solsticio de verano

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martes, 27 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 74

CAPÍTULO 74. ¡SORPRESA!




Dani y yo abandonamos el retiro en cuanto dieron las 9 y media, el tiempo se nos había pasado volando. Eso que dicen que cuanto mejor lo pases, menos te das cuenta de que el tiempo transcurre, pues es cierto, aunque ese día hubiese preferido que no fuese así.
Cogimos el metro y nos dirigimos a mi casa. Dani me acompañó hasta el portal, por si acaso estaba mi madre arriba. Le miré a los ojos y sonreí, lo había pasado genial con él, ese día había sido uno de los mejores de mi vida. Él lo sabía, por eso no me hizo falta decírselo, con solo una mirada ya nos entendíamos.
Él también me sonrió, parecía que se sentía igual de bien que yo y que todo lo que habíamos vivido también le habían marcado a él.
Le di dos besos y un fuerte abrazo y me metí en el portal. Antes de que el ascensor llegase me giré para verle marchar, aún seguía en la puerta, mirándome, transmitiéndome justo lo que necesitaba en ese momento. Ambos volvimos a sonreír. Le tiré un beso y lo cogió, era tan fácil ser una misma cuando Dani estaba cerca. El ascensor llegó y me subí.

Tras un día lleno de risas, de buenos momentos y de felicidad, tocaba volver a casa para decirle a mi madre por qué había vuelto tan pronto del pueblo y pedirle que nos llevase a mí y a Dani a Guadalajara.
Tocaba noche madre e hija y teníamos muchas cosas de las que hablar.

Entré en casa y las luces estaban encendidas, mi madre ya había llegado.
Fui hacia el salón y la vi sentada en el sofá, con la mesa transportable, cenando, como hacía todas las noches.
Al verla así, sonreí, delante de mí estaba mi madre, pero ella no era una madre cualquiera. Es una madre que trabaja las horas que hagan falta con tal de que a sus hijas no les falte de nada. Una madre que si tiene que sacrificar una salida con sus amigas por estar con sus hijas, lo hace. Una madre en la que puedes confiar y a la cual yo le contaba todos y cada uno de mis secretos. Una madre que te regaña cuando debe hacerlo y te premia cuando has hecho algo bien. Una madre que sonríe cuando tú sonríes, que llora cuando tú lloras y que se emociona cada vez que le dices alguna cosa bonita por el día de su cumpleaños. Una madre que sabe lo que quiere en la vida y que lucha por ello. Una madre que quiere a sus hijas por encima de todo, por encima de las desobediencias, de las malas contestaciones, de las discusiones, de las faltas de respeto, de las exigencias, de todo. Una madre, mi madre, sin la cual yo no era ni soy nadie.
Al verme sonrió ella también, pero no pudo evitar poner cara de preocupación, como todas las madres, ella estaba preocupada por su hija, por mí.


- ¡Hola mami!- dije manteniendo mi sonrisa.
- ¡Aurora! Pero ¿qué haces aquí?
- ¡sorpresa!- grité sin dejar de sonreír.
- Aurora que nos conocemos. ¿qué ha pasado? ¿por qué has vuelto tan pronto?
- Prefiero cambiarme antes de contarte nada y tengo un hambre horrible, ¿pedimos una pizza?
- Hija, pero si yo ya he cenado.
- Es verdad, bueno entonces me tomaré unas rajas de melón.
- Te voy a hacer un sándwich, pero me tienes que contar qué es lo que ha pasado ¿vale?
- Vale mami, voy a cambiarme.- me acerqué a ella y la di dos besos y un abrazo para luego irme a mi habitación.

Llegué a mi habitación y dejé el bolso encima de la cama, sentándome yo al lado. Miré a mi corcho, en concreto a la foto de mis padres, mi hermana y yo en Disneyland París.
Tenía 10 años, fue el verano en el que hice la comunión. Mi hermana era prácticamente un bebé, sólo tenía cuatro años. Sonreí al recordar cómo nos hicimos la foto, mi hermana no quería ponerse y yo la chantajeé diciéndole que si se ponía la compraría la muñeca de Fiona. Salíamos todos riéndonos, porque mi hermana no paraba de repetir “ ¡Voy a tener a Fiona!”
El año 2004 fue un buen año, no lo recordaba todo, pero si la mayor parte.

Con el paso del tiempo fui cambiando, creciendo, empezando a pensar las cosas por mí misma, empezando a suspirar por los chicos, empezando a contradecir a mis padres. Ahí empezaron los problemas, cuando la adolescencia entró en mi vida.
Ya nada era como cuando era pequeña, en mi casa sólo se oían discusiones mías y de mi madre. Nunca nos poníamos de acuerdo en nada, yo siempre estaba castigada y ella muy enfadada conmigo. Entonces mi padre entraba en escena y me decía “ Hija, cómo has cambiado. Te has vuelto muy rebelde” Y a mí, cómo aún tenía algo de mentalidad de niña, me dolían sus palabras, porque oír eso de mi madre era ya una rutina, pero de mi padre era como si me estuviesen clavando espadas por la espalda.
Aprendí mucho en esa corta etapa de mi vida de preadolescente.


Miré una vez más la foto y pestañeé dos veces, no estaba en disney, ni tampoco en una de las discusiones con mi madre, estaba sentada en mi cama, recordando, pero con un problema mucho mayor que una discusión, perdía a mi mejor amigo.

Me cambié de ropa y me puse el pijama de kity que aún tenía bajo la almohada.
Fui al baño y me hice una coleta alta, hacía mucho calor.
Cuando ya me vi dispuesta a contarle todo a mi madre, salí del baño tras respirar unas cuantas veces hondo.
Mi madre me esperaba ya en el comedor, con mi sándwich en la mesa y dos rajas de melón.
Me senté y miré la tele, las noticias, había habido un accidente en barajas, en la T-4. ¿Cuándo dejaría la gente de hacer mal?
Mi madre quitó la tele en cuanto terminé de cenar y me miró seria.
Ya sabía lo que me esperaba, la cosa era cómo contárselo sin ponerme a llorar. No sabía cómo decírselo, aún me costaba asimilarlo.

viernes, 23 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 73

CAPÍTULO 73. GUERRA DE COSQUILLAS.




Estuvimos jugando, haciéndonos cosquillas y riéndonos un buen rato, hasta que sonó mi móvil.

- ¿si?
- Prima, ya estoy en la puerta del retiro ¿dónde andáis?
- Estamos en el lago, al lado de una heladería, debajo de un árbol.
- Vale, voy para allá, espero encontraros y no perderme.
- Tampoco es tan grande el retiro como para perderte, creo yo.
- Sí, si lo es.- rió Dani a mis espaldas.
- Bueno, ahora os veo.
- Adiós.- reí también y le di un golpe flojo a Dani en el brazo.
- Tú te crees que decir eso. Ya te vale. ¿No sabías que Guille conoce poco el retiro?
- Pues no, pero vamos que seguro que no me ha hecho mucho caso.
- No se yo.
- ¿sabes Auro?
- No, ¿qué?
- Tenía muchas ganas de pasar un día así contigo, como cuando éramos unos críos, que no nos separábamos ni a sol ni a sombra.
- Es verdad, a mi también me encanta estar así contigo. Y ahora que lo pienso, podíamos hacer algo diferente. Una locura.
- ¿una locura? ¿cómo qué? ten en cuenta que tu primo está a punto de llegar.
- Tienes razón. Bueno, vale, ahora no, pero antes de que te vayas tenemos que hacer algo.
- Sí, como cuando teníamos 13 años.
- Ahí si que nos volvíamos locos.- reí.- hemos madurado, aunque solo sea un poco.
- Sin haberlo planeado te ha salido un pareado.
- ¡Toma ya! Es que yo hago rimas porque soy una chica fina.
- Ya ¿no? Poetisa, me vas a terminar dejando mal como sigamos con las rimas, más que nada porque a mi no es que se me de muy bien rimar.
- ¿y a mi sí?
- Tu eres toda una poetisa.
- Exagerado.
- ¿ya estamos con lo de exagerado? Ahora me enfado y me hago pera.- se tapó la nariz e infló los mofletes.
- Pareces un niño pequeño.- no contestó, se estaba empezando a poner rojo.
- ¡Pero que te va a dar algo! ¡respira!- me tiré encima suya y le quité la mano con la que se había tapado la nariz. Nos quedamos así, mirándonos a los ojos unos segundos, hasta que él habló.
- No sabía que te preocupabas tanto por mí.
- ¿de verdad? Pero ¿tu te crees que yo hubiese venido si no me preocupase por ti?
- Eres la mejor.
- Hago lo que puedo. –sonreí y le di un beso en la mejilla. Él se rió y me devolvió el beso. Todo era perfecto.

Guille llegó un poco después, por lo visto se había entretenido porque un grupo de chicas le había parado para pedirle el móvil y el tuenti. Me lo creía, Guille era muy guapo y todas las chicas que lo viesen lo pensarían.
Le presenté a Dani y pareció que le cayó bien, porque no paró de hablar con él en todo el tiempo que estuvo allí. Les dejé hablando de tías, modelos en concreto, ese tema no iba para mí. Me aparté un poco y abrí el móvil para llamar a Toni, tenía ganas de hablar con él.

- ¿diga?- dijo Toni al otro lado de la línea. Al escuchar su voz, no pude evitar sonreír.
- ¡Hola grandullón!
- ¡Pequeña!
- ¿cómo estás grandullón?
- Pues echándote de menos peque ¿y tú? ¿qué tal te va por Madrid con Dani?
- Pues bien, estamos disfrutando al máximo de lo que nos queda. Yo también te echo de menos, mucho. Y eso que solamente llevo unas horas lejos de ti.
- Mi niña, si es que como tú no hay ninguna. Estoy deseando que vuelvas para verte.
- Y yo quiero verte a ti. ¿por qué no vienes y pasas un día en mi casa?
- Ya sabes que no puedo dejar a mi hermana sola, además mis abuelos seguramente no me dejen irme solo a Madrid.
- Bueno, no pasa nada. Así cuando vuelva al pueblo y te vea otra vez te doy miles de besos más.
- Eso suena muy bien.
- Y tú a mí eh!
- Pues claro que sí. No me podría resistir.
- ¿sabes algo?
- Dime.
- Te quiero.
- Yo te quiero más.
- No, yo mucho más.
- De eso nada, yo muchísimo más.
- Pues yo hasta el infinito y no hay más que hablar.
- Esta vez me has ganado, la próxima ganaré yo, te lo prometo.
- Bueno me tengo que ir, me reclaman por aquí.
- Te quiero.
- Adiós grandullón.
- Adiós pequeña.- ninguno de los dos colgaba. No me podía creer que yo no quisiese colgar.
- Cuelga anda.
- Cuelga tú.- mil veces me había imaginado diciéndole eso a mi novio, pero nunca sabía si de verdad lo haría.
- Vale, ya cuelgo yo. Te quiero.- sonreí le di un beso al móvil y colgué.

Suspiré, Toni, el chico que cualquier chica querría, era mi novio. Aún no me lo podía creer.
Volví al sitio donde había dejado a los dos pesados de Dani y Guille y ahí seguían. Cuando me aproximé a ellos los dos desviaron la mirada hacia mí.

- ¿qué pasa? ¿tengo monos en la cara?
- No, lo que tienes es una sonrisa demasiado grande que ocupa toda tu cara.- me dijo Dani.
- Me parece que ya sé por qué. ¿has hablado con Toni?- Guille fue quién preguntó.
- Em..sí.- sonreí aún más.
- Estaba claro. Sonríe así porque está enamorada.- dijo mi primo sin cortarse un pelo.
- Supongo.- Dani sonó algo triste, no me gustaba verle así, así que enseguida le saqué una sonrisa. O al menos lo intenté.
- Dani, te debo algo.
- ¿el qué?
- Esto.- sonreí y le empecé a hacer cosquillas. No se reía como antes, su risa era más bien falsa y ni siquiera me pedía que parase. ¿qué le pasaría?
- Bueno prima, que yo me voy ya al pueblo ¿vale?
- ¿y eso? Mi abuelo te dijo que te quedaras a dormir una noche.
- Pero ¿tu de verdad crees que yo voy a poder dormir rodeado de ojos puestos en mi toda una noche?- me reí recordando la llegada y como me había dicho lo mismo cuando le había dicho que la habitación de mi hermana sería la suya esa noche.
- Vale, te entiendo. Entonces diles a los abuelos que estoy bien y que no se el tiempo que me quedaré aquí.
- Vale ¿y a tu querido Toni le digo algo?
- Sí, dile que le quiero muchísimo y que como esta noche no me llame me enfado.
- Em vale, como quieras. Bueno me voy ya. Un placer conocerte macho.- se dirigió a Dani y le dio un apretón de manos.- adiós primita, nos vemos en el pueblo.- se acercó a mí esta vez y me dio un beso en la mejilla para después abrazarme y dedicarme una sonrisa.
- ¡Adiós primito mayor!
- Que te vaya bien Guille.- Dani también le despidió.
- Lo mismo digo chaval, no te rayes por tu viaje.
- Va, gracias.- parecía que habían hecho buenas migas, como decían en el pueblo. Eso de que se llevasen bien me gustaba, mi primo y Dani amigos. La idea no me disgustaba.

Guille se fue y le despedimos con la mano hasta que desapareció entre la gente. Me giré para mirar a Dani.

- Veo que te llevas bien con mi primo ¿no?
- Sí, es muy majo, un tío legal. Y además te quiere mucho.
- Ya, todo eso lo sé. ¿de qué habéis hablado?
- Eso no se cuenta.
- ¿por qué?
- Porque son cosas de hombres.
- Sí, seguro, sobretodo de hombres.- me reí.
- Oye, que ya soy un hombrecito. Lo dice mi abuela.- me reí más fuerte y le contagié la risa.
- La mía me dice que estoy echa toda una mujer.
- Todas las abuelas son iguales.
- Tienes razón. Aunque hablando de abuelas, llevo sin saber nada de mi abuela Clara desde hace demasiado tiempo. La pobre tiene que estar preocupada por mí.
- Pues llámala.
- Tengo una idea mejor. ¿por qué no le pides a tus padres permiso para venirte conmigo a Guadalajara?
- Y ¿para qué quiero ir yo a Guadalajara?
- Porque allí tienen mis abuelos un chalet, con piscina y en verano cuando era más pequeña me tiraba los meses allí. Además si vas pasaríamos cinco días juntos.
- Pero ¿solos?
- Ya te gustaría. No, están mis abuelos y creo que iban a ir mis primos pequeños también.
- Tu aijada ¿no?
- ¡Sí! Y su hermano, que es todo un futbolista.
- Bueno, se lo preguntaré a mis padres.
- Y yo se lo tengo que decir a mi madre para que nos lleve.
- Vale, pero eso luego, que aún me debes algo.- le miré algo confusa, pero nada más ver su sonrisa de pícaro ya sabía lo que me tocaba. Eché a correr, pero me alcanzó antes de lo que pensaba y los dos rodamos por el césped.
- ¡No! ¡Déjame!- grité. Un policía pasaba por allí y se acercó algo preocupado a nosotros.
- Chica ¿estás bien? ¿te está haciendo daño?
- No, no se preocupe señor policía, es mi novio, solo estamos jugando.
- Adolescentes.- dijo entre dientes.- incomprensibles.- y se fue. Dani paró de hacerme cosquillas y me miró a los ojos.
- Has dicho que era tu novio.
- Es que si digo que eres un amigo alomejor no nos dejaba en paz.- intenté quitarle importancia al asunto. Segundos más tarde me paré a pensar. Había dicho que Dani era mi novio, pero, ¿lo había dicho para que el policía nos dejase en paz o porque era lo que verdaderamente me gustaría que fuésemos? No quería pensar en eso, así que empecé de nuevo la guerra de cosquillas. Todo había sido un mal entendido.

viernes, 16 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 72

CAPÍTULO 72. AL FIN Y AL CABO.





Después de cantar, una vez tumbados en el árbol, nos relajamos tanto que nos dormimos. Yo estaba apoyada en él y él tenía su mano en mi cintura.
Cuando despertamos ya eran las siete, se nos había pasado el tiempo volando. Saqué el móvil por si tenía alguna llamada o algún mensaje. No había nada. Dani aprovechó que había sacado el móvil para quitármelo.
-Quiero recordar este día y que tú también lo recuerdes.- y tras decirme eso juntó mi cara a la suya y sonrió a la cámara del móvil, le imité. Nos hicimos una foto preciosa, con el árbol de fondo.
-¡Ha salido genial!
-Siempre que sales tu en una foto la foto queda genial.
-¿sabes? Me estas diciendo demasiados cumplidos en muy poco tiempo.
-Te los mereces.
-Tonto.
-Sabes que no soy tonto, porque si lo fuese no estaría pensando lo que estoy pensando.
-Y ¿qué piensas?
-Pienso que deberíamos grabar nuestros nombres en este árbol.
-Estas loco.
-Un poco, pero no me puedes negar que es una buena idea.- sonrió con la más amplia de sus sonrisas.
-Me encanta tu gran idea.- le di un beso en la mejilla.
-¿Tienes algo afilado en el bolso?
-Umm..sí, mi navaja.- se quedó alucinado cuando dije eso y la saqué del bolso.
-¿cómo es que una chica tan fina lleva una navaja en el bolso?
-Pues porque esta chica tan fina es distinta a las demás. Esta navaja me la regaló mi abuelo y pone mi nombre junto a mi signo del zodiaco.- la cogió para mirarla y sonrió otra vez.
-Ya sabía que eras distinta a las demás, pero esto ya ha sido alucinante. Créeme nunca habría pensado que una chica como tú llevase una navaja en el bolso.
-Pues ya ves que sí.- reí.- anda escribe nuestras iniciales.
-Nada de iniciales, yo tu nombre y tú el mío.- y así hicimos, él escribió mi nombre en letras mayúsculas y yo el suyo de la misma manera. Nuestras letras eran distintas, pero ambas bonitas.

Cuando acabamos de escribir nuestros nombres, Dani me cogió la navaja otra vez y dibujó como pudo una flor. Me intrigó que dibujase una simple flor, no entendía el porqué la había grabado en ese árbol, justo debajo de nuestros nombres. La curiosidad me comía.

-Dani, ¿por qué una flor?
-Por muchos motivos.
-Dímelos.- le miré a los ojos. Él me cogió la mano y me mantuvo la mirada.
-Una flor porque es lo más bonito del mundo, como lo que siento por ti. Una flor porque significa paz, alegría y felicidad que es lo que siento al estar contigo. Una flor porque anuncia la primavera, que es la estación más bonita del año y que expresa todo lo que eres. Una flor, porque cuando volvamos a vernos será lo primero que verás. Una flor, porque a partir de ahora es nuestro símbolo.
-Eres una flor.- sonreí, me había emocionado.
-¿yo? ¿por qué?
-porque tu eres lo más bonito del mundo. Porque tu eres paz, alegría y felicidad. Porque es cierto que la primavera es la estación más bonita del año y siempre que noto que va a llegar pienso en ti.
-Aurora..
-No digas nada ¿vale?
-Pero si quiero decir. Quiero decirte que nada será lo mismo sin ti.
-Yo no soy nada sin ti, Dani.- y me puse a llorar. Él también, me abrazó muy fuerte. Ninguno de los dos quería que ese momento terminase, de eso estaba segura. No quería que Dani se fuese cinco años tan lejos. Le necesitaba a mi lado, no en Londres. Y además, aunque me costase admitirlo y por mucho que tuviese novio, le quería. Le quería mucho.
-No me quiero ir.- me dijo entre sollozos.
-Pero tienes que hacerlo, una oportunidad así no se tiene todos los días.- me quité las lágrimas y se las quité también a él.
-Me da lo mismo que sea una buena oportunidad, yo quiero estar aquí, con la gente a la que quiero, contigo.
-A mi también me gustaría que te quedases, pero dentro de cinco años podremos vivir toda la vida juntos, somos mejores amigos y hicimos una promesa. Nada nos va a separar, ni la distancia ni el tiempo. Nada.- le miré a los ojos y le di un beso en la mejilla intentando sonreírle para tranquilizarle.
-Pero ¿y si te olvidas de mi?
-Tu eres definitivamente tonto. Es imposible que me olvide de mi mejor amigo, porque todo me recuerda a ti, a todos los momentos que pasamos. En todo caso el que se puede olvidar de mi eres tú, pero si me olvidas es porque eres feliz allí y a mí con eso me vale.
-Nunca digas que me voy a olvidar de ti, Aurora, porque no.
-Nunca digas nunca.- le dije y le miré derramando la última lágrima. Él iba a hablar, pero justo cuando iba a abrir la boca me llamaron al móvil.
-¿si? – pregunté.
-Aurora, soy Guille, ¿dónde estas?
-Hola primo, pues en el retiro ¿y tu?
-Dando vueltas, por ahí, tu barrio no me lo conozco y estoy más bien perdido. Oye, ¿qué te parece si voy al retiro, os busco y así me presentas a tu querido Dani?
-Como quieras. Pero ¿sabes venir?
-Sí, en el metro sí que me manejo. Cuando llegue a la entrada te llamo para que me digas dónde estáis.
-Vale, primo. Nos vemos. Un beso.
-Un beso. Adiós.- y colgó.
-¿qué te ha dicho tu nuevo primo mayor?- sonreí.
-Que quiere conocerte.
-¿a mí?
-Sí, por eso va a venir para acá.
-Entonces tenemos que aprovechar el tiempo que nos queda solos ¿no?- sacó su móvil y volvió a juntar su cara con la mía.- ¡Sonríe!
-¿otra?- sonreí, tal como me dijo y hicimos la foto.
-Sí, la anterior era con tu móvil y yo también quiero recordar este día.
-Pues hemos vuelto a salir bien.- dije mirando la foto.
-Sí y ahora es hora de las cosquillas.
-¿qué?- no le había escuchado muy bien, porque lo había dicho en voz muy baja.

Empezó a hacerme cosquillas, yo me caí al suelo y él encima de mí. Seguía haciéndome cosquillas y yo me moría de risa. Paró un momento y aproveché para hacerle cosquillas yo a él. Lo malo era que Dani no tenía demasiadas, por eso me ganó y terminé llena de césped, riéndome como una loca y él conmigo.
Al fin y al cabo, después de decirnos lo que pensábamos sobre el repentino viaje de Dani, después de llorar como dos niños pequeños, después de hacernos fotos para recordar el momento, después de dormir abrazados en la sombra de un árbol al que después habíamos puesto nuestros nombres junto con una flor, lo que quedaba era la risa. Una risa juntos era como todo un mar, siempre interminable, sin horizonte y en el que se veía con total claridad el atardecer. Al fin y al cabo, tras un largo día, éramos felices.

jueves, 15 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 71

CAPÍTULO 71. CASTILLOS EN EL AIRE.





Paseamos muy despacio, cogidos de la mano. No éramos novios, pero éramos los mejores amigos que conocía Madrid y nos daba lo mismo lo que pensase la gente al vernos así.
Los dos contemplamos a las personas que pasaban por nuestro lado, todos parecían con prisa, al contrario de nosotros, no teníamos absolutamente nada de prisa.
Llegamos al retiro y paseamos por un camino lleno de árboles y flores, en verano, al igual que en primavera todas las plantas estaban preciosas.
Hacía bastante calor, por eso anduvimos hasta el lago que había justo en medio del retiro.
Encontramos una sombra bajo un árbol, en el césped del lago. Se estaba muy tranquilo, sólo había parejas y familias disfrutando de un precioso día de verano.
Nos tumbamos, uno al lado del otro, ya no nos dábamos la mano, ahora Dani me abrazaba.

- No quiero que estos momentos terminen.- me dijo muy bajito.
- Yo tampoco, estoy tan a gusto contigo.- cerré los ojos y suspiré.
- Me gusta que estés a gusto.- sonrió, no le vi pero lo noté.
- No es tanto tiempo.- intenté quitarle importancia.
- Sabes que si, Aurora.- sólo me llamaba por mi nombre completo cuando estaba mal. Me incorporé un poco y le abracé muy fuerte.
- No lo pienses, ahora sólo vive el presente, recuerda el pasado y no pienses en el futuro.- sonreí, para hacerle sentir mejor. Esa frase era de Lucía y mía, siempre nos la decíamos la una a la otra cuando estábamos mal y servía.
- Siempre me ha parecido muy buena esa frase.- sonrió también.
- Recuérdala siempre.
- Lo haré, mi sensible preferida.- eso me hizo recordar tantas cosas, tantos momentos con él, que noté mis ojos cubiertos de lágrimas.
- Mi graciosillo preferido.- puse mi cara en su pecho para que no me viese llorar, no quería que él estuviese peor al verme a mí.
- Aurora estás llorando, no hace falta que me lo intentes ocultar.
- No lloro.- dije en un susurro sin separar mi cara de su pecho.
- Mi camiseta lo nota, la estás mojando.
- Lo siento.- me separé y me di la vuelta dándole la espalda. Me cogió de la cintura y me atrajo a él de nuevo, dándome la vuelta y mirándome a los ojos.
- No quiero que llores por mi culpa.
- Soy muy sensible, ya lo sabes.- no quería decirle que era cierto, que lloraba por su repentina marcha a Londres. No quería decirle todo el daño que me estaba causando ese viaje en el corazón. No quería decirle que no quería que se fuese, porque sabía que el viaje le beneficiaría y yo no era nadie para impedirle tener esa oportunidad.
- Por favor, no llores, no puedo ver tus preciosos ojos verdes cubiertos de lágrimas.
- Son marrones verdosos.- sonreí un poco.
- Siempre sabes como sonreír.- me quitó la última lágrima que caía por mi mejilla.
- Tengo que sonreír si estoy contigo, tú me haces sonreír.
- Te quiero.- sus palabras eran tan sinceras que mi corazón se aceleró de repente. Le abracé, quedé tumbada encima suya, abrazada a él, sintiendo el calor que desprendía su cuerpo.
- Te quiero.- le dije, tenía que hacerlo, pero no quería que pensase nada más, no podía darle esperanzas, por mucho que mi corazón quisiese.- mi mejor amigo.- él no dijo nada, se quedó completamente mudo, abrazándome cada vez con más fuerza. Nos incorporamos un poco, los dos estábamos muy afectados por lo que acabábamos de decirnos. Teníamos que hacer algo para relajar el ambiente, para sonreír de nuevo.
- Déjame tu móvil, por favor.- parecía que me había leído la mente. Él también quería que nos tranquilizáramos y que volviésemos a ser como siempre, alegres.
- Toma.- se lo di.
- Esta canción me suena, ¿de quién es?- me la señaló.
- Es de Juego de Dos, se llama Castillos en el aire. Me encanta. Ponla plis.
- Va.- la puso y empecé a cantar, él me siguió.


Vivir deprisa para morir con calma
Soñar un mundo de ilusiones que se alcanzan
Hablar bajito para gritar más fuerte
Que existe un mundo de colores diferentes.



Nos levantamos y empezamos a correr alrededor del árbol mientras cantábamos. La parte que cantaba el chico, la cantó él solo, me sorprendió, se la sabía perfectamente. Dani cantaba bastante bien, pero no le gustaba reconocerlo, como a mi.



Venir con fuerza para calmar los llanos,
Saltar la luna simplemente con un salto,
Me canta el alma en cada despedida,
Y así tener una excusa pa´ volver.

Me quedaré calladito para oír verdades
Que no diré
Si no canto esta canción
Cómo escucharán mi voz.



Nos cogimos de la mano y cantamos de nuevo juntos.


Hay que reír la vida está cansada de vivir por ti
Hay que romper barreras
Déjate de historias y comienza a ser feliz.

No hay que soñar,
Hay que cumplir los sueños y poder pintar
Castillos en el aire.
Ahórrate preguntas ya mañana Dios dirá
Y Dios dirá.
Seguimos cantando, esta vez me tocaba a mí.



Romper barreras para sentirte suelto,
Dormir tranquila como la bella del cuento,
Pasar mil horas frente a mi ventana
Y que me de a mi en la piel
el fresquito de la mañana.

Me quedaré calladita para oír verdades
Que no diré
Si no canto esta canción
Cómo escucharán mi voz.



Los dos juntos de nuevo.


Hay que reír
la vida está cansada de vivir por ti
hay que romper barreras.
Déjate de historias
y comienza a ser feliz.


No hay que soñar
Hay que cumplir los sueños
y poder pintar
castillos en el aire.
Ahórrate preguntas
ya mañana Dios dirá.
Y Dios dirá.



Nos tumbamos en el césped otra vez, a la sombra de aquel árbol. Nos lo habíamos pasado muy bien cantando esa canción juntos.

- Esta será nuestra canción.- me dijo Dani
- Me parece bien, es una canción preciosa y alegre.
- Pues exactamente como tú.- los dos sonreímos, esta vez no era por sonreír, era porque éramos felices, estábamos alegres de pasar un día juntos, como amigos.







PARTE NARRADA POR OTRA PERSONA.





Los dos sabían que los sentimientos que sentían por el otro, no eran de amistad, pero ambos tenían miedo. Tenían un miedo terrible a perder todo lo que ya tenían, a alguien en quién poder confiar, a quién poder abrazar y con el que te sientes feliz.
En sus corazones, había un nombre, de esa persona a la que amaban. Todos la tenemos, pero muchas veces no sabemos distinguirla, porque no nos damos cuenta o bien porque todavía no ha aparecido en nuestra vida.
Ese nombre que llevaban grabado a fuego, tenía una cara, una personalidad miles de momentos y millones de sonrisas. Eso era lo que no sabemos definir, ellos no lo sabían, pero lo que sentían el uno por el otro era simple y sincero, era amor.

domingo, 11 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 70

CAPÍTULO 70. IGUAL



Dani y yo cogimos el metro que nos llevaba al retiro. Estábamos contentos y no parábamos de reír. Por fin habíamos olvidado en parte el viaje de Dani, mejor dicho lo habíamos aparcado a un lado para disfrutar del tiempo que teníamos juntos.
Entramos en el vagón, estaba repleto de gente. No solté su mano ni un segundo, mientras nos adentrábamos en el barullo.
Me fui fijando en la gente que estaba ahí dentro. Había todo tipo de personas, adultos con prisa para ir a trabajar, ancianos tranquilos leyendo el periódico, jóvenes con los cascos puestos, parejas dándose besos, una madre con su niño pequeño en brazos. Sonreí, no había cosa que me gustase más que la variedad del metro, donde podías encontrar personas, desde pequeñas, hasta ancianas.
Dani y yo estábamos de pie, agarrados a una barandilla, ya que no había ningún asiento libre.
No estábamos juntos del todo, los dos queríamos guardar algo de distancia, pero nuestras manos seguían unidas. Una viejecita, se levantó de su asiento y sin darse cuenta la pobre, me empujó, por lo que terminé totalmente pegada a Dani. Miré a todos lados, para no mirarle a él, estaba roja como un tomate y no quería que se me notara demasiado. Al final fue él quién guió mi mirada hacia la suya.
La viejecita, que se había quedado a mi espalda, habló.

- Lo siento chica, tendré más cuidado. – nos miró y sonrió, después le dio un codazo a una señora que iba a su lado y le dijo algo en el oído. La otra señora no se cortó un pelo.
- Chico, ¿por qué no la besas de una vez? Tenéis que aprovechar cada segundo y se nota que estáis enamorados. Ella está deseando besarte.- pero, ¿esa mujer era bruja o qué? me había entrado un escalofrío al oír sus palabras. Dani me miró a los ojos y sonrió.
- ¿De verdad estás deseando besarme?- me dijo en un susurro.
- Yo no he dicho eso.- intenté disimular.
- Pero la señora sí, ni los abuelos ni los niños mienten.- sonrió de nuevo.
- No serás tú el que tiene ganas de besarme ¿no?- sonreí también, sin dejar de mirarle.
- No te puedo contestar.- me dijo y se quedó tan a gusto.
- Claro, sigues pillado por Miri ¿verdad? Y no te preocupes, no tenías que responder.
- ¿en serio te habías creído las palabras de la viejecita?- me cambió de tema.
- No te puedo contestar.- le imité y me separé de él, esta vez dando mucha más distancia, pero aún cogida a su mano.
- Eres tan..- me miró, con sus preciosos ojos azules.
- Tan..¿única, genial, irremplazable, estupenda, lista, genial, dulce?- sonreí de oreja a oreja.
- Eso y mucho más.- y tras decir esto me plantó un beso en la mejilla, un beso de los suyos.


Llegamos a nuestra parada, nos bajamos y corrimos de la mano hasta la entrada del retiro.

- Antes quiero invitarte a comer.- me dijo Dani.
- Como quieras, con tal de estar contigo..
- Vamos.- me cogió de la cintura y me dio un beso en el pelo.

Empezamos a caminar hacia un italiano que había cercano. Mientras paseábamos, la gente que pasaba a nuestro lado se quedaba mirándonos.
- Tienen envidia.- me susurró Dani al oído.
- ¿envidia? ¿de que?
- De mí. Porque estoy paseando con la chica más guapa de todo Madrid.- me sonrió.
- O de mí. Porque estoy cogida de la mano con el chico más maravilloso del mundo.- le miré a los ojos. Nos quedamos parados, mirándonos fijamente a los ojos, cada uno con una sonrisa en la cara.
- ¿soy más maravilloso que tu novio?- sin darse cuenta había estropeado el momento.
- Tú eres único y él también, dejémoslo así.- le miré de nuevo y le di un beso en la mejilla, comenzando a andar otra vez. En esos momentos no quería hablar de Toni. Solo estábamos Dani y yo.

Cruzamos la esquina visualizando, al fin el restaurante italiano en el que íbamos a comer. No estaba muy lleno, era día de entre semana y la gente lo que hacía era trabajar, no salir a comer a restaurantes italianos.
Entramos y nos sentaron en una mesa, al lado de la ventana.

- ¿qué desean beber? – nos preguntó el camarero con un peculiar acento italiano.
- Yo una fanta de naranja.- respondí.
- Que sean dos, por favor.
- Siempre pedimos la misma bebida.- reí.- Cualquiera que nos viese a saber que pensaría.
- Que estamos muy compenetrados y que somos muy parecidos.- sonrió Dani.
- Pues sí, ¿qué más iban a pensar?- sonreí, aunque en mi interior no pensase eso.
- ¿qué vas a pedir de comer? Hoy me apetecen mucho unos espaguetis.
- Pues me acabas de dar una idea. ¿qué te parece si compartimos espaguetis y pedimos una pizza pequeña también para compartir?
- Me parece bien, pero que sea mediana.- me miró y ambos reímos.

El camarero vino con nuestras bebidas y nos tomó nota de lo que queríamos comer. Me di cuenta de que sonreía al coger la última nota. ¿por qué se habría reído?
La comida nos la trajeron enseguida, y la verdad es que estaba bastante buena. Con los espaguetis tuvimos una pequeña discusión, los dos pinchamos los mismos y ninguno quería soltarlos. Parecíamos la Dama y el Vagabundo en versión humana y española. Nos reímos bastante al darnos cuenta que todo el restaurante miraba nuestra escena.
Al terminar con los dos platos, tanto con los espaguetis como con la pizza, el camarero nos los retiró y nos dio las cartas de los postres.
A mi lo que más me apetecía en ese momento era un rico helado italiano de vainilla.
Tanto Dani como yo nos pedimos uno, y nos lo comimos con muchísimo gusto.
Pagamos la cuenta y nos fuimos, esta vez sí, al retiro.

viernes, 9 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 69

CAPÍTULO 69. NO TENÍAMOS PRISA EN SER FELICES.





Abrió la puerta su hermana pequeña, María. Tenía 13 años y era bastante guapa, como su hermano. Se parecía mucho a él. Estaba bastante arreglada, seguramente iba a salir.

- ¡Hola!
- Hola, María. ¿qué tal estas?- nos dimos dos besos.
- Muy bien, Auro ¿y tu?
- Bien. ¿vas a salir?
- Sí, he quedado con unos amigos. Vienes a ver a mi hermano ¿a que sí?
- Sí.- reí.- ¿está en casa?
- En su habitación. Ya te sabes el camino.
- Vale, gracias María y pásalo bien.- me despedí de ella y empecé a subir las escaleras, para ir a la habitación de Dani.


Recorrí el pasillo que separaba unas habitaciones de otras y me quedé parada en frente de la puerta de Dani. Suspiré, desde que hablé con él no había podido dejar de pensar en lo que me había dicho. Estaba destrozada, pero ahora tocaba aparentar aunque solo fuese un poco. Tenía que apoyar a Dani. Él no me podía ver mal o le haría más daño aún.
Llamé a la puerta y oí la voz de Dani, parecía que estaba cantando. Giré el pomo con cuidado y entré en la habitación.
Dani estaba tumbado en su cama, con los cascos del ipod puestos, mirando al techo. No se había dado cuenta de que yo había entrado.
Me acerqué a él y le quité un casco. Pero ni siquiera miró hacia donde yo estaba.

- María, pírate de mi cuarto.- pensaba que yo era su hermana, reí para mis adentros.

Me agaché por detrás suyo y le di un sonoro beso en la mejilla. Se quitó el casco que le quedaba de golpe y se levantó para ver quién le había dado el beso. Me miró y sonrió, con una de sus magníficas sonrisas. Le devolví la sonrisa y me abracé a él, no pude evitarlo. Necesitaba uno de sus abrazos, fuertes y delicados a la vez.


PARTE NARRADA POR DANI.




La noche después de haberle contado la verdad a Aurora fue horrible. Tuve una pesadilla.
Estábamos ella y yo en un barco, a punto de llegar al puerto. Quedaban pocos metros para que el barco echase el ancla y Aurora y yo estábamos riéndonos, juntos.
En ese momento el barco se paró de golpe y Aurora salió disparada a una de las paredes del camarote en el que estábamos. Quedó inconsciente. Yo no sabía que hacer. La cogí entre mis brazos y la llevé fuera, la empecé a mover, para que se despertase, pero no lo hacía, no despertaba.
Había un médico en el barco, se acercó corriendo a nosotros y le tomó el pulso.

- Está muerta.- eso dijo. Todo mi cuerpo se paró al oír esas palabras. De mis ojos no hacían más que brotar lágrimas. Gritaba con todas mis fuerzas al cielo. La abrazada con fuerza, no quería dejarla ir. No, Aurora no me podía dejar.

Me desperté de golpe ya por la mañana, mi hermana estaba en mi habitación algo asustada.

- Dani ¿estas bien? Te he oído gritar.
- Una pesadilla, nada más.- la sonreí para que no se preocupase.

Estaba bañado en sudor, aún tenía los ojos llorosos y la sensación de haber perdido a Aurora no se me quitaba. Solo podía pensar en ella. Me levanté de la cama y me di una ducha bien fría. Tenía que espabilarme.
Me vestí rápido y me tumbé en mi cama, que ya me había hecho mi madre.
Me puse los cascos del ipod y lo encendí. Necesitaba relajarme.
Era la 1.30 del mediodía, cuando alguien me quitó el casco. Supuse que era María.

- María, pírate de mi cuarto- le dije. En ese momento no quería que me molestase con sus tonterías.

Tras decirle eso, me dio un beso sonoro en la mejilla.
Me paré a pensar que mi hermana nunca habría hecho eso, así que no era mi hermana la que estaba en mi cuarto. Me levanté con rapidez, quitándome el casco que quedaba y me giré para ver quién era la persona que había entrado en mi habitación.
Me quedé algo alucinado cuando vi a Aurora. Al principio pensé que era fruto de mi imaginación, por eso sonreí. Ella me devolví la sonrisa. Esa sonrisa que tanto me hacía sentir. Estaba seguro que todo era cosa de mi estúpida mente, siempre pensando en Aurora, pero me di cuenta de que no. Era real, lo supe cuando se abrazó a mí. Una sensación extraña me inundó por dentro. Cariño, amistad, felicidad, amor. Era todo un cúmulo de cosas.
La di un beso en el pelo y la miré a los ojos, a esos ojos verdes acaramelados que tanto me gustaban. La había echado mucho de menos.




PARTE NARRADA POR AURORA.




Después de un cálido abrazo, me miró a los ojos. Podía perderme en sus ojos azules como el mar.
Le cogí la mano fuerte, sin dejar de sonreír y con la otra le acaricié la cara.

- Dani, te he echado de menos.- sin poderlo evitar una lágrima corrió por mi mejilla. Dani me la quitó con muchísima dulzura.
- Yo también a ti. No pensé que vendrías tan pronto.
- No podía quedarme en mi pueblo después de hablar contigo y que me lo contaras.
- Aurora yo.. siento mucho tener que irme. No sabía que eso iba a pasar, mis padres nunca querían dejarme ir. Mis tíos insistieron y yo no pude hacer nada.
- No te preocupes Dani y no te disculpes conmigo. Tu siempre has querido ir a Londres a estudiar, al fin y al cabo va a ser un sueño cumplido, ¿no crees?
- Lo sería si tú vinieses conmigo.- eso me llegó al alma, me abracé de nuevo a él.
- Pero yo no puedo ir y tú tienes que pasar cinco años maravillosos conociendo esa ciudad.
- Aurora cinco años es mucho.
- Ya lo sé, pero si quieres pasarán rápidos. Y yo siempre estaré aquí, esperando a que vuelvas para darte un gran abrazo.
- Y yo en Londres intentaré llamarte siempre que pueda.
- Yo también lo intentaré, por mucho que cueste.
- Gracias por venir aquí a verme.
- No me las des. Si lo he hecho ha sido porque no podía quedarme en mi pueblo sin hacer nada. Necesitaba verte.
- ¿necesitabas verme?
- Sí y abrazarte y decirte que siempre voy a estar aquí para lo que quieras, por muchos kilómetros que nos separen.
- Eres un cielo.
- Entonces tu eres mi sol.- reí, el también lo hizo.
- Te invito a comer, vamos al retiro.
- Estas loco.
- Un poco, pero tu también lo estás.
- Me has pillado.- reí de nuevo.
- Venga vámonos.- me cogió de la mano y salimos corriendo por la puerta de su cuarto. Bajamos las escaleras y salimos por la puerta de su casa, sonrientes, de la mano, con ganas de diversión. No dejando pasar el poco tiempo que nos quedaba para estar juntos, aprovechando al máximo los días que nos quedaban.

Teníamos ganas de llegar al retiro, para comer a gusto, rodeados por las plantas. No teníamos prisa en ser felices.

domingo, 4 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 68

CAPÍTULO 68. LO MÁXIMO POSIBLE.



Cogí el teléfono, intrigada por quién sería la persona que me llamaba con número privado.
- ¿si?
- Aurora, soy Fer.- me quedé un poco sorprendida, no me esperaba que él me llamase.
- ¡Hola, Fer! ¿qué tal estás?
- Bien, gracias ¿y tu?
- Muy bien.- mentí, no quería preocuparle, ya tenía yo bastante.- ¿cómo es que me llamas con número privado?
- Se me ha roto el móvil y tenía ganas de hablar contigo.- contestó.
- ¿te llegó mi sms?- estaba un poco perdida.
- No, seguramente lo enviaste cuando ya estaba el móvil roto. ¿Ponía algo importante?- mierda, ahora tendría que decírselo a la cara. Sabía que me iba a costar, porque sabía que Fer sentía algo por mí, no quería lastimarle. Pero tampoco podía dejar que se hiciese falsas esperanzas.
- ¿podemos quedar? Así te lo digo en persona y nos vemos.
- Me parece genial. ¿en el parque de al lado de tu casa en media hora?
- Mejor en una hora, acabo de volver de viaje y tengo que deshacer la maleta.- se me acababa de ocurrir una idea. Llamaría a Cata, ya que no había venido a mi pueblo por asuntos familiares, y les presentaría. Estaba segura de que se gustarían y así me sería más fácil sincerarme con Fer.- por cierto, Fer, voy a llevar a una amiga si no te importa.
- No, tranquila mi primo también iba a venir. Es el que me dejó la moto, el de la novia.
- Sí, ya me acuerdo de él, bueno de lo que me dijiste de él.- reí.
- ¡ Qué memoria!
- Para que veas. Nos vemos en una hora. Adiós.- y colgué. Tenía que prepararme, llamar a Cata y obligarla prácticamente a venir al encuentro. Demasiado para una chica de quince años que está destrozada por su mejor amigo.


Pensé de nuevo en Dani, pero en esos momentos no podía ponerme así, tenía que llamar a Cata. Cogí el móvil y busqué en la agenda su número.

- ¿diga?- Cata habló.
- Catita, hello.
- ¡Auro! ¿cómo es eso de que me llamas?
- Que no te parezca tan raro, que ya sé que últimamente estoy muy ocupada y estresada y eso, pero me acuerdo de ti. Que amiga más maja tengo eh! Nada más hablar contigo me preguntas que por qué te llamo. Ya te vale. ¿qué pasa que no puedo hablar con una de mis mejores amigas?
- ¡Uy! ¡Demasiado pelotismo veo por aquí!
- ¿pelotismo? Te acabas de inventar esa palabra ¿verdad?
- Sí y ¡mola! Que quieres que te diga ya sabes que yo soy así.
- Lo sé. Quería pedirte algo que te va a encantar.
- ¿ves? No si ya lo sabía yo, tantos cumplidos salidos de la boca de Aurora Jiménez García, no eran por alagar a su querida amiga Cata.
- ¡Pero que te estoy diciendo que te va a gustar! Te voy a presentar a un chico, 18 años, guapo, rubio, ojazos, soltero y al que por desgracia voy a tener que decir que solo quiero ser su amiga.
- ¿cuándo y a qué hora quedamos?- no pude contener la risa. Me sorprendía a mí misma lo bien que conocía a Cata. Era como un cofre abierto, sin secretos.
- En una hora en el parque de enfrente de mi casa. Ponte guapa. Un beso.
- ¿sabes que eres la mejor? Allí estaré. ¡Un beso!- y colgó.

Lo había conseguido, mi plan tenía la certeza de que saldría bien. Fer y Cata se verían, hablarían, se conocerían y se enamorarían. Tenía que ser así. Y cuando ya no me necesitasen, me iría a ver a Dani, la razón por la que volvía a estar en Madrid.

Me arreglé, no demasiado, pero si lo suficiente para causarle una buena impresión a Dani cuando le viese.
Me asomé a la habitación de mi hermana y vi a Guille durmiendo en la cama, rodeado de peluches. Parecía un niño pequeño, con cuerpo de hombre. Estaba realmente guapo.

La hora estaba a punto de pasar, cogí el bolso, las llaves y le escribí una nota a Guille en un posit.
“ ¡dormilón! Cuando despiertes y no me veas no te asustes, he salido a ver a Dani. Te pido una cosa, sal rápido de casa, no quiero que mi madre te monte un pollo al verte. Luego me llamas y nos vemos si quieres. No se te olvide cerrar con dos vueltas la puerta. ¡Un besito! Tu primi Auro. :P”

Estaba segura de que cuando la leyese sonreiría y eso me hacía sonreír a mí también.
Le dejé una llave de la puerta de la casa, para que luego cerrase y me fui.
Bajé por las escaleras, porque el ascensor estaba ya ocupado y yo tenía bastante prisa.
Abrí el portal y anduve, esta vez más despacio hacia el parque en el que habíamos quedado. Estaba segura de que Fer y su primo ya me esperaban, lo que no sabía era si Cata habría llegado ya.
Crucé la esquina y me adentré en el parque, donde efectivamente, tal como yo había previsto, me esperaba Fer con un chico a su lado, su primo, supuse. Era un chico alto, aunque no demasiado, Fer le sacaba al menos una cabeza. Parecía fuerte, era castaño claro, con ojos marrones y una sonrisa muy parecida a la de su primo. Tenía que reconocer que tenía bastante atractivo.
Me acerqué a ellos y le di dos besos a Fer. Él me presentó a su primo, se llamaba Roberto y al parecer tenía solo un año más que yo, aunque aparentase al menos tres más.
Estuvimos hablando un rato, pero no demasiado, Cata llegó más pronto de lo que esperaba.
Cuando Fer vio a Cata, la cual iba bastante guapa, tal como le había dicho, se quedó algo más que asombrado. Mi plan estaba surgiendo efecto.
Les presenté y empezaron a hablar. Cogí a Roberto del brazo y los dejamos solos. Ni siquiera había podido decirle a Fer nada de lo que tenía pensado decirle, pero quizás eso era lo mejor.
Le conté a Roberto todo lo que tenía pensado de juntarlos y aceptó a ayudarme. Era bastante simpático, me caía bien.
Miré a Fer y Cata, habían pasado ya a la fase de conocerse y eso era buenísimo. De ahí saldría una pareja. Roberto los miró también y sonrió, después me miró a mí.

- Estas hecha toda una celestina.
- Por mis amigos hago todo lo que esté en mi mano.
- Eres una gran persona.
- Gracias, tu también lo eres.- le miré y sonreí. Parecía que nos conocíamos desde hacía tiempo. Y tenía el presentimiento de que con Roberto había nacido una bonita amistad.

Nos fuimos del parque, dejándoles completamente solos. Roberto me llevó en su moto a casa de Dani y al despedirnos le di un beso en la mejilla, al cual me correspondió con otro.
Le dije adiós con la mano al irse con la moto y me giré para mirar la casa de Dani, era un chalet, no excesivamente grande, pero sí muy bonito.
Miré con más detenimiento a la puerta de entrada. Tras esa puerta se encontraba mi mejor amigo, destrozado por su repentino viaje a Londres durante tanto tiempo. Tenía que apoyarle en todo lo que pudiera, para eso estaba.
Di un paso al frente y cogí aire. Llamé a la puerta. Había vuelto a Madrid tan de repente por un solo motivo, Dani. Sabía que él era mi mejor amigo y que tenía que pasar con él sus últimos días aquí. Disfrutando lo máximo posible.

sábado, 3 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 67

CAPÍTULO 67. DE VUELTA A MI CIUDAD.




A la mañana siguiente me desperté a las diez aproximadamente, me lavé, me vestí y comencé a preparar la maleta.
Nieves no estaba en su cama, así que supuse que abría pasado la noche en nuestra casa particular, de vez en cuando la gustaba subirse allí arriba a dormir.
Estaba el día despejado, ni una nube y un gran bochorno de calor.
En la maleta metí todo lo que necesitaría los días que estuviese en Madrid, que ni siquiera yo sabía cuantos eran.
Me miré en el espejo al terminar de hacer la maleta, tenía ojeras y la cara hecha un auténtico asco. Me puse polvos y me pinté la raya negra, no me apetecía maquillarme demasiado pero al menos tenía que parecer decente al ojo humano.
Llamaron a mi puerta, era Guille.

- ¿Preparada?
- Sí. Solo me falta despedirme de mis abuelos.
- Vale. Pero antes de eso me gustaría decirte algo.
- Dime.
- Me alegro de que tú y Toni seáis novios.- sonrió. Le agradecía en lo más profundo de mi ser su aceptación, sabía que Guille no lo había pasado bien cuando le dije que no podíamos seguir queriéndonos como algo más que primos, pero lo había asumido como el casi adulto que era, de una forma bastante madura.
- Gracias, Guille.- le sonreí y le di un beso en la mejilla.
- Anda, ve a despedirte de tus abuelos, el coche y yo estamos preparados. Iré metiendo las maletas.
- Ya voy.- salí de la habitación y entré en el salón, dónde estaban mi abuela y mi abuelo, desayunando.
- Abuelos, me voy ya.
- Lo sabemos, no te preocupes. Ponte bien, cielo. Ahora eso es lo único que importa.- me sonrió mi abuela y me dio un fuerte abrazo acompañado de un beso en la mejilla.
- Y cuidadín con mi coche ¡eh!- mi abuelo intentaba ponerle un poco de broma al asunto. Consiguió sacarme una sonrisa.- así me gusta, que sonrías.- me achuchó y me dio un beso en la frente.
- Te cuidaré el coche, a Guille y a mí misma.- reí.- ya soy mayorcita ¿no?- los tres reímos esta vez.- adiós.- y salí del salón, encaminándome al garaje, dónde me esperaba Guille con el coche en marcha.
- Vamos.- abrí la puerta de asiento del copiloto y me senté. Ya era hora de enfrentarme a todo lo que me pasaba. De dar un paso más hacia la realidad de la vida.


Guillé me miró y me sonrió. Le cogí la mano y se la apreté un poco. Una lágrima rodó por mi mejilla. Guille me la quitó y miró al frente tras suspirar. Justo en ese momento de tensión de sentimientos y de cariño entre primos pisó el acelerador y empezamos nuestro viaje de regreso a Madrid, mi ciudad en la que tantos buenos y malos momentos había pasado.
La carretera estaba despejada, no había casi coches, en parte porque era excesivamente pronto. Dentro del coche el ambiente era cómodo, estaba puesta la radio, con los 40 principales sonando y yo cantando para mis adentros. Guille tenía la mirada fija a la carretera, sus gafas de sol tapaban sus ojos, pero aún así yo sabía que de vez en cuando me miraba.
El viaje se me hizo muy corto, estaba perdida en mi pasión, la música y en ese momento, mejor dicho en esa hora que tardamos en llegar a Madrid mi cabeza solo pensó en la música.
Madrid, mi ciudad ya se veía a lo lejos. Sus altos edificios llamaban la atención a cualquiera. Madrid era una ciudad inigualable, tan grande, tan llena de gente, tan moderna y a la ve tan antigua. Madrid era mi ciudad y siempre me gustaba volver a verla después de un tiempo.

Pasamos con el coche por la m-30 hasta llegar a mi barrio y un poco después a mi calle. Cerca de la puerta de mi portal había varios sitios para dejar el coche, y allí fue donde aparcamos.
Cogí la maleta del maletero del coche y me dirigí a la puerta del portal con las llaves en la mano. Guille me siguió al cerrar al coche de mi abuelo.

Abrí el portal y llamé al ascensor, una vez llegamos a mi descansillo me paré a pensar.

- Mi madre no estará en casa- miré a Guille.
- ¿y eso es malo?- parecía preocupado.
- No es bueno, solo que le va a sorprender bastante vernos aquí a los dos cuando llegue del trabajo.- sonreí y abrí la puerta de mi casa. El olor a mi hogar me reconfortó. Necesitaba sentirme en casa de nuevo, así sentiría a Dani más cerca de mí.


Llevé mi maleta a mi habitación y conduje a Guille a la habitación de mi hermana.

- Tu duermes aquí ¿vale primo?- sonreí. Él me miró con una cara un tanto rara.
- No se yo si tantos ojos puestos en mí me van a dejar dormir.- dijo mirando todas las muñecas. Yo me reí, la verdad es que el cuarto de mi hermana era como una reunión de muñecas y peluches, la mitad míos de cuando era pequeña.
- ¡Anda, no seas tonto!


Miré la foto que tenía mi hermana, Bea de nosotras dos entre peluches. Sonreí, esa enana, como yo la llamaba, era un bicho de la cabeza a los pies, pero tenía su encanto. Siempre que me la encontraba en el colegio, mis amigas decían – Que mona es tu hermana, Auro.- y yo siempre las contestaba lo mismo.- eso es porque no la conocéis demasiado y porque no vivís con ella todos los días.
Me reí al recordarlo. Volví a mirar la foto, ella salía riendo y yo también, recordé que la estaba haciendo cosquillas cuando nos hicieron la foto y por eso nos estábamos riendo tanto. Ella por las cosquillas y yo de ella.
La echaba de menos. Era una enana muy plasta y muchas veces hacía cosas que solo me perjudicaban y con las que mis padres me regañaban a mí sin motivo. Pero al fin y al cabo era mi hermana pequeña y desde que nació la he querido y la quiero muchísimo, con sus virtudes y sus defectos.

Dejé de pensar en mi hermana y me concentré en Guille que se acababa de quitar la camiseta. Una vez más, sus abdominales me quitaban el hipo.
Le miré de arriba abajo, él se dio cuenta y sonrió, parecía que se divertía, mientras que en mi interior había una guerra entre mi cabeza, mi corazón y mi instinto animal.
Me acerqué a él, intentando desviar la vista a cualquier otro sitio, pero no podía.
Guille me pegó a su cuerpo, era tan caliente como el ambiente en ese momento. Me dio un beso en la mejilla y yo cerré los ojos. Sobraban las palabras.
Empecé a recordar los momentos que pasamos juntos, nuestro primer beso en medio de una calle con mucha gente mirándonos, nuestro paseo por el campo lleno de flores en el que Guille tanto me había hecho sentir. Recordé también cuando se quedó tumbado a mi lado hasta que me dormí y los celos que sentí cuando la tal Lola se acercó a él diciéndole lo que le dijo. Recordé cada uno de sus apasionados pero dulces besos. En ese momento solo tenía ganas de besarle.
Abrí los ojos y le miré, era tan guapo, me quería tanto y yo a él, que no sabía si podría aguantar.
Le acaricié la cara a la vez que sonreía, él me dio un beso en la mano. Coloqué mi otra mano en su espalda, acariciándole. Me acerqué cada vez más a sus labios, pero entonces, al cerrar los ojos de nuevo, dos imágenes pasaron por mi cabeza.
Primero fue Toni, con sus besos, sus abrazos, sus muestras de cariño, su sonrisa, su cuerpo de hombre, sus ojos que tanto me decían.
Después de aparecer Toni, se adueñó de mis pensamientos Dani. Su cara sonriente, sus ojos azules y brillantes, su pelo rubio y esa sonrisa que tanto me aportaba cada vez que la veía.
Abrí los ojos de golpe y me separé de Guille, no podía hacerlo.
No podía besarle de nuevo, por mi bien y por el suyo. No quería confundirme más. Tenía un novio al que quería muchísimo y había vuelto a Madrid por un motivo, por mi mejor amigo. Lo que no podía hacer era olvidarme de ellos dos y besar a mi primo, simplemente por un impulso.

Salí de la habitación de mi hermana, dejándole ahí, sin camiseta y mirándome, sin saber que hacer o que decir. Pero a mi no me importaba, yo sabía que no había sido su intención. La culpa era mía, y él mi primo. No había más que decir.

Me metí en mi habitación y cerré la puerta, tenía que llamar a Toni para que supiese que estaba bien.
Cogí el móvil y marqué su número, ya me lo sabía de memoria.

- ¿Aurora?- contestó Toni al otro lado de la línea.
- ¡Toni!
- Mi pequeña, ¿cómo estás?- me encantaba que me llamase “mi pequeña” decía tanto de él.
- Pues bueno, dentro de lo que cabe estoy bien. El viaje ha sido muy corto y ya me queda menos para ver a Dani.
- Vale, menos mal que Guille conduce bien que si no..
- No me habría pasado nada de todos modos.- sonreí y aunque él no me viese, por el tono de voz estaba segura de que lo había notado.
- Pequeña, tengo que colgar, mi abuela me llama. Cuídate mucho y vuelve pronto, que ya te echo de menos.
- No te preocupes, haré todo lo que pueda por volver cuanto antes. Y no me va a pasar nada.
- Te quiero.
- Yo te quiero más.- contesté y colgué.

Ya había avisado a Toni de que había llegado, a mis abuelos también tenía que llamarles, estaba buscando su número en la agenda del móvil, cuando me llamaron. Ponía número desconocido. ¿Quién sería?

viernes, 2 de abril de 2010

SOLSTICIO DE VERANO 66

CAPÍTULO 66. TODO NEUTRO.



Justo después de llamar a Toni, salí de mi habitación, algo más despejada y me encaminé al patio dónde estaban mis abuelos.
Al salir por la puerta trasera, ambos se giraron.

- Aurora, hija, ¿qué te pasa?- mi abuela me conocía muy bien, no tan bien cómo mi madre o mi padre, pero si me conocía.
- Tengo que hablar con vosotros, es importante y espero que me entendáis.
- Dinos cielo.- habló mi abuelo.
- Por favor no me interrumpáis y tampoco me pidáis demasiadas explicaciones, ahora mismo no puedo darlas.
- De acuerdo.
- Necesito ir a Madrid y pasar allí unos días. No es por vosotros, ni mucho menos, es por mí. Me ha surgido algo allí y necesito ir. Guille me llevará si le dejas tu coche abuelo- miré a mi abuelo.- en moto no creo que sea del todo seguro ir hasta allí. Dormiré en casa de mi madre, con Guille, y la explicaré todo, para que no os preocupéis. Estaré de vuelta lo antes posible.
- Si eso es lo que quieres, le dejaré el coche a Guillermo para que te lleve y también podrá quedarse allí una noche. Luego tendrá que volver, no puedo arriesgarme a no tener coche, por si acaso.
- Vale abuelo, sabía que lo entenderías.
- Aurora, te dejamos ir, pero más te vale que a tu vuelta me lo expliques todo, porque ahora mismo no entiendo el porqué de nada de lo que quieres hacer.- mi abuela parecía algo perdida, era para estarlo, la entendía.
- Gracias. Os quiero mucho. –le abracé y di un beso a cada uno.- mañana por la mañana nos vamos.
- Prepararé el coche y le daré a Guillermo algunas indicaciones.
- Sí. Gracias de nuevo.- y tras decir esto sonó el timbre. Fui a abrir. Era Toni, mi Toni y ahora tenía que enfrentarme a una despedida que ni siquiera yo sabía cómo sería.


Cerré la puerta cuando entró Toni y le cogí la mano, llevándole a mi cuarto. Teníamos que estar solos, no nos podía molestar nadie.

- Aurora ¿qué te pasa?- últimamente estaba escuchando mucho esa pregunta.
- Te tengo que decir algo.
- Sin rodeos.
- Me voy a Madrid mañana por la mañana.
- ¡¿qué?! pero ¿y eso por qué?
- Por Dani, no puedo dejarle así. Necesito pasar un tiempo con él.
- Pero pequeña, lo de la pareja de novios de se le pasará..
- He vuelto a hablar con él y tal como me temía eso que me dijo no era verdad. Pasa algo más grave.
- ¿te mintió? ¿qué pasa?
- Se va a ir a estudiar a Londres cinco años y no volverá a España hasta que no terminen los cinco años.- mis ojos se cubrieron de lágrimas al decirlo, al pensarlo, al hacerme solo a la idea de que lo perdería.
- Aurora..yo..lo siento mucho, no sabía nada..- me abrazó muy fuerte.- no llores, pequeña.- me apretó más a su pecho. Yo no podía dejar de llorar. Todo lo de Dani era horrible, no me podía sentir peor. Era como si todos mis recuerdos fuesen a desaparecer, a extinguirse. Como si pudiese perderlo todo si él, Dani se iba de mi lado. Como si estuviese vacía sin él.- te esperaré el tiempo que haga falta.- me susurró Toni al oído. Eso en parte me reconfortó, pero por dentro seguía notando como me vaciaba, poco a poco.


La tarde la pasé con Toni, en mi habitación, hablando con él, abrazada a él, notando su cariño hacia mí y todo el amor que él me tenía. Le echaría de menos esos días que me iba. Por fin tenía un chico al que podía llamar novio, un chico en el que sabía que podía confiar y que no me haría lo que me hizo Gabriel. Un chico que no era mi primo, ni mi mejor amigo, por tanto no era un amor imposible. Un chico, el único con el que debía estar, aunque una parte de mi corazón se negase, mi cabeza era lo que pensaba y en ese momento no podía dejarme llevar por el corazón. Lo tenía destrozado.

Toni se fue al caer la noche, no cené, no tenía apenas apetito. Me tumbé en la cama con la foto de Dani entre mis manos y lloré, lloré por no poder decirle al mundo que no era nadie sin Dani. Lloré por todos esos momentos que pasamos juntos a lo largo de nuestra corta vida. Lloré porque no pasaría más momentos buenos con él en cinco años. Lloré porque no quería que al irse y estar tan lejos de mí me olvidase. Lloré porque tenía miedo de perderle para siempre.

Me quedé profundamente dormida, en una almohada mojada por mis lágrimas. No soñé esa noche, todo era blanco, neutro. Mi cabeza solo necesitaba despejarse un poco y lo consiguió.
Me desperté sobresaltada por un ruido en mi ventana, me levanté de la cama y me asomé. Fuera estaba Gabriel, ¿Qué hacía él allí?

- ¿Qué haces?
- Baja, por favor, necesito hablar contigo.
- Pero ¿tu has visto la hora qué es?
- Sí, y siento haberte despertado, en serio, pero necesito que hablemos de algo.- no parecía borracho y eso en parte me dio algo de seguridad, lo que no entendía era tanto misterio a las tantas de la madrugada. Bajé con mucho sigilo en pijama y salí dejando la puerta entreabierta. Fue él quién se acercó a mí.
- Aurora, me han dicho que te vas a Madrid ¿es cierto?
- Sí, me ha surgido un problema y tengo que irme. Me voy en unas horas.- me miró a los ojos.
- Quiero pedirte perdón por todo lo que te dije el otro día.
- A buenas horas.
- Ya lo sé. Me pasé tres pueblos, por eso te pido perdón, porque cometí un error.
- Sigo sin entender que e he hecho yo para que me tratases así.
- Estaba muy celoso de Toni. Como ya te dije, te sigo queriendo como el primer día que te vi. Sigo igual de enamorado de ti. No te puedo sacar de mi cabeza ni un minuto.
- Gabriel, yo si te he olvidado. Yo ya no te quiero como novio, ya no te quiero como antes.
- Lo sé, pero al menos dame la oportunidad de ser tu amigo.
- No se si podré, me hiciste mucho daño.
- Por favor, Aurora. Te prometo que no volveré a dañarte. Además si somos amigos todo puede ir mejor entre Toni y yo, mataríamos dos pájaros de un tiro.
- Vale, Gabriel. Pero lo hago por mi novio.- agachó la cabeza.
- Entiendo. Te dejo dormir, tienes que descansar para el viaje de mañana.
- Sí. Adiós Gabriel.
- No te lo he dicho nunca, pero puedes llamarme Gaby.
- Pues adiós Gaby.- le di un beso en la mejilla.
- Que vaya bien el viaje. Descansa. Adiós Aurora.- y se fue.


Me metí de nuevo en casa, cerré la puerta con llave y volví a mi habitación.
Me tumbé en la cama y miré al techo. Justo antes de dormirme pensé en Gabriel, ahora éramos amigos y no sabía cómo terminaría esa “supuesta” amistad.