solsticio de verano

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miércoles, 3 de febrero de 2010

TRIGÉSIMO CAPÍTULO

CAPÍTULO 30. EMPIEZA EL JUEGO.


Después de una tarde movidita, Gabriel y yo nos fuimos en taxi de nuevo al hotel, estábamos cansados, pero aún quedaba lo mejor, el juego de los enamorados, o al menos así lo habían llamado.

Durante todo el trayecto, no dejamos de besarnos y de demostrarnos cuanto nos queríamos.
Al llegar al hotel, nuestros amigos nos esperaban en la entrada, con una gran sonrisa.

Nos bajamos del coche, de la mano, los demás se rieron.

- Ya sabemos que sois novios, pero no hace falta que lo sepa también todo el hotel ¿no?- dijo Manu, riéndose.
- Manu, pero si ya lo sabe todo el hotel, después de la noche del karaoke..- reí yo y miré de nuevo a Gabriel.
- Es verdad, pues podéis morrearos entonces- rió también él, Manu y sus bromas.

Entramos al hall del hotel y nos sentamos en unos sillones muy cómodos que había allí, en los mismo en los que me senté yo cuando hablé con Andrés para solucionar todo.
Gabriel y yo no nos separábamos nada, y tampoco dejábamos de mirarnos y sonreír, era todo tan estupendo a su lado..

Realmente parecía todo un cuento de hadas, como el de la bella durmiente o el de blanca nieves, pero con una diferencia, yo no me había quedado profundamente dormida al morder una manzana, mi fruta favorita, pero me encantaban los besos de Gabriel en todo momento.
Pasamos la tarde en los sofás, hablando, contándonos cosas que nos habían pasado, pero sin demasiados detalles, y cada una de las parejas cada dos por tres se besaba o se hacía una caricia.
El amor se respiraba en al aire, la alegría y la felicidad se veían a kilómetros de distancia y las ganas de querer no pasaban desapercibidas, todo el mundo nos miraba, pero a ninguna pareja le importaba.

Estaba a punto de empezar el juego de los enamorados, que nos venía a la perfección a todos y cada uno del nuestro pequeño grupo.
Llamaron a los chicos, y se tuvieron que ir a la piscina, ellos empezarían las pruebas.
Todas nos quedamos algo vacías al no tenerlos a nuestro lado, pero por fin teníamos un tiempo para nosotras, para hablar, para desahogarnos, echaba de menos esos momentos con ellas.
No nos dio tiempo para hablar demasiado, porque nos llamaron a nosotras enseguida, pero pudimos ponernos de acuerdo en hacer esa misma noche la noche de chicas, era la penúltima noche y había que disfrutarla.

Nos levantamos en cuanto nos llamaron y nos llevaron a la piscina. Todas creíamos que nos encontraríamos con los chicos, pero no fue así, ellos no estaban ¿dónde se habían metido?

Nos explicaron que era parte del juego, ellos tenía que ir dejándonos pistas a nosotras y al final les encontraríamos y lo que pase después ya lo decidiremos nosotras, como premio.

Parecía divertido, solo esperaba que las pistas no fuesen difíciles de encontrar, porque yo sin mi Gabriel no era nada. Un momento, ¿había dicho MI Gabriel?
Nunca lo había dicho, ni pensado tampoco. ¿estaba siendo demasiado posesiva?

Empezamos a jugar, la primera pista estaba en un lugar especial para la pareja. Lo primero que se me vino a la cabeza era la playa, pero no valía porque se salía de los límites. Entonces caí, en el escenario, donde me había besado y todo el mundo se había enterado de nuestro amor, donde las chicas se morían de envidia al verme con él, era allí donde tenía que buscar.

Al llegar al escenario sonreí, no podía evitarlo, había pasado una vergüenza horrible, pero había obtenido el resultado que tanto mis amigas como yo queríamos, Gabriel me perdono y jamás olvidaría ese momento.
Tampoco olvidaría ese beso, un beso lleno de fuerza, de felicidad, un beso de una pareja enamorada que no se quiere separar, un beso que había demostrado a todo el mundo lo que realmente es el amor, un beso que siempre iba a recordar.

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