solsticio de verano

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domingo, 28 de febrero de 2010

SOSLTICIO DE VERANO 48

CAPÍTULO 48. LÁGRIMAS Y ALGO MÁS.



Pasamos la tarde en casa de mi abuela, viendo la tele, hablando de nuestras cosas. Me contó todo sobre él.
Hacía surf, ya que tenía un chalet en un pueblo de Murcia. Le encantaban los deportes, de todo tipo, como a mí y la música. Lo que él más escuchaba eran grupos de rock, como AC-DC, y tocaba la batería. Su color preferido era el verde, en cualquier tonalidad. Tenía 19 años y su cumpleaños era el 12 de marzo, por tanto era piscis. Me dijo que las chicas le gustaban mucho, pero solo para un rollo, nunca se había enamorado. No tenía novia, cosa que me resultó muy rara puesto que era un pivón. Me habló de su familia y me contó lo mucho que le había hablado de mí. Cuando me dijo eso no pude evitar pensar en Gabriel, a él también le había hablado de mí.
Después de una larga tarde, aunque entretenida, llegó la hora de cenar.
No tenía hambre así que me fui a mi cuarto.
Guille y Vicente se quedarían en casa de mi abuela hasta que pasasen las fiestas, en la habitación continua a la que compartían con mi prima. Estaba segura de que sería muy agradable compartir techo con ellos, eran realmente simpáticos.

Me metí en mi cama, después de ponerme el pijama de rayas de hello kity.
Me quedé pensativa mirando al techo.
Gabriel estaba con otra, en el mismo sitio donde estuvo conmigo- pensé, aún no me lo creía.- y luego cuando me fui después de gritarle, Guille le dijo que esta vez se la pagaba. ¿ya se conocían?- mi cabeza estaba hecha un completo lío.

Alguien llamó a la puerta de mi habitación.

- ¡Pasa!- grité.
- Hola, prima.- Era Guille y estaba en pantalón de pijama, sin camiseta. Madre mía que cuerpo- pensé.
- Hola, Guille. ¿qué haces tú por aquí y a estas horas?- eran solo las once.
- No es tarde y lo sabes perfectamente. Solo quería saber cómo estabas. Te he notado algo triste esta tarde. ¿Gabriel tiene algo que ver?- me preguntó. Lo sabía, le conocía.- pensé.
- ¿conoces a Gabriel?
- Si, éramos colegas, hasta que me robó a mi novia.- me quedó petrificada, no sabía que Gabriel era así.
- Lo siento, no sabía nada.
- No te preocupes pequeña, de eso hace ya unos años. ¿tú de qué le conoces? Te vi bastante afectada cuando le viste con Lidia.
- Es mi novio, bueno lo era. Dios no tengo ni idea de lo que es ahora.- entristecí al recordar todos los te quiero que él me había dicho. Todo había sido una mentira y yo un simple rollo de quince días.
- ¿tu novio? ¿el novio de mi prima?- le costaba asimilarlo.- dios te juro que lo mato..- parecía bastante enfadado.
- Guille, tranquilo, no le hagas nada, no merece si quiera que le miremos a la cara. Ni tú ni yo ni nadie.- dije intentando convencerme también a mí misma.
- Tienes razón. Pero eso sí, como se le ocurra ponerte una mano encima, lo mato.
- Me la ha puesto muchas veces, Guille, nunca pasó nada de lo que pueda arrepentirme, pero nuestros besos eran bastante apasionados..- me acordé de cada beso, desde el primero hasta el último y entonces sí no pude evitar llorar.
- No llores, por favor Auro.- se sentó a mi lado, en la cama y me apretó fuerte contra su pecho.
- No quiero llorar por ese hipócrita, pero no puedo evitarlo..- hablaba entre sollozos, quitándome todas y cada una de las lágrimas.
- Vamos a hacer una cosa. Mañana te vienes conmigo a la fiesta de un colega. Tienes que conocer a gente nueva y airearte un poco.
- No se si voy a poder Guille, aún estoy bastante afectada..
- Ni afectada ni leches, te vienes conmigo. Y tranquila, no me voy a separar ni un segundo de ti.
- En ese caso vale.- le sonreí.

La tristeza aún me invadía, pero Guille estaba consiguiendo que todo lo relacionado con Gabriel saliese pronto de mi interior, para no sufrir más.
Como Guille quedaban muy pocos y de eso estaba segura.
Me abrazó y me dio un beso suave en la mejilla, tras desearme buenas noches. Le ví levantarse, abrir la puerta y apagarme la luz. Entonces sonreí, era mi primo mayor, jamás había tenido uno y aunque no fuese directo sino primo tercero, me encantaba saber que podía confiar en él.
Me dormí enseguida y comencé a soñar.

Guille y yo estábamos en un campo lleno de flores de todos los colores, reíamos, corríamos y jugábamos como dos niños pequeños.
Me cogió de la mano y me subió a lo alto de una colina. Miré hacia abajo y vi todo un prado verde. Aún cogidos de la mano comenzamos a rodar colina abajo. Terminé encima suya, riendo. Sus ojos brillaban y me miraban como si fuese a extinguirme. Yo le mantenía la mirada, me encantaba la luz de sus ojos. Comenzamos a acercar los labios. Yo sonreí y él me respondió con otra sonrisa. Y entre flores silvestres, campo verde, un sol que brillaba como nunca en el cielo azul y despejado, le besé. Besé a mi primo mayor como nunca había besado a nadie. Sus labios encajaban perfectamente con los míos. No nos separábamos ninguno de los dos, nuestras respiraciones eran entrecortadas. Al fin yo conseguí separarme un poco. Él acercó sus labios a mi oído y me susurró algo. “Jamás me había enamorado, hasta que te encontré. Eres mi cielo, mi tierra mi aire y mi agua. Eres cuanto deseé. Te quiero!”

Desperté sobresaltada, había soñado que me besaba mi primo mayor y que me decía las cosas más bonitas que me habían dicho nunca. Sonreí para mis adentros.
No puede ser, Aurora, él no, es tu primo mayor. Y además de eso ¿no has sufrido suficiente?- pensé, pero yo misma me contesté, esta vez en voz alta.- si quieres a alguien da igual que puedas sufrir, arriésgate, no pierdes nada, sólo ganas.

- ¿Aurora?- Nieves me había oído.


Me hice la dormida, no quería explicarle nada a Nieves y mucho menos eso. Sólo sabía una cosa, Guille era mi primo, había soñado con él, pero tenía que olvidarme de ese sueño. Era uno amor como el de Dani, total y absolutamente imposible para mí.

sábado, 27 de febrero de 2010

SOSLTICIO DE VERANO 47

CAPÍTULO 47. PRIMO MAYOR.




Después de una larga conversación, de risas, de compartir algún que otro momento de vergüenza y de alegría, Nieves, Vicente y yo, volvimos a casa de mi abuela, era ya la hora de comer. El tiempo se había pasado volando.
Supongo que es normal, no se encuentra a un primo guapo, simpático y de tu edad todos los días- pensé.
Entramos en la acogedora casa de mis abuelos, en la cocina mi abuela estaba terminando de preparar su deliciosa lasaña. Nos tocaba poner la mesa a Nieves y a mí.
No pusimos ninguna pega, ese día estaba siendo bastante bueno y no nos apetecía discutir. Nos repartimos el trabajo. Nieves cogió los platos y las servilletas, yo los cubiertos y los vasos.
Una vez puesta la mesa nos tocaba avisar a mi padre, a mis tíos y a mi abuelo. No sería difícil juntarlos a todos.
En el patio la mesa ya estaba puesta y la familia empezaba a llegar. Los primeros en sentarse fueron Vicente y Pilar. Más tarde llegó mi abuelo con mis tíos y por último y no menos importante, mi padre. Mi prima y yo empezamos a traer los aperitivos. Y por último mi abuela la lasaña.

- Pilar, ¿no iba a venir Guillermo a comer?- preguntó mi abuela. Supuse que Guillermo era el hermano de Vicente y, por tanto mi primo mayor.
- Me ha enviado un mensaje, estará al llegar. Pero mejor empecemos, no se vaya a enfriar la lasaña. Que este hijo mío es un tanto impuntual.- respondió Pilar.

Un poco demasiado- pensé. Justo en ese momento me sonó el móvil.

- Perdonad.- dije levantándome y subiéndome a la parte de arriba de la casa.
- ¿Si?- pregunté al contestar la llamada.
- Aurora, tenía ganas de oír tu voz..- era Fer, le reconocí enseguida.
- Hola, Fer, ¿cómo te va?- pregunté haciéndome la sueca.
- Bien ¿y a ti? Desde el otro día no he tenido noticias tuyas.- es cierto, no le había llamado ni le había mandado ningún mensaje.
- Lo siento, estuve bastante ocupada haciendo maleta y pasando tiempo con mis amigos.- le dije siendo muy sincera.
- No te preocupes, te entiendo. Quiero verte, Aurora, ¿cuándo podríamos encontrarnos de nuevo?
- No lo sé, Fer. Estoy lejos de Madrid, y no volveré por allí hasta que termine el verano.
- Te esperaré. Tengo que colgar. Ya hablamos. Un beso. Te quiero.- y colgó sin darme tiempo a responder.

Me había dejado algo pillada. Dudo mucho que me espere- pensé.- un chico como él las tiene a todas locas.
Me tumbé en la cama, mirando al techo. Allí, en ese mismo pueblo estaba Gabriel, mi actual novio. En Madrid estaba Fer, un chico maravilloso que me trataba genial y también estaba Dani, mi mejor amigo, el chico que más me ha hecho sentir, pero era solo un amigo, a pesar de todo lo que había pasado.
Un grito me sacó de repente de mis pensamientos.

- ¡Aurora, baja enseguida!- era mi abuela.
- ¡ya voy! – dije.

Me arreglé, aunque no mucho, ya que al tumbarme en la cama mi pelo se había alborotado un poco bastante. Abrí la puerta y me apresuré a bajar las escaleras, aún con el móvil en la mano.

- Dime, abuela ¿qué pasa? –pregunté cuando terminé de bajar las escaleras. Entonces me di cuenta. Un chico alto, corpulento, fuerte, castaño con ojos a juego con su pelo y guapísimo estaba sentado al lado de mi sitio. Cuando me vio se levantó.
- Tu debes ser Aurora.- sonrió. Madre mía que sonrisa, me derrito-pensé.
- Si, la misma.- sonreí dulce.
- Es un placer, soy Guillermo.- me dijo antes de acercarse y darme un suave beso en la mejilla.
- Me lo imaginaba.- le devolví el beso de igual manera.- bueno, ya no hay que esperar a nadie ¿no? Pues vamos a comer, que la lasaña tiene muy buena pinta.- reí.

Todos empezamos a comer. La verdad es que no es por presumir pero la lasaña de mi abuela era y sigue siendo insuperable.
Al terminar de comer nos tomamos un café, Vicente y Nieves se fueron con las bicis a hacer un poco el cabra, a mí no me apetecía y por lo visto a Guillermo tampoco.

- ¿Quieres ir a algún sitio primita?- me habló Guillermo tras dar el último sorbo a su café con hielo.
- La verdad, sí, ¿un paseo por el puente sur te hace? – respondí después de beberme también mi café con mucha leche.
- Claro, lo que la pequeña diga.
- No me digas pequeña, se me hace rarísimo.- reí.

Andamos hasta el camino de flores y plantas que llevaba al puente sur. Nos paramos justo en medio.

- ¿Por que no me cuentas algo de ti?- Guillermo quería saber de mí, que gran honor- pensé.
- Pregunta y te respondo.- le sonreí.
- ¿Que haces en tus tiempos libres?
- De todo. Me gusta la música, los deportes..
- ¿Cantas o bailas?
- Las dos cosas, ¿por qué?
- Porque me encantan las chicas que saben cantar y bailar. Y ya no te cuento si hacen deporte.- me reí, no pude evitarlo, mi primo me empezaba a caer realmente bien.
- Pues tienes delante tuya a la chica de tus sueños entonces.
- No se yo ¡eh!

Ambos reímos. Bromeamos hasta llegar a la entrada del puente sur.
Encima del puente vi una pareja, estaban besándose. Que monos- pensé.
En ese momento recordé el día que estuve en puente sur con Gabriel, no pasó nada, pero fue un día muy especial para mí.
Me fijé más en la pareja. El chico me sonaba, seguramente era uno de los muchos chicos que había en el pueblo y le había visto por la calle.
La pareja se separó y entonces pude verle la cara, pero lo que vi lo único que produjo en mí fue lágrimas. No me lo podía creer.

- ¡Todos sois iguales!- grité para que él me oyese y eché a correr por el camino de plantas.
- ¡Aurora!- Gabriel no se había dado cuenta de que estaba allí hasta que me oyó gritar. Me llamó, pero no fue a por mí.

Guillermo, mi primo mayor fue el que lo hizo. Corrió mas que yo hasta alcanzarme. Se paró delante de mí y me miró a los ojos. Yo aún estaba llorando, mucho, necesitaba llorar.
Guillermo me cogió de los brazos y me hizo mirarle. Notó mi sufrimiento y me abrazó, muy fuerte, dejando que me desahogase.

- Te juro que esta la pagas, Gabriel, lo juro.- gritó mi primo para mi sorpresa.
- Prima, no te preocupes, vámonos de aquí, ese tío no te merece lo más mínimo.- me susurró al oído.

Y me llevó lejos, lejos de ese lugar que había sido tan especial para mí y que ahora era una autentica mierda. Entonces me sentí mejor, entres sus brazos, entre los brazos de mi primo mayor al que hacía apenas dos horas conocía.

viernes, 26 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 46

CAPÍTULO 46. OTRO SUEÑO CUMPLIDO.



La radio del coche estaba encendida, mi padre había puesto kiss FM, siempre tenía que oír esa cadena, y las canciones no hacían más que repetirse. Me incorporé un poco del asiento del copiloto y puse los 40, mi cadena preferida. Se escuchaba en ese momento la canción de Rihanna, “Umbrella”.
Me puse a cantar, esa canción era muy pegadiza, me gustaba el ritmo, era bastante bailable.
Mi padre se reía, le gustaba verme feliz, así el también lo estaba y se olvidaba de todo el problema de la separación.
Me gustaba verle reír, lo había pasado muy mal, al igual que mi madre. Pero se había acabado el amor y eso no se podía cambiar.
El viaje se me hizo muy corto, cantando canciones, hablando con mi padre sobre chicos y riendo, sobretodo. Cuando hablaba con mi padre de chicos, él no se comportaba como el típico padre que te da una charla, que no sabe cómo tratar el tema. Mi padre no se cortaba un pelo y eso me encantaba, me decía las cosas muy claras, tal y como él las pensaba. Si no le gustaba un chico para mí me lo decía, pero no me impedía salir con él. Para cualquier adolescente mi padre sería como un colega.
Mi padre era un hombre de 42 años, pero que aparentaba 38. Siempre tranquilo, incluso cuando se enfadaba, excepto con cosas que nos hacen mal a nosotras, entonces saca toda su furia. Es un hombre muy responsable, educado, muy amable y sincero. He salido a él, por eso nos llevamos tan bien. Compartimos incluso aficiones, el ordenador y los deportes, sobretodo el tenis y el pádel. Es un gran compañero y un duro contrincante, pero no me importa, le quiero muchísimo, no me imagino mi vida sin él.

Llegamos al pueblo, las calles estaban ya adornadas, las fiestas estaban a la vuelta de la esquina.
Nuestro coche pasó por la calle de mis abuelos, y nos paramos justo en la puerta.

- ¡Auro!- Nieves venía hacia mí, prácticamente corriendo.
- ¡Nieves!- reí y la imité.
- Dios, pero que guapa estás ¿no? Almería te ha sentado genial, por lo que veo..- sonrió y me llevó hacia dentro.- Te tengo una sorpresa.
- Puede que Almería sí me haya sentado bien, ya te contaré. ¿Qué sorpresa? Me encantan las sorpresas..-la miré, intrigada.
- Ven, vamos al comedor, nos esperan.- me dijo sin dejar de sonreír. La notaba más feliz que de costumbre, ¿Luis tenía algo que ver? Ahora mismo lo averiguaría.
- ¡Abuela! ¡Aquí estamos!- gritó Nieves antes de abrir la puerta del comedor y entrar.

En una de las sillas había sentada una mujer, me sonaba, seguramente de cuando era pequeña. Al lado de la mujer había un chico, parecía de mi edad, más o menos. Era muy guapo y me miraba. La señora me sonreía también. Estaba un poco perdida, ¿Quiénes serían?

- ¡Hola Aurora! ¿Qué tal el campamento, hija?- me preguntó mi abuela.
- Muy bien abu, ha sido un campamento genial, no te vas a creer lo que me ha pasado..- intenté olvidarme de que delante mía había dos personas totalmente desconocidas para mí que no hacían más que mirarme.
- Luego me lo cuentas, Aurora. Te voy a presentar. Esta es tu tía 2ª, Pilar.- la mujer se levantó y se acercó para darme dos besos.- Y este es su hijo, por tanto tu primo, Vicente.- Esta vez fui yo la que me acerqué a él y le di dos besos, era muy guapo, tenía que reconocerlo.
- Encantada, entonces ¿somos familia?- le pregunté a mi abuela algo confusa.
- Si, hija. Y Vicente no es la primera vez que viene, pero nunca coincidís, menos mal que esta vez sí. Creo que podíais ir a hablar fuera. Dar un paseo.- me dirigió una de esas miradas que entendía a la perfección, no era un podrías era un debes.
- Vale, ¿vienes Vicente?- le miré y le dirigí una de mis sonrisas, el asintió. Miré a Nieves, haciéndola un gesto para que se viniese con nosotros. Aceptó encantada.
- Venimos a comer ¿a qué hora abu?- pregunté.
- Son las 2, habéis llegado más pronto de lo previsto tu padre y tú. Mira que le digo siempre que no corra, pero ni caso me hace. Venir a las tres y media con Vicente, van a comer con nosotros.- me contestó mi abuela.
- Vale, aquí estaremos.- dije y salimos de allí.

Paseamos un poco, hasta llegar a la ermita, donde había unos bancos y un pequeño parque. Nos sentamos en uno de los bancos.
Vicente parecía muy tímido así que empecé a hablar yo.

- Bueno, Vicente, ¿cuántos años tienes?- le pregunté.
- Tengo 15, cumplidos en junio.- sonrió y me miró.- los mismo que tú por lo que me han contado.
- Pues sí, que ilusión, tener un primo de mi edad- reí. Y encima tan guapo-pensé.
- Yo tampoco tengo primas de mi edad, la mayoría son bastante más mayores, de hecho soy el pequeño de mi familia.
- Pues que morro, eso de ser el pequeño es un chollo, ya me gustaría a mí.- Nieves me dirigió una de sus miradas de “ya te vale”. Me reí.
- ¿Eres la mayor?- me preguntó Vicente.
- Pues si, por suerte o por desgracia.- sonreí.
- Estoy seguro de que a mi hermano le encantará conocerte. Pareces bastante madura para los 15 años que tienes.- me sonrió.
- ¿Tienes un hermano?- le miré extrañada.
- Sí, tiene 19 años, estaba con unos amigos cuando llegaste, pero supongo que vendrá a la comida.
- Genial entonces. Tampoco he tenido nunca un primo mayor que yo. Siempre lo había querido. ¡Qué ilusión! –besé en la mejilla a Vicente. Estaba feliz, otro sueño cumplido. Estaba siendo un verano perfecto.

lunes, 22 de febrero de 2010

SOSLTICIO DE VERANO 45

CAPÍTULO 45. UNA VEZ MÁS.




A la mañana siguiente me desperté bastante tarde, era el día en el que me iría al pueblo y aunque Gabriel estuviese allí, esperándome, una gran parte de mi corazón, por no decir todo, lo único que quería era quedarse aquí, con Dani.
Mi madre ya no parecía enfadada- menos mal- pensé- era lo único que me faltaba.
Me levanté de la cama, aún con cara de dormida y me dirigí a la cocina, mi madre estaba en el salón, oyendo un poco de música mientras planchaba.
Entré en la cocina y abrí el frigorífico para coger la leche, luego el armario para coger el vaso y por último el armario continuo para coger mis cereales. Me senté en la mesa de la cocina y vi el cola cao encima de la misma. Que bien me conoce mi madre- me dije a mí misma en voz muy baja.
Después de un rico desayuno de cereales con leche y cola cao, me fui a mi habitación a escuchar un poco de música. No tenía ganas de hacer absolutamente nada, solo de relajarme y pensar.
Me puse el ipod y me tumbé en mi cama. Aún seguía en pijama, pero no me importaba, estaba muy cómoda.
Justo en el momento en el que había entrado en total relajación, llaman a la puerta. Serán inoportunos-pensé.
Me bajé de mi cama y me quité uno de los cascos. Me fui a la puerta y al asomarme en el salón vi a mi madre cantando, con la música de su mp3 a todo volumen.
Abrí la puerta, sin mirar por la mirilla como hacía otras veces.
Cuando la puerta se abrió pude distinguir perfectamente una cara sonriente, feliz, perfecta, esa cara que esa misma noche había soñado que acariciaba y besaba una y otra vez. Quítate eso de la cabeza, Auro, que pareces tonta. Solo amigos ¿recuerdas?- pensé al verle.

- ¡Hola, Dani!- soné más alegre de lo normal.
- ¡Hola loca!- sonrió.
- Pasa y ve a mi cuarto, mi madre no se entera de nada.- reí.
- Ok.- dijo y al momento se dirigía a mi cuarto, tal como yo le había dicho.
- Bueno ¿y qué haces aquí? Se me hace raro verte hoy, es mi día de regreso al pueblo.
- No, si eso lo sé, eso solo que quería decirte algo, que quizás te sorprenda viniendo de mí.
- No me asustes..
- No, no pretendo asustarte, nada de eso. Es solo que me vi obligado a hacer algo que seguramente no te guste.
- ¿a qué te refieres?
- ¿Te acuerdas antes de ayer, cuando hablamos de tu novio?- mi ánimo de vino un poco abajo al pensar en Gabriel, me estaría esperando, y yo aquí, enamorándome de mi mejor amigo.
- Si, pero ¿qué pasa con él?
- Pues veras es que yo también te dije algo..
- Dani, sin rodeos, por favor.- le miré a los ojos, parecía nervioso.
- No tengo novia, te mentí.- me quedé completamente a cuadros. No me lo podía creer. Dani nunca me había mentido y menos por una cosa así. Normalmente era yo el que le mentía a él en temas relacionados con los novios. Pero él a mí nunca, siempre era cierto lo que me decía. ¿por qué ahora no? ¿por qué me habría dicho esa mentira? ¿por qué narices me sentía tan feliz y libre al saber que me había mentido?

Le abracé y me puse a llorar, no sé el por qué, pero lo hice, fue lo único que me salió en ese momento.

- Lo siento, Aurora, lo siento de verdad, espero que me perdones..- parecía tan arrepentido, y no se daba cuenta de que yo no lloraba por su mentira, sino por alegría de saber que no tenía novia, que me había comido la cabeza pensando en él y luego arrepintiéndome, solo porque tenía novia. Y ahora ella no existía.
- No lo sientas, ¿vale? Estás perdonado.- le miré a los ojos. Notaba como los míos aún estaban hinchados y como las lágrimas de alegría corrían veloces por mi mejilla. Él me mantuvo la mirada y yo me perdí en sus ojazos azules.
- Quería que lo supieses antes de que te fueras. Se que ha sido muy egoísta por mi parte decirte que tenía novia, pero no tenía opción.
- ¿cómo es eso de que no tenías opción? ¿opción a qué?- le miré, esta vez extrañada.
- Tu hablabas tanto de tu novio, de cuanto le querías, que me puse celoso y te quise poner celosa a ti también.- me reí y le abracé de nuevo. La verdad es que lo había conseguido.
- Bueno, pues no lo vuelvas a hacer ¿vale? Que voy a estar un mes y medio sin verte y lo que menos quiero es pensar que me has mentido.- le sonreí.
- No lo haré más.- sonrió también.- ahora tengo que irme, mi primo me espera abajo y supongo que ya estará empezando a pensar mal..conociéndole..- rió.
- Vale, no pasa nada. Yo me vestiré y me iré en cuanto venga mi padre.
- No te vistas, estás muy sexy con ese pijama tan corto.- sonrió y yo me ruboricé.- y más aún si te pones roja.- esta vez rió.
- ¡Pero que tonto que eres!-intenté quitarle importancia al asunto, dándole una pequeña colleja.
- Auch! ¡Oye guapa que eso duele!- rió acercándose cada vez más a mí.
- ¡Ui! Que penita, que el niñito se ha hecho pupa..-reí a carcajadas. Él se acercó mucho a mí y me aferró fuertemente con su brazo la cintura.
- No juegues con fuego o te quemarás.- me susurró al oído, provocando que un escalofrío me recorriera el cuerpo de arriba abajo.
- El fuego del que hablamos es totalmente inofensivo..-sonreí susurrando estas palabras en su oído. Estábamos prácticamente pegados. Podía notar su respiración y el calor de su cuerpo. En ese momento mis labios se empezaron a acercar a los suyos.
- ¡Daniel! Pero ¿qué haces aquí?- mi madre nos había sorprendido entrando a mi habitación. Al verla Dani se separó un poco de mí y yo sonreí. Como si no se hubiese dado cuenta-pensé.
- ¡Hola Clara! He venido a despedirme de Aurora, como no la veré en mes y medio..
- Ya, entiendo, bueno no te preocupes, os dejo solos de nuevo.
- No hace falta, yo ya me iba.- dijo Dani girándose hacia mí y dedicándome una de sus hermosas sonrisas.- adiós Auro, pásalo bien.- y dicho esto me dio un beso muy dulce en le mejilla. Yo no iba a ser menos así que en cuanto mi madre se fue le cogí del brazo, me abracé a él y le besé en la mejilla con la misma dulzura que había hecho él.
- Te echaré de menos.- dije en un susurro. Le acompañé a la puerta y se metió en el ascensor.
- ¡Aurora, yo también te quiero!- oí al darme la vuelta para cerrar la puerta y sonreí. La pasada noche me había escuchado- Reí para mis adentros.- le quiero..

cerré la puerta y me fui a mi habitación para vestirme y prepararme, mi padre estaría ahí en una hora, a la una en punto. Y era muy puntual.
Me vestí rápidamente, con lo primero que pillé en el armario. No era muy fashion, pero valía. Todo lo bonito estaba en la maleta.
Me ajusté el top añil y me puse la camisa blanca, luego los shorts vaqueros, mejor dicho uno de los múltiples que tenía y por último me calcé una bailarinas. Al pueblo se va cómoda, no como si fuese a ir a un pase de modelos- recordé. Esa frase me la habían dicho mis padres muchísimas veces cuando estaban juntos y aún separados, la repetían.
Me di los últimos retoques a mi pelo encrespado, pero bonito y cogí la maleta. Miré el reloj. Las 12.59. En tres, dos, uno... ¡ding-dong! La una de la tarde y mi padre ya estaba en la puerta. Como siempre, puntual- me dije a mí misma y sonreí.

- ¡Hola papi!- me lancé a sus brazos y le di un beso en la mejilla.
- ¿Lista?- me preguntó tras devolverme el beso.
- Totalmente.-reí y le abracé.- adiós mamá.- me despedí de mi madre con un fuerte abrazo y un beso. Bajamos al garaje, y mi padre abrió el coche. Me puse en la parte del copiloto. Una vez más otro viaje más en este coche, pero esta vez sin la compañía de mamá- pensé, y una pequeña lágrima recorrió mi mejilla. Me la quité antes de que mi padre se diera cuenta. El coche arrancó y emprendimos el camino hacia el pueblo, otra vez.

domingo, 21 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 44

CAPÍTULO 44. ¿BAILAMOS?


Después de una amena comida con mis dos mejores amigos, de una larga charla con Lucía sobre mis pensamientos y de comerme la cabeza por todo lo que Dani estaba haciendo por mí, nos fuimos del restaurante.
Dani estaba pensativo, en sus cosas, mientras Lucía y yo seguíamos hablando, esta vez era ella la que me contaba todo lo que pasaba donde se había ido a vivir.

- Chicas, tengo una idea, vamos a casa de Jaime y así le damos una sorpresa.- dijo Dani, contento.
- ¿a casa de Jaime? Bueno, por mí vale, tengo ganas de verlo.- contestó Lucía.
- A casa de Jaime..-me quedé pensativa. No estaba mal de todo ir a verle, solo que él seguramente espera que yo le haya esperado, que no tenga novio, que mi corazón esté desocupado y que no me haya dado mi primer beso, para dármelo con él. Aclararé las cosas con Jaime y no pasará nada.- pensé.
- Vale!¡ Me apunto!-sonreí.

Los tres caminamos durante un buen rato por las calles de mi barrio. Pasamos el parque, las tiendas y nos adentramos en la urbanización de Jaime. Vivían en un chalet adosado. Siempre lo había visto desde fuera, pero nunca había entrado, este sería el día.
Su casa por fuera era enorme, entramos por delante después de llamar al telefonillo.
Nos abrió la puerta el hermano mayor de Jaime, Gonzalo, que nos sacaba dos años. Solo le conocía de haberle visto en el instituto, pero siempre me había parecido muy guapo.
Nos invitó a entrar, a la vez que él salía, debía haber quedado con su novia, porque se había arreglado demasiado.
Por dentro, la casa de Jaime era grande y espaciosa, se notaba que estábamos en el barrio “pijo” de Madrid. Había mucha luz, y la decoración era muy bonita, puesta con mucho estilo.

- Hola, chicas. ¡Ey! ¡Dani!- Jaime pareció de la nada.
- Hola Jaime.-dije, decidida.
- ¡Jaime!- gritó Lucía abrazándole.
- ¡Lu! Dios, ¡qué raro se me hace verte aquí!- sonrió Jaime abrazándola fuerte.
- Bueno parejita, entramos al salón o nos quedamos aquí ya toda la vida.- Dani, sonriente e irónico como siempre había hablado.
- Si, vamos al salón.- dijo Jaime cogiendo a Lu de la cintura y llevándola consigo.

En el salón estaba todo apagado, no se veía absolutamente nada, intenté buscar algo de luz, pero nada, cuando de repente..

- ¡Sorpresa!- gritó mucha gente al encender la luz. Pude reconocer a las Blue Girls, todas estaban ahí, y todos los chicos. También había compañeros míos de clase, Mario, Sofía, tantas personas..
- ¿y esto?- le pregunté a Dani.
- Yo no digo nada..
- No, mejor lo digo yo.-dijo Jaime acercándose a mí.- no tuviste tu fiesta de cumpleaños con nosotros, solo con tu familia, como pilló los exámenes..y ya sabemos que es muy atrasado, pero..¡felicidades!
- Muchas gracias, a todos, sois geniales.- me emocioné, se me escapó una lágrima que murió en el dedo de Dani, que se había pegado a mí y me abrazaba quitándome todas y cada una de las lágrimas que salían de mis ojos.
- Auro, se qué lloras de felicidad, pero hay mucha gente que quiere estar contigo, felicitarte y hay una fiesta que tiene que empezar..- estaba tan tierno Dani cuando me dijo aquello.
- Vale, pero no te separes de mí..te necesito..- por primera vez y sin ningún tipo de vergüenza le dije a Dani que lo necesitaba, a mi lado.
- No te preocupes, no te desharás de mí tan fácilmente.- me sacó una sonrisa.

Me fui a hablar con todos, con Dani de la mano. Me acerqué primero a las Blue Girls, las agradecí que se hubiesen preocupado por hacerme la fiesta, sabía perfectamente que era idea suya y todos los demás habían colaborado.
Luego se me acercó Mario y me felicitó de nuevo, se lo agradecí con un sonoro beso en la mejilla, me agradaba mucho que estuviese ahí.
Dani tal como me había dicho no se separaba de mí.
Sonaba música muy marchosa y me entraron ganas de bailar, en ese momento vino por detrás Jaime.

- ¿Te vienes a bailar conmigo?
- Claro.- dediqué a Dani la más bonita de mis sonrisas y él asintió devolviéndomela.
- Esta canción me encanta.- me dijo Jaime. Sonaba la canción de Kate Perry, hot and cold, y la verdad es que era también una de mis preferidas.
- A mí también me gusta mucho.- sonreí y empecé a bailar con Jaime, no muy juntos, pero lo suficiente como para sentirme algo incómoda.

Bailamos dos canciones más, y en la última fue cuando mejor me sentí con Jaime, puesto que fue la que más separados estábamos.
Al terminar la canción alguien se me acercó por la espalda.

- ¿bailamos?- me dijo, parecía muy contento. Acepté encantada.
- No podría negarme a bailar contigo, otra vez.- recordé la vez que bailamos en mi pueblo, eligió una salsa, mi baile preferido, me conocía muy bien.
- Bailas genial- me susurró al oído, yo me estremecí.
- Tú lo haces mejor.- sonreí y me pegué a él. Sonó una canción algo más lenta.
- Vamos a la terraza.- me dijo al oído de nuevo y me cogió la mano.
- Se está bien aquí fuera..-sonreí, estaba algo ruborizada por estar en ese momento a solas, con él.
- Aurora, te quiero, te quiero como no he querido a nadie, pero no quiero perder nuestra amistad.- no me lo podía creer.
- Yo también te quiero, de igual manera. Te quiero demasiado, quizás debería quererte menos, porque está Gabriel y Fer..y yo no sé que hacer..-le miré sin dejar de hablar, nerviosa.
- No digas nada..- me puso un dedo en la boca y al quitarlo me besó. Jamás había sentido nada igual, había mariposas haciéndome cosquillas en el estómago, parecía todo mágico. Sentía como la brisa nos arropaba con su manto, como la noche nos guardaba y cómo la luna nos miraba desde ahí arriba. Me sentía emocionada, feliz, perfecta, llena. Era una sensación digna de vivir. Me separé un poco, deseando no hacerlo más.
- Dani..- y le volví a besar, hasta que nos interrumpieron, menos mal que era Lu.
- No tenéis que parar por mí eh..- sonrió.- no quería interrumpir.
- Tranquila. Haz como si aquí no hubiese pasado nada ¿vale?- Dani se me adelantó. Quizás yo no hubiese dicho eso, pero era lo mejor que podíamos hacer, olvidarlo, yo tenía novio, el novia y por mucho que nos quisiéramos nuestro amor era totalmente imposible.
- Como queráis.- me quedé en silencio.
- ¿Bailamos Aurora?- dijo de nuevo Dani, le brillaban los ojos, estaba ruborizado, sentía su calor corporal, su olor, me encantaba.
- Bailemos.- le cogí la mano y volvimos dentro, empezando a bailar de nuevo.

Terminó la fiesta, había bailado casi toda la noche con Dani, lo que había pasado nos marcó, y los dos estuvimos mucho más unidos esa noche.
Nos despedimos de la gente, de las Blue Girls, de Mario, de Jaime y cogimos el autobús rumbo a mi casa.
Dani me acompañó hasta el portal, donde me despidió con un abrazo muy fuerte, un beso en la comisura de los labios, haciendo referencia a lo que había pasado y una gran sonrisa.

- Pásalo bien en el pueblo ¿vale?- me dijo, mirándome a los ojos.
- Lo haré, pero te echaré de menos.- le contesté manteniendo su mirada.
- Y yo a ti Auro.- sonrió y se fue, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Se me escapó alguna que otra lágrima al verle marchar de mi lado, habían sido dos días estupendos con él y sin duda esta noche había sido mágica.
- ¡Te quiero Dani!- grité con todas mis fuerzas, para que el me oyera y antes de girarme para verle me metí en mi portal, llorando. Le quería de verdad, muchísimo.

Subí por las escaleras, despacio, sollozando. Me quité las lágrimas antes de llegar a mi casa. Abrí despacio la puerta, las luces estaban apagadas, entré de puntillas. Una luz se encendió, asustándome, era mi madre, me había pillado.

- Aurora, ¿qué haces a estas horas aquí? Son más de las 12.
- Lo sé mamá, perdona, es que me han hecho una fiesta sorpresa por mi cumpleaños, porque no me pudieron hacer en su momento.
- Me da igual lo que te hayan hecho, Aurora, estás castigada.
- ¿Qué? ¿Con qué? Mami, no me hagas esto, por favor.- sollocé, lo que me faltaba, después de una noche como esta ahora un castigo, y a saber cual.
- Vete a tu cuarto, y no salgas de ahí hasta mañana por la mañana, tengo que pensar tu castigo.- estaba muy enfadada.
- Vale..- dije y me fui a mi cuarto. Hoy no quería discutir, ni con ella ni con nadie.

Entré en mi cuarto y cerré la puerta con cerrojo, no quería que mi madre me molestase. Cogí mi diario y me tumbé en mi cama, con un bolígrafo rojo en la boca.

Querido diario:

Sé que no escribo desde hace mucho tiempo, pero hoy lo necesito.
Me están pasando cosas inimaginables, me gustan dos chicos, los dos son muy guapos y cada uno tiene una personalidad distinta.
Hoy he pasado el día con Dani, me ha hecho una sorpresa que nunca pensé que haría por mí. Me ha traído a Lu. Hemos comido los tres juntos y después nos ha llevado a casa de Jaime el chico que en el instituto me tenía tan loca, aunque ahora creo que ya no me gusta como antes.
Al final resulta que me habían hecho una fiesta sorpresa de cumpleaños, algo atrasada, pero no me importa, lo que cuenta es el detalle. Adoro a mis amigas, ellas lo han organizado todo, con ayuda de los demás.
Una vez en la fiesta he bailado con Jaime tres canciones y luego con Dani.
Ha empezado a sonar una canción lenta, entonces Dani me ha dicho que mejor salíamos fuera, y hemos salido. Cuando estábamos fuera me ha dicho que me quería, pero no solo como amiga. Y yo le he dicho que sentía lo mismo. Jamás lo hubiese pensado pero era así. Nos hemos besado, ha sido un beso totalmente mágico, he sentido ese cosquilleo que dicen que se siente cuando estás enamorada. Pero he llegado a la conclusión de que por más que quiera a Dani, el amor es totalmente imposible. No quiero pillarme de él, como hice hace años, no quiero volver a sufrir y lo que menos quiero es perderlo como amigo. Eso nunca.
Estoy muy cansada. Con esto me despido.

PD: Espero que cuando sea independiente y tenga la cabeza totalmente amueblada piense en todo lo que he escrito sobre Dani, en todo lo que le he querido, le quiero y le querré, estoy segura.

Un beso.
Hasta mañana. Aurora.



Y tras escribir en mi diario y ponerlo de nuevo en mi estantería me quedé profundamente dormida.
Soñé con Dani, con nuestro beso, solo que en ese caso estábamos en un campo, algo mágico nos rodeaba y yo no podía ser más feliz. Dani parecía mayor, pero seguía igual de guapo.
En mi sueño solo pude reconocer una pregunta que él me hizo, la misma que en mi fiesta sorpresa.
- ¿Bailamos?- yo aún en sueños sonreí. Le quería, pero debía olvidar lo que sentía por él. Solo amigos.

SOLSTICIO DE VERANO 43

CAPÍTULO 43. SOLO POR TI.


Me desperté más bien tarde, Dani no estaba a mi lado como me hubiese gustado, me levanté y me miré al espejo.
Vaya cara- pensé.- alomejor Dani se ha ido porque se ha asustado de mí.- me reí de mí misma.- puede ser una posibilidad.

Oí un ruido en la cocina y me acerqué, no sin antes coger mi raqueta de tenis, por si acaso.
Abrí la puerta y me disponía a levantar la raqueta cuando una voz a mis espaldas me detuvo.

- No pensarás pegarme un raquetazo por la espalda ¿verdad?- me abrazó por detrás, como en la cama y yo me estremecí, Dani, era él.
- Pues si, no tenía ni idea de que eras tú, pensaba que te habías ido.
- Pues ya ves que no, me he levantado, te he visto dormidita y he decidido hacerte el desayuno y llevártelo a la cama, pero te me has adelantado.
- ¿ibas a hacer eso? Que mono..- le di un beso en la mejilla y le sonreí.- espera que me vuelvo a meter en la cama y me lo llevas, pero ¡tú desayunas conmigo!
- Como diga la señorita, hoy mandas tú.- me sonrió también y me devolvió el beso en la mejilla. Me fui corriendo a la cama de mi madre y me senté, después de encender la televisión.
- Pareces una niña buena y todo- rió Dani entrando por la puerta.
- ¡Ni que fuese mala! ¡Menuda reputación me vas a dar!- reí yo también.
- Venga anda, vamos a desayunar, me muero de hambre.- dijo tirándose prácticamente a mi lado y dejando la bandeja enfrente nuestra.
- Antes de nada quiero hacer algo…- le miré, nunca antes había mirado a nadie así.- ven..- le guié hasta que me quedé muy pegada a él.- te quiero, gracias por todo..- le dije y tras decir esto le di un beso más cerca de los labios que de la mejilla, no me pude resistir, tenía que dárselo, justo donde se lo di, era lo que me pedía mi corazón y no podía dejarlo pasar.
- Aurora..yo también te quiero..- sonrió y me devolvió el beso en el mismo sitio donde yo se lo había dado. Me ruboricé.
- Venga ahora ¡a desayunar! Que ya es hora.- reí y nos empezamos a coger los bollos de la bandeja.

Dani me conocía muy bien, tan bien que había traído mis napolitanas preferidas, las de crema, un cruasán relleno de crema también y un vaso de leche, bien frío con cola cao. Estaba todo muy bueno.
Pero no tan bueno como él- pensé.
¿Por qué había pensado eso? Dani era solo mi amigo, no debía sentir nada más que eso por él, además también estaban Gabriel y Fer. Eran todos los típicos chicos por los que todas están coladas, cada uno tenía algo que no tenían el otro, pero Dani, lo tenía todo.
Dani tenía la valentía de Gabriel y la dulzura de Fer, la simpatía de los dos, la inteligencia de Gabriel, la espontaneidad de Fer..era totalmente perfecto, pero sólo era mi amigo y no me iba a arriesgar por nada del mundo a perderlo.

Desayunamos mientras veíamos la tele, después nos vestimos, él en mi baño y yo en mi habitación.
Tardé un poco en elegir que ponerme, me había dicho Dani que me pusiese guapa, que me tenía una sorpresa, así que tenía que estar perfecta.
Terminé escogiendo unos pantalones cortos negros y una camiseta palabra de honor rosa fucsia con una camisa blanca encima de manga corta, abierta.
Salí para maquillarme, sin dejar que Dani me viese y me metí en el baño.
Después de maquillarme como es debido salí, contenta, radiante, iba a pasar una velada a saber dónde con Dani, no podía pedir más.

- Madre mía, normal que tengas novio..- sonrió Dani, mirándome de arriba abajo y silbando.
- Bueno, es que Gabriel se merece a alguien como yo, por eso soy su novia.
- Lo se, dímelo a mí, no hay chicas como tú, créeme.
- Cierto, las hay mejores, como por ejemplo tu novia..- me quedé callada, ¿por qué me dolía saber que Dani, mi Dani tenía novia?
- No, ella no es mejor que tú.- dijo muy convencido y se quedó callado también. El silencio no era cómodo.
- Bueno venga coge tu bolso y vámonos.- volvió a hablar él, dando por zanjada la conversación de hace unos segundos.
- Vale, voy.- cogí mi bolso y salí con él por la puerta, cerrando mi casa con llave y despidiéndome de mi gato.- Adiós Tulús.
- Como quieres a tu gato ¿eh? Y él a ti por lo que se ve.- reí, era cierto, quería muchísimo a mi gato, no me imagino mi casa y mi vida sin él. Y él a mí también me quería, en ese momento al verme irme estaba maullando, era una monada.
- Si, le quiero mucho y él a mí, es mi alma gemela.- reí de nuevo.
- Pues no se yo como saldrán vuestros hijos..- rió Dani a carcajadas y me pegó la risa.
- Que graciosillo…-le besé la mejilla y entramos en el ascensor.

Le cogí del brazo, ahora los ascensores que iban lentos me daban miedo, y era la primera vez que el ascensor de mi casa iba lento. Dani se dio cuenta y me abrazó atrayéndome a él.

- Gracias..
- No me las des.

Cuando salimos del ascensor Dani me tapó los ojos con las manos.

- Dani, ¿qué haces?
- Ahora lo verás, es una sorpresa..
- Vaya..

Reí y oí como se abría la puerta de salida de mi casa, entonces Dani me quitó las manos de los ojos y me quedé totalmente petrificada, delante de mí, sonriente, guapísima, radiante, feliz, estaba mi mejor amiga, Lucía.
La abracé y lloré, como una niña, pero en ese momento no me importaba parecer una niña, solo Lucía, tenía tanto que contarle, no me la esperaba, para nada.

- Auro, tranquila, deja de llorar que me vas a hacer llorar a mí tonta.
- No me digas que deje de llorar porque eso si que no eh!- reí.- además sabes de sobra que lloro de alegría, te echaba de menos.
- Lo sé, tonti, lo sé yo también te he echado de menos.- y ambas reímos, abrazadas, bajo la mirada contenta de Dani.
- Dani, ¿ha sido cosa tuya?- me giré hacia él cogida aun de la mano de Lucía.
- Puede ser..- sonrió de nuevo.
- Eres el mejor..- le besé la mejilla muy fuerte y me abracé a él con la misma fuerza, era definitivo, le necesitaba a mi lado.
- Le vas a ahogar..-rió Lucía.- pero por lo que parece no le importa mucho..
- ¿qué os parece si vamos a comer al ginos?- dijo Dani intentando esquivar el tema de nuestro abrazo. Me separé un poco de él y me agarré del brazo de Lucía y agarré la mano de Dani, estaba con las dos personas que más quería y eso me alegraba muchísimo.
- Vamos.- dijimos Lucía y yo a la vez.

Entramos en el restaurante, no había mucha gente y nos atendieron rápido. Pedimos los tres pasta, yo espaguetis, Lucía macarrones y Dani lasaña.

Durante la comida le conté a Lucía todo sobre el campamento, le hablé de Gabriel, de Fer, de todo lo que pasó con ambos, de mi primer beso, de mi mentira, de cuando me quedé encerrada en el ascensor, del mensaje, del día que pasé con Fer hace muy poco, de cómo mi madre estuvo a punto de pillarnos. Dani había oído todo, pero no decía nada. Le sonó el móvil y se levantó de la mesa dirigiéndose al baño, entonces aproveché y le conté a Lucía lo que había pasado en el parque y mis sentimientos hacia Dani.

- No te pilles por él, Auro, es tu amigo, ten en cuenta que puedes perder una gran amistad si te arriesgas y conociéndote no lo harás.
- No, no podría, le necesito a mi lado, como amigo.
- Me parece bien tu postura, pero también te digo algo, si tu corazón termina por decirte algo, guíate por el corazón, sino sufrirás.
- Gracias Lucía. ¿Qué piensas sobre Gabriel y Fer? ¿Qué debo hacer Lucía?
- Lo que te diga tu corazón, no hay más respuesta. Sé que lo harás bien y tomarás la decisión correcta, tienes que confiar en ti.- la abracé, me venía muy bien estar con ella, hablar, confiarle todo lo que sentía, mis pensamientos.
- Gracias por venir..-le dije y me abracé a ella, era la mejor.
- Culpa de Dani, sin él, yo no estaría aquí. Habló con mi madre, y la convenció, que ya es decir. Luego me pagó el billete de tren y su padre me fue a recoger a la estación. Y todo lo ha hecho por ti. Ahora que lo pienso puede que él sienta lo mismo que tú y que te quiera como algo más que una amiga.- me quedé alucinada, todo eso lo había hecho Dani, por mí. Mi cabeza no paraba de repetirlo, por ti, solo por ti, Aurora.

jueves, 18 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 42

CAPÍTULO 42. NOCHE EN VELA.



Dani se despertó al poco tiempo de terminar la canción, no había descansado mucho, aunque quizás se había hecho el dormido.
Cuando nuestras miradas se encontraron, ambos sonreímos, ya era tarde, las nueve y media, y el estómago nos pedía a gritos una buena cena.
El vips de al lado de mi casa, tenía un gran lujo, puesto que reservabas la comida y te la podías llevar, sin tener que ser observado por tanta gente al comer.
Pedimos las palomitas BBQ, para compartir. Dani se pidió para él una hamburguesa de beicon, y yo me pedí la pechuga de pollo villaroy, era, sin duda mi plato preferido del restaurante. El postre no lo pedimos, pero fuimos a una tienda de helados y compramos un tubo grande, de chocolate blanco, el otro que nos comeríamos sería el que Dani había llevado para la comida, de vainilla con nueces de macadamia, mi preferido también. Dani me conocía muy bien.

Subimos a mi casa, riéndonos, bromeando, y en el portal nos cruzamos con mi nuevo vecino. Era guapo, guapísimo, tenía un cuerpo totalmente alucinante, se notaba que se cuidaba mucho, los ojos los tenía marrones, pero totalmente irresistibles, y su pelo negro de punta atraía demasiado. Tendría unos 19 años, y tenía que reconocer que me sentía muy atraída físicamente por él.
Me dedicó una sonrisa, y yo me puse roja, pero me dio tiempo a devolvérsela.

- Se te cae la baba loca, se va a dar cuenta si no te la limpio.- me dijo Dani en tono de broma e hizo que me quitaba la baba. Yo me reí.
- Es que esta muy bueno, hay que reconocerlo.- sonreí, pensando de nuevo en esos brazos tan fuertes que tenía.
- Yo soy un tío y me van las mujeres, así que mejor no opino.- rió de nuevo.
- No hace falta que opines, ya opino yo por los dos.- reí con él.
- Me apuesto lo que quieras a que ni siquiera sabes su nombre.- me miró retándome.
- Tienes razón, no lo sé, el próximo día se lo preguntaré.- dije y abrí mi casa.

Entramos los dos, cada uno con una bolsa en la mano, y las dejamos en la cocina.
Creo que no he mencionado nunca que tenía un gato, pero es que como siempre estaba durmiendo pues se me había olvidado.
Mi gatito se llama Tulus, como el de los Aristogatos, la película de disney.
Es un nombre muy original, como era él, siempre durmiendo, por todos los rincones de la casa, excepto cuando tenía hambre y estaba necesitado de mimos. Le quería muchísimo, era mi compañía cuando estaba sola en casa, y mi consuelo, aunque no hablase, en los buenos y malos momentos. Era sin ninguna duda mi confidente y el único que sabía hasta el último de mis secretos.
Le eché la comida a Tulus en su tarrito y puse, junto con Dani, la mesa para comer nosotros también.
La cena estaba riquísima, y el helado me atrevería a decir que aún más. Ambos comimos de los dos helados, nos reímos, jugamos y nos divertimos muchísimo.
Conecté la play a la televisión, no nos apetecía ver ninguna película de viejos que echaban a las tantas de la noche, así que decidimos ponernos a jugar al eye toy.
Después de una partida entera dando puñetazos, tocando la guitarra, pescando, haciendo una carrera, Dani me pidió que pusiésemos en sing star, el juego que más me gustaba y el que mejor se me daba de la play.

- Venga Auro, pon el sing star latino, anda.
- Pero ¿para qué? ¿quieres que haga el ridículo?
- Me tomas el pelo ¿verdad?
- Pues no..
- Si, aunque nunca hayas cantado para mí, te he escuchado en alguna ocasión, y sé que cantas como los ángeles.
- Ya empezamos con las exageraciones..
- No te hagas la tonta, ponlo y déjame oírte cantar.
- Bueno, pero solo si tú cantas conmigo.
- ¿un dueto? Me parece estupendo.

Pusimos el sing star latino y elegimos la canción de “Duele el amor” un dueto precioso.
Empezó a cantar él, cantaba muy bien, la piel se me puso de gallina cuando me miró a los ojos mientras las palabras al son de la música salían de su boca. Le seguí, cantando mi parte y él no dejaba de mirarme. Le mantenía la mirada, me podía perder en sus ojos azules, eran como un mar sin final.
Cantamos juntos, sonreímos, disfrutamos cada segundo de la canción y cuando terminó nos abrazamos y sin poder evitarlo me puse a llorar.

- Aurora ¿qué te pasa?
- Nada, que me he emocionado..
- Mi sensible preferida ¡al ataque!- intentó sacarme una sonrisa, y lo consiguió.
- Te quiero Dani, muchísimo.- dije aún con lágrimas en los ojos y abrazándole más fuerte.
- Y yo a ti Auro, más de lo que te imaginas..- me dijo en un susurro. No entendí a qué se refería con eso, pero no comenté nada, simplemente continué abrazada a él.
- Creo que ya es hora de irnos a dormir ¿no crees?- me dijo sin dejar de sonreír.
- Si, es cierto, son ya las cuatro de la mañana, se me ha pasado el tiempo volando.
- Y a mí, pero es que la partida del eye toy ha sido muy larga.
- Ya, venga ¡a dormir!

Fuimos a la habitación de mi madre y le dejé su espacio para ponerse el pijama, bueno, más bien para quitarse la ropa y quedarse en bañador, lo tenía todo pensado.
Me metí en mi habitación y me puse mi pijama de pantalón muy corto y la camiseta de tirantes, me quedaba muy bien, todo hay que decirlo.
Nos tumbamos en la cama, y nos quedamos mirándonos, uno en frente de otro, sin quitar la sonrisa que tanto nos caracterizaba.
Yo me hice la dormida y me di la vuelta, Dani, sin yo esperármelo me abrazó por detrás, entonces una sensación tras otra recorrieron mi cuerpo.
Pude distinguir alguna, deseo, amor, locura, atracción, necesidad, felicidad. Pero ninguna era amistad ¿por qué?
Intentando contestarme a esta pregunta pasé toda la noche en vela.

miércoles, 17 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 41

CAPÍTULO 41. NECESIDAD.




PARTE NARRADA POR DANI.



Hoy el día había sido perfecto, todo el tiempo junto a Aurora, mi mejor amiga, eso era un lujo.
Todo se estropeó cuando apareció Richi, no me lo esperaba y mucho menos en ese parque, no era uno de los sitios por dónde él se movía.
Richi era un amigo mío, nos hicimos colegas después de que pasase lo que pasó con Aurora. No me lo podía perdonar, el haberme quedado ahí parado sin hacer nada por mi amiga, había sido totalmente idiota por mi parte.
Le fui a amenazar, él en un principio se lo tomó en serio, pero luego pasó de lo que yo le dije. Nos encontramos otro día, yo no iba con Aurora, encontramos algo que nos gustaba mucho a los dos, el golf. Aunque parezca mentira a ese chaval que parecía tan macarra, le gustaba un deporte que todo el mundo denominaba como “pijo”.
Richi es muy majo, pero su punto débil son las tías castañas, ni las rubias ni las morenas, las castañas, ya sean oscuras o claras. Se siente totalmente atraído por ellas, no lo puede evitar. Por eso se acercó a Aurora, porque ella es castaña, además de guapísima, aunque ella lo niegue mil veces.

La veía tumbada en mi cuerpo, con esa cara de ángel que tenía y me derretía, se me caía la baba.
Delante de ella no podía hacer ningún comentario de lo que sentía por ella. Solo amigos- me decía a mí mismo cada vez que la apretaba contra mí y respiraba su dulce colonia de NafNaf, era tan de su estilo.
Al acariciar su pelo suave y sedoso, sentía como miles de sensaciones atravesaban mi cuerpo, era tan reconfortante tenerla cerca.

La había dicho que tenía novia, ¿cómo había podido ser tan estúpido? Lo único que había hecho era mentirla y no, no me sentía orgulloso, pero tenía que tener un soporte, algo para que no se me notase todo lo que guardaba mi interior hacia ella. Quizás ni yo sabía que emociones eran las que me recorrían cada vez que la veía, pero eran fuertes, muy fuertes, y el cosquilleo del estómago al verla sonreír, no me lo quitaba nadie, por ello nunca la podía ver sin su sonrisa.
La quería tener a cada minuto a mi lado ¿qué me pasaba? La respuesta a esa pregunta no la tenía, pero sí sabía algo, Aurora era una necesidad para mí.

Todos mis amigos, Jaime incluido, habíamos preparado una fiesta para darle una sorpresa a las chicas de ahí la llamada del parque, y como Aurora se iba en dos días, al día siguiente se haría. Habría música, comida, bebida sin alcohol y mucha marcha que era lo que a todos nos gustaba.

Aurora se empezó a estirar, se estaba despertando, no sabía la sorpresa que solo yo, le tenía preparada para hoy. Había hablado con su madre, Clara y me había dejado quedarme a dormir con ella, para que mañana, junto con la sorpresa de Lucía, se preparase para la fiesta en casa de Miguel.

Le diré que mañana he quedado con mi novia y que se la quiero presentar.- pensé.- no, porque como ella diga que invita a su novio no se si voy a poder soportarlo.- mejor no le digo nada, mañana ya lo pensaremos Lucía y yo.



PARTE NARRADA POR AURORA.



Cuando me desperté lo primero que vi fue a Dani, a mi Dani, mirándome. De nuevo esa sensación totalmente indescriptible, me había recorrido el cuerpo al mirar sus ojos. Lo mío no era normal, ¿qué era lo que de verdad sentía por Dani? No sabía si algún día llegaría la respuesta.
Me sonrió y yo le besé la mejilla, en ese momento no había nada más que él y yo, en mi casa, abrazados como una pareja enamorada, o como unos amigos que se quieren demasiado, más de lo que ellos creen.

- Aurora, te tengo que decir algo.
- Dime Dani.- le sonreí, no me importaba lo que me fuera a decir, con estar ahí con él me valía.
- He hablado con tu madre...
- ¿con mi madre? ¿de qué habéis hablado?
- De ti..
- ¿de mi? Ya te vale..¿y que te ha dicho?
- ¡Que me puedo quedar a dormir contigo! Ella no va a venir a dormir y me ha dicho que me quede y así te hago compañía..- le tapé la boca con dos dedos y le miré a los ojos. Estaba segura de que me brillaban. Le di un beso enorme y me abracé a él lo más fuerte que pude. No me lo podía creer.
- Vale, ya me has demostrado que te gusta la idea. ¿Duermo en el sofá?
- Tu estás tonto ¿o qué?- reí, no iba a permitir que durmiese en el sofá habiendo tres camas.- duermes en la cama de mi madre, conmigo. Y que conste que te dejo porque confío en ti eh!- reí.


PARTE NARRADA POR DANI.


Me había dicho que dormiría con ella, en su misma cama, nunca lo hubiese pensado.
La primera vez que dormimos juntos fue en su casa del pueblo, después de su fiesta de cumpleaños, y era por obligación, pero me encantó. Verla dormida, como sonreía en sueños, sentir su cuerpo pegado al mío, era una sensación única. No pude evitar sentirme muy atraído a ella en esa noche, mi cuerpo respondía a sus roces de distinta forma que mi mente y yo no sabía que hacer.
Esa noche sería distinta a la que viviría con Aurora hoy, era mi mejor amiga y mi cuerpo no podía poder conmigo, no con ella.
Pensé en ella, en su cuerpo, era tan guapa. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando se me ocurrió pensar que ese cuerpo podía ser que ya lo hubiesen tocado, Gabriel. Me quité esa idea rápidamente de la cabeza, me dolía pensar en eso, y no entendía el por qué.


PARTE NARRADA POR AURORA.


Me gustaba la idea de dormir de nuevo con Dani, me sentiría protegida de nuevo, acompañada, que ya era algo y podría aprovechar a verle dormir, estaba tan guapo mientras dormía, incluso más que despierto y eso ya era bastante.
Le dije que iba un momento al baño y le dejé viendo un canal de música, el 40 latino.
Me fui a mi habitación y me cerré, necesitaba abrir mi cajita morada, donde estaban todas las poesía que yo había escrito, necesitaba recordar.
Abrí mi cajita morada, después de haber encontrado la llave que tenía escondida. Había un espejo, y debajo de él, un montón de papeles escritos, todos eran poesías.
Cogí una que hice hace muy poco, cuando Lucía, mi mejor amiga se fue.

PREGÚNTATE:

¿Qué es la felicidad?
un sentimiento, que por desgracia no todo el mundo tiene
por unas cosas o por otras
todos sabemos que los problemas duelen.

¿Por qué no sonríes cada día y a cada instante?
no todo el mundo puede pero coincide en lo mismo
por la sonrisa de un niño se vive
por la de un anciano le ofreces ayuda
aun así tu sonrisa es la más válida
puesto que sin ella tu corazón no se cura.

¿Por qué el mundo necesita paz?
porque las muertes destrozan familias
porque las guerras destrozan tu hogar
y sobretodo y más importante
este es nuestro mundo y lo debemos cuidar.

¿qué es la alegría?
un millón de buenos sentimientos
el reírte sin medida
el disfrutar del momento
sin que nada ni nadie te lo impida.

¿qué es el amor?
la verdadera definición, un misterio
para todas las personas una pasión sin remedio
y para las que han sufrido por su culpa
un simple error del momento.

Sonreí después de leerla, era mía, no estaba muy bien escrita, pero me encantaba. Daba a conocer todas las preguntas que yo por algún motivo me había planteado alguna vez, y que por desgracia no había llegado a una contestación coherente.
Cerré de nuevo la cajita, con todos los papeles dentro y guardé la llave.
Salí de mi habitación y llegué al comedor, donde vi a Dani dormido. Era tan guapo, no me cansaría de decirlo. Me senté a su lado y me acurruqué en su cuerpo, despacio, para no despertarle. Necesitaba su calor, su olor, sentir su musculoso cuerpo, le necesitaba.
Justo en ese momento en que yo me había acomodado en el pecho de Dani, sonó una canción en la televisión, Te necesito de Amaral, una canción preciosa que sin duda jamás olvidaré.

martes, 16 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 40

CAPÍTULO 40. CIERRA LOS OJOS Y SUEÑA.



Me desperté y miré a mi alrededor, estaba tumbada en el pecho de Dani, y él me miraba. En el momento en el que nuestras miradas se cruzaron sentí algo de vergüenza, ¿qué me estaba pasando con él?
Le sonreí y él me devolvió la sonrisa, estaba tan a gusto en su pecho. Su camiseta olía a él, y eso me reconfortaba, aunque no entendía muy bien lo que me pasaba estaba feliz, y eso no podía evitarlo, por más que quisiese.

- ¿has dormido bien bella durmiente?
- Pues ahora que lo dices si..perfectamente.- sonreí.
- Y ¿se puede saber con qué soñabas?
- Pues no me acuerdo, pero ¿por qué lo preguntas?
- No hacías más que sonreír, se te veía muy contenta.
- Pero bueno, ¿cuándo me has visto a mí no sonreír?
- La verdad, solo una vez, pero no quiero recordarla.- al decirme eso me vino a la mente la vez que él decía no quería recordar.

Estábamos los dos, juntos en un columpio del parque, éramos unos niños cuando sucedió. No hacíamos más que reírnos, disfrutar del buen día que hacía, puesto que aunque fuese primavera, se estaba muy a gusto en la calle, al sol.
Se nos acercó un chico mayor que nosotros con su grupo de amigos, yo les tenía miedo así que intenté no mirarles. Uno de ellos, el que mandaba, se puso justo detrás mía y empezó a acariciarme la espalda. Yo solo le podía gritar que me dejase en paz, que no había hecho nada, pero él seguía acariciándome. Como veía que no iba a dejarme en paz, le di una patada en la espinilla y empecé a correr. Dani no hacía nada, sólo miraba, ni siquiera se inmutó de su columpio.
Los niños “mayores” me alcanzaron, eran muy rápidos para mi. El de antes me pegó una patada y todos los demás empezaron a insultarme. Yo me mantenía seria, sin llorar, pero también sin la sonrisa que tanto me caracterizaba.
Cuando los niños se fueron, Dani se acercó a mi, él si estaba sonriendo.
Me dijo que había sido muy valiente, pero yo no le hice caso, le grité que le odiaba que era un mal amigo, que no me quería porque no me había ayudado y me fui de allí corriendo y tapándome la cara para que no me viese llorar.

Al recordar ese mal recuerdo de mi infancia, una parte de mí se entristeció. Él también lo recordaba, y ya me pidió perdón, mil veces, pero yo jamás le había perdonado, eso me había dolido demasiado.

Le miré a los ojos y le contesté.

- Dani, no importa que la recuerdes, ya pasó y el pasado atrás se quedó. Estás perdonado y nunca te he odiado, al contrario, sin ti yo no sería ahora nada.- me sinceré, sin apartar la mirada de sus ojos tristes.
- Yo tampoco sería nada sin ti Auro, nada.- y le dio un beso en la mejilla, abrazándome, recuperando de nuevo ese brillo de felicidad de sus ojos y esa sonrisa en su boca.

Nos levantamos de la hierba y aún mirándonos comenzamos a andar.
Una sonrisa tras otra guiaban el camino, aún no habíamos salido del parque.
Sonó un móvil, era el de Dani. Lo cogió deprisa y una sonrisa más grande me hizo imaginar que era su novia.
Me aparté de él para dejarle intimidad. Empecé a andar y me detuve en un banco, enfrente de un grupo de chicos aproximadamente dos años mayores que yo, que, si no me equivocaba, me miraban descaradamente.
Uno de ellos se me acercó, parecía el típico macarra ligón que se cree un dios y que las trae a todas locas.

- Hola guapa.
- Hola.- dije bastante borde, ni siquiera me giré para verle la cara.
- ¿por qué no me miras? ¿Acaso tienes miedo de enamorarte de mi, preciosidad?- me giré y le miré. Tenía los ojos marrones, color chocolate. Le reconocí, jamás podría olvidarme de esos ojos que tanto daño me hicieron. Era él, el niño “mayor” del parque.
- Nunca me enamoraría de ti chaval, no te flipes tanto.
- Eso dicen todas y al final terminan coladitas por mí hasta los huesos.
- Jamás me gustaría un tío que de pequeño iba manoseando a las niñas más pequeñas que él y luego encima las pegaba.
- ¿cómo sabes eso?
- Porque yo fui una de ellas.- le miré desafiante. Odiaba esos ojos, de nuevo el recuerdo me invadió, pero esta vez Dani no estaba allí.
- Bueno, entonces es un placer volverte a ver, preciosa.- me miró de arriba abajo.- estas tremenda.
- Déjame en paz.- la situación se volvía a repetir. La casualidad, el destino o la suerte volvían a mi, pero esta vez por desgracia.
- No muñeca, tu vas a ser mía como que me llamo Richi.- me agarró de la cintura.
- He dicho que me dejes.- dije gritando.
- Ya te he dicho que no, nena y no me discutas o terminarás mal.- me agarró más fuerte, me hacía daño, pero aguanté las lágrimas. No lloraría delante de ese tío.
- Te ha dicho que la dejes en paz. ¿no la has oído o es que estás sordo?- una voz que yo conocía perfectamente estaba justo detrás de mí, enfrentándose al tío asqueroso que me tenía cogida de la cintura.
- Dani, ¡vete!- grité. No iba a permitir que le hiciesen daño, eso no.
- Ya una vez cometí un error, no pienso cometerlo dos veces.
- Dani, contigo siempre, pero sin ti nunca, por favor vete, llama a alguien, ¡vete!
- No hace falta que se vaya.- la voz del tal Richi me sobresaltó.
- ¿me vas a dejar en paz? No me lo creo..
- Si, me acuerdo perfectamente de ti y de tu amigo o novio o lo que sea..
- ¿de qué te acuerdas?- dije algo asombrada.
- Me acuerdo de cuando te acariciaba la espalda, de tus gritos de cómo me pegaste una patada, de cómo te la devolví, pero de lo que mejor me acuerdo es de cuando ese chico al que ahora tú estas diciendo que se vaya, vino a buscarme y me obligó a jurarle que no te volvería a tocar. Incluso siendo él más pequeño que yo me dio miedo, así que se lo juré. Siento todo esto.- y dicho esto se fue, dejándome a mí con una cara de tonta que no podía con ella. ¿de verdad Dani había hecho eso por mí?
- Dani..¿es eso cierto?
- Si..
- ¿por qué nunca me lo dijiste?
- Porque me odiabas por no haberte defendido y cuando volvimos a retomar la amistad no quise volver a sacar el tema, sabía que te dolía.- le miré a los ojos y me emocioné. Sus palabras y sus actos me habían llegado al corazón. Me abracé a él, muy fuerte, casi asfixiándole, y me puse a llorar.

Me llevó abrazada a él a mi casa y ambos nos sentamos en el sofá después de haber puesto una película para verla juntos.
Me estaba quedando dormida, pero no quería, quería pasar con él, viendo sus ojos el mayor tiempo posible, él notó mi cansancio.

- Aurora, deberías dormir.
- No quiero, no tengo sueño.
- No me puedes mentir loca, ahora no.- sonrió
- Pero no quiero perder ni un segundo para estar contigo..pasado mañana me voy y tu en mi pueblo no estarás..- me tapó la boca con su mano y me sonrió de nuevo.
- Han pasado muchas cosas hoy...cierra los ojos y sueña.- me susurró al oído con una voz muy tierna.
- Te quiero Dani.- fue lo último que salió de mi boca antes de que tal cómo quería Dani me quedase otra vez, dormida.

lunes, 15 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO

CAPÍTULO 39. SIEMPRE.



Me abracé a él, lo necesitaba era como una ansiedad que mi cuerpo sentía.
El me acomodó en su regazo, duro, fuerte, como siempre había sido.
No pude más que sonreír, con él todo era bonito, todo parecía de color rosa y eso me gustaba.
Cerré los ojos y por un instante creí que todo era un sueño, que Dani no era real, sino un principe azul sacado de un cuento de niños. Pensé que todo él era irreal y que cuando menos me lo esperase desaparecería, porque sonaría el despertador y saldría de aquel maravilloso sueño.
No entendía mis sentimientos, notaba tanto en mi interior, tanta fuerza, tantas ganas de vivir. Esa sensación nunca la había experimentado, era nueva para mí.

Le miré a los ojos y salí de toda duda, Dani era real y era mi mejor amigo.
Nos reímos durante toda la comida, el postre ni siquiera apareció por la mesa, se nos había olvidado llevarlo, pero estábamos tan a gusto, tan felices o al menos hasta que él comenzó una conversación, una conversación que me hizo salir de repente de aquella inmensa felicidad que sentía por dentro.

- Auro, ¿sabes? Me gusta muchísimo una chica y creo que yo a ella también, así que ¡alo mejor te sale una cuñada!- me dijo, parecía feliz, y yo debería estarlo también. Me daba cuenta de que él me veía como una hermana.
- Pues me alegro muchísimo por ti, graciosillo, ya era hora de que asentaras la cabeza.- dije intentando parecer feliz y contenta por él.
- Es tan guapa, Auro, y tan simpática y tan todo..
- Se te ve enamorado- dije sonriendo.- jamás pensé que te vería así por una chica.- reí.
- Pues ya me ves. Pero vamos tú tampoco te quedas atrás eh! ¿ Qué tal con Gabriel?
- Pues bien, desde ayer no le veo.- me empezaba a incomodar hablar de Gabriel sabiendo lo que había hecho a sus espaldas.
- Bueno chica, tampoco es tanto tiempo. Además en tu pueblo te cansarás de verle.- ¡Dios! Era verdad, ya no me acordaba que todas las fiestas las pasaría con él, en parte me daba miedo, no quería que me descubriese. Pero, ¿Qué estaba diciendo? Yo quería a Gabriel, le quería mucho, y no tendría que tenerle miedo, sino contárselo todo, para que viese que soy sincera.
- Em..Aurora, ¿te pasa algo?- preguntó Dani. Había estado tan sumida en mis pensamientos que no le estaba prestando atención.
- No, no perdona, es que me he quedado un poco empanada.
- ¿Solo un poco? Al conseguido superar el récord de empanación- dijo Dani riéndose.
- Ya vuelves ¿graciosillo?- me pegué a él y empecé a hacerle cosquillas. Su punto débil, la espalda, pero solo a la altura de la cintura.
- ¡Para Auro, para!- gritaba mientras se reía.
- Vale, ya paro.- reí y paré.
- Tengo una idea, te voy a llevar a un sitio. ¿Confías en mí?- me dijo, algo serio, pero sin perder la sonrisa en sus ojos.
- No se yo eh..
- Pues me da igual que no confíes, lo voy a hacer digas lo que digas.- se fue y apareció con un pañuelo mío, negro.
- ¿Qué se supone que vas a hacer con eso?
- Ponértelo en los ojos.
- Está bien..confiaré en ti..
- Lo sabía, siempre me salgo con la mía.- sonreí y él me tapó los ojos con el pañuelo. No veía nada.
- Dani, no veo nada.
- De eso se trata.
- ¿Qué me quieres hacer?
- Nada, solo déjate guiar.

Noté como abría la puerta y cogía las llaves, oí el ascensor abrirse y cerrarse tras nosotros, la puerta de mi portal chirriar y noté el aire caluroso de lo que se suponía era la calle.
Dani me llevó andando, no sé muy bien por dónde, pero supuse que por nuestro barrio. No hicimos más que andar, y él no me soltaba la mano, incluso en algún momento me abrazó por detrás y yo aún viendo nada más que oscuridad, me sentía protegida, por el simple hecho de que él estaba conmigo.
Llegamos al lugar elegido por Dani, se podía respirar el aire seco y caluroso, acompañado de el olor a flores frescas, a plantas y de fondo se oía el ruido del agua.
Dani antes de quitarme el pañuelo de los ojos me besó la mejilla. Fue un beso dulce y con un millón de sentimientos escondidos que ni yo, ni él sabíamos que existían.
Al quitarme el pañuelo me costó un poco acostumbrarme a la claridad, pero pude reconocer enseguida el lugar dónde estábamos.
Era un parque, nuestro parque, donde habíamos hecho esa promesa que no se debía romper nunca, esa promesa que nos unía, allá donde estuviéramos.

- Dani...- sonreí y le miré. En sus ojos había tanto cariño, tanta ternura..
- Sh.. no sigas nada..- me tapó la boca con la mano y se limitó a mirarme y sonreír.- ahora ven conmigo.- me dijo y me cogió de la mano para llevarme justo a ese lugar donde el solsticio de verano nos unió.
- Dani..no te tendrías que haber molestado tanto..- hablé quitándome su mano de mi boca. Había puesto varias flores de color rosa juntas, formando semicírculo.
- Pero me he molestado y por lo menos deberías agradecérmelo..- intentó hacerse el enfadado, pero no lo consiguió, pues en pocos segundos la sonrisa volvió a cubrir su cara.
- Eres el mejor.- dije y le abracé, tirándole al suelo por la emoción.
- ¡Y tu una loca!- rió y me miró a los ojos, los tenía brillantes.
- Graciosillo..¿ya empezamos?- reí también y le mantuve la mirada.
- No..pero quiero que esto dure siempre..
- Como nuestra promesa..
- Si como eso y como lo que siento por ti..
- ¿y qué es lo que sientes por mí?
- Ya la averiguarás, con el paso del tiempo..
- Dani..yo..
- No digas nada, solo contempla el atardecer, una vez más, a mi lado.- me cogió la mano y miramos juntos el atardecer.
- Siempre juntos Dani, nunca lo olvides..-le susurré al oído.
- No, jamás lo olvidaré.

Y así permanecimos un rato, el suficiente para ver el precioso atardecer en frente nuestro. Y miles de emociones y sentimientos pasaron con el atardecer, amor, cariño, esperanza, ilusión, intriga, amistad..pero no dolor, eso mientras estuviésemos juntos no sucedería.
Siempre juntos.- me repetía a mí misma una y otra vez.- siempre..- y me quedé profundamente dormida.

viernes, 12 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO OCTAVO CAPÍTULO

CAPÍTULO 38. NO SE PUEDE ESTAR MEJOR, GRACIOSILLO.




Cuando llegó mi madre y después de despedir, en secreto a Fer, me fui a dormir. Estaba bastante cansada, el viaje de vuelta había sido muy largo y no había dormido prácticamente nada y luego el paseo con Fer, el día en general había sido agotador.
Tengo que reconocer que soñé con Fer y el sueño fue realmente de cuento de hadas.
Empezó con una imagen algo difuminada, parecía agua, mucho agua, como un riachuelo, lleno de variedad de peces. Yo estaba cogida de su mano y no dejaba de sonreírle. Paseábamos por un prado, lleno de flores de todos los colores y sin ningún insecto asqueroso con el que poder toparse si te tumbabas. Estábamos felices, juntos, sin ninguna complicación ni confusión. Nos queríamos y eso era algo que no pasaba desapercibido, con solo mirarnos a los ojos podíamos saber qué era lo que cada uno quería hacer en cada instante o cada sentimiento.
Era un sueño tan bonito, que ojalá nunca hubiese despertado de él.

Me despertó un sms en mi móvil, que oportuno, justo cuando en el sueño nos íbamos a besar, ya hay que tener mala suerte.- pensé.

“Auro, me llevo algo para comer hoy? Un beso! Te quiero!”

Era de Dani, hoy iba a venir a comer, tal como yo le había dicho ayer y estaba deseando verle.

“Si puedes tráete helado! Te quiero!”

Una comida en verano, sin helado de postre no era una comida en condiciones, eso lo decía Dani siempre y tenía mucha razón.

Me levanté, con cara de zombi, me metí a la ducha y al salir me puse mas o menos guapa. Dani hacía que todo lo natural que yo era lo sacase con él, me conocía muy bien y sabía mis puntos débiles y fuertes.
Mi madre ya se había ido a trabajar, así que estaba sola en casa y seguiría estándolo hasta por la noche, por tanto tenía toda la tarde para estar con Dani.
Me puse mi delantal de mariposas y empecé a hacer la comida.
Como era verano y el calor se notaba en todos sitios, haría algo que no estuviese a la misma temperatura o incluso más caliente que el ambiente. Terminé decidiéndome por un carpaccio de ternera acompañado por un tazón de gazpacho. Todo fresquito y riquísimo.
Terminé de hacerla rápido, puesto que eran platos que no se tardaban prácticamente nada en hacer y yo estaba hecha toda una “profesional”.

A las 2 en punto Dani llamó al timbre de mi puerta, con una sonrisa de oreja a oreja. Me quité el delantal antes de ir a abrir y me miré en el espejo del pasillo. Decente- pensé.

Abrí la puerta y no pude evitar sonreír, la felicidad y alegría de Dani era contagiosa y yo ya me había infectado de ella.
Le di un beso en la mejilla, el cual me devolvió y acompañó de un tierno abrazo, era cierto lo que había pensado en el campamento, lo necesitaba, necesitaba a Dani a mi lado, siempre.

- ¡pero que bien huele!
- Claro que sí, como que aquí la presente es una buena cocinera.- sonreí.
- No lo dudo, estoy deseando probar sus manjares cocinera.
- Pues siéntese en la mesa que enseguida se los sirvo.

Me hizo caso, se sentó en la mesa ya puesta y esperó a que trajese la comida.
Pareció gustarle mucho, porque al terminar lo único que hizo fue abrazarme y darme besos por la cara, como muestra de agradecimiento.

- Madre mía, ¡este carpaccio esta de muerte!
- Lo sé, me ha salido muy rico.
- ¿Sabes Auro? Para un tío serías todo un partidazo de novia.
- Bueno, ¿ya empezamos con las exageraciones?
- No, solo con las verdades.
- Entonces, ¿te has tomado suero de la verdad o qué?
- Que va, es lo que me sale, ya sabes que siempre soy muy sincero y más contigo.
- Si, eso es verdad.
- Una cosa Auro, ¿estas bien? Cuando hablé contigo antes de ayer te noté rara, como triste.
- ¿sabes? Todo eso pasó y ahí se queda en el pasado, ahora solo importa el presente y en el presente no se puede estar mejor, graciosillo.- sonreí y le besé la mejilla.
- Eres única.
- Deja ya de decirme piropos que terminaré creyéndomelos.
- Eso es justo lo que pretendo.
- Pues yo no quiero así que no me digas más.

Le di un pequeño golpe en el brazo y el me llevó hacia sí, acercándome tanto que podía oír el latido de su corazón, estaba acelerado. También podía sentir su respiración agitada y su calor.
Le miré a los ojos, sus ojos azules eran tan bonitos, tan mágicos que hechizaban. Era de saber que todas las chicas estuviesen coladitas por él.
Nos quedamos así un rato, mirándonos a los ojos, transmitiéndonos miles de sensaciones con solo una mirada.
Dani me cogió la mano y entrelazó sus dedos con los míos, sin apartar ni un segundo su mirada de mí.
No podía parar de mirarle, ¿qué me pasaba? Era Dani, mi mejor amigo, ¿por qué sentía algo tan fuerte por él, algo tan diferente a todos lo que había sentido? ¿por qué parecía que en mi tripa había mariposas? Tantas preguntas y respuestas que con el paso del tiempo iría descubriendo.

jueves, 11 de febrero de 2010

TRIGÉSMO SÉPTIMO CAPÍTULO

CAPÍTULO 37. ENAMORADO DE MÍ.




Fer y yo volvimos a mi casa, no era muy tarde, pero tampoco excesivamente pronto. A las 10 en punto estaba metiendo la llave en la cerradura de mi acogedora casa e invitaba a Fer a entrar en ella.
Sabía perfectamente que estaba haciendo mal en pasar tanto tiempo con Fer teniendo novio, pero no lo podía evitar, Fer era tan amable, educado, cariñoso y tenía unos labios dignos de besar.
Al entrar, él se sentó en el sofá mientras yo iba a retocarme un poco el pelo, tenía que parecer guapa al menos.
Salí del baño algo más presentable y me dirigí al salón. Me paré en la puerta y me escondí detrás de ella antes de que él pudiese verme, estaba hablando por teléfono.

- Sara, creo que me estoy enamorando de ella.
- Ya, pero no puedo evitar sentir lo que siento.
- Lo sé es un error, pero no me voy a rendir fácilmente.
- Vale, te veo en casa.

Me quedé atónita, estaba enamorado de mí. Estaba segura de que Sara su hermana, le había dicho que no se enamorase porque yo tenía novio, pero él insistía en que no iba a rendirse. Al llegar a esa conclusión, un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo, era una sensación extraña, que nunca había experimentado, me notaba decaer.
Salí de detrás de la puerta y me acerqué a él, con cuidado de no caerme, veía todo algo borroso y no distinguía bien dónde estaba el suelo.
Fer se debió dar cuenta, porque me cogió en brazos y me acunó en su regazo hasta que me desperté de nuevo. Me había desmayado.

- Aurora, ¿estas bien?
- Eso creo, no se muy bien por qué me ha pasado esto..
- Pues yo tampoco, solo se que me has pegado un susto..
- Vaya, lo siento, no era mi intención..
- No te preocupes, lo bueno es que ahora estas bien ¿no?
- Si, ya estoy bien, gracias por ayudarme.
- No me las des.- y me sonrió, con esa sonrisa tan bonita que tenía y que derretía a cualquier chica.

En ese momento pensé en Gabriel y me acordé de su sonrisa y de lo bien que estábamos al principio, como una chica desconocida para mí estropeo todo lo que yo sentía por él y en ese momento me di cuenta de que nada sería igual con Gabriel, ya no le quería como antes.

Me senté con Fer en mi sofá y decidimos ver una película, teníamos gustos muy parecidos así que no nos costó mucho elegirla, una romántica, Antes que termine el día.
Antes de ponerla, pedimos una pizza, mi madre llegaría de madrugada ese día así que no corría ningún peligro de que viese a un chico en mi casa. No le haría nada de gracias y menos aún si supiese que tiene dieciocho años y que me esta empezando a gustar.
Cuando llegó la pizza, de jamón york, ternera y extra de queso (mi preferida), pusimos la mesa pequeña y nos sentamos. Puse la película y mientras cenábamos la vimos.
La verdad es que era preciosa, había mucho, muchísimo amor y en alguna parte se me escapó alguna que otra lagrimilla. Era muy sensible, no lo podía evitar.
Al ver una imagen de la pareja juntos, me acordé no entiendo el motivo, de Dani. Sobretodo de un momento que habíamos vivido juntos, cuando aún estaba enamorada de él.
Estábamos andando por las calles de mi barrio, me estaba acompañando a ir a jugar al tenis y luego jugaríamos al ping-pong un rato. Me esperó hasta que terminé mis clases de tenis, sin quitar nunca la sonrisa y dándome ánimos cuando fallaba alguna bola, siempre estaba ahí, conmigo. Al terminar tenis íbamos a jugar al ping-pong, muchas veces le había ganado, pero la vez que mejor recuerdo me ganó él. Yo me enfadé un poco, soy muy mala perdedora en algunos juegos, ese es uno de mis peores defectos, pero a él no le importó. Me dio un abrazo de esos a los que no te puedes resistir y un beso en la mejilla, tan dulce como nuestra amistad. Pasamos toda la tarde haciendo justo lo que hacía la pareja de la película, pero cambiando los besos por los abrazos. Parecíamos dos locos por la calle, la gente nos miraba mal, pero eso no importaba, éramos felices, como amigos.

Terminó la película y Fer y yo nos miramos. Yo aún tenía los ojos húmedos, debería estar horrible, pero eso a Fer no le importó, volvió a sonreír, haciendo que cada vez me sintiese mejor a su lado.
Iba a besarme, pero oí la puerta de mi casa, no podía ser, mi madre iba a entrar de un momento a otro en casa y me caería una buena.

- Fer, ponte detrás de la puerta, cuando me lleve a mi madre lejos te vas ¿vale?
- Vale, no te preocupes, ya lo he hecho otras veces.
- ¿a si? Y ¿con quién? ¿con otras chicas?- le miré medio enfadada. Pero no era hora de enfadarse, sino de trazar un plan para que mi madre no me pillase.
- Vale, en tres dos uno...- Fer se puso detrás de la puerta un segundo antes de que mi madre terminase de abrirla.- ¡Hola mama! Que pronto has llegado ¿no?
- Si cielo, es que tenía ganas de verte, te he echado mucho de menos, cielo.
- Y yo a ti mami, mira ven a mi cuarto que te voy a enseñar una cosita que te he comprado en Almería.- me la llevé lo más rápido que pude y al girar la vista vi a Fer irse, pero no sin antes tirarme un beso y guiñarme un ojo, yo le sonreí.- adiós.- susurré y cerré la puerta antes de que mi madre sospechase nada.

martes, 9 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 36. TODO INCLUÍDO.


Fuimos a la parada de metro, nos montamos en el vagón gracias a la carrera que nos tuvimos que pegar y caímos rendidos en dos asientos del vagón.
Reímos a pesar de que nos dolían un poco los pies y bromeamos durante todo el trayecto, estar en compañía de Fer, era muy agradable. Era un chico maduro y con las ideas claras que sabía perfectamente lo que quería y eso lo transmitía a todo el mundo, por eso me sentía tan bien a su lado.

Llegamos a nuestro destino y salimos del vagón. Empezamos a andar y él me cogió la mano, me pilló por sorpresa por eso no pude reaccionar, pero no iba a soltarme, no al menos que fuese él quién lo hiciese.

Salimos de la boca de metro y caminamos unos metros. Nos paramos en frente de el precioso templo de debod, con tanta vegetación, era digno de ver.
Al adentrarnos en el parque en sí, a nuestros lados había parejas, de todas las edades tumbadas en el césped, queriéndose, demostrándose todo el amor que sentían el uno por el otro, esta imagen me conmovió.
El aire soplaba al contrario de nosotros, por tanto todo mi pelo se fue hacia atrás. La brisa era calurosa, pero también suave y libre.
Aún cogidos de la mano paseamos por el camino que llevaba a la fuente central, mi fuente preferida y en la que se habían rodado varias escenas de series.
Nos sentamos en el césped, al lado de la fuente, algunas gotas de agua nos caían y eso hacía que el calor que teníamos por la temperatura fuese descendiendo.
Nos miramos a los ojos y así estuvimos durante unos minutos, hasta que alguien nos interrumpió. Era un hombre, mayor, con gafas que llevaba una cámara colgada al cuello.

- ¿Quieren una foto?
- ¿cuánto cuesta?- preguntó Fer.
- Solamente 2 euros.
- De acuerdo entonces.

Se pegó a mí y posó con una gran sonrisa, yo le imité, sonriendo.
La foto había quedado preciosa, todo hay que decirlo.

- Hacéis una pareja muy bonita, espero que seáis muy felices.- dijo el fotógrafo al darnos la foto.
- Em..muchas gracias..-dije.

Esta situación me incomodaba un poco, primeramente porque Fer y yo no éramos pareja ni novios ni nada parecido, solo amigos, y en segundo lugar porque todo el mundo nos miraba.
Él sonrió, parecía que le divertía todo eso.

Seguimos hablando un rato largo cuando una mujer se acercó, llevaba un micrófono y parecía de un programa de televisión.
¡Que vergüenza!- pensé.

- Hola, estamos haciendo una especie de encuesta para ver el porcentaje de chicas que cantan bien y tienen pareja. ¿podrías cantar un poco?
- ¿quién yo?- pregunté algo asustada.
- Si, pero no te pongas nerviosa, es como ya te he dicho solo una encuesta, nada más.
- Cantará- dijo Fer, pero ¿cómo se atrevía a contestar por mí?
- Vale, ¿qué canción tengo que cantar?- dije yo algo más calmada.
- La que tu quieras, dínos la que eliges y te la pondremos para ayudarte con la música.
- Pues, la de cumplir un año menos de la oreja de van gogh.- dije sonriente
- De acuerdo, ¡empieza!

Empezó a sonar la canción, era una de mis preferidas de la Oreja de van gogh y no me cansaba de oírla ni de cantarla.

Vuelve a ser mi cumpleaños y en mi casa habrá dos platos
Aunque sepa que esta vez tú no vendrás
Sólo quiero de regalo dar la vuelta al calendario
Para que estos años pasen hacia atrás

Yo cumpliría un año menos y al soplar daría fuego
A las velas que pusiste en el pastel
Tras invierno vendrá otoño tras septiembre vendrá agosto
Y mañana será un poco más ayer

Para qué quiero palabras si ya no te canto a ti
Para qué quiero mis labios si tus besos los perdí
No quiero mis primaveras si no crecen tus violetas
Desde hoy creceré hasta que nací

Volveríamos al día más feliz de nuestra vida
Y otra vez sería la primera vez
A mis ojos volvería cada lágrima caída
Sobre el telegrama urgente de papel

Las noticias contarían que las balas regresaron
A esas armas que apuntaron a matar
Volverían a la vida las voces que disentían
Y con ellas algo más de libertad

Para qué quiero palabras si ya no te canto a ti
Para qué quiero mis labios si tus besos los perdí
No quiero mis primaveras si no crecen tus violetas
Desde hoy creceré hasta que nací

Y para qué quiero yo el aire si tu aliento no está aquí
Para qué quiero mis manos si no te tocan a ti
No quiero mis primaveras si no crecen tus violetas
Desde hoy creceré hasta que nací


Me emocioné demasiado, pero debí cantar bien pues la gente se levantaba y aplaudía. Miré a Fer, sonría y me miraba, me acerqué a él y pasó algo que una parte de mí estaba deseando que pasase, aunque había otra que me decía que no podía hacerlo. Me besó. Fue un beso distinto a los de Gabriel, fue dulce, tierno, suave, pero a la vez hacía desear que no se terminase nunca, era como una droga. La gente seguía aplaudiendo, pero yo solo podía centrarme en él, en sus labios sabor a vainilla.


PARTE PENSADA POR FER.



Nunca había escuchado una voz tan dulce y angelical, esa chica que desde un principio me había gustado, en la playa, pero ahora me hacía desear más, mucho más que una simple amistad.
Cuando terminó la canción no pude evitar sonreír y mirarla a esos preciosos ojos verdes que tenía. Noté cómo se acercaba poco a poco a mí, supuse que para sentarse de nuevo, pero no pude evitar esa enorme tentación que me devoraba por dentro.
Sabía que tenía novio, les había visto juntos, besarse, pero ahora ella no parecía tan enamorada como en Almería, era mi momento.
La besé y juro por lo más grande de este mundo que ese fue el mejor beso que me han dado en la vida. Sus labios sabían a vainilla, mi sabor preferido y eran tan perfectos como jugosos.
Al notar sus labios sobre los míos me recorrió de arriba abajo una sensación única, me estaba enamorando y eso lo sabía mejor que cualquier cosa. Fue un beso muy dulce, tal como era ella, suave delicado como cada parte de su cuerpo.
No quería separarme de ella, no quería dejar que volviese con su novio y se olvidase de todo esto, de las risas compartidas de las miradas de complicidad o de este beso que había significado tanto para mí.


SIGUE AURORA.



Me separé de él, después de unos minutos saboreando sus labios. La mujer que había venido a decirme lo de la encuesta estaba sonriente.

- Eres fabulosa, créeme, llegarás muy lejos.- dijo, contenta.
- Muchas gracias.- dije sin darle mucha importancia.
- Bueno ha sido un placer oírte cantar, espero verte pronto.- y se fue.

Me quedé ahí, de pie, mirando como ella y todo su arsenal de cámaras se iba. Estaba pensando, recapitulando todo lo que me había dicho la mujer del micrófono cuando noté como alguien me abrazaba por detrás, era Fer.

- ¿Sabes qué? eres tan perfecta que pareces un coche de esos que anuncian en la tele.
- ¿me estas comparando con un coche?
- En parte, lo digo porque tú también lo tienes todo incluído. Eres guapa, sensible, dulce, cariñosa, atrevida, con personalidad y encima cantas como los ángeles.
- También me gusta mucho el deporte, eso se te ha olvidado decirlo.- reí yo ante su comentario.
- Vale, eres más perfecta aún de lo que creía.
- Y tu eres...un demoñito
- Y eso ¿por qué?
- Porque le vas dando besos a chicas con novio.
- No te creas que no me he dado cuenta, pero estoy seguro de que te ha gustado.
- No te voy a decir nada.- sonreí.
- Me lo tomaré como un sí- rió y me dio un beso en el cuello, haciendo que un escalofrío atravesase mi cuerpo, haciéndome sentir como un ángel del cielo.

Me giré y le fui a dar un beso en la mejilla, pero giró la cabeza y el beso se convirtió en algo mágico y especial, un beso en los labios igual o incluso mejor que al anterior.

TRIGÉSIMO QUINTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 35. CASUALIDADES


Nos bajamos del autocar, por fin habíamos llegado a nuestro destino, mi estómago no aguantaría mucho más.

Nos despedimos, mejor dicho me despedí de todos, nuestros padres no estaban, ya les veríamos por la noche y las parejitas se iban a pasar un tiempo juntos.

Yo había quedado con Dani en la salida del metro así que me dirigí a la boca más cercana.

Entré con mi enorme maleta como pude al vagón. Había un sitio libre, prácticamente fui corriendo para sentarme, cuando alguien se me adelantó, era un chico rubio, muy guapo, me sonaba bastante. Llevaba unas raybans puestas, por eso no le reconocí hasta que no me puse enfrente suya, no me lo podía creer, otra casualidad de la vida, era Fer.

- ¡Aurora!- dijo él igual de asombrado que yo.
- No me lo puedo creer..- sonreí.- ¿Qué haces aquí Fer?
- Pues voy rumbo a mi casa, no te lo dije, pero yo también soy de aquí, madrileño de pura cepa.
- Pues me lo podías haber dicho, bueno ¿cuándo volviste de Almería?- reí aún incrédula.
- Pues ayer, y tú por lo que veo acabas de llegar- me sonrió.- Anda siéntate, debes estar cansadísima de llevar esa pesada maleta.
- Muchas gracias- sonreí, Fer era todo un caballero.
- No tienes por qué dármelas, solo me debes un favor.
- Claro, tenía trampa el dejar el sitito a una señorita ¿no?- intenté parecer enfadada.
- Nada en esta vida es gratis- sonrió.- además no te voy a pedir mucho, tan solo una cosa.
- A ver, dime.- me quedé mirándole, tenía unos ojos azules cielo que hipnotizaban a cualquiera y su pelo rubio era totalmente perfecto, me quedé embobada mirándole.
- Pues, ¿te gustaría dar un paseo por el centro de Madrid conmigo?- me sonrió con una sonrisa muy dulce y sexy a le vez, no podía decir que no a semejante propuesta.
- Claro que sí, pero hay un pequeño inconveniente, llevo una maleta que pesa más o menos 14 kilos.- me reí y él también.
- No te preocupes por eso, si quieres te llevo a casa la dejas y nos vamos a dar un paseo. Ten en cuenta que me debes un favor y estoy siendo muy bueno.- sonrió.
- Me parece bien, pero ¿cómo piensas llevarme a mi casa? Es una tontería ir a mi casa en metro para luego volver a cogerlo.
- No te preocupes, en dos paradas cogemos un bus.- se rió, prácticamente a carcajadas y yo le dí una colleja algo floja.
- Que sepas que si lo hago es porque te debo un favor.

Ambos reímos y hablamos hasta que pasaron las dos paradas, nos bajamos y cogimos el bus que me dejaba al lado de mi casa.
El bus iba hasta arriba de gente, no se podía casi ni pasar. Un chico se levantó para irse y Fer, de nuevo me quitó el sitio, pero esta vez me invitó a sentarme encima suyo, parecíamos una parejita de enamorados, feliz y sonriente.
Todo el mundo nos miraba, y nosotros aún así no dejábamos de reírnos.
Cuando el bus llegó a la parada dónde teníamos que bajar, me di cuenta de que Dani me estaría esperando en la puerta del metro así que le envié un mensaje.
“ Dani, no voy a poder ir contigo hoy me ha surgido algo importante, ya te contaré. ¿quedamos mañana? A las 2 en mi casa y hago yo la comida. Mi madre no está y mi hermana tampoco. Te espero. Un besazo enorme. Auro.”
Con eso bastará- pensé- además Dani seguro que no se lo toma a mal, me conoce demasiado bien.
Subí a mi casa prácticamente corriendo, Fer me esperó abajo.
Dejé la maleta tirada en mi habitación, me lavé la cara, me peiné para parecer decente y me puse algo de maquillaje, tenía que estar un poco guapa porque sino no pegaría nada con Fer.
Bajé ya más tranquila, no me crucé con ningún vecino gracias a dios, sino empezarían con el interrogatorio y no estaba en ese momento para ningún tipo de preguntas.
Estaba abriendo la puerta del portal cuando me sonó el móvil, era un sms, de Dani.
“ Vale guapa, como quieras. Mañana en tu casa y cocina bien que no quiero morir joven. Jajaja! Te quiero loca!”

Yo sí que te quiero- pensé.- pero en ese momento vi a Fer, hablando con una de mis vecinas en la puerta y no sé muy bien el por qué, me entraron unos celos horribles y eso que con Elena me llevaba genial y ella tenía novio.

- Que novio más guapo tienes Auro- me susurró al oído al pasar, yo sonreí, pero luego un sentimiento de culpa me invadió, él no era mi novio, sino Gabriel.

Llegué al lado de Fer y ví que tenía una moto justo detrás, ¿de quién sería?

- Si te preguntas de quién es la moto, es mía.- me había leído el pensamiento o algo así.
- ¿y cómo la has podido traer tan rápido?
- No la he traído yo, sino mi primo, había quedado con su novia en la parada de autobús y ya me ha hecho el favor.
- Pues sí que es coincidencia.- sonreí.- no parece ni real.
- ¿quieres que te pellizque para que veas que es real?
- No, no hace falta- reí.- y ¿a dónde me vas a llevar?
- Pues te quiero llevar al templo de debod.
- Me encanta ese sitio- me empezaron a brillar los ojos.- pero siempre que he ido a sido con mi padre y mi hermana.
- Pues mira, una experiencia nueva que seguro que te gusta.
- Tengo seguro.- sonreí y le abracé. Le pillé por sorpresa, pero él también sonrió y me correspondió al abrazo. Me sentía tan a gusto entre sus fuertes brazos...

domingo, 7 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO CUARTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 34. DESPEDIDA.




La última noche fue genial, todo hay que reconocerlo. Dani hizo que tuviese más ganas de estar con Gabriel, de bailar con él, de besarle, aunque una parte de mí me decía que no debía estar con él, que me arriesgaba a sufrir, mi corazón me decía que no perdiese esa oportunidad, porque yo a pesar de todo le quería.

Llegó el último día de campamento, el día de la vuelta a casa. Por un momento quería quedarme allí, pero todo, tanto la mente como el corazón me decían que debía volver, que lo que me esperaba en Madrid me iba a gustar, mucho, además vería a Dani después de 16 días sin estar con él, las ganas de verle podían con todo.

No nos levantamos muy pronto ese día, hacia las diez más o menos, saldríamos a las doce de allí, así que tendríamos tiempo.
Nos levantamos las cuatro prácticamente a la vez. Nos duchamos rápido y nos vestimos muy normalitas.
Lore llevaba una mini negra y una camisa bastante escotada de un verde claro. El pelo se lo había recogido en una coleta al lado.
Bea llevaba unos piratas blancos, pero no transparentes, un top fucsia y dos trenzas en el pelo.
Ali, llevaba una falda larga de un rojo muy clarito y una camiseta de escote de barco. El pelo lo llevaba suelto con una diadema de flores rojas.
En cuanto a mí, me puse mis shorts vaqueros preferidos, una camiseta palabra de honor azul celeste y el pelo suelto, sin nada, aunque llevaba mi goma de la suerte en la muñeca por si acaso me mareaba en el viaje.

Preparamos las últimas cosas que faltaban y bajamos a desayunar.
Los chicos esperaban en la puerta del comedor, estaban todos menos Gabriel, ¿dónde se había metido?

- Si te preguntas por Gabriel, te está esperando en los sillones de recepción, él ya ha desayunado.-me dijo Manu dándome antes un abrazo. Me llevaba muy bien con él, quizás con el que mejor, me recordaba mucho a Mario.
- Vale, ahora iré, pero primero un buen desayuno, que estoy hambrienta.- sonreí.

Desayuné lo más deprisa que pude, Gabriel me estaba esperando y necesitaba besarle, solo había pasado una noche y ya le echaba de menos.
Salí corriendo del comedor en dirección al recibidor del hotel, donde le vi, sentado en un sofá.

- Aurora, por fin has venido.
- Si, es que tenía que desayunar señorito.
- Lo sé señorita.
- Bueno, ¿qué es lo que querías?- sonreí y le di un rápido beso en los labios.
- Despedirme, no vamos en el mismo autocar y no nos veremos en cuatro días.
- Es verdad, no quiero despedirme de ti,¿ no puedes venirte en mi autocar?
- No cielo, eso ya lo han decidido, yo no puedo hacer nada.
- Entonces, ¿nos veremos en el pueblo?
- Por supuesto, allí estaré, esperándote.
- ¡Si! Y que no se te olvide llevar la moto, que me encanta ir en moto y más si conduces tú.- le sonreí y me abracé a él. Así estuvimos un rato.
- Me voy ya.- me miró algo triste.
- Te voy a echar de menos señorito.- le dije al oído- te quiero.- le miré a los ojos y sonreí.
- Te quiero mucho Aurora.- y me besó. Fue un beso dulce, lleno de sentimientos, unos que ya conocía y otros que estaba descubriendo. Me sentía genial probando de nuevo el sabor de sus labios, pero algo en mi interior me decía que eso no era un beso de amor verdadero.

Nos separamos, después de unos cuantos besos más y él se subió a su autocar.
Pronto salió el mío también, mi maleta pesaba toneladas, porque además de lo que había traído llevaba regalos para mi prima y un detallito para Dani.

Subimos al autobús, se sentaron las parejas juntas, por tanto me tocó quedarme sola en el asiento continuo al de Ali y Andrés. Me tomé mi pastilla para el mareo y me puse el mp4, intentando mirar lo menos posible a las parejitas, que no paraban de hacerse mimos.
El autocar se puso en marcha, y yo decidí relajarme y pensar en todo lo bueno del campamento, en lo bien que lo había pasado, en todo lo que había logrado sentir en tan poco tiempo y en Gabriel, que era lo que más me importaba en esos momentos.

- Hola Auro, ¿cómo llevas el viaje?- Manu se había sentado a mi lado.
- ¿Y tú que haces aquí? ¿y Lore?- le pregunté, extrañada.
- Yo te he preguntado primero- rió.
- Pues bien, el viaje bien, aunque algo aburrido.
- Pues Lore está dormida así que cómo te he visto muy sola me he acercado a ti, ¿estoy pecando?- rió de nuevo y me hizo reír a mí también. Una de las virtudes de Manu era hacer reír a la gente.
- No, no estas pecando, pero te daría lo mismo ¿a que si?
- Que bien me conoces, y eso que solo nos conocemos de quince días. El campamento se me ha pasado volando.
- Ni que lo digas, a mí también se me ha pasado volando.
- Lo bueno es que tengo la seguridad de poder estar con Lore en Madrid, vivimos realmente cerca.
- Para que veas lo que hace el destino y la casualidad.
- La suerte también tiene mucho que ver.
- Es verdad.- sonreí, yo había tenido mucha suerte en coincidir con Gabriel en este campamento, pero el destino y la casualidad también habían jugado bien sus cartas.
- Anda Manu, vete con Lore, no tardará en despertarse.- le sonreí.
- Vale, pero no sin antes estrujarte un poquito.- no me dio tiempo a reaccionar, me abrazó y me estrujo hasta casi dejar sin aire y luego me hizo cosquillas.
- ¡Para Manu!- dije en un tono algo elevado, entonces él me tapó la boca con la mano y se rió.

Estuvimos así un rato, haciéndonos bromas y diciendo tonterías, me lo pasaba en grande con Manu. Se fue a su sitio en cuanto Lore se despertó, les vi dándose un precioso beso de enamorados y me dieron algo de envidia. Yo también quería tener a Gabriel allí.
Ya faltaba poco para llegar a Madrid, solo una media hora, estaba deseando pisar el suelo de las preciosas calles de mi ciudad.