solsticio de verano

solsticio de verano

lunes, 15 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO NOVENO CAPÍTULO

CAPÍTULO 39. SIEMPRE.



Me abracé a él, lo necesitaba era como una ansiedad que mi cuerpo sentía.
El me acomodó en su regazo, duro, fuerte, como siempre había sido.
No pude más que sonreír, con él todo era bonito, todo parecía de color rosa y eso me gustaba.
Cerré los ojos y por un instante creí que todo era un sueño, que Dani no era real, sino un principe azul sacado de un cuento de niños. Pensé que todo él era irreal y que cuando menos me lo esperase desaparecería, porque sonaría el despertador y saldría de aquel maravilloso sueño.
No entendía mis sentimientos, notaba tanto en mi interior, tanta fuerza, tantas ganas de vivir. Esa sensación nunca la había experimentado, era nueva para mí.

Le miré a los ojos y salí de toda duda, Dani era real y era mi mejor amigo.
Nos reímos durante toda la comida, el postre ni siquiera apareció por la mesa, se nos había olvidado llevarlo, pero estábamos tan a gusto, tan felices o al menos hasta que él comenzó una conversación, una conversación que me hizo salir de repente de aquella inmensa felicidad que sentía por dentro.

- Auro, ¿sabes? Me gusta muchísimo una chica y creo que yo a ella también, así que ¡alo mejor te sale una cuñada!- me dijo, parecía feliz, y yo debería estarlo también. Me daba cuenta de que él me veía como una hermana.
- Pues me alegro muchísimo por ti, graciosillo, ya era hora de que asentaras la cabeza.- dije intentando parecer feliz y contenta por él.
- Es tan guapa, Auro, y tan simpática y tan todo..
- Se te ve enamorado- dije sonriendo.- jamás pensé que te vería así por una chica.- reí.
- Pues ya me ves. Pero vamos tú tampoco te quedas atrás eh! ¿ Qué tal con Gabriel?
- Pues bien, desde ayer no le veo.- me empezaba a incomodar hablar de Gabriel sabiendo lo que había hecho a sus espaldas.
- Bueno chica, tampoco es tanto tiempo. Además en tu pueblo te cansarás de verle.- ¡Dios! Era verdad, ya no me acordaba que todas las fiestas las pasaría con él, en parte me daba miedo, no quería que me descubriese. Pero, ¿Qué estaba diciendo? Yo quería a Gabriel, le quería mucho, y no tendría que tenerle miedo, sino contárselo todo, para que viese que soy sincera.
- Em..Aurora, ¿te pasa algo?- preguntó Dani. Había estado tan sumida en mis pensamientos que no le estaba prestando atención.
- No, no perdona, es que me he quedado un poco empanada.
- ¿Solo un poco? Al conseguido superar el récord de empanación- dijo Dani riéndose.
- Ya vuelves ¿graciosillo?- me pegué a él y empecé a hacerle cosquillas. Su punto débil, la espalda, pero solo a la altura de la cintura.
- ¡Para Auro, para!- gritaba mientras se reía.
- Vale, ya paro.- reí y paré.
- Tengo una idea, te voy a llevar a un sitio. ¿Confías en mí?- me dijo, algo serio, pero sin perder la sonrisa en sus ojos.
- No se yo eh..
- Pues me da igual que no confíes, lo voy a hacer digas lo que digas.- se fue y apareció con un pañuelo mío, negro.
- ¿Qué se supone que vas a hacer con eso?
- Ponértelo en los ojos.
- Está bien..confiaré en ti..
- Lo sabía, siempre me salgo con la mía.- sonreí y él me tapó los ojos con el pañuelo. No veía nada.
- Dani, no veo nada.
- De eso se trata.
- ¿Qué me quieres hacer?
- Nada, solo déjate guiar.

Noté como abría la puerta y cogía las llaves, oí el ascensor abrirse y cerrarse tras nosotros, la puerta de mi portal chirriar y noté el aire caluroso de lo que se suponía era la calle.
Dani me llevó andando, no sé muy bien por dónde, pero supuse que por nuestro barrio. No hicimos más que andar, y él no me soltaba la mano, incluso en algún momento me abrazó por detrás y yo aún viendo nada más que oscuridad, me sentía protegida, por el simple hecho de que él estaba conmigo.
Llegamos al lugar elegido por Dani, se podía respirar el aire seco y caluroso, acompañado de el olor a flores frescas, a plantas y de fondo se oía el ruido del agua.
Dani antes de quitarme el pañuelo de los ojos me besó la mejilla. Fue un beso dulce y con un millón de sentimientos escondidos que ni yo, ni él sabíamos que existían.
Al quitarme el pañuelo me costó un poco acostumbrarme a la claridad, pero pude reconocer enseguida el lugar dónde estábamos.
Era un parque, nuestro parque, donde habíamos hecho esa promesa que no se debía romper nunca, esa promesa que nos unía, allá donde estuviéramos.

- Dani...- sonreí y le miré. En sus ojos había tanto cariño, tanta ternura..
- Sh.. no sigas nada..- me tapó la boca con la mano y se limitó a mirarme y sonreír.- ahora ven conmigo.- me dijo y me cogió de la mano para llevarme justo a ese lugar donde el solsticio de verano nos unió.
- Dani..no te tendrías que haber molestado tanto..- hablé quitándome su mano de mi boca. Había puesto varias flores de color rosa juntas, formando semicírculo.
- Pero me he molestado y por lo menos deberías agradecérmelo..- intentó hacerse el enfadado, pero no lo consiguió, pues en pocos segundos la sonrisa volvió a cubrir su cara.
- Eres el mejor.- dije y le abracé, tirándole al suelo por la emoción.
- ¡Y tu una loca!- rió y me miró a los ojos, los tenía brillantes.
- Graciosillo..¿ya empezamos?- reí también y le mantuve la mirada.
- No..pero quiero que esto dure siempre..
- Como nuestra promesa..
- Si como eso y como lo que siento por ti..
- ¿y qué es lo que sientes por mí?
- Ya la averiguarás, con el paso del tiempo..
- Dani..yo..
- No digas nada, solo contempla el atardecer, una vez más, a mi lado.- me cogió la mano y miramos juntos el atardecer.
- Siempre juntos Dani, nunca lo olvides..-le susurré al oído.
- No, jamás lo olvidaré.

Y así permanecimos un rato, el suficiente para ver el precioso atardecer en frente nuestro. Y miles de emociones y sentimientos pasaron con el atardecer, amor, cariño, esperanza, ilusión, intriga, amistad..pero no dolor, eso mientras estuviésemos juntos no sucedería.
Siempre juntos.- me repetía a mí misma una y otra vez.- siempre..- y me quedé profundamente dormida.

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