solsticio de verano

solsticio de verano

sábado, 19 de junio de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 79

CAPÍTULO 79. GUADALAJARA.






El viaje se me hizo bastante corto, entre la radio, la conversación sin sentido con Dani y las risas de mi madre al oírnos.
Al llegar a la urbanización de mis abuelos y pararnos enfrente de su chalet, una sensación de alegría me recorrió todo el cuerpo. Miré el chalet una y otra vez, me muy bueno recuerdos. Allí había pasado la mayor parte de los veranos de mi infancia.

Me bajé del coche, cogí la maleta y a Dani de la mano y fui directa a la puerta con una sonrisa de lado a lado de mi cara.
Llamé al timbre de la verja de fuera, fue mi tío abuelo el que nos abrió.

- No me lo puedo creer, Aurora, no sabíamos que ibais a venir hoy.
- Para que veas Tío Lolo.- abrió la verja y me tiré a sus brazos.
- ¡Qué guapa estás!- me dio un beso en la frente.
- En un mes no he podido ponerme guapa, tío.
- Tienes razón, tu has sido guapa siempre.- cada vez que me veía, mi tío abuelo me decía lo guapa que estaba y yo le decía lo mismo.
- Y dale. Bueno dejemos el tema.- miré a Dani que se estaba riendo.
- ¿y este chico quién es?
- Es Dani tío, mi mejor amigo, que va a pasar una semana aquí con nosotros.
- Encantado.- le dijo Dani tendiéndole la mano.
- Muy educado, si señor.- dijo mi tío apretándole la mano.- igualmente.
- ¿y los abuelos?
- Tu abuela está en la cocina, preparando la cena y tu abuelo regando el césped por la parte de atrás.
- Vale, vamos a verlos.- volví a coger a Dan de la mano y me adentré en el chalet.

Seguía tal y como lo recordaba del verano pasado. El comedor era bastante grande, con tres sofás y una mesa con ocho sillas. La televisión estaba colocada encima de la chimenea. En el mueble de al lado de la mesa había miles de libros y fotos mías, de mi hermana y de mis primos.
Seguimos andando, tras pasar el comedor, estaba la habitación de mis abuelos, grande y espaciosa, con dos camas juntas con una mesilla a cada lado y un gran ventanal. El armario lo habían cambiado de sitio y ahora estaba al lado de la ventana.
Un poco más adelante, la habitación de mi tío, cerrada como de costumbre, a su habitación solo entraba él.
Seguida a la habitación de mi tío estaba uno de los baños, era pequeño pero aun así siempre me había gustado, porque en el lugar de la ducha había un frigorífico donde guardábamos los refrescos y las cervezas de mi tío.
Justo al lado del baño había dos puertas, una era la antigua habitación de mis padres, donde ahora solo dormía mi madre. Era grande también, con dos camas y una mesilla en medio. El armario era enorme, solía esconderme allí cuando jugaba al escondite con mi abuela y mi abuelo, pero siempre me encontraban.
La otra puerta era la habitación de mis tíos, tenía mucha luz gracias a la gran ventana que tenía. Había una cama de matrimonio y al lado una cuna. Era la cuna de mi prima pequeña, Susana, que era también mi aijada.
Enfrente de la habitación de mi madre y de mis tíos, había dos puertas más, la habitación de mi primo y mi hermana, que tenía una litera y un armario no excesivamente grande lleno de juguetes y mi habitación.
Entré en mi habitación con Dani y dejé mis cosas en la silla que había a los pies de mi cama. Mi cama era ni grande ni pequeña, era mediana, debajo de mi cama había otra, donde el año pasado dormía mi prima pequeña y yo la cuidaba. En esa cama dormiría Dani si mis abuelos me dejaban.
Cerré la puerta de mi cuarto una vez había abierto las ventanas para ventilar un poco y para que se fuese el olor a cerrado. A continuación de las habitaciones estaba el baño grande. Ese baño era una pasada, tenía dos duchas, dos lavabos, una ventana con vistas a la piscina, dos armarios y tres espejos. Al juntarnos tantos en ese chalet en verano, ese baño no podía ser solo para uno, sino al menos para dos.
Volvimos al comedor y fuimos hacia la cocina, a la cual se entraba desde el comedor.
Tal como había dicho mi tío, mi abuela estaba haciendo la cena. Al verla sonreí, tenía muchísimo cariño a mi abuela Clara, además de mi abuela era mi madrina y la mujer que siempre que no estaba mi madre cuando yo era una cría, me había cuidado.
Dani se quedó detrás de mí.

- ¡Hola abuela!- dije y ella se dio la vuelta. Al verme su cara fue de sorpresa y de felicidad. Fui a abrazarla y estuvimos así un os segundos.
- ¡Aurora! Cuanto has crecido madre mía, que guapa que estás. Se te han aclarado los ojos y el pelo. ¡Que alegría volver a verte!
- ¡Lo mismo digo abuela! Tenía ya ganas de venir.
- Y yo de que vinieras, mi cielo.
- Mira abu, este es Dani, del que tanto te he hablado.
- Hola Clara, encantado de volverte a ver.
- Lo mismo digo, Daniel. Estás ya muy mayor. La última vez que te vi fue cuando hizo la comunión Aurora, que viniste a verla. Y de eso ya ha pasado mucho tiempo.
- Es cierto. Te quería dar las gracias por dejar que viniese.
- No hace falta que me las des, si lo he hecho a sido porque me caes bien.- los tres reímos.
- Bueno abu, voy a ver al abuelo.
- Verás que sorpresa le vas a dar. Ninguno te esperábamos tan pronto.
- Ya lo sé, pero yo no podía estar más sin veros.- la di un beso en la mejilla y Dani y yo nos fuimos de la cocina.

Salimos al jardín delantero, recorrimos un pequeño tramo y bajamos las escaleras para ir al jardín de atrás, donde estaba la piscina, el cenador, el chiscón, y el gran verde que rodeaba la piscina.
En un lateral del verde, divisé a mi abuelo. Fui hacia él prácticamente corriendo, seguida de Dani y me paré justo detrás suyo.

- ¡Abuelo!
- ¡Aurora!- se giró rápido y me dio un abrazo.
- ¿cómo estas abu?
- Pues bien, ¿y tu? ¿qué tal llevas el verano?
- Genial, me han pasado muchas cosas.
- Me alegro, ¿y tu debes ser Daniel no?
- Sí, el mismo. Encantado de volver a verte.
- Lo mismo digo. Has crecido mucho, no pareces ni tú.
- Eso dicen.- reímos.
- Abuelo, ya es tarde, ¿por qué no subes con nosotros arriba y así hablamos mejor?
- Me parece buen idea, termino de regar aquí, que ya me queda poco y subo con vosotros.
- Vale.

Dani y yo nos fuimos al cenador y nos sentamos en el banco de piedra que había allí, frente a la piscina.

- Este chalet es bastante grande ¿eh?
- Sí, un poco. Pero lo tiene que ser, aquí nos juntamos mucho.
- Ya veo. Se te debe hacer raro venir y estar solo tu, tus abuelos y tu tío.
- Se me hace, créeme, pero creo que mañana vienen mis tíos y mis primos a comer, y luego los pequeños se quedan una semana, así que estaremos más acompañados.
- Aurora.- me cogió de la mano.- me encanta estar aquí contigo.
- A mi también, y tengo la impresión de que esta semana va a ser inolvidable.

Cuando mi abuelo terminó de regar, nos subimos los tres arriba y entramos en la casa. Nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar del verano, de todo lo que había hecho, de cómo me lo había pasado en el campamento, en el pueblo. También, mi abuelo le preguntó a Dani sobre él, sobre su familia, pero intentó evitar el tema de su viaje.
Mi abuela y mi tío se unieron a la conversación. Pasamos una hora llena de risas, de preguntas y de felicidad. Cuando menos lo esperamos, ya era la hora de cenar y tocaba poner la mesa. Todos nos levantamos del sofá y ayudamos a poner el mantel, la comida, los cubiertos.
Nuestra llegada había sido muy buena, estaba orgullosa del trato de mis abuelos y mi tío hacia Dani y muy agradecida por no sacar el tema que tanto nos dolía a ambos. Habíamos empezado con buen pie, solo esperaba que esta situación tan cómoda para todos, se mantuviera.

1 comentario:

  1. me gusta mucho tu historia:)espero que sigas con ella y te invito a que te pases ha ver mi primera historia=)
    www.lavida-cambia.blogspot.com

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