solsticio de verano

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sábado, 6 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO TERCER CAPÍTULO

CAPÍTULO 33. LA ÚLTIMA NOCHE, EL BAILE.




Con el paso del día intenté que no se me notara mi malestar, por no creer a Gabriel, me abracé a él en varias ocasiones en la comida y en la hora de la siesta me subí a hablar con mis amigas y contarles todo.
Ellas me dijeron que debía confiar en él, que se le notaba que estaba enamorado de mí, que me quería, las hice caso, aunque en mi interior seguía sintiéndome insegura a su lado.

Por la noche, como motivo de la despedida del campamento tendríamos un baile. Todo teníamos que ir más o menos elegantes, habría música lenta y movida, comida, bebidas y mucho amor, pues en el campamento había muchísimas parejas, entre ellas Gabriel y yo.

Eran las 7 y el baile empezaba a las 10, pero ya nos empezamos a preparar, éramos 4 chicas y todas nos teníamos que duchar, maquillar, vestir, peinar, estar perfectas para nuestros respectivos novios.

La primera en terminar fue Ali, iba sencilla y a la vez guapa, con un vestido blanco por abajo y negro por arriba que le llegaba hasta la rodilla, unas sandalias no muy altas negras también, se recogió su pelo rubio en un moño, se puso un poco de brillo rosa y rímel.
La segunda fue Lore, ella iba bastante sexy diría yo, llevaba un vestido rojo bastante corto con un cinturón negro a la cintura, el escote era lo que más llamaba la atención, tal como quería ella. Se hizo una coleta de caballo, se puso un pintalabios rojo, rímel, la raya negra y sombra negra también y polvos, de calzado unos tacones bastante altos, iba perfecta y provocativa, como era ella.
Yo fui la tercera en terminar, me costó mucho elegir el vestido, pero terminé escogiendo el azul turquesa, por encima de la rodilla y las sandalias blancas con tacón. Me puse unas pinzas como si fuera una corona de colores azules y plateados, resaltaba el rubio de mi pelo castaño claro. Me di brillo rosa, la raya negra, la sombra azul y el rímel transparente. Iba muy guapa, sonreí al ver lo bien que me quedaba.
Bea, fue la más tardona, tenía que ser la más mirada por todos, que todos los chicos quisiesen bailar con ella y que las chicas se muriesen de envidia. Su vestido era corto, no tan corto como el de Lore, pero se acercaba bastante. Era de un tono rosa pastel con destellos dorados, precioso para mi gusto. Se calzó unos tacones no muy altos dorados también. El pelo se lo dejó totalmente suelto, su flequillo recto resaltaba su sombra de ojos dorada y el al ser su pelo negro, el dorado hacía que no pudieses dejar de mirar. Por último se dio brillo y rímel. Estaba alucinante.

Habíamos estado dos horas y 45 minutos preparándonos, solo quedaban 15 minutos para que empezase el baile y aún teníamos que ir con los chicos, alomejor no llegábamos.

Salimos de la habitación, los chicos nos esperaban fuera, en el pasillo, al vernos se quedaron un poco asombrados, era de esperar, estábamos realmente guapas.

Cada uno cogió a su pareja y todos juntos bajamos al descampado de al lado del hotel, junto a la playa.
Cuando llegamos todo el mundo bailaba y estaba feliz.
La gente al verme aparecer del brazo de Gabriel, se giró para mirarnos, yo estaba orgullosa, nadie me lo quitaría ni conseguiría separarme de él con alguna estupidez.

La música siguió sonando, y Gabriel me cogió de la cintura para bailar conmigo una lenta, como en la fiesta de mi cumpleaños, me sentía muy agusto con él.

Sonreí al oír nuestra canción, la de colgando en tus manos de Carlos Baute y Marta Sánchez.
Porque yo estoy..colgando en tus manos..así que no me dejes caer..

Nos besamos cuando terminó la canción y la gente no dejaba de mirarnos.
Que se mueran de envidia- pensé y sonreí.- Gabriel es solo mío.

Seguimos bailando, cada vez más agusto. La música se paró para hacer un cambio de dj y Gabriel me llevó a la playa, a esa playa donde yo había experimentado lo que era besar a un chico, lo que era el amor, o al menos eso pensaba.

Estábamos cogidos de la mano, mirando la luna, de nuevo el paisaje que había frente a nosotros era precioso. El mar, calmado, en él la luna reflejada, grande, brillante con una luz que podía hacer realidad sueños. Miramos las estrellas y vi una estrella fugaz, pedí un deseo.
Deseo que ese sueño de la nieve se haga realidad y encuentre el amor verdadero.- dije para mis adentros cuando pasó, rápida, solo esperaba que se cumpliese lo que había pedido.

Estaba abrazada a Gabriel cuando oí una canción y me puse de pie, mirando las estrellas, escuchando la canción, era una salsa, yo sonreí.

“Atardeció y ya se va la claridad de mi cabaña, no siento luz en los rincones de mi alma…….. eres el arroyito que baña mi cabaña eres el negativo de la foto de mi alma, eres agua bendita que crece en mi cultivo, eres ese rayito que me calienta el nido…”

En ese momento no sabía muy bien el por qué pensé en Dani, en mi amigo Dani, en todos los momentos que pasé con él, de pequeños, de más mayores y todo lo que me había ayudado, le eché de menos, muchísimo.

Me quedé quieta, mirando el agua, Gabriel parecía preocupado por mí, pero yo no hacía más que decirle que no me pasara nada, que me dejase un rato sola, y así lo hizo.
Pensé en llamar a Dani, necesitaba oír su voz, sentirme bien al saber que él también lo estaba.
Le llamé, tardó un poco en cogerlo.

- ¿Sí?
- Dani, soy Auro.
- Auro, ¿qué tal? ¿cómo es que me llamas a estas horas?
- ¿A estas horas? Pero si son solo las once y media.
- Cierto, bueno, ¿cómo estás guapísima?
- Pues ahí voy, tirando ¿y tú?
- Pues un poco ocupado..
- ¿T e estoy molestando? Lo siento mucho, si quieres te llamo en otro momento.
- No, no pasa nada.
- ¿Qué estabas haciendo?
- Estaba con una chica.- cuando me dijo eso sentí como un escalofrío me recorría el cuerpo.
- Menudo ligón que eres, pero acuérdate, siempre con precauciones.- le dije intentando parecer contenta por él.
- Sabes que yo no hago esas cosas que te piensas, ¡mal pensada!- rió.
- Lo sé, Dani..
- Dime Auro, ¿qué te pasa?
- Te echo de menos Dani.- se quedó en silencio un momento y luego respondió justo lo que yo quería oír.
- Yo también te echo de menos, pero mañana vuelves ¿no?
- Si, ¿irás a buscarme al metro donde me dejen mis padres?
- No lo dudes ni un segundo sensible preferida.
- Graciosillo..- reí.
- ¿y con el tío ese, Gabriel, cómo vas?- me preguntó, yo no sabía si quería responder, pero al final lo hice y no le mentí en nada.
- Pues no lo sé muy bien, parece que todo lo que sentía por él se ha ido un poco, ya no me siento tan enamorada, estoy confundida.
- ¿te ha hecho algo?¿te ha engañado?
- No lo sé, todo el mundo dice que sí, pero él me lo niega, no sé qué creer.
- Mira, Auro. No quiero que te hagan daño, no me gusta verte sufrir y mucho menos por un tío. –me dijo, estaba claro que él no sabía todo lo que había sufrido cuando era pequeña, por quererle como algo más que una amiga, sabiendo que ese amor no era mutuo.
- Ya, yo tampoco quiero sufrir, pero no sé que hacer.
- Haz lo que te guíe el corazón.- Dani siempre sabía que decirme a cada momento.
- Lo haré, Dani. Eres el mejor. Te quiero mucho.
- Hago lo que tengo que hacer para la chica más genial del mundo entero.
- ¿Ya empezamos con las exageraciones?
- Anda, tonta, mañana nos vemos. Sabes que no exagero. Mucha suerte. ¡Te quiero pequeña!
- Chao Dani. – y le mandé unos cuantos besos antes de colgar.

Ahora me sentía mejor, con más fuerza para afrontar lo que realmente tenía que hacer y eso era querer a Gabriel y dejarme querer, era lo único que podía hacer por el momento. Mañana nos iríamos de allí y tenía que aprovechar el tiempo que me quedaba con mi novio.

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