solsticio de verano

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sábado, 3 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 67

CAPÍTULO 67. DE VUELTA A MI CIUDAD.




A la mañana siguiente me desperté a las diez aproximadamente, me lavé, me vestí y comencé a preparar la maleta.
Nieves no estaba en su cama, así que supuse que abría pasado la noche en nuestra casa particular, de vez en cuando la gustaba subirse allí arriba a dormir.
Estaba el día despejado, ni una nube y un gran bochorno de calor.
En la maleta metí todo lo que necesitaría los días que estuviese en Madrid, que ni siquiera yo sabía cuantos eran.
Me miré en el espejo al terminar de hacer la maleta, tenía ojeras y la cara hecha un auténtico asco. Me puse polvos y me pinté la raya negra, no me apetecía maquillarme demasiado pero al menos tenía que parecer decente al ojo humano.
Llamaron a mi puerta, era Guille.

- ¿Preparada?
- Sí. Solo me falta despedirme de mis abuelos.
- Vale. Pero antes de eso me gustaría decirte algo.
- Dime.
- Me alegro de que tú y Toni seáis novios.- sonrió. Le agradecía en lo más profundo de mi ser su aceptación, sabía que Guille no lo había pasado bien cuando le dije que no podíamos seguir queriéndonos como algo más que primos, pero lo había asumido como el casi adulto que era, de una forma bastante madura.
- Gracias, Guille.- le sonreí y le di un beso en la mejilla.
- Anda, ve a despedirte de tus abuelos, el coche y yo estamos preparados. Iré metiendo las maletas.
- Ya voy.- salí de la habitación y entré en el salón, dónde estaban mi abuela y mi abuelo, desayunando.
- Abuelos, me voy ya.
- Lo sabemos, no te preocupes. Ponte bien, cielo. Ahora eso es lo único que importa.- me sonrió mi abuela y me dio un fuerte abrazo acompañado de un beso en la mejilla.
- Y cuidadín con mi coche ¡eh!- mi abuelo intentaba ponerle un poco de broma al asunto. Consiguió sacarme una sonrisa.- así me gusta, que sonrías.- me achuchó y me dio un beso en la frente.
- Te cuidaré el coche, a Guille y a mí misma.- reí.- ya soy mayorcita ¿no?- los tres reímos esta vez.- adiós.- y salí del salón, encaminándome al garaje, dónde me esperaba Guille con el coche en marcha.
- Vamos.- abrí la puerta de asiento del copiloto y me senté. Ya era hora de enfrentarme a todo lo que me pasaba. De dar un paso más hacia la realidad de la vida.


Guillé me miró y me sonrió. Le cogí la mano y se la apreté un poco. Una lágrima rodó por mi mejilla. Guille me la quitó y miró al frente tras suspirar. Justo en ese momento de tensión de sentimientos y de cariño entre primos pisó el acelerador y empezamos nuestro viaje de regreso a Madrid, mi ciudad en la que tantos buenos y malos momentos había pasado.
La carretera estaba despejada, no había casi coches, en parte porque era excesivamente pronto. Dentro del coche el ambiente era cómodo, estaba puesta la radio, con los 40 principales sonando y yo cantando para mis adentros. Guille tenía la mirada fija a la carretera, sus gafas de sol tapaban sus ojos, pero aún así yo sabía que de vez en cuando me miraba.
El viaje se me hizo muy corto, estaba perdida en mi pasión, la música y en ese momento, mejor dicho en esa hora que tardamos en llegar a Madrid mi cabeza solo pensó en la música.
Madrid, mi ciudad ya se veía a lo lejos. Sus altos edificios llamaban la atención a cualquiera. Madrid era una ciudad inigualable, tan grande, tan llena de gente, tan moderna y a la ve tan antigua. Madrid era mi ciudad y siempre me gustaba volver a verla después de un tiempo.

Pasamos con el coche por la m-30 hasta llegar a mi barrio y un poco después a mi calle. Cerca de la puerta de mi portal había varios sitios para dejar el coche, y allí fue donde aparcamos.
Cogí la maleta del maletero del coche y me dirigí a la puerta del portal con las llaves en la mano. Guille me siguió al cerrar al coche de mi abuelo.

Abrí el portal y llamé al ascensor, una vez llegamos a mi descansillo me paré a pensar.

- Mi madre no estará en casa- miré a Guille.
- ¿y eso es malo?- parecía preocupado.
- No es bueno, solo que le va a sorprender bastante vernos aquí a los dos cuando llegue del trabajo.- sonreí y abrí la puerta de mi casa. El olor a mi hogar me reconfortó. Necesitaba sentirme en casa de nuevo, así sentiría a Dani más cerca de mí.


Llevé mi maleta a mi habitación y conduje a Guille a la habitación de mi hermana.

- Tu duermes aquí ¿vale primo?- sonreí. Él me miró con una cara un tanto rara.
- No se yo si tantos ojos puestos en mí me van a dejar dormir.- dijo mirando todas las muñecas. Yo me reí, la verdad es que el cuarto de mi hermana era como una reunión de muñecas y peluches, la mitad míos de cuando era pequeña.
- ¡Anda, no seas tonto!


Miré la foto que tenía mi hermana, Bea de nosotras dos entre peluches. Sonreí, esa enana, como yo la llamaba, era un bicho de la cabeza a los pies, pero tenía su encanto. Siempre que me la encontraba en el colegio, mis amigas decían – Que mona es tu hermana, Auro.- y yo siempre las contestaba lo mismo.- eso es porque no la conocéis demasiado y porque no vivís con ella todos los días.
Me reí al recordarlo. Volví a mirar la foto, ella salía riendo y yo también, recordé que la estaba haciendo cosquillas cuando nos hicieron la foto y por eso nos estábamos riendo tanto. Ella por las cosquillas y yo de ella.
La echaba de menos. Era una enana muy plasta y muchas veces hacía cosas que solo me perjudicaban y con las que mis padres me regañaban a mí sin motivo. Pero al fin y al cabo era mi hermana pequeña y desde que nació la he querido y la quiero muchísimo, con sus virtudes y sus defectos.

Dejé de pensar en mi hermana y me concentré en Guille que se acababa de quitar la camiseta. Una vez más, sus abdominales me quitaban el hipo.
Le miré de arriba abajo, él se dio cuenta y sonrió, parecía que se divertía, mientras que en mi interior había una guerra entre mi cabeza, mi corazón y mi instinto animal.
Me acerqué a él, intentando desviar la vista a cualquier otro sitio, pero no podía.
Guille me pegó a su cuerpo, era tan caliente como el ambiente en ese momento. Me dio un beso en la mejilla y yo cerré los ojos. Sobraban las palabras.
Empecé a recordar los momentos que pasamos juntos, nuestro primer beso en medio de una calle con mucha gente mirándonos, nuestro paseo por el campo lleno de flores en el que Guille tanto me había hecho sentir. Recordé también cuando se quedó tumbado a mi lado hasta que me dormí y los celos que sentí cuando la tal Lola se acercó a él diciéndole lo que le dijo. Recordé cada uno de sus apasionados pero dulces besos. En ese momento solo tenía ganas de besarle.
Abrí los ojos y le miré, era tan guapo, me quería tanto y yo a él, que no sabía si podría aguantar.
Le acaricié la cara a la vez que sonreía, él me dio un beso en la mano. Coloqué mi otra mano en su espalda, acariciándole. Me acerqué cada vez más a sus labios, pero entonces, al cerrar los ojos de nuevo, dos imágenes pasaron por mi cabeza.
Primero fue Toni, con sus besos, sus abrazos, sus muestras de cariño, su sonrisa, su cuerpo de hombre, sus ojos que tanto me decían.
Después de aparecer Toni, se adueñó de mis pensamientos Dani. Su cara sonriente, sus ojos azules y brillantes, su pelo rubio y esa sonrisa que tanto me aportaba cada vez que la veía.
Abrí los ojos de golpe y me separé de Guille, no podía hacerlo.
No podía besarle de nuevo, por mi bien y por el suyo. No quería confundirme más. Tenía un novio al que quería muchísimo y había vuelto a Madrid por un motivo, por mi mejor amigo. Lo que no podía hacer era olvidarme de ellos dos y besar a mi primo, simplemente por un impulso.

Salí de la habitación de mi hermana, dejándole ahí, sin camiseta y mirándome, sin saber que hacer o que decir. Pero a mi no me importaba, yo sabía que no había sido su intención. La culpa era mía, y él mi primo. No había más que decir.

Me metí en mi habitación y cerré la puerta, tenía que llamar a Toni para que supiese que estaba bien.
Cogí el móvil y marqué su número, ya me lo sabía de memoria.

- ¿Aurora?- contestó Toni al otro lado de la línea.
- ¡Toni!
- Mi pequeña, ¿cómo estás?- me encantaba que me llamase “mi pequeña” decía tanto de él.
- Pues bueno, dentro de lo que cabe estoy bien. El viaje ha sido muy corto y ya me queda menos para ver a Dani.
- Vale, menos mal que Guille conduce bien que si no..
- No me habría pasado nada de todos modos.- sonreí y aunque él no me viese, por el tono de voz estaba segura de que lo había notado.
- Pequeña, tengo que colgar, mi abuela me llama. Cuídate mucho y vuelve pronto, que ya te echo de menos.
- No te preocupes, haré todo lo que pueda por volver cuanto antes. Y no me va a pasar nada.
- Te quiero.
- Yo te quiero más.- contesté y colgué.

Ya había avisado a Toni de que había llegado, a mis abuelos también tenía que llamarles, estaba buscando su número en la agenda del móvil, cuando me llamaron. Ponía número desconocido. ¿Quién sería?

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