solsticio de verano

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miércoles, 24 de marzo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 63

CAPÍTULO 63.LOS PRÍNCIPES AZULES NO EXISTEN.



Al día siguiente.


Me levanté temprano esa mañana, había soñado con Toni, con nuestro beso una y otra vez. Había sido tan perfecto.
Sabía que sentía algo por él, pero no estaba del todo segura de lo que era, ¿amor, amistad o simple atracción?
Fui a la habitación de Guille, necesitaba saber por qué me había dejado sola en la fiesta, por qué se había ido sin mí.
Al entrar, comprobé que Vicente estaba arriba en nuestra casa particular, Guille prefería dormir solo y a Vicente le gustaba más el colchón que tienes tenía arriba.
Me acerqué a la cama de Guille y estaba dormido, parecía un niño bueno, con el pelo despeinado y sin camiseta. Sus abdominales saltaban a la vista, pero enseguida le miré de nuevo a los ojos. Quería hablar con él.
Le desperté despacio, para que no se sobresaltara.

- Guille, despierta.- le susurré al oído. Abrió los ojos, despacio.
- ¿Qué pasa Auro?
- Tengo que preguntarte algo.
- Vale.- me dijo bostezando.
- ¿Por qué te fuiste sin mí?- me puse seria.
- Porque te vi con Toni y pensé que el te cuidaría, incluso mejor que yo. Le conozco, cuando Toni quiere a alguien no deja que la pase nada.- le miré y sonreí. Al final iba a resultar que Toni era un buen chico.
- Creo que me está empezando a gustar..- lo dije en alto sin darme cuenta.
- Lo sé, se te nota cada vez más.
- ¿A sí?
- Sí, en el brillo de tus ojos cada vez que le miras. O la sonrisa que pones cuando ves que se acerca a ti. Pero es normal, de pequeños siempre estuvisteis muy unidos.
- ¿cómo sabes eso?
- Él me lo contó. Siempre me ha dado la vara para que hablase contigo, para saber cómo estabas. Pero nunca le pude ayudar porque ni siquiera yo lo sabía.
- ¿Él estaba pendiente de mí?
- Pues claro. Desde que te fuiste y no volviste a las fiestas. Estaba muy pesado. No quería a ninguna chica que no fueses tú. Y eso que era aún un enano.
- Cuando creció parecía que se había olvidado de ti.- siguió Guille sin darme tiempo a hablar.- pero no, él nunca te ha olvidado, al final del verano de 2007 se acercó a mí y me dijo que por favor te encontrase, que necesitaba verte o saber algo de ti. Ese tío está enamorado, de ti. Por mucho que me duela admitirlo. Y deberías estar con él.- las palabras de Guille me llenaron de repente de una alegría infinita. Le di un beso en la mejilla y salí corriendo de la habitación, tenía que vestirme y arreglarme un poco. Iba a ver a Toni.

Me puse mis pantalones cortos vaqueros, una camiseta e manga corta verde y salí de casa de mi abuela. Me dirigía a su casa cuando me encontré con Gabriel.
Que mala suerte tengo-pensé.
Ni le miré, es más, pasé de él. No me apetecía pasarlo otra vez mal por su culpa. No ahora que estaba muy contenta.
Al pasar a su lado me sentí observada, pero en parte no me importó, yo sólo quería llegar a casa de Toni, para hablar con él.
Conseguí evitar a Gabriel y anduve el poco camino que me faltaba. Llegué a la puerta de casa de Toni y llamé a la puerta.
Me abrió Sonia.

- ¡Hola, Auro!
- ¡Hola Sonia!
- ¿qué haces a estas horas levantada? ¿no es muy pronto?
- Pues si, ya lo sé. Espero no haberte despertado.
- Que va, me gusta madrugar, así aprovecho más el día.
- Me parece bien. Oye tu hermano ¿está despierto?
- ¡Que va! Es una marmota. Se pasa la mañana durmiendo. Pero pasa, ahora voy a despertarle.
- No, no te preocupes, ya le despierto yo.- la sonreí y pilló la indirecta al vuelo. Entré en su casa y me dirigí a la habitación de Toni.

Al entrar, el azul tan bonito que tenía la habitación me hizo darme cuenta de todo lo que tenía en común con Toni. Esa vitalidad, esas ganas de seguir, el sonreír a cada momento. Eran cosas que tanto a él como a mí nos caracterizaban.
Cerré la puerta con cuidado y me aproximé a la cama. Toni estaba boca arriba, durmiendo como un tronco, con la boca abierta y medio roncando. Pero aún así me encantaba. Me dio la sensación de que quería verle así cada mañana. Quería dormir a su lado, sintiendo su calor, su abrazo, oyendo sus medios ronquidos y respirando su olor.
Estaba embobada mirándole cuando se movió un poco y salí de mis pensamientos.
Me acerqué aún más a él y le di un beso en la mejilla, susurrando a su oído su nombre.
Se despertó enseguida y, al verme me cogió de las muñecas y me tumbó con él en la cama. Poniendo esa sonrisa que tanto me gustaba.
Nos miramos a los ojos, estábamos tumbados, uno al lado del otro.
Me cogió la mano y me dio un beso en ella. Yo respondí a su beso con una gran sonrisa. Me incorporé un poco, lo suficiente para estar a pocos centímetros de su boca. No habíamos hablado desde que él abrió los ojos, pero con una mirada, un gesto, una sonrisa, nos decíamos todo lo que necesitábamos saber.
Me iba a besar pero me separé, tenía que decirle que le quería. Necesitaba darle las gracias por haberme esperado, por haberse preocupado por mí, por quererme tanto como yo le quería ahora a él.

- Toni, he venido para decirte algo muy importante.- se quedó callado agarrándome por la cintura y mirándome a los ojos.
- Dime.
- Me he enterado de cómo te preocupaste por mí. De cómo querías volver a saber cómo estaba, de las ganas que tenías de verme, de lo mucho que me buscaste.- el sonrió.- pero quiero hacerte una pregunta.- me quedé callada.
- La que quieras.
- ¿Por qué lo hiciste?- le miré a los ojos.
- Porque te quiero, siempre te quise y siempre te querré. Porque me marcaste muy dentro el tiempo que pasé contigo. Porque eres tan especial que es imposible olvidarte. Porque aún siendo un niño despertaste algo muy fuerte en mi interior. Porque jamás he conocido una chica como tú.- estaba emocionado al decírmelo. Yo también me emocioné y no pude contener las lágrimas. Me abrazó muy fuerte y me susurró mil veces al oído que me quería.
- Gracias.
- Es lo que siento, no lo puedo evitar.- me volví a abrazar fuerte a él.

Después de un fuerte abrazo y de miles de emociones naciendo nuevas en mi interior, nos besamos, fue un beso apasionado, libre, con muchísimo amor. Me subí encima suyo, sin separar sus labios de los míos. Estaba descontrolada, me sentía tan bien que no me importaba estar en una cama con el chico al que quería. Es más, me encantaba estar junto a él. Le subí un poco la camiseta y le acaricié los abdominales tan perfectos que tenía. Él se dejó, pero cuando iba a subirme mi camiseta me separé un poco. Tenía miedo, no estaba preparada para nada más que un beso y alguna caricia. Tenía miedo a no gustarle, a que le pareciese un asco, y para eso tenía que coger más confianza con él, saber que no debía temer a nada, saber que a él le gustaría, estuviese como estuviese.
Nos levantamos de la cama, con mucho calor, más del debido. Le sonreí y le besé de nuevo, pasando mis manos alrededor de su nuca, pegándome cada vez más a él. Me rodeó la cintura con sus fuertes brazos, haciéndome sentir feliz, protegida.
Se puso los vaqueros y una camiseta marrón, al darme cuenta de que dormía en calzoncillos enrojecí.
Salimos de su cuarto y recorrimos el pasillo de su casa prácticamente corriendo. Se había empeñado en llevarme a un lugar, pero para eso todo el mundo tenía que saber que estábamos juntos. Y a mí ya no me importaba que lo supiesen, ni Gabriel, que ya no era nadie para mí, ni Guille, que me había dicho que lo aceptaba.
Abrimos la puerta principal de su casa y caminamos por las calles del pueblo. Me cogió la mano y me sonrió, yo también le dediqué una sonrisa. En ese momento estaba demasiado contenta, estaba enamorada. Sabía que ningún chico me podría separar de Toni, sabía que Dani era mi mejor amigo y nada más, sabía que Guille solo era mi primo y no sentía nada más que atracción y amor familiar por él, sabía que Fer no significaba más que un amigo para mí. Entonces me di cuenta. Era Toni, ese chulo y prepotente chico, amigo mío de la infancia, ligón y sonriente. Era él, el único dueño de mi amor. Era él del que estaba realmente enamorada. O al menos eso era lo que sentía.

La gente que paseaba por las calles del pueblo nos miraba, unos nos sonreían, otro agachaban la cabeza moviéndola hacia los lados, otros directamente pasaban de hacer cualquier gesto.
Todo iba absolutamente perfecto, hasta que nos cruzamos a Gabriel. Yo no quería que se acercara, pero lo hizo. Toni sabía que yo no estaba cómoda así que decidió hablar él.

- Hola Aurora.- me miró Gabriel.- Toni.
- Buenas Gaby.
- ¿Qué tal?
- Perfectamente. ¿Has visto a mi novia?- Gabriel me miró de nuevo, estaba serio.
- ¿tu novia? Creí que era novia de Guille.- agaché la cabeza.
- Pues estás muy equivocado. Ella y Guille lo dejaron, ahora es MI novia.- me sonrió Toni y me dio un beso rápido en los labios. Yo le sonreí también.
- Menuda rompecorazones eres Aurora. No creí que fueras tan zorra.
- ¿qué has dicho?- pude decir.
- ¿también estas sorda?- me contestó. Me estaba empezando a cansar.
- ¿No sabes responder a una pregunta?- a mí no me vacilaba nadie y mucho menos él.
- Eres una zorra. ¿te he respondido ya?- en ese momento me importó poco la presencia de Toni. Pegué una torta a Gabriel en la cara, con todas mis fuerzas.
- Y tú eres un patético idiota.- le miré desafiante.
- Zorra..-dijo en voz baja.
- ¡No vuelvas a llamarle eso a mi novia Gabriel!- esta vez fue Toni quién habló. Gabriel se estaba empezando a pasar.
- ¿y si lo hago qué? ¿vas a pegar a tu mejor amigo?- ¿acababa de decir su mejor amigo? No me lo podía creer.
- No, él no te va a pegar, que única que puede decir o hacer algo contra ti por lo que acabas de decir soy yo.- Toni estaba hecho una furia, tenía que sujetarle para que no se le tirase al cuello. Le apreté la mano más fuerte y él me miró, transmitiéndome fuerzas para enfrentarme a él.
- Exacto, ya es hora de que tú y yo hablemos Aurora.- me miró, esta vez parecía bastante cabreado.
- Yo contigo no tengo que hablar nada.
- Sabes perfectamente que sí.- y tras decir esto me cogió del brazo y me llevó con él. Toni no nos siguió, con una mirada le transmití que se quedara ahí quieto, que no me pasaría nada. Aunque muy dentro de mí tenía mucho miedo. Miedo de volver a sufrir por las palabras de Gabriel.

Nos apartamos de Toni y Gabriel me miró a los ojos. Aparté la mirada enseguida.


- ¿qué quieres decirme?- pregunté, sin rodeos.
- Ya sé que no me quieres, que ahora estás con Toni, pero necesito una explicación. Solo una explicación, de por qué le besaste.
- Yo no le besé, me besó él. Yo no me lo esperaba. Yo no quería. Yo te quería a ti.- una lágrima corrió por mi mejilla antes de que me la quitase con la mano.
- Yo también te quería cuando besé a Lidia y te sigo queriendo.
- Pero yo ahora no te quiero. Ya lo sabes, estoy enamorada de Toni.
- No sabes lo que me duele oírte decir eso.
- Gabriel, nunca he querido hacerte daño, ni quiero hacértelo. Pero yo quiero a Toni y eso no va a cambiar, por mucho que te duela.
- Vete, no vuelvas a dirigirme esa mirada si no es para decirme que me quieres, que me quieres como la primera vez. Que recuerdas el primer beso que nos dimos, en la playa, a la luz de la luna.
- Recuerdo el beso, pero no te quiero.- aparté mi mirada de las suya.
- Yo también lo recuerdo, fue el beso más bonito que me han dado nunca.
- Lo siento..- le dije y me fui con Toni, dejando a Gabriel una vez más con lo que sentía por mí. Pero yo ya había pasado página. Yo ya no quería volver a sufrir por Gabriel. Yo ya no le quería y no le volvería a querer nunca. Ahora mi único amor era Toni.


Al llegar junto a Toni me abracé a él, todo lo fuerte que pude. Necesitaba sentir su cariño, su amor. Me dio un beso en el pelo y comenzamos a andar, en dirección al parque. Teníamos que disfrutar nuestro momento, solos. Dentro de dos horas habría encierros y queríamos ir. Allí nos esperarían todos los demás. Los amigos de Toni, mis primos, Sonia, Fati, Luis, y nos tocaba decirles que éramos novios, que nos queríamos.
Saltamos la valla del parque y nos sentamos cada uno en un columpio, sin dejar de mirarnos, de sonreír, de disfrutar el buen día que hacía, de vivir nuestro amor. Un amor que superaba cualquier cosa.
Estaba enamorándome, lo sabía, en el estómago, las mariquitas no paraban de correr.

- Toni, te quiero.- le dije a la vez que me levantaba de mi columpio y me sentaba encima suya.
- Yo no te quiero, te amo.- me dijo, dedicándome una de sus muchas sonrisas. Yo reí, y le besé. De nuevo fue un beso único, de esos que no se repiten. Un beso que me hacía ver que el amor está donde menos te lo esperas y que no siempre te va a rescatar un príncipe azul de una torre alta. Un beso que me abrió los ojos a la realidad de la vida, que me hizo ver que Toni no era un príncipe azul y que aún así me había enamorado de él. Ahí me di cuenta, los príncipes azules no existen.

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