solsticio de verano

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jueves, 18 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 42

CAPÍTULO 42. NOCHE EN VELA.



Dani se despertó al poco tiempo de terminar la canción, no había descansado mucho, aunque quizás se había hecho el dormido.
Cuando nuestras miradas se encontraron, ambos sonreímos, ya era tarde, las nueve y media, y el estómago nos pedía a gritos una buena cena.
El vips de al lado de mi casa, tenía un gran lujo, puesto que reservabas la comida y te la podías llevar, sin tener que ser observado por tanta gente al comer.
Pedimos las palomitas BBQ, para compartir. Dani se pidió para él una hamburguesa de beicon, y yo me pedí la pechuga de pollo villaroy, era, sin duda mi plato preferido del restaurante. El postre no lo pedimos, pero fuimos a una tienda de helados y compramos un tubo grande, de chocolate blanco, el otro que nos comeríamos sería el que Dani había llevado para la comida, de vainilla con nueces de macadamia, mi preferido también. Dani me conocía muy bien.

Subimos a mi casa, riéndonos, bromeando, y en el portal nos cruzamos con mi nuevo vecino. Era guapo, guapísimo, tenía un cuerpo totalmente alucinante, se notaba que se cuidaba mucho, los ojos los tenía marrones, pero totalmente irresistibles, y su pelo negro de punta atraía demasiado. Tendría unos 19 años, y tenía que reconocer que me sentía muy atraída físicamente por él.
Me dedicó una sonrisa, y yo me puse roja, pero me dio tiempo a devolvérsela.

- Se te cae la baba loca, se va a dar cuenta si no te la limpio.- me dijo Dani en tono de broma e hizo que me quitaba la baba. Yo me reí.
- Es que esta muy bueno, hay que reconocerlo.- sonreí, pensando de nuevo en esos brazos tan fuertes que tenía.
- Yo soy un tío y me van las mujeres, así que mejor no opino.- rió de nuevo.
- No hace falta que opines, ya opino yo por los dos.- reí con él.
- Me apuesto lo que quieras a que ni siquiera sabes su nombre.- me miró retándome.
- Tienes razón, no lo sé, el próximo día se lo preguntaré.- dije y abrí mi casa.

Entramos los dos, cada uno con una bolsa en la mano, y las dejamos en la cocina.
Creo que no he mencionado nunca que tenía un gato, pero es que como siempre estaba durmiendo pues se me había olvidado.
Mi gatito se llama Tulus, como el de los Aristogatos, la película de disney.
Es un nombre muy original, como era él, siempre durmiendo, por todos los rincones de la casa, excepto cuando tenía hambre y estaba necesitado de mimos. Le quería muchísimo, era mi compañía cuando estaba sola en casa, y mi consuelo, aunque no hablase, en los buenos y malos momentos. Era sin ninguna duda mi confidente y el único que sabía hasta el último de mis secretos.
Le eché la comida a Tulus en su tarrito y puse, junto con Dani, la mesa para comer nosotros también.
La cena estaba riquísima, y el helado me atrevería a decir que aún más. Ambos comimos de los dos helados, nos reímos, jugamos y nos divertimos muchísimo.
Conecté la play a la televisión, no nos apetecía ver ninguna película de viejos que echaban a las tantas de la noche, así que decidimos ponernos a jugar al eye toy.
Después de una partida entera dando puñetazos, tocando la guitarra, pescando, haciendo una carrera, Dani me pidió que pusiésemos en sing star, el juego que más me gustaba y el que mejor se me daba de la play.

- Venga Auro, pon el sing star latino, anda.
- Pero ¿para qué? ¿quieres que haga el ridículo?
- Me tomas el pelo ¿verdad?
- Pues no..
- Si, aunque nunca hayas cantado para mí, te he escuchado en alguna ocasión, y sé que cantas como los ángeles.
- Ya empezamos con las exageraciones..
- No te hagas la tonta, ponlo y déjame oírte cantar.
- Bueno, pero solo si tú cantas conmigo.
- ¿un dueto? Me parece estupendo.

Pusimos el sing star latino y elegimos la canción de “Duele el amor” un dueto precioso.
Empezó a cantar él, cantaba muy bien, la piel se me puso de gallina cuando me miró a los ojos mientras las palabras al son de la música salían de su boca. Le seguí, cantando mi parte y él no dejaba de mirarme. Le mantenía la mirada, me podía perder en sus ojos azules, eran como un mar sin final.
Cantamos juntos, sonreímos, disfrutamos cada segundo de la canción y cuando terminó nos abrazamos y sin poder evitarlo me puse a llorar.

- Aurora ¿qué te pasa?
- Nada, que me he emocionado..
- Mi sensible preferida ¡al ataque!- intentó sacarme una sonrisa, y lo consiguió.
- Te quiero Dani, muchísimo.- dije aún con lágrimas en los ojos y abrazándole más fuerte.
- Y yo a ti Auro, más de lo que te imaginas..- me dijo en un susurro. No entendí a qué se refería con eso, pero no comenté nada, simplemente continué abrazada a él.
- Creo que ya es hora de irnos a dormir ¿no crees?- me dijo sin dejar de sonreír.
- Si, es cierto, son ya las cuatro de la mañana, se me ha pasado el tiempo volando.
- Y a mí, pero es que la partida del eye toy ha sido muy larga.
- Ya, venga ¡a dormir!

Fuimos a la habitación de mi madre y le dejé su espacio para ponerse el pijama, bueno, más bien para quitarse la ropa y quedarse en bañador, lo tenía todo pensado.
Me metí en mi habitación y me puse mi pijama de pantalón muy corto y la camiseta de tirantes, me quedaba muy bien, todo hay que decirlo.
Nos tumbamos en la cama, y nos quedamos mirándonos, uno en frente de otro, sin quitar la sonrisa que tanto nos caracterizaba.
Yo me hice la dormida y me di la vuelta, Dani, sin yo esperármelo me abrazó por detrás, entonces una sensación tras otra recorrieron mi cuerpo.
Pude distinguir alguna, deseo, amor, locura, atracción, necesidad, felicidad. Pero ninguna era amistad ¿por qué?
Intentando contestarme a esta pregunta pasé toda la noche en vela.

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