solsticio de verano

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domingo, 11 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 70

CAPÍTULO 70. IGUAL



Dani y yo cogimos el metro que nos llevaba al retiro. Estábamos contentos y no parábamos de reír. Por fin habíamos olvidado en parte el viaje de Dani, mejor dicho lo habíamos aparcado a un lado para disfrutar del tiempo que teníamos juntos.
Entramos en el vagón, estaba repleto de gente. No solté su mano ni un segundo, mientras nos adentrábamos en el barullo.
Me fui fijando en la gente que estaba ahí dentro. Había todo tipo de personas, adultos con prisa para ir a trabajar, ancianos tranquilos leyendo el periódico, jóvenes con los cascos puestos, parejas dándose besos, una madre con su niño pequeño en brazos. Sonreí, no había cosa que me gustase más que la variedad del metro, donde podías encontrar personas, desde pequeñas, hasta ancianas.
Dani y yo estábamos de pie, agarrados a una barandilla, ya que no había ningún asiento libre.
No estábamos juntos del todo, los dos queríamos guardar algo de distancia, pero nuestras manos seguían unidas. Una viejecita, se levantó de su asiento y sin darse cuenta la pobre, me empujó, por lo que terminé totalmente pegada a Dani. Miré a todos lados, para no mirarle a él, estaba roja como un tomate y no quería que se me notara demasiado. Al final fue él quién guió mi mirada hacia la suya.
La viejecita, que se había quedado a mi espalda, habló.

- Lo siento chica, tendré más cuidado. – nos miró y sonrió, después le dio un codazo a una señora que iba a su lado y le dijo algo en el oído. La otra señora no se cortó un pelo.
- Chico, ¿por qué no la besas de una vez? Tenéis que aprovechar cada segundo y se nota que estáis enamorados. Ella está deseando besarte.- pero, ¿esa mujer era bruja o qué? me había entrado un escalofrío al oír sus palabras. Dani me miró a los ojos y sonrió.
- ¿De verdad estás deseando besarme?- me dijo en un susurro.
- Yo no he dicho eso.- intenté disimular.
- Pero la señora sí, ni los abuelos ni los niños mienten.- sonrió de nuevo.
- No serás tú el que tiene ganas de besarme ¿no?- sonreí también, sin dejar de mirarle.
- No te puedo contestar.- me dijo y se quedó tan a gusto.
- Claro, sigues pillado por Miri ¿verdad? Y no te preocupes, no tenías que responder.
- ¿en serio te habías creído las palabras de la viejecita?- me cambió de tema.
- No te puedo contestar.- le imité y me separé de él, esta vez dando mucha más distancia, pero aún cogida a su mano.
- Eres tan..- me miró, con sus preciosos ojos azules.
- Tan..¿única, genial, irremplazable, estupenda, lista, genial, dulce?- sonreí de oreja a oreja.
- Eso y mucho más.- y tras decir esto me plantó un beso en la mejilla, un beso de los suyos.


Llegamos a nuestra parada, nos bajamos y corrimos de la mano hasta la entrada del retiro.

- Antes quiero invitarte a comer.- me dijo Dani.
- Como quieras, con tal de estar contigo..
- Vamos.- me cogió de la cintura y me dio un beso en el pelo.

Empezamos a caminar hacia un italiano que había cercano. Mientras paseábamos, la gente que pasaba a nuestro lado se quedaba mirándonos.
- Tienen envidia.- me susurró Dani al oído.
- ¿envidia? ¿de que?
- De mí. Porque estoy paseando con la chica más guapa de todo Madrid.- me sonrió.
- O de mí. Porque estoy cogida de la mano con el chico más maravilloso del mundo.- le miré a los ojos. Nos quedamos parados, mirándonos fijamente a los ojos, cada uno con una sonrisa en la cara.
- ¿soy más maravilloso que tu novio?- sin darse cuenta había estropeado el momento.
- Tú eres único y él también, dejémoslo así.- le miré de nuevo y le di un beso en la mejilla, comenzando a andar otra vez. En esos momentos no quería hablar de Toni. Solo estábamos Dani y yo.

Cruzamos la esquina visualizando, al fin el restaurante italiano en el que íbamos a comer. No estaba muy lleno, era día de entre semana y la gente lo que hacía era trabajar, no salir a comer a restaurantes italianos.
Entramos y nos sentaron en una mesa, al lado de la ventana.

- ¿qué desean beber? – nos preguntó el camarero con un peculiar acento italiano.
- Yo una fanta de naranja.- respondí.
- Que sean dos, por favor.
- Siempre pedimos la misma bebida.- reí.- Cualquiera que nos viese a saber que pensaría.
- Que estamos muy compenetrados y que somos muy parecidos.- sonrió Dani.
- Pues sí, ¿qué más iban a pensar?- sonreí, aunque en mi interior no pensase eso.
- ¿qué vas a pedir de comer? Hoy me apetecen mucho unos espaguetis.
- Pues me acabas de dar una idea. ¿qué te parece si compartimos espaguetis y pedimos una pizza pequeña también para compartir?
- Me parece bien, pero que sea mediana.- me miró y ambos reímos.

El camarero vino con nuestras bebidas y nos tomó nota de lo que queríamos comer. Me di cuenta de que sonreía al coger la última nota. ¿por qué se habría reído?
La comida nos la trajeron enseguida, y la verdad es que estaba bastante buena. Con los espaguetis tuvimos una pequeña discusión, los dos pinchamos los mismos y ninguno quería soltarlos. Parecíamos la Dama y el Vagabundo en versión humana y española. Nos reímos bastante al darnos cuenta que todo el restaurante miraba nuestra escena.
Al terminar con los dos platos, tanto con los espaguetis como con la pizza, el camarero nos los retiró y nos dio las cartas de los postres.
A mi lo que más me apetecía en ese momento era un rico helado italiano de vainilla.
Tanto Dani como yo nos pedimos uno, y nos lo comimos con muchísimo gusto.
Pagamos la cuenta y nos fuimos, esta vez sí, al retiro.

2 comentarios:

  1. Ooooii
    cmo la dama y el bagabundoo mi pelicula de disney favoritaa :)
    que monoss :D :D

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  2. jajajaja! sí! me alegro de que te guste!

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