solsticio de verano

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viernes, 26 de febrero de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 46

CAPÍTULO 46. OTRO SUEÑO CUMPLIDO.



La radio del coche estaba encendida, mi padre había puesto kiss FM, siempre tenía que oír esa cadena, y las canciones no hacían más que repetirse. Me incorporé un poco del asiento del copiloto y puse los 40, mi cadena preferida. Se escuchaba en ese momento la canción de Rihanna, “Umbrella”.
Me puse a cantar, esa canción era muy pegadiza, me gustaba el ritmo, era bastante bailable.
Mi padre se reía, le gustaba verme feliz, así el también lo estaba y se olvidaba de todo el problema de la separación.
Me gustaba verle reír, lo había pasado muy mal, al igual que mi madre. Pero se había acabado el amor y eso no se podía cambiar.
El viaje se me hizo muy corto, cantando canciones, hablando con mi padre sobre chicos y riendo, sobretodo. Cuando hablaba con mi padre de chicos, él no se comportaba como el típico padre que te da una charla, que no sabe cómo tratar el tema. Mi padre no se cortaba un pelo y eso me encantaba, me decía las cosas muy claras, tal y como él las pensaba. Si no le gustaba un chico para mí me lo decía, pero no me impedía salir con él. Para cualquier adolescente mi padre sería como un colega.
Mi padre era un hombre de 42 años, pero que aparentaba 38. Siempre tranquilo, incluso cuando se enfadaba, excepto con cosas que nos hacen mal a nosotras, entonces saca toda su furia. Es un hombre muy responsable, educado, muy amable y sincero. He salido a él, por eso nos llevamos tan bien. Compartimos incluso aficiones, el ordenador y los deportes, sobretodo el tenis y el pádel. Es un gran compañero y un duro contrincante, pero no me importa, le quiero muchísimo, no me imagino mi vida sin él.

Llegamos al pueblo, las calles estaban ya adornadas, las fiestas estaban a la vuelta de la esquina.
Nuestro coche pasó por la calle de mis abuelos, y nos paramos justo en la puerta.

- ¡Auro!- Nieves venía hacia mí, prácticamente corriendo.
- ¡Nieves!- reí y la imité.
- Dios, pero que guapa estás ¿no? Almería te ha sentado genial, por lo que veo..- sonrió y me llevó hacia dentro.- Te tengo una sorpresa.
- Puede que Almería sí me haya sentado bien, ya te contaré. ¿Qué sorpresa? Me encantan las sorpresas..-la miré, intrigada.
- Ven, vamos al comedor, nos esperan.- me dijo sin dejar de sonreír. La notaba más feliz que de costumbre, ¿Luis tenía algo que ver? Ahora mismo lo averiguaría.
- ¡Abuela! ¡Aquí estamos!- gritó Nieves antes de abrir la puerta del comedor y entrar.

En una de las sillas había sentada una mujer, me sonaba, seguramente de cuando era pequeña. Al lado de la mujer había un chico, parecía de mi edad, más o menos. Era muy guapo y me miraba. La señora me sonreía también. Estaba un poco perdida, ¿Quiénes serían?

- ¡Hola Aurora! ¿Qué tal el campamento, hija?- me preguntó mi abuela.
- Muy bien abu, ha sido un campamento genial, no te vas a creer lo que me ha pasado..- intenté olvidarme de que delante mía había dos personas totalmente desconocidas para mí que no hacían más que mirarme.
- Luego me lo cuentas, Aurora. Te voy a presentar. Esta es tu tía 2ª, Pilar.- la mujer se levantó y se acercó para darme dos besos.- Y este es su hijo, por tanto tu primo, Vicente.- Esta vez fui yo la que me acerqué a él y le di dos besos, era muy guapo, tenía que reconocerlo.
- Encantada, entonces ¿somos familia?- le pregunté a mi abuela algo confusa.
- Si, hija. Y Vicente no es la primera vez que viene, pero nunca coincidís, menos mal que esta vez sí. Creo que podíais ir a hablar fuera. Dar un paseo.- me dirigió una de esas miradas que entendía a la perfección, no era un podrías era un debes.
- Vale, ¿vienes Vicente?- le miré y le dirigí una de mis sonrisas, el asintió. Miré a Nieves, haciéndola un gesto para que se viniese con nosotros. Aceptó encantada.
- Venimos a comer ¿a qué hora abu?- pregunté.
- Son las 2, habéis llegado más pronto de lo previsto tu padre y tú. Mira que le digo siempre que no corra, pero ni caso me hace. Venir a las tres y media con Vicente, van a comer con nosotros.- me contestó mi abuela.
- Vale, aquí estaremos.- dije y salimos de allí.

Paseamos un poco, hasta llegar a la ermita, donde había unos bancos y un pequeño parque. Nos sentamos en uno de los bancos.
Vicente parecía muy tímido así que empecé a hablar yo.

- Bueno, Vicente, ¿cuántos años tienes?- le pregunté.
- Tengo 15, cumplidos en junio.- sonrió y me miró.- los mismo que tú por lo que me han contado.
- Pues sí, que ilusión, tener un primo de mi edad- reí. Y encima tan guapo-pensé.
- Yo tampoco tengo primas de mi edad, la mayoría son bastante más mayores, de hecho soy el pequeño de mi familia.
- Pues que morro, eso de ser el pequeño es un chollo, ya me gustaría a mí.- Nieves me dirigió una de sus miradas de “ya te vale”. Me reí.
- ¿Eres la mayor?- me preguntó Vicente.
- Pues si, por suerte o por desgracia.- sonreí.
- Estoy seguro de que a mi hermano le encantará conocerte. Pareces bastante madura para los 15 años que tienes.- me sonrió.
- ¿Tienes un hermano?- le miré extrañada.
- Sí, tiene 19 años, estaba con unos amigos cuando llegaste, pero supongo que vendrá a la comida.
- Genial entonces. Tampoco he tenido nunca un primo mayor que yo. Siempre lo había querido. ¡Qué ilusión! –besé en la mejilla a Vicente. Estaba feliz, otro sueño cumplido. Estaba siendo un verano perfecto.

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