solsticio de verano

solsticio de verano

lunes, 15 de marzo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 60

CAPÍTULO 60. BAJO LA LUZ DEL ATARDECER.





En la comida estuve muy callada, no comí prácticamente nada, no tenía hambre.
Después de la comida salí a dar un paseo por el pueblo, Guille que al parecer se había dado cuenta de mi pésimo estado de ánimo, me siguió.

- Auro, espera.- corrió hasta alcanzarme.
- Hola, Guille.
- ¿me puedes explicar qué es lo que te pasa? No has comido nada.
- No me apetecía.
- Ya y yo me chupo el dedo. Si no quieres contármelo, no lo hagas, pero sabes que estoy aquí.
- Sí, gracias.
- ¿quieres que demos una vuelta en moto?- esa idea me entusiasmaba.
- Vale.- sonreí falsamente. En esos momentos no me salía la sonrisa.

Cogimos la moto. Cuando arrancó, la adrenalina se apoderó de mi cuerpo. Me empezaba a sentir mejor.
El aire en mi cara me despejaba, se llevaba con él todo lo malo que en ese momento iba conmigo.
Me agarré fuerte a Guille, como la primera vez que monté en moto. Disfruté del paisaje que nos rodeaba. Todo montañas, árboles y mucha vegetación.
Paramos al lado de un local, a un lado de la carretera. Toda la puerta estaba llena de motos.
Nos bajamos de la moto y yo le agarré la mano, no sabía que iba a encontrarme ahí dentro y tenía algo de miedo.

- No te preocupes, a todos los conoces.- me sonrió Guille, al notar que estaba algo asustada.

Entramos al local, era bastante grande. La música estaba muy alta y había poquísimas luces. A los laterales había sofás y en el medio unas escaleras que subían al piso de arriba. Debajo de las escaleras estaba el que ponía la música y la gente bailando por todo el local.
No hay día que no haya una fiesta- pensé.- todos los que ayer estaban en el concierto, estarán aquí, por tanto Toni y Gabriel también estarían. Mierda, no quiero verlos, a ninguno.
Muy dentro de mí, sabía que quería ver a Toni, pero no podía permitirme el lujo de pensar en él, de verle.
Guille se fue a hablar con sus amigos, a los cuales ya les había dicho la verdad sobre nosotros. Los pobres estaban más confundidos que yo, incluso.

Al irse Guille me quedé sola. Me acerqué a la barra a pedir un vaso de agua, si ya de por sí hacía calor fuera, dentro era el doble.
Me dieron un vaso de agua, me lo bebí de un trago, estaba sedienta.
Miré a mi alrededor. Había mucha gente. Empecé a caminar por la pista de baile. Un chico me cogió de la cintura y empezó a bailar conmigo. No podía negarme, me encantaba bailar. Bailé como una loca. Me lo estaba pasando genial, cuando alguien que no era el chico con el que bailaba me agarró de la mano, sacándome de la pista. Era Toni, como no. Justo al que menos quería ver. Siempre me pasaba lo mismo.

- Hola, Aurora.- me sentó en el sofá, sentándose él a mi lado.
- ¿Ahora que quieres, Toni?- le miré con indiferencia.
- ¿qué pasa? ¿No puedo sacar a una amiga de la pista del baile si no quiero nada?
- No me vengas con esas. Ya te voy conociendo.
- No sabes nada de mí, Aurora.- se empezó a acercar.
- Tú tampoco sabes nada de mí.
- Algo sí que sé. Cumples los años el 23 de mayo. Tienes 15 años. Eres géminis. Te encanta cantar y bailar. Y..- se quedó callado.
- Lo de mi cumpleaños te lo ha dicho tu abuela y lo de cantar y bailar, se sobreentiende. No hay que ser muy listo para adivinarlo.- le miré, separándome un poco de él.
- Demasiado lista eres tú.- me sonrió, parecía que se divertía.
- Tengo que irme. Me estoy empezando a marear.- mentira, solo necesitaba dejar de verle. Él me producía una sensación tan extraña. Era un chulo y un prepotente, pero no podía evitar sentir algo muy fuerte por él.

Me levanté del sofá sin darle tiempo a contestar y salí del local. Fuera también hacía muchísimo calor. Me fijé en un grupo de chicos, montados en su moto. Siempre me habían gustado los motoristas. Me acerqué a ellos, pero me mantuve a una distancia correcta. Se dieron cuenta de mi presencia en cuanto moví la cabeza hacia ellos y los sonreí.
Parecían mayores que yo, incluso más que Toni. Me miraban de una forma extraña, como si quisieran algo conmigo. Me empezó a entrar miedo y empecé a caminar hacia la moto de Guille.
Cuando me quise dar cuenta, estaba rodeada de ellos. Eran cuatro, a cual más musculoso. Busqué la moto de Guille con la mirada, pero no estaba. Se había ido sin mí.
Los motoristas se bajaron de sus respectivas motos y uno de ellos me agarró de la cintura.

- Hola guapa.
- Hola.- dije yo intentando no parecer asustada.
- ¿te han dicho alguna vez que estás como un tren?- dijo otro de ellos.
- Mi novio me lo repite cada día y a cada hora.- contesté sin pensar. Estos tipos me recordaban a los de la playa del campamento y no iba a dejar que me tratasen igual.
- ¿tu novio? Una pena que no esté aquí ¿no?- rió otro de ellos. Mierda, eso no les valía.
- Si está, dentro.- sonreí, muy segura de mí misma.
- Bueno, pero lo que importa es que no está fuera.- rió otro.- ahora eres para nosotros.
- No, es para mí. Yo la vi primero.- contestó el que me tenía cogida de la cintura.
- Em..tengo que volver a entrar, mi novio me espera.
- Lo sentimos preciosa, pero te quedas con él.- dijo uno de ellos señalándome al que me tenía cogida.
- Exacto.- dijeron los demás y se metieron en el local.
- Tengo que irme.- dije
- Ahora no, estás conmigo.- el chico no era feo, pero me daba asco. A saber con todas las tías que se había acostado, lo que había bebido o peor, lo que había fumado.
- Me están esperando.- intenté mantener la calma.
- ¡Te he dicho que no!- me gritó y me empezó a desabrochar la blusa.- eres mía.- iba muy borracho y colocado, daba verdadero miedo.
- ¡No me toques!-grité con todas mis fuerzas. Él me tapó la boca con su mano, mientras con la otra seguía desabrochándome la blusa. Yo intentaba pegarle patadas, deshacerme de sus manos, pero no podía. En ese momento, en el que la desesperación se apoderaba de mí, apareció Toni y le propinó un puñetazo en el ojo al acosador.
- ¡En tu puta vida vuelvas a tocarla! ¿me has oído?- le volvió a pegar, esta vez en el estómago. Yo empecé a llorar.


Toni, después de darle una paliza se colocó enfrente mía, estaba furioso. Yo no pude aguantarlo más, me abracé a él tan fuerte como pude. En su pecho me encontraba a gusto, me había salvado de una violación. Dios, no podía ni siquiera pensar en esa horripilante palabra que yo había estado a punto de sufrir. Toni me abrazó fuerte, me transmitió seguridad, fuerza, tanta como él tenía y sobretodo protección. Me había demostrado mucho.

- Gracias- le susurré al oído, una vez me había calmado.
- No me las des, he hecho lo que tenía que hacer. Ven, sube a mi moto, te llevo a casa.- me sonrió, con esa sonrisa que se me había quedado grabada a fuego desde mi infancia.
- Vale.- me subí en la moto, poniéndome el casco y amarrándome a su cuerpo.

Arrancó la moto y cogimos la carretera, dejando atrás el local y ese malo momento que había pasado y que esperaba se borrase de mi memoria.
Al recordarlo, una lágrima corrió por mi mejilla, pero murió enseguida, el aire se la llevó.
El cuerpo de Toni era musculoso, su espalda y sus hombros anchos, se estaba muy a gusto agarrada a él.
Miré el paisaje, el mismo que había al venir, sólo que esta vez, el atardecer caía sobre los árboles y la vegetación, iluminando levemente el camino de vuelta y ayudándome, una vez más a vivir un momento para recordar. Un momento con Toni, que sabía que había tenido un principio y tendría un final. Un momento, bajo la luz del atardecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario