tendría que decírselo a la cara. Sabía que me iba a costar, porque sabía que Fer sentía algo por mí, no quería lastimarle. Pero tampoco podía dejar que se hiciese falsas esperanzas.
- ¿podemos quedar? Así te lo digo en persona y nos vemos.
- Me parece genial. ¿en el parque de al lado de tu casa en media hora?
- Mejor en una hora, acabo de volver de viaje y tengo que deshacer la maleta.- se me acababa de ocurrir una idea. Llamaría a Cata, ya que no había venido a mi pueblo por asuntos familiares, y les presentaría. Estaba segura de que se gustarían y así me sería más fácil sincerarme con Fer.- por cierto, Fer, voy a llevar a una amiga si no te importa.
- No, tranquila mi primo también iba a venir. Es el que me dejó la moto, el de la novia.
- Sí, ya me acuerdo de él, bueno de lo que me dijiste de él.- reí.
- ¡ Qué memoria!
- Para que veas. Nos vemos en una hora. Adiós.- y colgué. Tenía que prepararme, llamar a Cata y obligarla prácticamente a venir al encuentro. Demasiado para una chica de quince años que está destrozada por su mejor amigo.


Pensé de nuevo en Dani, pero en esos momentos no podía ponerme así, tenía que llamar a Cata. Cogí el móvil y busqué en la agenda su número.

- ¿diga?- Cata habló.
- Catita, hello.
- ¡Auro! ¿cómo es eso de que me llamas?
- Que no te parezca tan raro, que ya sé que últimamente estoy muy ocupada y estresada y eso, pero me acuerdo de ti. Que amiga más maja tengo eh! Nada más hablar contigo me preguntas que por qué te llamo. Ya te vale. ¿qué pasa que no puedo hablar con una de mis mejores amigas?
- ¡Uy! ¡Demasiado pelotismo veo por aquí!
- ¿pelotismo? Te acabas de inventar esa palabra ¿verdad?
- Sí y ¡mola! Que quieres que te diga ya sabes que yo soy así.
- Lo sé. Quería pedirte algo que te va a encantar.
- ¿ves? No si ya lo sabía yo, tantos cumplidos salidos de la boca de Aurora Jiménez García, no eran por alagar a su querida amiga Cata.
- ¡Pero que te estoy diciendo que te va a gustar! Te voy a presentar a un chico, 18 años, guapo, rubio, ojazos, soltero y al que por desgracia voy a tener que decir que solo quiero ser su amiga.
- ¿cuándo y a qué hora quedamos?- no pude contener la risa. Me sorprendía a mí misma lo bien que conocía a Cata. Era como un cofre abierto, sin secretos.
- En una hora en el parque de enfrente de mi casa. Ponte guapa. Un beso.
- ¿sabes que eres la mejor? Allí estaré. ¡Un beso!- y colgó.

Lo había conseguido, mi plan tenía la certeza de que saldría bien. Fer y Cata se verían, hablarían, se conocerían y se enamorarían. Tenía que ser así. Y cuando ya no me necesitasen, me iría a ver a Dani, la razón por la que volvía a estar en Madrid.

Me arreglé, no demasiado, pero si lo suficiente para causarle una buena impresión a Dani cuando le viese.
Me asomé a la habitación de mi hermana y vi a Guille durmiendo en la cama, rodeado de peluches. Parecía un niño pequeño, con cuerpo de hombre. Estaba realmente guapo.

La hora estaba a punto de pasar, cogí el bolso, las llaves y le escribí una nota a Guille en un posit.
“ ¡dormilón! Cuando despiertes y no me veas no te asustes, he salido a ver a Dani. Te pido una cosa, sal rápido de casa, no quiero que mi madre te monte un pollo al verte. Luego me llamas y nos vemos si quieres. No se te olvide cerrar con dos vueltas la puerta. ¡Un besito! Tu primi Auro. :P”

Estaba segura de que cuando la leyese sonreiría y eso me hacía sonreír a mí también.
Le dejé una llave de la puerta de la casa, para que luego cerrase y me fui.
Bajé por las escaleras, porque el ascensor estaba ya ocupado y yo tenía bastante prisa.
Abrí el portal y anduve, esta vez más despacio hacia el parque en el que habíamos quedado. Estaba segura de que Fer y su primo ya me esperaban, lo que no sabía era si Cata habría llegado ya.
Crucé la esquina y me adentré en el parque, donde efectivamente, tal como yo había previsto, me esperaba Fer con un chico a su lado, su primo, supuse. Era un chico alto, aunque no demasiado, Fer le sacaba al menos una cabeza. Parecía fuerte, era castaño claro, con ojos marrones y una sonrisa muy parecida a la de su primo. Tenía que reconocer que tenía bastante atractivo.
Me acerqué a ellos y le di dos besos a Fer. Él me presentó a su primo, se llamaba Roberto y al parecer tenía solo un año más que yo, aunque aparentase al menos tres más.
Estuvimos hablando un rato, pero no demasiado, Cata llegó más pronto de lo que esperaba.
Cuando Fer vio a Cata, la cual iba bastante guapa, tal como le había dicho, se quedó algo más que asombrado. Mi plan estaba surgiendo efecto.
Les presenté y empezaron a hablar. Cogí a Roberto del brazo y los dejamos solos. Ni siquiera había podido decirle a Fer nada de lo que tenía pensado decirle, pero quizás eso era lo mejor.
Le conté a Roberto todo lo que tenía pensado de juntarlos y aceptó a ayudarme. Era bastante simpático, me caía bien.
Miré a Fer y Cata, habían pasado ya a la fase de conocerse y eso era buenísimo. De ahí saldría una pareja. Roberto los miró también y sonrió, después me miró a mí.

- Estas hecha toda una celestina.
- Por mis amigos hago todo lo que esté en mi mano.
- Eres una gran persona.
- Gracias, tu también lo eres.- le miré y sonreí. Parecía que nos conocíamos desde hacía tiempo. Y tenía el presentimiento de que con Roberto había nacido una bonita amistad.

Nos fuimos del parque, dejándoles completamente solos. Roberto me llevó en su moto a casa de Dani y al despedirnos le di un beso en la mejilla, al cual me correspondió con otro.
Le dije adiós con la mano al irse con la moto y me giré para mirar la casa de Dani, era un chalet, no excesivamente grande, pero sí muy bonito.
Miré con más detenimiento a la puerta de entrada. Tras esa puerta se encontraba mi mejor amigo, destrozado por su repentino viaje a Londres durante tanto tiempo. Tenía que apoyarle en todo lo que pudiera, para eso estaba.
Di un paso al frente y cogí aire. Llamé a la puerta. Había vuelto a Madrid tan de repente por un solo motivo, Dani. Sabía que él era mi mejor amigo y que tenía que pasar con él sus últimos días aquí. Disfrutando lo máximo posible.

sábado, 3 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 67

CAPÍTULO 67. DE VUELTA A MI CIUDAD.




A la mañana siguiente me desperté a las diez aproximadamente, me lavé, me vestí y comencé a preparar la maleta.
Nieves no estaba en su cama, así que supuse que abría pasado la noche en nuestra casa particular, de vez en cuando la gustaba subirse allí arriba a dormir.
Estaba el día despejado, ni una nube y un gran bochorno de calor.
En la maleta metí todo lo que necesitaría los días que estuviese en Madrid, que ni siquiera yo sabía cuantos eran.
Me miré en el espejo al terminar de hacer la maleta, tenía ojeras y la cara hecha un auténtico asco. Me puse polvos y me pinté la raya negra, no me apetecía maquillarme demasiado pero al menos tenía que parecer decente al ojo humano.
Llamaron a mi puerta, era Guille.

- ¿Preparada?
- Sí. Solo me falta despedirme de mis abuelos.
- Vale. Pero antes de eso me gustaría decirte algo.
- Dime.
- Me alegro de que tú y Toni seáis novios.- sonrió. Le agradecía en lo más profundo de mi ser su aceptación, sabía que Guille no lo había pasado bien cuando le dije que no podíamos seguir queriéndonos como algo más que primos, pero lo había asumido como el casi adulto que era, de una forma bastante madura.
- Gracias, Guille.- le sonreí y le di un beso en la mejilla.
- Anda, ve a despedirte de tus abuelos, el coche y yo estamos preparados. Iré metiendo las maletas.
- Ya voy.- salí de la habitación y entré en el salón, dónde estaban mi abuela y mi abuelo, desayunando.
- Abuelos, me voy ya.
- Lo sabemos, no te preocupes. Ponte bien, cielo. Ahora eso es lo único que importa.- me sonrió mi abuela y me dio un fuerte abrazo acompañado de un beso en la mejilla.
- Y cuidadín con mi coche ¡eh!- mi abuelo intentaba ponerle un poco de broma al asunto. Consiguió sacarme una sonrisa.- así me gusta, que sonrías.- me achuchó y me dio un beso en la frente.
- Te cuidaré el coche, a Guille y a mí misma.- reí.- ya soy mayorcita ¿no?- los tres reímos esta vez.- adiós.- y salí del salón, encaminándome al garaje, dónde me esperaba Guille con el coche en marcha.
- Vamos.- abrí la puerta de asiento del copiloto y me senté. Ya era hora de enfrentarme a todo lo que me pasaba. De dar un paso más hacia la realidad de la vida.


Guillé me miró y me sonrió. Le cogí la mano y se la apreté un poco. Una lágrima rodó por mi mejilla. Guille me la quitó y miró al frente tras suspirar. Justo en ese momento de tensión de sentimientos y de cariño entre primos pisó el acelerador y empezamos nuestro viaje de regreso a Madrid, mi ciudad en la que tantos buenos y malos momentos había pasado.
La carretera estaba despejada, no había casi coches, en parte porque era excesivamente pronto. Dentro del coche el ambiente era cómodo, estaba puesta la radio, con los 40 principales sonando y yo cantando para mis adentros. Guille tenía la mirada fija a la carretera, sus gafas de sol tapaban sus ojos, pero aún así yo sabía que de vez en cuando me miraba.
El viaje se me hizo muy corto, estaba perdida en mi pasión, la música y en ese momento, mejor dicho en esa hora que tardamos en llegar a Madrid mi cabeza solo pensó en la música.
Madrid, mi ciudad ya se veía a lo lejos. Sus altos edificios llamaban la atención a cualquiera. Madrid era una ciudad inigualable, tan grande, tan llena de gente, tan moderna y a la ve tan antigua. Madrid era mi ciudad y siempre me gustaba volver a verla después de un tiempo.

Pasamos con el coche por la m-30 hasta llegar a mi barrio y un poco después a mi calle. Cerca de la puerta de mi portal había varios sitios para dejar el coche, y allí fue donde aparcamos.
Cogí la maleta del maletero del coche y me dirigí a la puerta del portal con las llaves en la mano. Guille me siguió al cerrar al coche de mi abuelo.

Abrí el portal y llamé al ascensor, una vez llegamos a mi descansillo me paré a pensar.

- Mi madre no estará en casa- miré a Guille.
- ¿y eso es malo?- parecía preocupado.
- No es bueno, solo que le va a sorprender bastante vernos aquí a los dos cuando llegue del trabajo.- sonreí y abrí la puerta de mi casa. El olor a mi hogar me reconfortó. Necesitaba sentirme en casa de nuevo, así sentiría a Dani más cerca de mí.


Llevé mi maleta a mi habitación y conduje a Guille a la habitación de mi hermana.

- Tu duermes aquí ¿vale primo?- sonreí. Él me miró con una cara un tanto rara.
- No se yo si tantos ojos puestos en mí me van a dejar dormir.- dijo mirando todas las muñecas. Yo me reí, la verdad es que el cuarto de mi hermana era como una reunión de muñecas y peluches, la mitad míos de cuando era pequeña.
- ¡Anda, no seas tonto!


Miré la foto que tenía mi hermana, Bea de nosotras dos entre peluches. Sonreí, esa enana, como yo la llamaba, era un bicho de la cabeza a los pies, pero tenía su encanto. Siempre que me la encontraba en el colegio, mis amigas decían – Que mona es tu hermana, Auro.- y yo siempre las contestaba lo mismo.- eso es porque no la conocéis demasiado y porque no vivís con ella todos los días.
Me reí al recordarlo. Volví a mirar la foto, ella salía riendo y yo también, recordé que la estaba haciendo cosquillas cuando nos hicieron la foto y por eso nos estábamos riendo tanto. Ella por las cosquillas y yo de ella.
La echaba de menos. Era una enana muy plasta y muchas veces hacía cosas que solo me perjudicaban y con las que mis padres me regañaban a mí sin motivo. Pero al fin y al cabo era mi hermana pequeña y desde que nació la he querido y la quiero muchísimo, con sus virtudes y sus defectos.

Dejé de pensar en mi hermana y me concentré en Guille que se acababa de quitar la camiseta. Una vez más, sus abdominales me quitaban el hipo.
Le miré de arriba abajo, él se dio cuenta y sonrió, parecía que se divertía, mientras que en mi interior había una guerra entre mi cabeza, mi corazón y mi instinto animal.
Me acerqué a él, intentando desviar la vista a cualquier otro sitio, pero no podía.
Guille me pegó a su cuerpo, era tan caliente como el ambiente en ese momento. Me dio un beso en la mejilla y yo cerré los ojos. Sobraban las palabras.
Empecé a recordar los momentos que pasamos juntos, nuestro primer beso en medio de una calle con mucha gente mirándonos, nuestro paseo por el campo lleno de flores en el que Guille tanto me había hecho sentir. Recordé también cuando se quedó tumbado a mi lado hasta que me dormí y los celos que sentí cuando la tal Lola se acercó a él diciéndole lo que le dijo. Recordé cada uno de sus apasionados pero dulces besos. En ese momento solo tenía ganas de besarle.
Abrí los ojos y le miré, era tan guapo, me quería tanto y yo a él, que no sabía si podría aguantar.
Le acaricié la cara a la vez que sonreía, él me dio un beso en la mano. Coloqué mi otra mano en su espalda, acariciándole. Me acerqué cada vez más a sus labios, pero entonces, al cerrar los ojos de nuevo, dos imágenes pasaron por mi cabeza.
Primero fue Toni, con sus besos, sus abrazos, sus muestras de cariño, su sonrisa, su cuerpo de hombre, sus ojos que tanto me decían.
Después de aparecer Toni, se adueñó de mis pensamientos Dani. Su cara sonriente, sus ojos azules y brillantes, su pelo rubio y esa sonrisa que tanto me aportaba cada vez que la veía.
Abrí los ojos de golpe y me separé de Guille, no podía hacerlo.
No podía besarle de nuevo, por mi bien y por el suyo. No quería confundirme más. Tenía un novio al que quería muchísimo y había vuelto a Madrid por un motivo, por mi mejor amigo. Lo que no podía hacer era olvidarme de ellos dos y besar a mi primo, simplemente por un impulso.

Salí de la habitación de mi hermana, dejándole ahí, sin camiseta y mirándome, sin saber que hacer o que decir. Pero a mi no me importaba, yo sabía que no había sido su intención. La culpa era mía, y él mi primo. No había más que decir.

Me metí en mi habitación y cerré la puerta, tenía que llamar a Toni para que supiese que estaba bien.
Cogí el móvil y marqué su número, ya me lo sabía de memoria.

- ¿Aurora?- contestó Toni al otro lado de la línea.
- ¡Toni!
- Mi pequeña, ¿cómo estás?- me encantaba que me llamase “mi pequeña” decía tanto de él.
- Pues bueno, dentro de lo que cabe estoy bien. El viaje ha sido muy corto y ya me queda menos para ver a Dani.
- Vale, menos mal que Guille conduce bien que si no..
- No me habría pasado nada de todos modos.- sonreí y aunque él no me viese, por el tono de voz estaba segura de que lo había notado.
- Pequeña, tengo que colgar, mi abuela me llama. Cuídate mucho y vuelve pronto, que ya te echo de menos.
- No te preocupes, haré todo lo que pueda por volver cuanto antes. Y no me va a pasar nada.
- Te quiero.
- Yo te quiero más.- contesté y colgué.

Ya había avisado a Toni de que había llegado, a mis abuelos también tenía que llamarles, estaba buscando su número en la agenda del móvil, cuando me llamaron. Ponía número desconocido. ¿Quién sería?