solsticio de verano

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miércoles, 17 de marzo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 61

CAPÍTULO 61. SÍ LO SOY.




El viaje de vuelta a casa, subida en la moto de Toni y abrazada a él, se me había pasado volando. Es verdad que no había demasiado camino, pero aún así me habría gustado disfrutarlo más.
Me bajé de su moto, sin lágrimas. Me quité el casco y le sonreí. Sabía que ese momento quizás no se repetiría, Toni no podía ser uno más de los chicos de mi lista. Mi cabeza ya estaba ocupada por demasiados. Aunque en el amor no mandaba la cabeza, sino el corazón.
Me despedí de él con un gesto de cabeza y me metí en la casa. No había nadie.
Entré en mi habitación y me tumbé en la cama después de coger mi ipod. Me puse música. Necesitaba evadirme de todo esto, olvidar. Toni no me podía gustar, ya bastante había sufrido yo en lo que llevaba de verano por los chicos como para empezar a colarme por un chulo y un don Juan que lo único que va a hacer es hacerme daño si me enamoraba de él.
Canté casi todas las canciones que me dio tiempo a escuchar. Miré el reloj, eran las 8 y media y seguía sin aparecer nadie, era bastante extraño. Empecé a preocuparme.
Al final decidí llamar a mi abuela.

- ¿si?
- Hola abu, ¿dónde estáis? Estoy en casa y hace ya unas dos horas que no viene nadie.
- Perdona hija, se me ha olvidado decírtelo, ya sabes donde tengo la cabeza..
- ¿Decirme el qué?
- Vamos a cenar en casa de Pilar y Alfonso, Nieves y Vicente están aquí con los sus nietos, jugando a una máquina en la televisión. Ven, te esperamos.
- Vale, en media hora estoy allí.

¿cómo podía tener tan mala suerte? Iba a cenar en casa de los abuelos de Toni y por desgracia con él también. Tenía que ponerme algo arreglada, hacía mucho que no me veían sus abuelos y quería causarles una buena impresión.
En cuanto a Toni, pasaría de él. Solo le saludaría, para que viesen que era educada y luego no le volvería a dirigir la palabra. Tenía que olvidarme de él, de sus abrazos, de su olor, de su preciosa sonrisa. Y para eso lo mejor era pasar de él. Iría con mis primos, Vicente y Nieves. Un momento ¿y Guille? No había caído en que mi abuela no le había nombrado. ¿pero dónde se mete este chico? Yo misma me contesté. Estará con la tal Lola- pensé.- que asco de tía, no se como la puede soportar.
Desvié mi mente enseguida, tenía que vestirme y aún no sabía ni lo que me iba a poner.
Abrí el armario y saqué varios conjuntos.
El primero, pantalón largo negro con camisa blanca de manga corta, camiseta debajo de tirantes negra y las chanclas de vestir blancas.
El segundo, una falda por encima de la rodilla ajustada de color gris claro con una camiseta palabra de honor rosa y tacones.
El tercero, un vestido morado de tirantes corto, con una torera de manga corta negra y unas sandalias moradas también con un poco de tacón.
Al final me terminé decantando por el vestido. Me hacía parecer una chica dulce, y arreglada, al mismo tiempo que natural.
Me vestí, me maquillé y me peiné el pelo, poniéndome una diadema del mismo color que la torera.
A decir verdad, me quedaba muy bien el conjunto.

Estaba a punto de dar la hora que le había dicho a mi abuela, así que cogí el móvil y las llaves y salí de casa.
Empecé a andar en dirección al parque sur. Me acordaba aún de dónde estaba la casa de Pilar y Alfonso, de pequeña había pasado mucho tiempo ahí, con Toni y su hermana Sonia, a la que sacaba un año. Hacía mucho que no la veía y ni siquiera le había preguntado a Toni por ella.
Seré tonta.-dije para mis adentros.

Llegué a la casa de los abuelos de Toni, era enorme. Llamé a la puerta y me coloqué el vestido.
Me abrió la puerta Alfonso, me acordaba de él. Era un hombre algo regordete, como mi abuelo, calvo y con una perilla que le hacía un tanto peculiar. Al verme me sonrió.

- Aurora, madre mía, cuanto has cambiado.- me dijo. Me acerqué a él con una sonrisa en la cara y le di dos besos.
- Bueno, ha pasado mucho tiempo. Es un placer volver a verte, Alfonso.
- Lo mismo digo.- mi educación estaba saliendo a la luz. Si me estuviesen viendo mis padres, se sentirían orgullosos.- ven, te esperábamos.- me llevó a su patio trasero dónde estaban sentados mis abuelos y Pilar.
- ¿esta es Aurora?- le preguntó Pilar a mi abuela algo asombrada.
- Sí, la misma. Solo que más mayor.- mi abuela sonrió.
- Hola Pilar.- sonreí yo también.
- Dios mío cuanto has crecido. Y qué guapa que estás.- esta vez fue ella la que vino a darme dos besos.
- Muchas gracias-me sonrojé, no estaba acostumbrada a que gente mayor me dijese cumplidos.
- ¡Sonia, Aurora está aquí!- gritó Pilar, emocionada de verme.

Sonia apareció enseguida. Había cambiado muchísimo. Yo la recordaba mucho más pequeña, con pecas sobre la nariz, con el pelo negro y rizado y sus ojos marrones oscuros. También recordaba su sonrisa, era igual a la de Toni.
Al verme vino prácticamente corriendo hacia mí. Nos abrazamos y sonreímos. Teníamos muchas cosas que contarnos. Había pasado demasiado tiempo.
Subimos a la parte de arriba de la casa. Según yo recordaba, arriba estaban las habitaciones de Toni, de Sonia y de los demás miembros de su familia, menos las de sus abuelos.
Entramos en la sala de estar, allí estaban mis primos y otros dos, una chica y un chico a los que no conocía.
Mis primos al verme me saludaron con la mano. Estaban muy ocupados intentando ganar al otro en un juego de la play 2. Los que me eran desconocidos se levantaron cuando entré. El chico me sonaba muchísimo, pero no llegaba a saber quién era.

- Aurora, estos son Luis y Fati.- ahora sabía porqué me sonaba el chico, era Luis, el enamorado de mi prima. Pero cuanto había cambiado en un año, estaba irreconocible. Fati era bastante guapa, tenía el pelo liso, como una tabla y castaño oscuro, sus ojos no llamaban la atención, lo que sí la llamaba era su cuerpo, parecía una modelo.
- Hola. Sonia a Luis ya le conocía-reí y le di dos besos.- pero a Fati no, encantada.- sonreí
- Es hermana de Gabriel, no se si te sonará. Y prima de Luis.- me quedé petrificada. Tenía delante a la hermana de Gabriel, no me lo podía creer. Nunca lo habría imaginado, pero al fijarme me di cuenta que tenía la forma de la cara y la forma de los ojos, igual que Gabriel. No pude evitar sentirme un poco mal.
- Encantada, Aurora. Mi hermano me ha hablado de ti.- lo que me faltaba, a saber lo que le había dicho. Estaba algo incómoda, tenía que contarle muchas cosas a Sonia.

Al darme cuenta que Toni no estaba, me relajé un poco. Una parte de mi estaba deseando verle, pero la otra no y el que no estuviese me calmaba bastante.
Jugamos un poco a la play, Vicente me ganó, a mi y a todos. Era todo un experto.
Después de una hora jugando a la play, teníamos que bajar a cenar. Salimos de la habitación y ellos bajaron mientras yo iba al baño, necesitaba retocarme un poco el brillo y lavarme las manos.
Anduve por el interminable pasillo, con las indicaciones de Sonia y abrí una puerta. Entré sin mirar y la cerré sin darme cuenta de que estaba en la habitación equivocada. Al girarme lo primero que vi fue una cama, grande, la habitación estaba pintada de color azul y en las paredes había posters del real Madrid, una guitarra eléctrica, un corcho con miles de fotos.. El suelo estaba cubierto por una alfombra del mismo color que la habitación, azul. Mi color preferido. Esa habitación me transmitía mucha paz y armonía. Además tenía un olor muy familiar. Estaba dispuesta a salir cuando vi que una puerta se abría, supuse que era la puerta del baño, por tanto ahí había alguien.

- Sonia, dile a la abuela que ya bajo.- del baño salió Toni, solo con una toalla que le tapaba de cintura para abajo y otra con la que se estaba secando el pelo. Al verle me quedé tan anonadada que no pude ni moverme. No se había dado cuenta de que no era Sonia, pero no tardaría en darse.
- Em..lo siento- fue lo único que pude decir y abrí la puerta para salir prácticamente corriendo y meterme en la puerta de enfrente, en el baño.

Estaba muy nerviosa, Toni estaba no bueno, lo siguiente. Tenía un cuerpo que cortaba la respiración, pero era un chulo y eso no lo podía olvidar. Por muy bueno que estuviese.
Me retoqué el brillo y salí, ya más tranquila.
Toni me estaba esperando en la puerta, ahora llevaba ropa y sonreía.

- ¿no te han dicho nunca que entrar en la habitación de un chico cuando está desnudo no se debe hacer?
- Me equivoqué de puerta- le dije en todo borde y seguí andando. Él me acorraló en la pared, como la vez de los vestuarios de la piscina.
- Sabes que me debes algo.- sonrió de la misma manera que hacía siempre. Esa sonrisa me derretía.
- No tengo ni idea de lo que hablas.- si que lo sabía, quería que le besase, me lo pidió en el vestuario. Pero yo no iba a caer como hacían todas.
- Lo sabes perfectamente Aurorita.- me sorprendió que me llamase así. Nadie me había nombrado nunca por ese nombre, era más largo.
- No me gusta que me llames así.
- Me da lo mismo.- se acercó aún más a mí de lo que estaba.
- Nos están llamando, tenemos que ir a cenar, nos esperan.- dije sin darle importancia al poco espacio que había entre nosotros. Desde abajo Sonia nos llamaba a voces que bajáramos de una vez.
- Eres una pija.- habló, sin rodeos.- Ese vestidito de muñequita no te queda bien, pija.- ¿me estaba diciendo que estaba fea?
- Seré una pija, pero al menos no soy una prepotente como tú.
- Tu eres mucho más pija que yo prepotente.
- ¿sabes qué? paso.
- ¡Que niña!
- Soy así.- intenté darme la vuelta para irme, pero me sujetó del brazo.- suéltame.
- Eres una pija.- me susurró al oído.
- Sí, lo soy, una pija a la que tú le has salvado de vivir el peor momento de su vida.- le miré a los ojos y bajé rápidamente las escaleras, dejándole ahí. Al menos me había desahogado, necesitaba hacerlo.



PARTE NARRADA POR TONI.




Oí el sonido de mi puerta, supuse que era Sonia, que había entrado para repetirme otra vez que me vistiese para bajar a cenar. Me puse una toalla y abrí la puerta del baño, diciéndola que ya bajaba, que se lo dijera a la abuela.
Al girarme y mirar hacia la puerta, no vi a Sonia, sino a Aurora. Estaba guapísima, pero, ¿qué hacía ella aquí?
No me dio tiempo a preguntarle, salió de mi habitación tras decirme que lo sentía. Me quedé algo pillado, me vestí lo más rápido que pude y salí de mi cuarto sin hacer ruido. La puerta del baño estaba cerrada, pero había luz, estaba seguro de que Aurora estaba dentro. La esperé.
Cuando salió mantuvimos una conversación. La estaba haciendo enfadar y eso era algo que me encantaba, se ponía tan guapa enfadada.
Al final de la conversación, me desconcentró. La última frase que dijo antes de bajar por las escaleras, me dejó helado.
Estaba seguro de que una parte de ella, aunque fuese mínima, sentía algo que no fuese odio por mí.

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