solsticio de verano

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domingo, 7 de marzo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 53

CAPÍTULO 53. SOLO TU SONRISA.




El viaje en moto hasta casa de mi abuela había sido especial, tan especial como lo que pasaba entre Guille y yo. Le quería, quizás no como quería a Dani, pero se acercaba. Lo único es que no podía estar con ninguno de los dos, Dani era mi mejor amigo y lo último que quería era perder tantos años de amistad, por mucho que le quisiese y por mucho que sintiese por él. En cuanto a Guille, era mi primo mayor, el único primo mayor que yo tenía y aunque no fuese primo directo, no dejaba de ser familia. ¿qué debía hacer? ¿ tenía que dejarme llevar por mi corazón o por mi cabeza? Miles de dudas me atormentaron esa noche.

A la mañana siguiente me levanté muy tarde, justo para ver la serie que tanto nos gustaba a Nieves y a mí. Vicente, Nieves y Guille me esperaban en la mesa del comedor, cada uno sentado en su silla.
Cuando entré en el comedor Guille me miró con una cara rara pero sonriendo y Vicente apartó la mirada, directamente. Nieves al verme se rió. Entonces me di cuenta, llevaba el pijama más escotado que tenía y encima el pantalón parecía un culot, ahora entendía esas reacciones. Me reí de mi misma y no le di importancia a lo que llevaba puesto, simplemente me senté con mi vaso de leche con cola cao y cogí los cereales, esperando que empezase la serie.
Cuando terminó la serie y recogimos los vasos y los cereales del desayuno, subí arriba a vestirme. Abrí el armario y vi un vestido de princesa que tenía de los carnavales. Me entraron unas ganas enormes de ponérmelo y recordar cuando era pequeña y creía que existía el príncipe azul.
Me puse el vestido, era de la princesa Aurora y me lo había comprado aposta, por mi nombre.
Me seguía quedando bien. Me puse la corona de princesa y me reí a más no poder al verme reflejada en el espejo y recordar cuando de pequeña decía que yo era Aurora, la bella durmiente y que si cantaba la canción del príncipe azul, mi príncipe vendría. Pero nunca podía terminarla, porque no podía hacer de príncipe azul.
Sonreí y me decidí a cantarla, aunque me pasaría lo mismo de siempre, que no conseguiría terminarla.
Comencé a cantar y a bailar un vals con los ojos cerrados.

Eres tu el príncipe azul
Que yo soñé
Eres tu tus ojos me vieron
Con ternura de amor
Y al mirarme así
El fuego encendió mi corazón
Y mi ensoñación se hará realidad
Y te adoraré como aconteció
En mi sueño ideal

Entonces alguien me cogió de la cintura y bailó conmigo, al mismo tiempo que cantaba la otra parte de la canción. No quería abrir los ojos, por si acaso era todo un sueño, no estaba por la labor de despertar en lo más bonito.

Eres tu la dulce ilusión que yo soñé
Eres tu tus ojos me vieron
con ternura de amor
Al mirarme así
el fuego encendió mi corazón
Y mi ensoñación se hará realidad
Y te adorare como aconteció
en mi sueño ideal.


Abrí los ojos al darme cuenta que no estaba en un sueño. Guille me tenía cogida de la cintura y cantaba la parte del chico de la canción. Cantaba fenomenal. Le pasé la mano por el hombro y bailé junto a él, terminando a dueto la canción.

Y mi ensoñación se hará realidad
Y te adorare como aconteció
en mi sueño ideal.


Me había hecho sentir una autentica princesa. Parecía que estaba dentro del cuento. Guille me miró a los ojos con una dulzura inimaginable, yo le sonreí. Entonces nos besamos. Ese momento fue único. Nadie había hecho eso por mí. Había sido una auténtica locura el vestirme de princesa y ponerme a cantar esa canción, pero había valido la pena, porque la había logrado terminar con la ayuda de mi príncipe.

Estuvimos besándonos un rato, acompañando cada beso con caricias, abrazos, mimos y miles de sonrisas.
Nos separamos un poco, lo suficiente como para poder susurrarnos.

- Eres mi princesa Aurora.
- Y tú mi príncipe Felipe.
- Entonces voy a tener que cambiarme el nombre.- sonrió.
- Me gusta tu nombre, no tienes que cambiarlo.
- A mi me gusta tu voz, cantas como los ángeles.
- Tu cantas mejor que yo.
- Sabes que no, no intentes ser humilde.
- Me gustan tus ojos.
- Pero si son muy simples.
- Me gusta tu sonrisa.
- Sonrisa profident.- rió.
- Me gustas todo tú.
- Estoy enamorado de ti.- con esas palabras me derritió, no pude evitar besarle.
- Te quiero- le susurré al oído y me abracé a él.
- Te quiero.- me dijo él y me volvió a besar cogiendo mi cara entre sus manos.

Sabía que no podía quererle como algo más que un primo, pero era demasiado tarde para pensar en eso. El beso que le había dado delante de todo el mundo había sido el beso más maravilloso que me había dado y eso no podía cambiarlo nunca.


- Solo tu sonrisa me ilumina, Aurora y no pretendo ser cursi ni nada, solo digo lo que siento.
- A mí me vale mirarte a los ojos para sentirme bien y tu sonrisa me alegra el día y créeme, yo tampoco pretendo ser cursi.
- Eres la chica perfecta, no hay nadie como tú.
- Tu me haces ser perfecta.
- Me encantas.
- Tu a mí mucho más.
- Tu a mi más y no me repliques.- sonrió y nos volvimos a besar.

Le quería y eso no lo podía evitar nadie. Guille ya formaba parte de mi corazón. Un corazón que ahora estaba dividido. Dani ocupaba la otra parte y sabía con total seguridad que nunca dejaría de ocuparla. Pero, ¿y Fer? Fer me haría olvidar a Dani y a Guille, pero nunca le querría como les quería a ellos, por desgracia, aunque sabía perfectamente que eran amores imposibles.

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