solsticio de verano

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martes, 9 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO SEXTO CAPÍTULO

CAPÍTULO 36. TODO INCLUÍDO.


Fuimos a la parada de metro, nos montamos en el vagón gracias a la carrera que nos tuvimos que pegar y caímos rendidos en dos asientos del vagón.
Reímos a pesar de que nos dolían un poco los pies y bromeamos durante todo el trayecto, estar en compañía de Fer, era muy agradable. Era un chico maduro y con las ideas claras que sabía perfectamente lo que quería y eso lo transmitía a todo el mundo, por eso me sentía tan bien a su lado.

Llegamos a nuestro destino y salimos del vagón. Empezamos a andar y él me cogió la mano, me pilló por sorpresa por eso no pude reaccionar, pero no iba a soltarme, no al menos que fuese él quién lo hiciese.

Salimos de la boca de metro y caminamos unos metros. Nos paramos en frente de el precioso templo de debod, con tanta vegetación, era digno de ver.
Al adentrarnos en el parque en sí, a nuestros lados había parejas, de todas las edades tumbadas en el césped, queriéndose, demostrándose todo el amor que sentían el uno por el otro, esta imagen me conmovió.
El aire soplaba al contrario de nosotros, por tanto todo mi pelo se fue hacia atrás. La brisa era calurosa, pero también suave y libre.
Aún cogidos de la mano paseamos por el camino que llevaba a la fuente central, mi fuente preferida y en la que se habían rodado varias escenas de series.
Nos sentamos en el césped, al lado de la fuente, algunas gotas de agua nos caían y eso hacía que el calor que teníamos por la temperatura fuese descendiendo.
Nos miramos a los ojos y así estuvimos durante unos minutos, hasta que alguien nos interrumpió. Era un hombre, mayor, con gafas que llevaba una cámara colgada al cuello.

- ¿Quieren una foto?
- ¿cuánto cuesta?- preguntó Fer.
- Solamente 2 euros.
- De acuerdo entonces.

Se pegó a mí y posó con una gran sonrisa, yo le imité, sonriendo.
La foto había quedado preciosa, todo hay que decirlo.

- Hacéis una pareja muy bonita, espero que seáis muy felices.- dijo el fotógrafo al darnos la foto.
- Em..muchas gracias..-dije.

Esta situación me incomodaba un poco, primeramente porque Fer y yo no éramos pareja ni novios ni nada parecido, solo amigos, y en segundo lugar porque todo el mundo nos miraba.
Él sonrió, parecía que le divertía todo eso.

Seguimos hablando un rato largo cuando una mujer se acercó, llevaba un micrófono y parecía de un programa de televisión.
¡Que vergüenza!- pensé.

- Hola, estamos haciendo una especie de encuesta para ver el porcentaje de chicas que cantan bien y tienen pareja. ¿podrías cantar un poco?
- ¿quién yo?- pregunté algo asustada.
- Si, pero no te pongas nerviosa, es como ya te he dicho solo una encuesta, nada más.
- Cantará- dijo Fer, pero ¿cómo se atrevía a contestar por mí?
- Vale, ¿qué canción tengo que cantar?- dije yo algo más calmada.
- La que tu quieras, dínos la que eliges y te la pondremos para ayudarte con la música.
- Pues, la de cumplir un año menos de la oreja de van gogh.- dije sonriente
- De acuerdo, ¡empieza!

Empezó a sonar la canción, era una de mis preferidas de la Oreja de van gogh y no me cansaba de oírla ni de cantarla.

Vuelve a ser mi cumpleaños y en mi casa habrá dos platos
Aunque sepa que esta vez tú no vendrás
Sólo quiero de regalo dar la vuelta al calendario
Para que estos años pasen hacia atrás

Yo cumpliría un año menos y al soplar daría fuego
A las velas que pusiste en el pastel
Tras invierno vendrá otoño tras septiembre vendrá agosto
Y mañana será un poco más ayer

Para qué quiero palabras si ya no te canto a ti
Para qué quiero mis labios si tus besos los perdí
No quiero mis primaveras si no crecen tus violetas
Desde hoy creceré hasta que nací

Volveríamos al día más feliz de nuestra vida
Y otra vez sería la primera vez
A mis ojos volvería cada lágrima caída
Sobre el telegrama urgente de papel

Las noticias contarían que las balas regresaron
A esas armas que apuntaron a matar
Volverían a la vida las voces que disentían
Y con ellas algo más de libertad

Para qué quiero palabras si ya no te canto a ti
Para qué quiero mis labios si tus besos los perdí
No quiero mis primaveras si no crecen tus violetas
Desde hoy creceré hasta que nací

Y para qué quiero yo el aire si tu aliento no está aquí
Para qué quiero mis manos si no te tocan a ti
No quiero mis primaveras si no crecen tus violetas
Desde hoy creceré hasta que nací


Me emocioné demasiado, pero debí cantar bien pues la gente se levantaba y aplaudía. Miré a Fer, sonría y me miraba, me acerqué a él y pasó algo que una parte de mí estaba deseando que pasase, aunque había otra que me decía que no podía hacerlo. Me besó. Fue un beso distinto a los de Gabriel, fue dulce, tierno, suave, pero a la vez hacía desear que no se terminase nunca, era como una droga. La gente seguía aplaudiendo, pero yo solo podía centrarme en él, en sus labios sabor a vainilla.


PARTE PENSADA POR FER.



Nunca había escuchado una voz tan dulce y angelical, esa chica que desde un principio me había gustado, en la playa, pero ahora me hacía desear más, mucho más que una simple amistad.
Cuando terminó la canción no pude evitar sonreír y mirarla a esos preciosos ojos verdes que tenía. Noté cómo se acercaba poco a poco a mí, supuse que para sentarse de nuevo, pero no pude evitar esa enorme tentación que me devoraba por dentro.
Sabía que tenía novio, les había visto juntos, besarse, pero ahora ella no parecía tan enamorada como en Almería, era mi momento.
La besé y juro por lo más grande de este mundo que ese fue el mejor beso que me han dado en la vida. Sus labios sabían a vainilla, mi sabor preferido y eran tan perfectos como jugosos.
Al notar sus labios sobre los míos me recorrió de arriba abajo una sensación única, me estaba enamorando y eso lo sabía mejor que cualquier cosa. Fue un beso muy dulce, tal como era ella, suave delicado como cada parte de su cuerpo.
No quería separarme de ella, no quería dejar que volviese con su novio y se olvidase de todo esto, de las risas compartidas de las miradas de complicidad o de este beso que había significado tanto para mí.


SIGUE AURORA.



Me separé de él, después de unos minutos saboreando sus labios. La mujer que había venido a decirme lo de la encuesta estaba sonriente.

- Eres fabulosa, créeme, llegarás muy lejos.- dijo, contenta.
- Muchas gracias.- dije sin darle mucha importancia.
- Bueno ha sido un placer oírte cantar, espero verte pronto.- y se fue.

Me quedé ahí, de pie, mirando como ella y todo su arsenal de cámaras se iba. Estaba pensando, recapitulando todo lo que me había dicho la mujer del micrófono cuando noté como alguien me abrazaba por detrás, era Fer.

- ¿Sabes qué? eres tan perfecta que pareces un coche de esos que anuncian en la tele.
- ¿me estas comparando con un coche?
- En parte, lo digo porque tú también lo tienes todo incluído. Eres guapa, sensible, dulce, cariñosa, atrevida, con personalidad y encima cantas como los ángeles.
- También me gusta mucho el deporte, eso se te ha olvidado decirlo.- reí yo ante su comentario.
- Vale, eres más perfecta aún de lo que creía.
- Y tu eres...un demoñito
- Y eso ¿por qué?
- Porque le vas dando besos a chicas con novio.
- No te creas que no me he dado cuenta, pero estoy seguro de que te ha gustado.
- No te voy a decir nada.- sonreí.
- Me lo tomaré como un sí- rió y me dio un beso en el cuello, haciendo que un escalofrío atravesase mi cuerpo, haciéndome sentir como un ángel del cielo.

Me giré y le fui a dar un beso en la mejilla, pero giró la cabeza y el beso se convirtió en algo mágico y especial, un beso en los labios igual o incluso mejor que al anterior.

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