solsticio de verano

solsticio de verano

miércoles, 3 de marzo de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 51

CAPÍTULO 51. NO ES UN CUENTO DE PRINCESAS.




Entre tanto pensar me había quedado dormida. Me desperté por el sonido de una moto. Me levanté prácticamente de un salto, me encantaban las motos y tenía que ver quién la conducía, era casi una obsesión. Debe parecer raro, lo sé y estoy al tanto de ello, pero al igual que otras personas se obsesionan con otras cosas, yo estaba obsesionada con saber quién era el motorista, aunque no le conociese de nada.
Me asomé a la ventana y vi a Gabriel en su moto, pero no estaba solo, sentada detrás suyo iba Lidia. Me había olvidado muy deprisa.
Bajé las escaleras algo tensa y un poco tocada por lo que acababa de ver. Llegué a la cocina y le di un beso en la mejilla a mi abuela, no la había visto en toda la mañana. La ayudé con la comida, paella tocaba ese día.
Nos salió bastante buena, todo hay que reconocerlo, a todos les encantó.
Después de una rica comida, mis abuelos se echaron un rato la fiesta y mis primos y yo decidimos por mayoría ir a dar un paseo en bici. Era otra cosa en la que coincidíamos Guille y yo, nos encantaba hacer el tonto con la bici. El paseo no fue muy largo, pero sí divertido, hicimos unas cuantas piruetas, fuimos al pozo de los deseos y tiramos un palo mientras pedíamos un deseo. Tonterías de primos al fin y al cabo.
Volvimos a casa de mis abuelos con una hora de adelanto para que yo, y digo yo porque Guille no tenía mucho que arreglar, me preparase para la famosa fiesta de los amigos de Guille.

Subí a la parte de arriba y abrí el armario, mi prima entró después que yo, necesitaba su estilazo para ir no decente, sino espectacular, como decía ella.
Después de mucho buscar y de sacar ropa y amontonarla en la cama, me decidí por una mini vaquera, una camiseta azul turquesa palabra de honor y unos tacones no excesivamente altos, del mismo color que la camiseta. El pelo lo dejé al natural, mas o menos. Me alisé el flequillo y me recogí un poco de pelo en dos pinzas, así se me veía mejor la cara. Terminé mi look con un poco de brillo, sombra de ojos azul y raya plateada.

- Aurora, estás tal como yo quería, espectacular. Me dijo Nieves. Sabía que lo diría.
- Gracias, pero no es para tanto.
- Jo que no, ya verás, ¡vas a tener a los chicos detrás de ti y te los vas a tener que quitar con matamoscas!
- Exagerada..- sonreí y me miré al espejo, quedando un poco, bastante asombrada de lo guapa que me había puesto y de lo bien que me sentaba ese conjunto.

Bajé las escaleras, Guille me esperaba abajo. Iba guapísimo, más aún de lo que ya era. Llevaba unos vaqueros largos con deportivas y una camiseta negra con letras blancas que le sentaba realmente bien.
Se quedó mirándome con cara de alucinado y yo no pude más que reírme, su cara era de chiste en esos momentos, ni que yo fuese una princesa o una supermodelo.


PARTE NARRADA POR GUILLE.


Estaba bastante nervioso y deseoso de ver a Aurora bajar por esas escaleras. Sabía que estaría guapísima.
La puerta de arriba de las escaleras se abrió y salió primero Nieves, sonreía y eso era muy bueno.
Tras Nieves estaba Aurora, radiante, guapísima, dulce pero a la vez atrevida, en una palabra perfecta.
Daba por seguro que mi cara sería una auténtica vergüenza para mí, me había quedado embobado mirándola y admirando su belleza. Parecía una princesa, una princesita dulce y frágil con un cuerpo que quitaba la respiración.
En el momento en el que sonrió, todo lo de mi alrededor desapareció, centrándome sólo en esa preciosa sonrisa.
A su lado yo parecía un auténtico vagabundo, con deportivas y una camiseta negra. Ella llevaba una minifalda que resaltaba sus esbeltas piernas y una camiseta palabra de honor que dejaba al descubierto parte de su escote. Noté cómo me ponía nervioso, sobretodo al mirarla a los ojos, que pintados eran más bonitos aún que sin pintar.
No lo pude evitar, la ofrecí mi mano para bajar el último peldaño de esa escalera que se me hizo larguísima.

- Pareces una princesa.- la susurré al oído.
- Entonces tú serás mi príncipe ¿no?- tanta dulzura, simpatía y a la vez rebeldía, podían conmigo, esa chica que por desgracia era mi prima, me tenía cautivado por completo.
- Si la dama lo desea.- la miré a los ojos y pude notar ese brillo de la primera vez que la vi.
- Lo desea, créeme.- y sonríe de nuevo. Dios mío cuanto adoraba esa sonrisa de niña y a la vez de mujer.



PARTE NARRADA POR AURORA.



¿Había dicho que parecía una princesa o habían sido ideas mías? De todos modos, no pude evitar contestarle lo que le contesté. Sin ninguna duda quería que él fuese mi príncipe particular.
Cuando salimos de la casa de mi abuela volví a la realidad. Iba a una fiesta, no a un baile real, con mi primo, no con mi príncipe azul y lo menos que quería era encontrarme con Gabriel.
Esto no era un cuento de princesas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario