solsticio de verano

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sábado, 27 de marzo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 65

CAPÍTULO 65. MALA NOTICIA.




Después de tomarnos un refresco, Toni y yo nos fuimos casa de mis abuelos, a comer. No me encontraba del todo bien, sabía que algo malo le pasaba a Dani, algo que no me había contado, y solo pensar que no estaba bien, yo tampoco lo estaba.
Toni se dio cuenta enseguida de que algo me pasaba. Me abrazó a él antes de llegar a casa de mis abuelos y nos sentamos en un banco.

- Pequeña, ¿qué te pasa?
- Estoy algo preocupada.
- ¿preocupada por qué?
- Por mi mejor amigo.
- Y ¿quién es? Nunca me has hablado de él. – bajé la mirada al suelo.
- Se llama Dani, le conozco desde que tenía 4 años y desde ese momento somos inseparables.
- Bueno, ¿y qué le pasa?
- Me ha dicho que está mal por una chica, pero él no está mal nunca por una chica, solo por una. Algo le pasa y no me lo ha contado.
- Debe ser algo que a él le duela mucho, peque, por eso no te ha dicho nada, porque no está preparado para decírtelo.
- Pero ¿el qué puede ser? Solo pensar que Dani está mal, me pone mal a mí también.
- No estés mal, ¿vale? No me gusta verte así, estás decaída y tu sonrisa no es igual.
- ¿Me ayudas a volver a ser como antes?- le dirigí una mirada muy dulce.
- No lo dudes.- sonrió, con esa sonrisa que tanto me gustaba. Me acarició la mejilla y acercó sus labios a los míos, dándome uno de esos besos tan suyos. Uno de esos besos que tantas cosas me había hecho sentir en tan poco tiempo. Me abracé a él, necesitaba cariño en ese momento y él era el que más cariño me podía dar.

Llegamos a casa de mi abuela, muy juntos, dando a conocer a mis abuelos que nos queríamos. Mi abuela al vernos no pudo evitar poner una gran sonrisa.
Entramos en el comedor, estaban mis tres primos sentados a la mesa, Nieves hablando por teléfono, Vicente con la psp y Guille con la mirada perdida, la cual me dirigió cuando entré al comedor de la mano de Toni.
Nos sentamos en los sitios que mis abuelos nos había asignado.
La comida fue amena, pero yo notaba que Guille no estaba agusto, solo con ver su cara.
Llegó la hora del café, mi abuelo se quedó en el comedor con mis primos y Toni, mientras, mi abuela Nieves y yo recogimos los platos y fuimos a la cocina. Mi abuela tenía pinta de querer decirme algo.

- Aurora.
- ¿si abu?
- Me da que yo aquí sobro..- dijo Nieves saliendo de la cocina.
- Me encanta que Toni y tú estéis juntos. Es una gran alegría, no sabes el buen partido que te has llevado.
- Lo sé abu, y estoy muy enamorada de él. Es tan distinto a los demás y me hace sentir como nunca me habían hecho sentir.
- Solo espero que seáis muy felices juntos.
- Lo seremos, estoy segura.
- Pero eso sí, no hagas cosas que no estén bien, intenta no sufrir por bobadas ¿de acuerdo?
- Si, vale abu. Con Toni no me va a pasar nada.
- También quería hablarte de Guille. Parece perdido y estoy algo preocupada.
- Hablaré con él.
- Gracias cielo.
- No es nada abu.- sonreí y salí de la cocina para llegar al comedor.

Ni Toni ni yo queríamos café, así que decidí llevarle a nuestra casa particular, para enseñársela y pasar un rato con él allí arriba.
Subimos la escalera despacio, disfrutando del paisaje que se veía mientras ascendías. Al llegar arriba abrí la puerta y antes de que pudiese cerrarla, Toni me agarró de la cintura, atrayéndome hacia él.
Empezó a darme besos por el cuello, a acariciarme la espalda con una mano y la cintura con otra, el ambiente estaba empezando a cargarse de calor.
Cerré la puerta al darla un empujón y me di la vuelta para poder besar a Toni, estaba sintiendo una sensación extraña, me sobraba todo.
Nos dirigimos a la cama como pudimos, sin dejar de besarnos, de abrazarnos, de acalorarnos a cada segundo que pasábamos acariciándonos.
Me tumbó en la cama con mucha delicadeza. Se separó un poco de mí, lo suficiente para mirarme a los ojos y sonreír. Le acaricié la cara con dulzura y sonreí también, todo el calor había pasado. Cerré los ojos, dejándome llevar por sus besos.
Mi mente se empezó a llenar de imágenes, momentos que había vivido, lugares que había visitado, todas las sonrisas que habían salido de mi corazón.
Y pensé en él, en ese chico que no era mi novio. En ese chico que me había hecho sentir cosas tan inexplicables que parecían irreales. Ese chico con el que había compartido tanto y que tantas veces me había hecho sonreír. Ese chico que me había visto llorar y me había quitado todas y cada una de las lágrimas. Ese chico al que quería con toda mi alma y con todo mi corazón. Ese chico que aunque no quisiese admitirlo, era mi mitad.
Me quité su imagen de la cabeza. No podía pensar en él, era imposible, nunca podríamos estar juntos.
Abrí los ojos y me encontré con su mirada, no podía ser, él no podía estar ahí conmigo. Volví a cerrar los ojos y a abrirlos de nuevo, esta vez estaba Toni encima de mí, mirándome y sonriendo. Me levanté de golpe de la cama, había creído verle, encima de mí, con ese brillo en los ojos que tanto me gustaba, mirándome como solo él hacía y queriéndome de la única manera que me hacía sentir llena de amor.

Toni se asustó un poco al verme así.

- Aurora ¿te pasa algo? ¿he hecho algo mal? Si es así lo siento.
- No, Toni.- me acerqué y me abracé a él, mirándole.- tu no has hecho nada mal, he sido yo. Ya sabes que hoy no es uno de mis mejores días. Siento haberme levantado así, no debía haberlo hecho.
- No pasa anda, pequeña. ¿Necesitas algo?
- Si, airearme, dar una vuelta.
- Y supongo que es mejor que la des sola ¿no?
- Si, si no te importa.
- No, tranquila, solo quiero que estés bien. Pero ya sabes, para cualquier cosa me llamas.
- Vale.- sonreí y ambos bajamos y salimos por la puerta de casa de mis abuelos. Cada uno con un rumbo, el suyo, su casa, el mío, ni siquiera lo sabía.

Anduve hasta que mis pies se cansaron, no me había alejado del pueblo, pero estaba lo suficiente lejos como para pensar, airearme.
La brisa de verano, calurosa y pegajosa se me metía por el cuerpo, pero no me importaba, solo quería hablar con una persona. Tenía que volver a llamar a Dani.

- ¿sí?- se oyó su voz al otro lado de la línea.
- Dani.
- ¿Aurora?
- Sí, soy yo.
- ¿qué te pasa? ¿estás bien?
- No, no estoy bien.
- ¿Qué ha pasado? Como haya sido ese tal Toni me lo cargo..
- No estoy bien porque tú tampoco lo estás.
- Aurora yo..
- Dani, siento decir esto, pero no me creo que estés mal por esa pareja de novios. Tú no eres así.
- Me conoces demasiado bien.
- Sí, y justo por eso quiero que me digas la verdad. Debe de ser algo realmente doloroso para que me hayas mentido y para que estés así.
- Lo es.
- Por favor, Dani, dímelo ya.
- Me voy a estudiar a Londres cinco años y no voy a volver hasta que esos cinco años pasen.- me quedé muda, no podía casi respirar, me faltaba el aire.
- No….- me puse a llorar.
- Aurora, no, no llores, no..- oí sollozos, él también lloraba.
- Dani..-seguía llorando.- necesito verte, mañana mismo iré a Madrid.
- Aurora, ¿lo dices en serio?- parecía que se había calmado un poco.
- Sí. Necesito tus abrazos, tu sonrisa, tu manera de hacerme reír. Y no pienso perdérmelo en lo que nos queda de pasar juntos.- lloré en silencio.
- Mañana te veré entonces. No puedo hablar..- me dijo sollozando.
- Te quiero.- y colgué.


Solo de pensar que no vería a Dani en cinco años, hacía que toda mi vida se tambalease. Me sentí mareada, mis piernas no se movían y veía todo nubloso. Me caí al suelo. Oí a alguien llamarme, pero no le conseguía ver. Me levantó y me llevó con él a un lugar que tampoco reconocía.
Al final me echó agua en la cara y eso produjo que mis ojos se abrieran de repente. Pude ver quién estaba a mi lado, era Guille y estábamos en mi habitación.

- ¡Aurora! Por fin te has despertado, estaba preocupado.
- ¿qué me ha pasado?
- Te has desmayado. Te vi hablar por teléfono, colgaste y te desmayaste, el porqué solo lo sabes tú.
- Por Dani.- lo recordé todo de nuevo y volví a marearme, solo que esta vez no cerré los ojos.
- Tu amigo ¿no? ¿ha pasado algo grave con él?
- Si, tengo que ir a Madrid, Guille, tengo que verle mañana.
- Pero ¿cómo piensas ir?
- Llévame tú, por favor. Lo necesito, Guille, necesito verle.
- Tenemos que hablarlo con tus abuelos.
- Yo hablo con ellos. Tu encárgate de pedirle a mi abuelo su coche. Mañana vamos a Madrid.
- Ya sabes que por ti hago lo que sea.
- Tengo que avisar a Toni y despedirme de él.


Me levanté como pude de la cama, me arreglé un poco para estar al menos presentable y llamé a Toni.

- ¿Aurora?
- Sí, Toni, ven a casa de mis abuelos, te espero.
- Vale, en diez minutos estoy allí.


Sabía que me sería un tanto difícil despedirme de Toni, de mi novio, pero al fin y al cabo, lo que no podía permitirme era el lujo de perder a mi mejor amigo por cinco años y no pasar con él sus últimos días en Madrid. Al pueblo volvería y también a ver a Toni, pronto, pero a Dani no le volvería a ver en cinco años. Cinco, eran demasiados, ¿qué haría yo sin él?

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