solsticio de verano

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viernes, 5 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO SEGUNDO CAPÍTULO

CAPÍTULO 32. FALSEDAD.



A la mañana siguiente me desperté más pronto de lo habitual, pero sonriente, teniendo en cuanta lo que había pasado.
Intenté recordar el sueño tan bonito que había tenido, pero solo lograba acordarme de que había nieve y estaba feliz con alguien, alguien que no era Gabriel. ¿Quién sería el de mi sueño? ¿Jaime? No, si no me habría dado cuenta.

Me levanté con cuidado de no despertar a ninguna de mis amigas y me metía al baño a darme una ducha con agua fría, necesitaba aclarar las ideas y coger fuerzas, sería un gran día.
Me iba a poner delante de Gabriel y a pedirle explicaciones, dejaría de ser la niñita sensible y tonta que era para convertirme en una chica más luchadora y atrevida, que hace lo que se propone y que nada se lo impide, ni nadie.

Después de una ducha bien fría me vestí muy normalita, mis vaqueros cortos preferidos, una camiseta con una manga caída y las chanclas.
Salí de la habitación después de mirarme unas mil veces al espejo y me paré enfrente de la habitación de los chicos.
Quería llamar, aunque despertase a alguien, solo necesitaba hablar con Gabriel, merecía una explicación.
Decidí no llamar a la puerta, los chicos no se levantaban tan pronto y no quería molestarlos, así que bajé al recibidor del hotel y me senté en uno de los sofás.
Al poco de sentarme vi a una de las monitoras riéndose con un monitor, parecía una conversación graciosa, o algún cotilleo, el caso es que me quería enterar, así estaría pensando en otras cosas que no tuviesen que ver conmigo.

- Me contaron que Gabriel nunca ha querido a esa tal Aurora, y te juro que no se por qué.- dijo la chica.
- Pues ni idea, cantaba realmente bien.- contestó el chico.
- Será porque está un poco rellenita..-habló la chica.
- Puede ser, pobrecilla..
- Si, pero lo mejor es que Gabriel lo niega, cuando todo el campamento lo sabe, a ver que pasa esta noche en el baile de despedida.
- Ni idea, pero mantenme informado.

No podía creer lo que había oído, esos dos monitores hablaban de mí y de Gabriel, cada vez estaba más segura de que lo había perdido.
Quizás tengan razón los monitores y nunca me ha querido- pensé.- es cierto, estoy gorda..
No sabía que hacer, donde ir, solo quería salir de esa mala pesadilla.

Subí por las escaleras a mi habitación, no quería volver a pasar otro mal rato en el ascensor, y cuando llegué arriba vi como mis amigas salían de nuestra habitación, con cara preocupada. Las tres al verme salieron prácticamente corriendo hacia mi.

- Auro, ¿estás bien?- me preguntó Ali después de abrazarme.
- Bueno, no, no os puedo mentir, pero os lo cuento más tarde, ¿habéis visto a Gabriel?
- Te esta esperando en nuestra habitación, parece importante.- me dijo Lore, preocupada.
- Vale, gracias chicas, luego os cuento todo.- las dí un abrazo a cada una y entré en mi habitación.

Gabriel me estaba esperando sentado en mi cama, su cara reflejaba una mezcla de varios sentimientos, parecía confuso, triste, cansado.
Me acerqué a él manteniendo algo de distancia y le miré a los ojos.

- ¿Por qué me has hecho esto Gabriel?
- Si te refieres a lo que todo el mundo dice, no es verdad.
- ¿Y como me lo puedes demostrar?
- Aurora, yo te quiero, te quiero muchísimo y es de verdad, no miento en estas cosas.
- ¿Aunque este gorda?
- Tu no estas gorda.
- Si lo estoy. Ese no es el tema, ¿por qué ayer, en medio del juego me quedé encerrada en el ascensor y me enviaron un mensaje? ¿por qué cuando llegué aquí solo me encontré una carta que no era tuya?
- No lo sé. Aurora a mi me dijeron que me estabas esperando en la piscina, pero nunca apareciste.
- Tu pista no llevaba a la piscina.
- Lo se, pero vino a buscarme una chica y me dijo que querías que fuese a la piscina.
- ¿Y tu la creíste no?
- Si, soy tonto. Aurora, mi niña, por favor perdóname, he sido un estúpido, no debí moverme de la terraza.
- Déjalo Gabriel, no pasa nada.

Dicho esto se acercó a mi y me abrazó, fuerte, como si hubiesen pasado años sin abrazarnos.
Me pude sentir de nuevo protegida, pero solo en parte, la otra parte seguía creyendo que él no me quería.
Me miró a los ojos, y así estuvimos más de cinco minutos, mirándonos, solo. Entonces me besó, pero no fue un beso tan mágico como los que el me daba, me pareció más bien un beso con algo de falsedad.
Me separé, pero él volvió a besarme y a acariciarme, pero yo ya no sentía lo mismo por él, ahora no confiaba.

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